Internacional

Seleccionando demasiadas élites

26 Jul, 2012 - - @egocrata

Estos días hemos hablado bastante sobre selección de élites en España, o más concretamente, nuestra espléndida incompetencia escogiendo buenos dirigentes. Jorge Galindo hablaba el otro día sobre la necesidad de incrementar el sistema de rendición de cuentas de los candidatos en los partidos políticos, aumentando su visibilidad. Jorge también señalaba que esto puede llevar a situaciones curiosas, como la enorme dispersión en la calidad de los políticos en Estados Unidos.

Estos días en mi pequeño rincón del Imperio estamos sufriendo un problema curioso en este aspecto: faltan candidatos. Los ocho legisladores que representan la ciudad de New Haven en la Asamblea General de Connecticut (seis representantes y dos senadores – en un estado de tres millones y medio de habitantes, tenemos un legislativo bicameral) van a ganar las elecciones seguro, ya que nadie va a competir con ellos ni en primarias ni en generales. New Haven es una ciudad muy demócrata, ciertamente, y los ocho legisladores ganarían fácilmente contra cualquier oponente republicano. Aún así, es un ejemplo claro de exceso de representación: escogemos tantos políticos que las elecciones dejan de ser competitivas, y los distritos son demasiado uniformes.

Esta clase de sobrecarga de representación, por cierto, es muy típica de Estados Unidos, un país donde se vota prácticamente todo. En Connecticut mi mujer tiene que escoger, en un año bueno, senador, representante y presidente a nivel federal; representante, senador, tesorero, comptroller (no preguntéis que es. Ni idea), secretario de estado, teniente gobernador, gobernador, juez de sucesiones (¿?) y fiscal general a nivel estatal; y concejal de distrito, concejal de educación y alcalde a nivel municipal. Yo me dedico a perseguir políticos estatales de vez en cuando por trabajo, y tengo problemas graves para recordar a quién tengo que berrear cuando algo va mal. La mayoría de votantes estoy seguro que no tienen ni idea sobre quién es su senador estatal.

Lo más increíble es que Nueva Inglaterra es, probablemente, la región del país que menos vota. Aparte de la excelsa Cámara de Representantes de New Hampshire, con sus 400 legisladores para 1,3 millones de habitantes (¡un representante cada 3.300 votantes! ¡y eso sin contar el senado estatal!), en el noreste no se escogen demasiados cargos públicos comparado con los estados del oeste del país. En Arizona, Colorado o California los pobres votantes escogen jueces, sheriffs, fiscales de distrito, secretarios de agricultura, una decena de cargos variados en el condado / distrito,  consejeros de distritos hidrológicos y demás cargos igual de impenetrables. A efectos prácticos todos estos cargos acaban por ser escogidos por las maquinarias de los partidos políticos locales de forma más o menos confusa, sin que la mayoría de votantes les presten demasiada atención.

Es difícil decir hasta que punto estos sistemas de representación tan increíblemente elaborados funcionan. Mi experiencia en Connecticut, un estado pequeño que vota relativamente poco, me hace pensar que no demasiado;  es muy difícil rendir cuentas cuando uno debe repartir culpas entre ocho o nueve políticos distintos.  Los estados americanos no acostumbran a ser modelos de buen gobierno; sospecho que hacer el sistema de representación un galimatías no es de gran ayuda.


9 comentarios

  1. Undry dice:

    El comptroller (al menos en mi empresa) es el que vigila que no se gaste más de lo previsto.

  2. carmen sanchez dice:

    Está claro que una democracia no lo es más por someter a los electores a un sinfin de votaciones para elegir múltiples cargos diversos… si no se sabe al mismo tiempo qué programas van a aplicar cada uno de ellos, ni que alternativas hay, ni qué conviene hacer.
    Quizás otro enfoque más interesante para seleccionar a las élites políticas sea el de abrir a los partidos a la participación masiva de los ciudadanos, convirtiendolos en foros de debate, de elaboración y análisis de propuestas políticas y de gobierno y, en definitiva, en auténticas escuelas de formación.
    En otro sitio (http://www.otraspoliticas.com/politica/los-partidos-y-el-pecado-de-la-fidelidad) se ha sugerido que si a los partidos se les financiara en función no solo de los votos o escaños conseguidos si no también en función de los afiliados que tuvieran, se daría un cambio tal de actitud hacia esto que probablemente nos encontraríamos ante organizaciones pugnando por hacer atractiva la participación política.

