Política

Bautizando un partido

4 Jun, 2012 - - @kanciller

Una anécdota que me contaban el otro día sobre el Partido Liberal de British Columbia (Canadá). Este partido lleva desde 2001 gobernando en esta provincia, una región en la que el partido de izquierdas New Democratic Party (NDP) ha sido tradicionalmente fuerte. La competición allí es principalmente bipartita entre PL y NDP puesto que el Partido Conservador obtiene regularmente un 5-8% de votos,  irrelevantes para obtener escaño en este sistema mayoritario first-past-the-post. Sin embargo, hasta hace bien poco esta dinámica de competición era particular de esta provincia. Aunque el NDP está siempre a la izquierda, en el nivel federal los liberales ocupaban un lugar parecido al centro-izquierda mientras que los conservadores siempre han estado a la derecha. Al menos  hasta las pasadas elecciones, en las que los liberales saltaron por los aires. Que nadie se extrañe, los canadienses revientan su sistema de partidos cada diez años más o menos.

Pues bien, lo que me contaban el otro día es que por primera vez en la historia reciente del país, un partido que está en el poder está planteándose cambiar su denominación oficial… Los liberales de British Columbia podrían cambiarse el nombre. Y esto tiene una lógica electoral peculiar. La última encuesta disponible indica que en las próximas elecciones el NDP sacará el 48% de los votos mientras que los liberales el 23%, quedándose los conservadores con el 18%. Por primera vez estos últimos se han vuelto unos competidores viables. Si uno tiene que pensar en por qué esto ha ocurrido ahora, lo más probable sea que tras años de hegemonía del Partido Conservador federal de Stephen Harper, por primera vez los votantes de derecha empiezan a alinearse en función del conjunto de Canadá. Es decir, que ubican a los conservadores como verdadera derecha, y no a los liberales, brutalmente machacados en las pasadas elecciones. Esto a efectos prácticos esta dividiendo el campo conservador, (por más que el partido liberal de BC haya sido calificado por algunos expertos simplemente como un partido anti-NDP) y es bien conocido que la división de los votos en un sistema mayoritario uninominal puede acabar dejándote sin representación. Es por todo esto que los liberales quieren cambiarse de nombre a alguno que les identifique genuinamente como de derechas y eviten la fuga de voto a los conservadores. Un nombre que los ubique allí donde quieren estar en el espectro político.

En Politikon se ha comentado otras veces la importancia de los heurísticos, de los atajos informativos, para que los votantes se construyan un mapa mental de la política. Este asunto no es menor en un entorno político que cada vez es más complejo. Y uno de los múltiples heurísticos que ha identificado la literatura son las propias etiquetas de los partidos. Funcionará mejor o peor, pero más o menos un ciudadano puede articular ciertas expectativas sobre programas o políticas en torno a un nombre o “marca”: Partido Liberal, Partido Socialista, Partido Conservador, La Izquierda… y así. Ya sabemos que no significa lo mismo ser liberal aquí que al otro lado del gran charco. O que en Portugal o Brasil seas de derechas o de izquierdas, la palabra “trabajador” o “social-demócrata” tiene que estar en alguna parte de tu nombre. Sin embargo, que los partidos se mantengan con su misma denominación (y una denominación relativamente indicativa) es una forma de incorporar cierta previsibilidad en la incertidumbre de un sistema democrático; es una forma de dar estabilidad y continuidad al discurso público.

