He leído ya en dos o tres sitios reproches a la profesión económica en general por el problema de la crisis del Euro. Mi punto de vista de esta historia es que esta interpretación es equivocada. En este post quiero explicar por qué y especialmente por qué pienso que se trata de un problema político institucional más que económico.
Un diagnóstico compartido
Los problemas que han llevado a la situación actual no son ningún misterio económico. Como he explicado en alguna ocasión, la zona euro funciona de tal forma que los tipos de interés reales funcionan de forma procíclica, ya que el tipo de interés nominal es único, pero las tasas de inflación son distintas. De esta forma, los países con más inflación tienen menores tipos de interés reales; exactamente lo contrario de lo que recomienda una buena regla de política económica.
Para contrarrestar este problema, las economías europeas tienen que emplear sistemas alternativos de política contracíclica para controlar su inflación, concretamente tres: la regulación financiera (que permite controlar el flujo de crédito), la política fiscal y la moderación salarial. Por desgracia, mientras que la regulación financiera y la política monetaria son vistas como un problema más o menos técnico dónde cierta coordinación es posible, la política fiscal y la moderación salarial son tradicionalmente problemas politizados dónde el oportunismo político juega un papel mucho mayor y alcanzar compromisos creíbles entre estados es dificil o imposible. Los problemas anteriores hicieron que distintos países de la periferia tuvieran durante su expansión una inflación alta, tipos de interés reales artificialmente bajos, tasas de crecimiento por encima de su potencial, salarios que crecían por encima de la productividad y como resultado de esto, se endeudaran con el exterior y también con el interior.
En el momento actual, todos los problemas económicos de la eurozona pasan, de una forma o de otra, por un problema de exceso de deuda (pública o privada) de los países de la periferia, endeudados con el extranjeros pero también dentro de sí mismo. Esto ha repercutido en el conjunto del sistema económico helando el crédito. Es algo muy simple y muy intuitivo: cuando las perspectivas de crecimiento son buenas y el valor de lo que uno tiene, como su vivienda, es alto, los bancos están dispuestos a prestar y la gente en condiciones de endeudarse. Si de repente la relación entre lo que uno debe y lo que tiene cae (su posición financiera se deteriora), los bancos no pueden prestar y la gente intentar dejar de consumir. Esto es, a grandes rasgos, lo que ha pasado en Europa: estamos en un proceso de desendeudamiento, y hasta que ese proceso no se complete, es improbable que las cosas cambien sustancialmente.
La solución para desendeudarse es gastar menos de lo que se produce, lo que a nivel internacional supone correr superávit comerciales y, a nivel individual, consumir e invertir menos o bien, mejorar la capacidad de pago al crecer más. En esta solución, el país en cuestión tiene que recuperar competitividad, es decir, sus precios y salarios tienen que crecer menos rápidos que los de sus socios comerciales. Una solución alternativa es que esas deudas se perdonen, es decir, hacer un impago de alguna forma. Esta solución es, muy naturalmente, más ventajosa para el deudor que la primera.
Encima de toda esta historia, los países intentan mantener cierto estímulo fiscal para que el país no entre en una depresión aún más profunda, pero como las perspectivas de crecimiento son bajas y el déficit es alto, esto crea problemas para los estados a la hora de financiarse y el aumento de la prima de riesgo tiene efectos adicionales sobre el resto del sistema financiero porque reduce el valor de los activos de los bancos y crea incertidumbre sobre el conjunto de la economía.
En este escenario, la solución óptima sería la siguiente. 1) Los distintos países se comprometieran a una senda de consolidación fiscal a medio plazo creíble y coordinada, pero mantuvieran cierto grado de impulso actual, pero dónde se use la política fiscal para controlar la inflación interna 2) Que el BCE se comprometiera a apoyar la deuda de los distintos países en el mercado y se fijara un objetivo de entre el 4% y el 6% de inflación para la media de la zona euro 3) Que los Estados entraran en un programa de reformas estructurales que mejoren sus perspectivas de crecimiento a medio plazo, reduzcan sus tasas naturales de desempleo, aumente la competencia en los mercados reduciendo los márgenes empresariales y aumenten la competitividad 4) Un compromiso de los agentes sociales de moderación salarial para apoyar la recuperación de competitividad, (mirad el caso de Portugal) 5) una devaluación fiscal, basada en pasar la presión de los impuestos sobre el trabajo a los impuestos sobre el valor añadido que reducirá los costes laborales unitarios y dará una prima al ahorro que favorecerá el desapalancamiento 6) Llevar a cabo un proceso de reducción de la deuda ordenado, que será una mezcla de mejora de la competividad y superávit comerciales y liquidación y quitas de entidades insolventes de forma ordenada.