    • Cachilipox dice:

      En cierta manera, en España (y en Italia también), a los partídos políticos ya se les financia según afiliados y simpatizantes, via deducción en el IRPF.
      Del total de la cuota pagada por afiliados y simpatizantes, un porcentaje igual al marginal máximo es pagado, vía deducción, por el presupuesto público.
      Pagas 200 €/año, con un marginal del 37 %, y eso equivale a que 74 € te los ha pagado el Estado, vía rebaja de impuestos.

      Lo que seguramente estaría bien es limitar la financiación genérica por resultados, tanto la de campañas como la ordinaria de funcionamiento, a un determinado multiplicador según financiación de los afiliados y simpatizantes.

      • Epicureo dice:

        ¿Qué porcentaje de la financiación de los partidos supone eso? Prácticamente nada. La totalidad de las cuotas no alcanza ni de lejos el 10 % del presupuesto de los partidos grandes. El 80 % son subvenciones dependientes en su inmensa mayoría de los votos y los escaños. Y el resto (y quizá bastante más del resto) procede de misteriosas donaciones y créditos bancarios impagables, en la práctica a fondo perdido.

        Según he leído (tampoco te fíes mucho), en Alemania las subvenciones no pueden superar los ingresos del partido por recursos propios.

  3. AmalricNem dice:

    Una pregunta para mi formación. ¿Cada cuanto se reunen y que carga de trabajo representa para una persona ser senador o representante estatal?

    • Roger Senserrich dice:

      Varía mucho de un estado a otro. En Connecticut, los presupuestos son bianuales, así que la sesión legislativa dura cuatro meses un año y dos meses el año siguiente. Cuando están en sesión curran bastante, eso sí.

      Sobre salario, si mal no recuerdo andan sobre $30.000 dólares al año. Nada del otro mundo en CT.

      Hay otros estados con legislativos casi siempre «abiertos» (como un parlamento nacional), estilo NY o California, y otros donde se reunen un mes al año (Tejas). Hay de todo, de todo.

      • AmalricNem dice:

        Gracias.

        Eso explica la inflaccion de representantes electos, si solo «trabajan» durante periodos reducidos es posible tener mas.

        Aun asi creo que les da tiempo a generar miles de leyes una detras de otra, pero no tantas como nuestros parlamentos autonomicos no??

  4. Aloe dice:

    Sistemas de representación que exigen tanto del electorado puede que en la práctica funcionen reguleramente, porque no hay tanta gente que se tome tantas molestias (y por otros motivos que afectan a todas las elecciones aunque sean pocas).
    Pero la consecuencia de eso parece ser, por lo que cuenta la entrada, que los dirigentes territoriales de los partidos acaban poniendo a quien quieren, porque no hay verdadera competición electoral, o está desvirtuada.
    ¿Entonces cual es la desventaja?
    Yo no la veo.
    Lo que se dice es que, en el peor de los casos, las cosas funcionan como aquí funcionan siempre.
    Y como el peor de los casos no será lo que pasa siempre, en promedio las personas que ostentan esos cargos hasta pueden ser mejores (o menos malos) que sus equivalentes aquí.
    Como mínimo, tendrán que tener siempre presente la posibilidad de que un candidato excesivamente impresentable, incapaz o impopular por las razones que sean, corre el riesgo de provocar una campaña de oposición a su eleccion y un candidato alternativo con posibilidades. Por lo tanto, la elección personal a cada cargo representativo y la cantidad de estos, como mínimo funcionará como un cierto derecho de veto tácito del electorado.
    Pues ya es mucho maś de lo que tenemos aquí, no es por nada.

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