Internacional

El segundo de Romney: Paul Ryan en la campaña (II)

12 Ago, 2012 - - @egocrata

La elección de Paul Ryan como segundo de a bordo ha generado un debate curioso estos días: ¿es una decisión cauta o está Romney tomando riesgos? ¿Por qué Romney, un tipo prudente que ha hecho de la ambigüedad una de las señas de su campaña, ha nombrado  a alguien que es famoso por dar largas peroratas llenas de detalles específicos? Escoger a alguien que además es conservador, tiene ideas como mínimo peligrosas en según que estados (hablar de privatizar la seguridad social y eliminar Medicare hace que no te puedan pasear por Florida, por ejemplo) y que tiene fama de ideológo no puede ser del todo sensato, ¿no?

Los que hablan de decision arriegasda parte de una idea simple: la gente de la campaña de Mitt Romney creía que iba perdiendo. Esto es lo que comentaba Nate Silver ayer sobre la nominación, señalando que si el candidato republicano hubiera ido por delante en las encuestas seguramente la elección hubiera sido otra. Ryan tiene muchas virtudes, pero el ser de un estado electoralmente clave no es una de ellas; aunque Wisconsin estará algo más competido gracias a él, tácticamente hubiera sido preferible un vicepresidenciable de Ohio, Florida o Virginia. Escoger a Paul Ryan es una forma de dar un golpe de timón; en vista que Romney está cerca pero nunca sin acabar de ganar en los sondeos, han preferido escoger a alguien con un perfil más nacional, no el clásico vicepresidente dirigido a ganar un estado.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, creo que Nate Silver se equivoca en este aspecto. Paul Ryan es una decisión esencialmente defensiva de la campaña de Mitt Romney, no una maniobra dirigida a maximizar sus posibilidades de victoria. Basta con ver la reacción de los comentaristas conservadores, que adoran a Ryan casi sin excepción, y compararla con el ataque de nervios que estos mismos analista tuvieron cuando Romney casi llegó a decir que algo que hizo en Massachusetts era buena idea. El tea party y sus allegados son la facción más ruidosa (quizás dominante) del GOP actual; colocando a Paul Ryan Romney se asegura, al menos, el ala derecha de su partido no se dedicará a atizarle cada vez que se atreva a decir algo remotamente moderado. O al menos, lo harán un poco menos a menudo, que ya será bastante. Una elección realmente valiente (escoger un centrista) tenía un beneficio potencial mucho mayor, y también mayores riesgos. Romney, sin embargo, es una persona cautelosa, y no se ha andado por las ramas buscando su Joe Liberman.

¿Quiere decir que escoger a Ryan es mala idea? No, en absoluto. Como todos los candidatos para un cargo importante, Ryan tiene sus virtudes y defectos. Es un tipo obviamente inteligente, tiene una cara de no haber roto nunca un plato adorable, y tiene el aura de friki que sabe de números que puede atraer a todo aquel que quiera un tecnócrata. Aunque cada vez que leo los detalles específicos de una de las propuestas de Andrew Paul Ryan me llevo las manos a la cabeza, lo cierto es que el tipo se explica muy bien; por algo los periodistas lo adoran. No estoy del todo seguro que esta capacidad de soltar rollos inacabables con números venda demasiado bien en el resto del país, pero ese es otro tema.

Desde el punto de vista de la campaña electoral, sin embargo, Ryan tiene un problema curioso: su nominación garantiza que se hablará más de propuestas concretas y menos sobre la situación del país. Esto, aunque parezca mentira, es algo que no creo favorezca a Romney demasiado. Tradicionalmente los candidatos en las presidenciales buscan que la campaña sea una choice election (unas elecciones para «escoger») o un referéndum sobre el presidente. Si la economía va bien y el presidente es moderadamente popular, el candidato opositor prefiere choice; que los votantes escojan entre dos visiones del país, con ellos prometiendo más unicornios. Si la economía del país no va del todo bien, el presidenciable prefiere que los votantes se tomen las elecciones como un voto a favor o en contra de la gestión del presidente. La economía americana está mucho mejor que la europea, eso es innegable, pero un 8,3% de paro es una catástrofe. Romney a buen seguro prefiere un referéndum sobre Obama, pero el tener un friki con montones de ideas de compañero de viaje va a dar munición a los demócratas para hablar sobre propuestas concretas.

No nos engañemos, es bueno que esto suceda; unas elecciones deberían ser sobre el contraste de ideas entre dos candidatos, y gracias a Ryan vamos a tener contrastes para aburrir. Los republicanos (y el tea party especialmente) están entusiasmados precisamente por esto: como todos los verdaderos creyentes están convencidos que los conservadores pierden elecciones porque nunca se le ha dado la oportunidad al público americano de pronunciarse sobre ellas. McCain, Bush I, Bush II eran unos maricomplejines que no abrazaron los verdaderos ideales; alguien como Ryan, puro, listo, ferviente paladín de la causa seguro que les llevará a la victoria. El pequeño problema, claro está, es que muchas de las ideas de Ryan son increíblemente tóxicas en las encuestas (insisto: eliminar Medicare es suicida), así que la campaña de Romney ya anda avisando que haber escogido al tipo no significa que sus ideas les gusten. O no, según el cabreo de los comentaristas del GOP. (¿?).