Soluciones políticamente inalcanzables
Mi sensación, que puede ser equivocada, es que casi todo el mundo en el entorno académico, los famosos “economistas”, comparte este diagnóstico y una mayoría razonable aprobaría esta o alguna variante de esta receta. ¿Por qué no vemos una solución en estos términos? Mi opinión es que se debe fundamentalmente a razones políticas, y por políticas no me refiero a «ideológicas», sino a la existencia o ausencia de instituciones y mecanismos de toma de decisiones y, en parte, a las consecuencias redistributivas internacionales.
En primer lugar, comprometer al BCE a un objetivo de inflación del 4 o 6% y forzarle a comprar deuda es probablemente ilegal en el momento actual, tanto porque va en contra de su mandato como porque supone coordinar de forma explícita al BCE con los gobiernos y esto último va directamente en contra del modelo Bundesbank que está detrás de la construcción del Euro. Esto requeriría obviamente un cambio en los tratados. Sin embargo, el objetivo de la estabilidad de precios es la gran conquista política alemana en la construcción del Euro y una parte básica de la querella francoalemana sobre la gobernanza económica de la Eurozona de los últimos veinte años. Ceder en este tema no es algo con vuelta atrás porque aceptar un cambio institucional de estas características sentaría un precedente que dañaría para siempre la independencia y la credibilidad del BCE tal y como existe ahora y los alemanes temen, con razón, que esto se traduzca en un cambio en el equilibrio de poder en la gestión de la política europea.
En segundo lugar, si el BCE y Alemania aceptan apoyar a los países de la periferia, es sencillo darse cuenta de que no hay ninguna forma de estar seguros de que estos van a cumplir su parte del trato. Idealmente, el programa de reformas estructurales debería ir acoplado con un impulso fiscal y monetario (el “two handed approach”) pero desde el punto de vista político, la consolidación fiscal, la moderación salarial y las reformas estructurales son costosas, de forma que la tentación de renegar de este compromiso en cuanto la presión de los mercados se reduzca y el desempleo vuelva a niveles aceptables es muy alta. Es importante darse cuenta de que la incapacidad para comprometerse de un Estado tiene su origen en que el comportamiento de estos es el resultado de las interacciones complejas de distintos grupos cuya relación de poder va oscilando a lo largo del tiempo, lo que me lleva al último punto.
Finalmente, hay un elemento de suma cero en este problema. No hay que olvidarse de que lo que estamos intentando con un aumento de la inflación y el default ordenado es precisamente no pagar cosas que debemos a otra gente. Esto genera un conflicto de intereses tanto a nivel interno como internacional. En esta situación, todas las partes tienen incentivos para meterse en una guerra de desgaste dónde disimulan su capacidad para perdonar/pagar deudas y esto se manifiesta a nivel político.
Por tanto, aún cuando ponerse de acuerdo en cómo deshacer el problema del endeudamiento excesivo en Europa sea algo relativamente factible y trivial, el principal problema al que se enfrentan los Estados Europeos es uno de cómo comprometerse creíblemente a respetar la solución a la que se llegue. El problema no es uno de mala economía, sino de mala ciencia política. En este sentido, la tan cacareada teoría de que Europa necesita alguna forma de unión política/fiscal es básicamente acertada, si por unión política entiende un mecanismo que permita adoptar compromisos creíbles de forma coordinada. Sin embargo, la historia nos da a entender que este tipo de mecanismos basados en la solidaridad y la confianza tardan años o décadas en forjarse y, en cambio, las situaciones de crisis como la actual son poco propicias a su emergencia.
