Al hilo del estupendo artículo de Pablo sobre concejales y gobierno local, voy a aprovechar para hablar sobre el caso de nuestro gigante asiático favorito. Dice la leyenda que China construye autopistas y aeropuertos a toda velocidad porque es una dictadura y por lo tanto tiene menos trabas a la hora de cambiar leyes y aprobar proyectos. No es difícil encontrar artículos de la prensa occidental que muestran cierta envidia hacia esa mítica eficiencia. El argumento de fondo, aunque nunca expresado abiertamente, es que el no tener que preocuparse por la popularidad de una medida y la consiguiente pérdida de votos permite actuar por el «interés general» de forma más eficaz.
China aún es una dictadura, con lo cual no nos es posible evaluar el impacto que tendría una democratización sobre la toma de decisiones y las políticas. No obstante, gracias a los investigadores españoles Mónica Martínez Bravo y Gerard Padró (y a sus coautores), ahora tenemos resultados de lo que ocurre cuando se democratizan las instituciones a nivel local.
Como explican los autores, la idea de celebrar elecciones democráticas en municipios se empezó a tomar en serio en China a raíz del desmantelamiento del sistema de comunas en los años 80. Los principales argumentos a favor eran dos: Por un lado reducía la necesidad de supervisión del gobierno central, lo cual era un tema muy relevante para el gobierno de Beijing. En un país gigantesco y con una población de más de mil millones de personas, el seguir la pista a un administrador local de la provincia de Qinghai para averiguar si ha desviado fondos públicos es una pesadilla. Descentralizar y democratizar, en cambio, permitiría facilitar la rendición de cuentas al trasladar la responsabilidad a los habitantes de los pueblos. Es una solución muy à la Ostrom, por cierto. Por otra parte, se pensaba que la democratización aumentaría la legitimidad de los gobiernos locales. Al gobierno central le interesaba esto porque si electores y representantes se llevan bien, implementar políticas es mucho más sencillo. Irónicamente, se quería democratizar para facilitar que las directrices del Partido fueran llevadas a cabo.
Al final ganaron los que apoyaban las reformas y se comenzaron a celebrar elecciones. Y hubo cambios. La celebración de elecciones tuvo como efecto un aumento del 27% en bienes públicos locales y una mayor redistribución de recursos de las élites hacia los más desfavorecidos. Claro que, sabiendo como sabemos en España que un aumento del gasto público puede ser sinónimo tanto de desastre como de éxito, me toca ser abogado del diablo; ¿Pudo ser despilfarro o corrupción? A primera vista, parece que no. El aumento del gasto se produjo en sectores donde había demanda de inversión. Por ejemplo, en pueblos con muchos niños, aumentó el gasto en escuelas. Otra conclusión positiva es que el aumento de gasto fue acompañado de un aumento de impuestos, lo cual sugiere que no se trata de políticas insostenibles.
Todo esto apunta en la línea de la teoría de Acemoglu & Robinson en su Why Nations Fail, aunque a escala menor. El mayor determinante del éxito o fracaso de un país son sus instituciones. Aquellos países donde dichas instituciones estén controladas por élites que se dedican a la extracción de recursos, como pueden ser las dictaduras o sistemas pseudo-democráticos como el Apartheid de Sudáfrica, tenderán a crecer menos, beneficiando a unos pocos. Aquellos que posean instituciones incluyentes y representativas, como la mayoría de democracias occidentales, tenderán a crecer más, beneficiando además a la mayoría de la población. A nivel local ocurre lo mismo.
Ahora que está de moda la anti-política, conviene tener cuidado. Si se quieren eliminar instituciones, bien. Pero antes pensemos en qué vamos a poner en su lugar. Al fin y al cabo, y a pesar de lo que nos diga el imaginario popular sobre eficiencia, aeropuertos y autopistas, los espadones chinos hacen su trabajo peor que los alcaldes que los sustituyeron.
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» Si se quieren eliminar instituciones, bien. Pero antes pensemos en qué vamos a poner en su lugar»
Y las diputaciones? Realmente son utiles y habria que mantenerlas?
Yo diría que en este caso las diputaciones se parecen bastante más a los administradores locales que había antes de la reforma china. Eran puestos a dedo, lo cual causaba problemas tanto para el Partido Comunista (no tenían recursos para controlarlos y asegurarse de que siguieran sus órdenes) como para los ciudadanos (no había manera de hacerles rendir cuentas).
Las diputaciones pueden ser asumidas sin problemas por las delegaciones que cada CCAA tiene en las provincias correspondientes. Creo yo…
¿En el año 2012, la era de internet no se puede fiscalizar un municipio desde una comunidad?
Eso exige ser responsable, algo que en este país no está de moda.
Yo pasaba todos los gobiernos municipales al sistema «City Countil + City Manager» pero ya mismo. Fuera cargos de designación por parte de los políticos, fuera enchufados, fuera amigotes. Los concejales, a redactar ordenanzas municipales, aprobar los presupuestos y representar al municipio. Y para gestionar, se escoge por amplia mayoría a un Gerente municipal, preparado y con estudios, que ejecute el presupuesto y gestione el día a día del Ayuntamiento incluyendo los RRHH, rindiendo cuentas cada cierto tiempo ante el consejo municipal. Lo único «malo» de esto es que se acaba la figura del Alcalde tal y como la conocemos en España: pasaría a ser una simple figura de representación municipal y poco más.
Politikon for Government.
@arinago
No es tan fácil. Para empezar estás hablando de un cargo más, con su correspondiente sueldo. Para continuar, también el City Manager puede ser corrupto, o incompetente, o ambas cosas, aparte de ser cuñado/amigote del alcalde que lo designa.
Si buscas verás que en los USA hay bastantes voces que hablan de los problemas y limitaciones de esta solución.
Te propongo el extremo opuesto: democracia directa. Conozco el ejemplo de un pueblo vecino. 2000 y pico habitantes, pocas deudas y presupuesto equilibrado. El año pasado los vecinos votaron entre diversas alternativas para una parte del presupuesto. Ganó la mejora en la guardería municipal, en la que por cierto, unos cuantos jubilados colaboran cuidando el jardín, efectuando tareas de mantenimiento, etc. También por iniciativa popular, el ayuntamiento presentó a Renfe un trazado alternativo al proyecto de la nueva vía del tren y solicitó a Renfe que hubiera un apeadero en el pueblo ( no previsto originalmente). Podríamos discutir muy y mucho si todo ésto es lo que más le conviene al municipio. Pero te aseguro que los vecinos están encantados de poder participar en las decisiones. Y exigen transparencia y resultados al alcalde y a su equipo, y sensatez y responsabilidad a la oposición.
Naturalmente, este sistema no es aplicable tal cual a una gran ciudad, ni mucho menos.
Pero ahí queda la idea: quizás la solución no sea tanto más control externo, como más democracia y participación, lo que lleva a la transparencia, rendición de resultados, etc… formas de control indirectas – y gratuitas- que acaban imponiendo un autocontrol. Y este control-autocontrol, es precisamente uno de los puntos clave de todo diseño institucional.
Salvando las distancias y a un nivel de democracia local mucho más limitado, tal y como se explica en el post, el gobierno chino llegó a una conclusion similar.
Lo de los City Manager se emplea en Finlandia y Finlandia tiene el indice de Percepción de Corrupción más bajo del mundo. También por otras medidas, claro.
Y que yo sepa, no complementa al Alcalde, no hay alcalde. El superfuncionario hace sus funciones de gerente y es supervisado por el consejo que además es capaz de despedirle.
El voto directo lo veo demasiado problemático, en todo caso prefiero el sistema de democracia liquida.