Cambiarse el nombre del partido para parecer más moderno o más esencialista es una práctica recurrente. Por ejemplo, en Francia el Partido Socialista tenía antes el sugerente nombre de Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO), aunque también es cierto que el PS recibió otros partidos de izquierda cuando se re-fundó. Pero no siempre es necesaria una re-conversión como excusa, pues todos nos acordamos de cuando Berlusconi en 2007, de manera prácticamente unilateral, cambió el nombre de su partido Forza Italia por el de Il Popolo della Libertà. Más cerca de casa conocemos bien el caso de Alianza Popular, partido que terminó re-bautizándose como Partido Popular en aquella larga travesía hasta convertirse en una alternativa creíble de gobierno (incluyendo la conversión del águila imperial en la más inocua gaviota). Y en cierta medida el cambio de nombre tuvo algún  efecto al lograr que los votantes no lo identificaran de manera tan directa con el antiguo régimen . Eso y la salida de Manuel Fraga del frente del partido, pues no hay que olvidar que los líderes políticos son otro heurístico. Y Don Manuel era un heurístico de primera categoría…

Lo curioso del caso de los liberales de British Columbia es que los partidos que normalmente hacen este tipo de jugadas son los que están en la oposición, no en el gobierno. De todas formas… ¿Servirá el cambio para impedir la debacle liberal? Probablemente no. Sin embargo, este caso es una buena excusa para ver cómo algunas cosas aparentemente tan triviales como el color de un logo, su forma, las siglas, el nombre o el himno de un partido son elementos que juegan un rol particular para articular la representación política. Y si se ha abierto el debate sobre el nombre por parte del propio partido, parece que algunos piensan que un rol nada menor.


11 comentarios

  1. Ander dice:

    ¡Ostias! ¿La gaviota del PP era un águila? La de cosas que aprende uno en politikon…

    • Pablo Simón dice:

      Cuanto rechochineo… xD

      • J.E dice:

        Excelente entrada y siento puntutalizar con esta tontería, pero el águila franquista era el águila de San Juan, propia de los Reyes Católicos, de la dinastía Trastamara (última dinastía propiamente castellana, razón por la que fue elegida) y unicéfala con aureola, mientras que la imperial es bicéfala y propia (hablando de España) de Carlos I y de la dinastía extranjera de los Habsburgo (No demasiado amados por el primer franquismo).

  2. Ferrim dice:

    A mí siempre me ha llamado la atención lo de «popular» porque, al menos en 1977, estaba fuera de lugar: me recuerda a la República Popular China, la República Popular de Polonia, y en general todas las «democracias populares» de Europa del Este. En España, sin ir más lejos, cuando se funda la AP, que era una coalición de varios partidos, las últimas elecciones democráticas en España las había ganado otra coalición de varios partidos llamada Frente Popular, que ya sabemos que de derechas no era.

    Me gustaría saber cuál fue el razonamiento detrás del nombre…

    • Pablo Simón dice:

      La explicación viene por la influencia de la tradición democristiana. Este tipo de partidos (el italiano, en especial) han tendido a presentarse bajo la etiqueta de «partitos popolares». AP ha cambiado varias veces de nombre. Cuando fue en coalición con los cristiano demócratas de Areilza se llamó Coalición Democrática (cosa que fue un error, por cierto, despistó a algunos votantes).

  3. pratxanda dice:

    Que nadie se extrañe, los canadienses revientan su sistema de partidos cada diez años más o menos.

    Ah si? cuente, cuente.

    • Pablo Simón dice:

      Si quieres lo dejo para otra entrada, pero el Partido Progresista Conservador pasó en las elecciones de 1993 de 169 escaños a 2. Ríete de la UCD. Y ahora, los liberales de 77 a 34, pasando por primera vez a ser el tercer partido detrás del NDP. Lo cierto es que tienen mucha inestabilidad en su sistema de partidos (incluido a nivel de provincias) pero el país funciona…

      • Ramón Mateo dice:

        ‘Partido Progresista Conservador’. Eso sí que es querer abarcar todo el espectro político :p

      • Rubén Gordillo dice:

        Sin ir más lejos, en el propio Quebec el Bloque Quebecois ha pasado de 47 a 4 escaños de una elección federal a otra. Por su parte, el NDP ha pasado de ocupar 1 escaño en 2007 a conseguir nada menos que 58 en la elección de 2011. El trasvase de votos del BQ hacia el NDP ha sido espectacular.

  4. Zhurrer dice:

    Magnífica entrada Kanciller. Te ganas el respeto de los lectores cada día.

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