El mejor escrito que he visto en este blog sobre la crisis del euro, que efectivamente no se puede ver solo como un problema económico a resolver sino como un juego político-económico con varios actores.
La situación es todavía peor. Si fuese solo un juego, que evidentemente no es de suma cero, los políticos podrían negociar un arreglo que supusiese una mejora respecto a la situación actual para todos los países de la eurozona, un óptimo de Pareto, y encontrar un modo legal de llevarlo adelante, aunque sea con un tratado urgente de validez temporal que haya de ser sustituido, una vez resuelta la crisis, por un tratado definitivo de más lenta negociación.
El problema creo que va más allá porque ni siquiera el diagnóstico de la situación y de su evolución es claro. La economía no es una ciencia exacta y muchas veces no se sabe los efectos que tendrán determinadas políticas, y más con cosas tan difusas e inciertas como el crecimiento, la competitividad, los precios.
Peor todavía. Los políticos tienen no uno sino varios asesores, que pueden tener ideologías o agendas diferentes y que pueden dar a los políticos consejos diametralmente opuestos. Los políticos no saben a quién hacer caso, quien tiene más credibilidad, y pueden acabar escuchando a aquellos cuyos consejos son menos penosos políticamente.
Totalmente de acuerdo, excelente análisis. No creo que pueda añadir nada a esto excepto: ¿Es este realmente tu último post? T echare de menso (y creo que muchos otros también)
Es el último que he escrito, sí 🙂
Mui lucido, mui claro. Vou divulgar (share).
Sencillamente perfecto. No podemos decirlo más, en serio.
Ah, respecto al «mecanismo que permita adoptar compromisos creíbles de forma coordinada», Kantor tenía una buena idea al respecto, allá por 2005, en un post de su viejo blogspot. La releí anoche, y consiste en un sistema semivoluntarista de cesión de soberanía. A ver si la recupero y exploro cómo de factible es en una situación de urgencia.
Estando de acuerdo con el contenido de esta entrada, querría hacer una puntualización a esta afirmación:
«El problema no es uno de mala economía, sino de mala ciencia política.»
Creo que sería bueno diferenciar, en este punto, Ciencia Política de Política, y diferenciar Política de políticos.
Así, la afirmación — en mi opinión — completa sería:
«El problema no es uno de mala economía, ni tan solo de mala ciencia política o de malas políticas, sino de malos políticos.»
Considero que de la misma forma que el problema económico está más o menos identificado, también la Ciencia Política ha identificado las políticas que habría que llevar a cabo. Despejadas tres variables de la ecuación, solamente nos queda, como variable «mala» la de los políticos, empeñados en su maximización de votos, sus corrimientos de sillas y demás intrahistorias.
i.
Es un intento de traducirlo del inglés «Bad economics, bad politics».
Pero en cierto sentido, creo que se puede responsabilizar tanto a los economistas del mal diseño de las instituciones económicas, como a los politólogos del mal diseño de las instituciones políticas ¿o no?
No estoy seguro. Hay «ahí fuera» muy buena literatura tanto económica como política/politológica, mucha más que buenos lectores. Los ejemplos abundan.
Estoy de acuerdo con que dar con la piedra filosofal no es fácil, y que hay propuestas poco acertadas, malas y simplemente nefandas. Con el problema añadido de que no hay consenso sobre cuáles y cómo deben ser las propuestas.
Si hay, creo, consensos mucho más amplios sobre cuáles no deben ser estas propuestas. Creo que hay consensos amplios sobre qué no ha funcionado.
Dicho de otro modo: es difícil saber qué funcionará, pero en general tenemos ideas bastante centradas sobre qué no ha funcionado y por qué.
Pues bien, hay dos tipos de personas que yerran:
– quienes son conscientes de qué ha funcionado (mal) y por qué, e intentan hacer propuestas constructivas en base a ese conocimiento; y
– quienes no han leído, porque desconfían de la ciencia, porque se burlan del saber, quienes toman decisiones basados en su intuición.