Mi sensación (totalmente subjetiva, y probablemente erronea, pero bueno) es que el tea party vive en un mundo mental parecido a los laboristas británicos en los ochenta, liberales americanos en los setenta o tantos movimientos de izquierdas de tiempos pasados: están convencidos que una vez el público escuche sus argumentos el mundo les dará la razón. En el caso de la izquierda la idea era más que la gente descubriría que están equivocados, para los tea partiers es la «verdadera América», esa mayoría silenciosa de las leyendas conservadoras. Soy un firme creyente en que cualquier movimiento que confía en que las masas descubran su verdadera esencia tiene un punto de chifladura mesiánica un poco preocupante, especialmente cuando todas las encuestas parecen indicar que tus ideas no son especialmente populares. El conservadurismo de rama dura de Ryan (y es de rama dura, aunque parezca un angelito) acostumbra a tener unos números atroces en los sondeos; si el GOP quiere que sea eso lo que se debata, buena suerte en noviembre, pero no tiene por qué funcionar.

Dos notas finales. Primero, vale la pena recordar que Paul Ryan es congresista. El Congreso de los Estados Unidos es, de muy, muy lejos, la institución política más detestada del país – y por buenos motivos, ya que es la más disfuncional. Tiene mérito sacar un candidato de ese cenagal. Y dice mucho de Ryan que los periodistas le traten así de bien de todas formas.

Segundo, una cita de Lee Atwater (santo patrón de la política deleznable en Estados Unidos, y alguien al que admiro profundamente) sobre Dan Quayle, el horrendo candidato a vicepresidente de Bush (padre) en 1988:

 You were the best rabbit we ever had. Let them chase you and they’ll stay off the important things.

Por mucho que Ryan sea un blanco de críticas excelente («¡quiere tirar a la abuelita por la escalera y dejarla sin sanidad!») los demócratas no deben olvidarse que el el rival es Romney, no su segundo, por mucho que sea la figura más influyente del partido. Hay días que el vicepresidente es un chollo descomunal como Sarah Palin, pero no esta vez.

Lo que es seguro es que la decisión de Romney va a hacer de estas elecciones algo más interesante, no menos. Sólo por esto estoy contento que Paul Ryan sea candidato.


9 comentarios

  1. Lord John Marbury dice:

    Me parece fatal que menciones a Dan Quayle sin enlazar este momento épico
    http://youtu.be/uWXRNySMW4s

    ¿Cómo ves un debate Ryan vs Biden? ¿Y realmente todo esto del VP influye en el ciudadano medio (a no ser que se elija un candidato realmente grotesco o chiflado)?

  2. Francisco dice:

    SI el GOP está chantajeado por el Tea Party está realmente jodido, esto es como si el próximo candidato del PSOE llevará de Vicepresidente a Sanchez Gordillo para asegurarse el voto de los suyos.

    Las esperanzas de Romney deben estar todas en que Rajoy haga implosionar la zona Euro y el sistema financiero creando un crack brutal con cientos de miles de despidos en USA. Si puede ser las semanas previas a las elecciones.

  3. aldelgadog dice:

    Si le puedes pasar unas pistas a la gente del ciervo, modelaría a Romney/Ryan como un dúo donde el primero, por un lado, esconde sus ingresos y elige a un tipo para que le favorezca aún más a él con más rebajas de impuestos (o sea, defraudador, mentiroso, cobarde, interesado sólo en sí mismo,…), y por otro lado como un individuo del que no se puede fiar nadie e incapaz de mantener una posición fuerte (sí, insinuar que sería un presidente DÉBIL), porque se retracta de sus propias ideas (recordar mucho que existe el romneycare para mantener histéricos a los derechistas) para dejarse llevar por radicales.

  4. juan dice:

    Las biografías dicen que Paul reparte entre sus colaboradores «la rebelión de Atlas» de Ayn Rand…o sea neocón de manual…pero no, de medio manual, puesto que para la señora Rand, tan malo el estado como la religión pero el amiguete Paul va de beatillo.

    En fin, aparte de por la practicidad o no de sus ideas es vulnerable por la incoherencia de su visión.

  5. jorge c. dice:

    debo recordar a todos los señores comentaristas, que Joe Binden también ha sabido cometer meteduras de «pata» históricas (así como otros anteriores vicepresidentes, que para lo único que sirven es en el supuesto caso de fallecimiento, renuncia o destitución del presidente).
    pero lo más importante y que creo ya se han olvidado, es del «shellacking» propinado a Obama en las elecciones del año 2010, donde los republicanos arrasaron en el Congreso y en las Gobernaciones Estatales, y donde la «militancia» del Tea Party fue fundamental.
    Que nos guste o no nos gusten sus ideas, que esta vez vuelva a pasar lo mismo, es otro cantar. pero a mi lo que me asusta es la ligereza de los «liberales» hablando de esos señores. me hacen acordar tanto a los que se reían de Hitler.

  6. jorge c. dice:

    si, ya sé que hace casi una semana del comentario original, pero,¿vieron (o leyeron) las declaraciones de Joe Biden en virginia? Empleando un neologismo son Quaylescas!!!

  7. juan dice:

    A mi me gustaron las declaraciones de Biden en Virginia (a pesar de mi candidato sería Ralph Nader). Si el Tea Party es políticamente incorrecto ¿por qué poner la otra mejilla y jugar en desventaja?
    En España creo que las imágenes de lo de Vitoria en el 76 al mando del presidente fundador del PP deberían incluirse en todas las campañas del resto de partidos.

    Pero yendo al grano. La gente tiende a experimentar en elecciones de niveles inferiores, e igual se pasaron, muchos votaron al tea party como toque de atención para que se notase pero confiando en que no serían tantos. En un mundo convulso con cada vez más incertezas no veo muy probable que un proyecto como el del Tea Party pueda tener el apoyo mayoritario a quitar la pequeña red de protección que se tiene en ese país.

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