El primer grupo tiene una composición muy plural, con políticos y (también) economistas, politólogos, sociólogos y demás logías. Son personas con buenas intenciones que, como humanos, a veces se equivocan.
El segundo grupo tiene una composición de lo más homogéneo. Son los que se estrellan contra el único pino en un llano de 1000Km2 porque negaron su existencia. Son los que en las películas de catástrofes siempre le llevan la contraria al protagonista incomprendido de la película. Y acaban con hormigas, inundaciones y huracanes hasta las cejas.
10/10 Would read again
La cuestión es si esas instituciones o «mecanismos de toma de decisiones» son viables, o no. Y la respuesta será muy diferente si uno asume que la plataforma política (la perspectiva que dirían algunos) es el Estado o la Unión Europea.
En el primer caso, y si asumimos que las relaciones entre Estados se basan tanto en la colaboración como en el conflicto (a la escala que se quiera), cada Estado cederá o se involucrará en la medida en que cree poder atender mejor a sus intereses, muchos de los cuales entran en conflicto con otros miembros del acuerdo… por tanto buscará un equilibrio en el que su posición no sólo mejore respecto al tiempo anterior, sino también en relación al resto de Estados, porque es la mejor manera de asegurar la satisfacción de sus intereses ahora y en el futuro (mantener y aumentar tu poder, es la ley amigos).
En el segundo caso se trataría de un problema de reformas internas y los que mandan tendrán que usar su poder para ejecutarlas. Si no existe tal mando o el poder se revela insuficiente habrá que concluir que no es posible arreglarse (o repensar el tema y darse cuenta de que hablar desde una perspectiva UE supone una petición de principio porque se trata, precisamente, de la plataforma a construir.)
El tema es que esas instituciones o esos mécanismos de decisión, suelen aparecer por la fuerza (de las armas xD)
Da gusto leer una disertación tan lúcida y divulgativa!!
Fantástica explicación.
Me alegra comprobar que ése empleo de burócrata-gris-a-más-gloria-del-sistema no te ha ablandado las neuronas. Debe ser cosa del álgebra y la topología…
Gran post, de los mejores que has escrito. Gracias.
Intentaré ser crítico pero no hostil, a ver si me sale. En cualquier caso estoy de acuerdo en que el (primer) problema es político
Dices que la ciencia económica lo tiene más o menos claro. Yo pienso que si la ciencia económica es lo suficientemente robusta como para tener claro cómo se sale ahora, debía tener claro en 2005 hacia donde íbamos (y esto no es una reclamación falta de realismo, es la consecuencia lógica del concepto mismo de robustez de una ciencia). Y el hecho objetivo es que en 2005 no había ni la mitad de artículos en la red, de economistas, no-economistas, o famosos economistas, alertando (con el mismo grado de consenso que ahora) de que íbamos hacia el abismo, comparado con los que hay ahora diciendo qué hay que hacer (y dando excelentes explicaciónes de por qué entramos en la crisis).
Por otra parte, me pregunto desde cuando existe tal consenso al respecto de “pero mantuvieran cierto grado de impulso actual” (a través de algún tipo de política de crecimiento, entiendo que quieres decir) y de “Que el BCE se comprometiera a apoyar la deuda de los distintos países en el mercado”. Juraría que hace un año habrías acusado de perrofláutico-navarraldiano a quien propusiese esas medidas
Sobre cómo meter en cintura a los endeudados una vez el BCE entre en razón, pues yo lo tengo claro. Mano dura, un programa bien diseñado de expulsión del euro y demás castigos que puedan aplicarse (me refiero a España, lo de Grecia ya ha superado con creces el umbral de no-retorno). Si esto conlleva daños para la propia unión es que el sistema de incentivos está justo del revés, y en cualquier caso habrá que ser inflexible porque con un sistema de incentivos del revés la patá palante sólo retrasa el hundimiento, como estamos viendo.
Por último, una pregunta: subir los sueldos inferiores a cierta cantidad (¿qué cantidad?) combinado con otras políticas de abaratamiento de los costes empresariales (con saldo favorable para las empresas), ¿es viable? ¿es una absurdez en sí misma? ¿qué efectos tendría?
Epicureo, si estás por ahí me gustaría conocer tu opinión sobre los puntos para salir de la crisis que pone Cives.
Eso de la «devaluación fiscal» parece que consiste en subir el IVA y bajar las cotizaciones sociales. O sea, que los consumidores subvencionen a las empresas, con la esperanza de que sean más competitivas para exportar.
Para que tenga algún efecto habría que subir el IVA al 25 %, con un mínimo del 10 %.
Con toda seguridad reducirá el consumo y empobrecerá a la población, ya que los salarios no van a subir y los precios sí (aunque se repercutiera totalmente la bajada de costes laborales, hay otros costes… y los empresarios no renuncian fácilmente a sus beneficios).
Como es lógico, supondrá un mayor incentivo para la economía sumergida.
Reducirá el PIB y hará más difícil pagar la deuda.
Además, conlleva romper el principio contributivo de la Seguridad Social y/o bajar fuertemente las pensiones a los jubilados actuales y futuros.
Si realmente hace falta una devaluación, hay que salir del euro. Una deflación provocada por la bajada de salarios (algo que muchos han propuesto aquí) no es lo mismo ni parecido. Tampoco lo es una deflación disimulada por la subida del IVA.
Los demás puntos me parecen muy bien. Los puntos 1 y 4 no va a haber más remedio que llevarlos a cabo. El 3, posiblemente también. Pero sin los más importantes, los 2 y 5, no servirán de nada, sólo conseguirán que el sufrimiento se prolongue. Y eso requiere que la UE y el BCE cambien su política de arriba a abajo. Dudo que eso ocurra hasta que sea demasiado tarde.
En una economía cerrada, un impuesto sobre el trabajo y sobre el consumo son equivalentes salvo por el impacto que tiene el impuesto sobre el consumo sobre el ahorro. En una economía abierta, el efecto adicional es encarecer lso bienes extranjeros frente a los nacionales. Leete el post de Ramón o, mejor, el paper que reseña.
Efectivamente, pero los autores se cuidan muy mucho, al final de su artículo (http://www.project-syndicate.org/commentary/a-devaluation-option-for-southern-europe), de acotar la validez de sus resultados previsibles a toda otra serie de restricciones de política económica; y entresaco literalmente: “Por supuesto que para ser viable, una devaluación fiscal no puede superar ciertos límites. Pero de la mano de una reestructuración de las deudas, una política monetaria expansiva, inyección de liquidez por parte del Banco Central Europeo y las imperiosas reformas estructurales, una devaluación fiscal puede ayudar a sacar a flote estas economías sin provocar una ruptura de la eurozona ni una recesión a gran escala debida a medidas de austeridad.” Uno de los límites más claros es el impacto sobre el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (que, además de garantizar la sostenibilidad a medio y largo plazo del sistema, está contribuyendo ahora a financiar la deuda pública española). Por otra parte, en estos momentos la política monetaria del BCE no puede considerarse ‘expansiva’ (no al menos en la línea de la Fed), sus inyecciones de liquidez son bastante ‘selectivas’ y fuertemente esterilizadas (http://www.cincodias.com/articulo/opinion/banco-central-europeo-drena-liquidez/20120309cdscdiopi_5/), y la reestructuración de deudas no se la espera (suponemos, ya que, de ser este el objetivo, toda la política de austeridad carecería de sentido).
Por otra parte, un incremento del IVA tiene una clara repercusión negativa sobre el consumo privado (efecto multiplicador; un ejemplo de estudio de impacto para la Comunidad de Madrid: http://www.cesmadrid.es/documentos/Incremento_IVA.pdf) que podría neutralizarse con políticas expansivas de la demanda por parte del gobierno basadas en los nuevos recursos fiscales generados (como, acertadamente, proponen Blanchard et al, http://www.cesifo-group.de/portal/pls/portal/docs/1/1191486.PDF; artículo en el que, de entrada, expresan serias dudas de las posibilidades de recuperación de la economía global adoptando una estrategia de exportación: la adopción de este tipo de estrategias proteccionistas de manera generalizada sí es un juego de suma cero).
El efecto de encarecimiento de los precios finales de consumo incide negativamente en la demanda turística (sector que representa más del 10% del PIB nacional, y que es uno de los pocos sectores con capacidad de crecimiento y arrastre de nuestra economía en estos momentos). Se podría argumentar algún tipo de reducción del IVA turístico para este sector estratégico, pero el problema es que es difícil aislar las actividades del ‘sector turístico’, que incluye muchos subsectores del terciario no exclusivamente dedicados (prácticamente ninguno lo es), además de una amplia variedad de oferta complementaria. Además, aún siendo un sector intensivo en mano de obra, es dudoso que la reducción de cotizaciones pudiera compensar el incremento de costes finales a los clientes. Por otra parte, si el objetivo de la medida (reducir cotizaciones) es aumentar competitividad (y se supone que de cara a mejorar las exportaciones) entonces la reducción de costes sociales debería aplicarse exclusivamente a las empresas orientadas al sector exportador.
Llegados a este punto es necesario contemplar otras variables de competitividad, y no solo las ganancias de competitividad-precio (como se indica en este paper del BdE http://www.bde.es/webbde/SES/Secciones/Publicaciones/InformesBoletinesRevistas/BoletinEconomico/11/May/Fich/art4.pdf). También resulta clarificador leer la opinión del J.C.Diez sobre nuestra posición competitiva y los problemas de exportación actuales provocados, más bien, por la recesión generalizada en la eurozona: http://blogs.cincodias.com/el_economista_observador/2012/04/somos-competitivos.html
Todo esto me parece muy bien, pero no he visto nada que contradiga nada de lo que argumento (la devaluación fiscal es obviamente un juego de suma cero y por eso se trata de usarla para los países de la periferia; hablar de competitividad precio o competitividad en otros factores es algo idéntico si la competitividad en otros factores no sale gratis; creo que en ele artículo sugiero de forma bastante clara que la reestructuración de deuda -privada y pública en algunos casos- tiene que estar sobre la mesa, aunque lo más razonable es hacer esto con inflación).
Salvo el matiz del sector turístico que me parece razonable.
Gracias, Cives. Muy interesante
¿No es new political economy eso de combinar ideas de ciencias políticas y económicas?
Yo diría que es más bien ésto: http://www.neweconomics.org/
¡Alcofribas! Te he contestado antes de leerte, transmisión de pensamiento.
Extendiéndome un poco más: el coste de los puntos referidos a recortes, desregulaciones, moderación salarial y demás (1, 3, 4 y 5) recaen básicamente sobre los económicamente más débiles: asalariados, pensionistas y pequeñas empresas.
Si no se implementan también los puntos 2 y 6 (inflación, reestructuración y quitas de deudas) a los financieros y capitalistas les saldría gratis la cosa. Además, son necesarios para que los anteriores tengan posibilidad de funcionar. Y demonios, ellos también tuvieron culpa.
Así que: NO una cosa sin la otra. Quid pro quo.
Liberalizar sectores significa aumentar la competencia en los mercados y reducir el margen que el empresario puede cargar sobre sus costes. Esto es algo que sabemos desde aquello de Joan Robinson de que los trabajadores son doblemente explotados en el capitalismo.
Efectivamente, los fallos de la arquitectura institucional de la UEM son claros y necesitan de reformas en profundidad (http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0161893811000627 ); pero al borde del abismo de la depresión no hay tiempo material para fiar la recuperación en su abordaje. La pregunta que merece respuesta es cómo de un problema reducido y manejable en su momento, como Grecia, se ha llegado a esta crítica situación. Sí, es claro que las estructuras no han funcionado, pero no lo han hecho no tanto por sus deficiencias de concepción (por ejemplo, el BCE tiene total libertad estatutaria para efectuar compras masivas en el mercado secundario de deuda pública, y sólo el anuncio de su intervención calmaría los mercados de bonos, que más que malvados especuladores, que los hay, son inversores de bajo perfil de riesgo y que huyen atemorizados de una eurozona que es fuente constante de incertidumbre) sino por el bloqueo sistemático de Alemania y sus satélites (en particular Austria y la acritica y consensual Holanda). ¿Y a que se debe este bloqueo?. A razones de política interna, ciertamente (http://blogs.lavanguardia.com/berlin/el-fraude-del-modelo-aleman-y-el-mito-de-su-%E2%80%9Cproyecto-politico%E2%80%9D/#more-244) Pero también a una concepción de los problemas económicos y de sus soluciones basada en dos escuelas de pensamiento económico hegemónicas en el establishment alemán (en particular en el Bundesbank, y su representación en el BCE, y en académicos y think tanks que azuzan, con la complicidad de la prensa en general, al público alemán con sus amenzas de pesadillas de cataclismos inflacionarios ( http://blogs.cincodias.com/el_economista_observador/2012/04/si-pinchas-aqu%C3%AD-podr%C3%A1s-acceder-a-un-art%C3%ADculo-de-lo-que-en-alemania-denominan-un-sabio-econ%C3%B3mico-el-art%C3%ADculo-es-un-panfl.html): los ordoliberales (http://es.wikipedia.org/wiki/Ordoliberalismo) de la Escuela de Friburgo (http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Friburgo) y, como no, los austriacos (http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_austr%C3%ADaca), una oscura y minoritaria escuela de economía que se ha visto revitalizada por la supremacía de las políticas económicas neoliberales nacidas en los 80s y aplicadas con renovado ímpetu a partir de los 90s en todo el mundo (sobre todo occidental). La primera está en la base, en el DNA, de la economía social de mercado germana y la segunda es la responsable de la deriva neoliberal más reciente que ha sufrido el país (http://blogs.lavanguardia.com/berlin/grietas-en-el-edificio-de-merkel/)
Así que no está tan claro que en el área germana tengan un diagnóstico del problema económico tan compartido; más bien lo contrario. Asistimos a un claro enfrentamiento entre un pensamiento económico germano de síntesis -de colusión más bien- que podríamos denominar austriacoordoneoliberal (y que se ve reforzado por la preponderancia mundial de la economía alemana) y uno, llamémoslo así, anglosajón cada vez más convencido de las bondades de las políticas expansivas de corte keynesiano (las expectativas no son tan racionales, los mercados no tan eficientes ni autorreguladores y, además, la política monetaria no da más de sí –estamos ‘empujando la cuerda’, feliz analogía del maestro-: a la fuerza ahorcan). Y, en consecuencia, existe una clara divergencia en los diagnósticos y soluciones derivados de una correcta interpretación de los errores cometidos en la Gran depresión (http://www.fas.org/sgp/crs/misc/R41332.pdf). En resumen: el poder de las ideas, más trascendental que el de los intereses, que decía Keynes. Y es que al final la ceguera ideológica se puede volver en contra de los propios intereses, algo que, con un poco de mala suerte, todos –alemanes incluidos- vamos a poder experimentar en carne propia. Buenas noches, y buena suerte.
Lo siento, he confundido el enlace. La frase con el link correcto sería:
La primera está en la base, en el DNA, de la economía social de mercado germana y la segunda es la responsable de la deriva neoliberal más reciente que ha sufrido el país (http://blogs.lavanguardia.com/berlin/la-europa-del-partido-neoliberal-unificado/)
No obstante, invito a leer el artículo sobre las grietas en el edificio de Merkel; explicativo del enorme desenfoque de la raíz de los problemas (el sistema financiero y sus excesos) y de la evolución posible de la actitud alemana frente a la crisis (más que nada, y de nuevo, motivada por razones de política interna: y es que, al final, alemania es un país más provinciano de lo que se piensa y más cerrado de lo que a ellos mismos les gusta admitir)
Y ya que estamos, aquí van unos artículos para los que quieran profundizar un poquito más en el tema:
http://www.vozpopuli.com/blogs/869-juan-laborda-la-ceguera-del-pensamiento-economico-moderno
http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=950
http://elpais.com/diario/2011/11/13/economia/1321138802_850215.html
Sobre el comportamiento reciente de nuestro sector exterior (calentito, calentito), entresaco, «Siendo España competitiva y dado su altísimo nivel de paro no tiene sentido proponer nuevas cargas regresivas como una subida de IVA combinada con reducción de cotizaciones sociales, una combinación correcta para un 8% de paro pero letal en nuestra situación general»: http://vozpopuli.com/blogs/882-luis-riestra-anotenlo-espana-es-competitiva
De intereses, ideas y pensamiento económico teutonico: http://www.elconfidencial.com/economia/2012/05/23/roland-berger-auditor-de-la-banca-espanola-ataca-al-bce-por-la-compra-de-bonos-98517/
Poco que añadir a tu análisis salvo que el problema político es más hondo de lo que parece en diversas vertientes y que la gente cada vez es menos favorable a unirse en determinadas condiciones.
Son muchas las fuerzas en liza pero la UE ha tenido cerca de 60 años para unirse políticamente y no se ha esforzado porque, básicamente, no queremos.
Cuando Alemania quiso incorporar al Este lo hizo de un día para otro: Había clara voluntad y se hizo. Lo que no sucede es por algo.
Otro problema de fondo es que la UE tiene estructuralmente una fiscalidad que es entre un 30 y un 40% superior a la de USA y Japón.
¿Cómo se aborda una unión política con este hándicap? ¿Quién y cómo lo resuelve? ¿Cuánto más tendría que subir esta fiscalidad? ¿Es sostenible cuando ya, colectivamente, generamos déficits comerciales a pesar de Alemania?
Probablemente la UE es ya la mayor burocracia de las Galaxias de este cuadrante del Multiverso y sigue creciendo hacia la Supernova y la enana blanca o el agujero negro.
La «intelectualidad» continúa buscando soportes para una fiscalidad que resulta una losa y la gente reacciona como puede. En este sentido estamos muy huérfanos de Intelectuales y Académicos capaces de enfrentarse al paradigma en el que viven (bastante bien, por cierto). La mayor parte calla prudente como nunca en la historia de Europa.
Una Europa antes plagada de voces rebeldes y hoy sumisas y paniaguadas.
Lo anterior es un motivo, una contradicción interna, por el cual esto está destinado a ser una anomalía genética de rendimientos decrecientes y muy probablemente la cuna de una masiva rebelión social que hoy controlan a duras penas a base de impuestos y subvenciones estructurales que destruyen cualquier razón para el esfuerzo y la iniciativa.
La UE motiva las siguientes conductas:
1. Miembro de la Burocracia.
2. Oligopolio.
3. Pelotazo.
4. Dependencia del presupuesto.
Es decir: Rent Seekers y Free-Riders.
El resto de la población (los paganos) no tiene ni un sólo incentivo racional que les sugiera seguir esforzándose en su día a día.
De hecho olvidamos con facilidad que ya dos plebiscitos importantes (Francia y Holanda en 2006) fueron negativos y aquí no ha pasado nada. Hoy la opinión es aún más en contra, no menos.
Sumémosle que ya resulta intelectualmente insostenible el paradigma Ricardiano y que, por poner un caso, más del 58% de la población francesa apoya un incremento del proteccionismo, y el panorama para una salida real de la crisis está servido.
Y digo salida Real porque hoy, como tu propio artículo apunta, esto depende de un subterfugio, de una salida falsa: Crédito basado en un capital inexistente y multiplicadores de número circense. Crédito para comer, para consumo.
Construimos sobre falsedades. Por eso siempre vamos huyendo de la realidad.
Saludos
Sólo pongo un pero (estoy de acuerdo con lo del IVA). En el punto 3 parece querer decir que las reformas estructurales crearán empleo, me parece que es el mismo fallo de Rajoy. El empleo se creará con I+D y formación, a no ser que pensemos que con sueldos de 400 euros podemos crecer…
[…] líderes se han visto reducidos, en medio de una crisis económica producida por un fracaso sistémico del sistema político del continente, a tener que sacar un comunicado tan idiota como […]
[…] Clar, quina pregunta més tonta. També seria millor que l’entramat institucional de la UE no fos un autèntic desastre i ens ajudés a sortir de la misèria, però és el que vem votar el que hi ha. Això és el 2012 i […]
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