Política

Tres preguntas sobre los partidos de extrema derecha

2 May, 2012 - - @kanciller

El casi 18%  de los votos que ha obtenido el Frente Nacional en la primera vuelta de las presidenciales francesas  es el enésimo aviso de que la extrema derecha está ganado terreno en Europa. Llueve sobre mojado. El FPÖ en Austria, el Vlaams Blok en Bélgica, el Partido del Progreso en Noruega, el SVP (Partido Popular Suizo) o los Verdaderos Fineses han ido disparando las alarmas en la opinión pública internacional a medida han ido obteniendo mejores resultados electorales ¿Por qué se está dando este fenómeno? ¿Por qué surgen y se consolidan opciones de extrema derecha? Hay toda una rama de sociólogos  y expertos en sistemas de partidos que están explorando estas y otras cuestiones similares. Lo que hoy quiero plantearos es tres preguntas concretas sobre los partidos de extrema derecha mezclando la evidencia disponible con algunas intuiciones personales.

1. ¿Qué es un partido de extrema derecha?

Esta cuestión puede parecer trivial pero es la base para poder preguntarse por un fenómeno: Hay que ser capaz de identificarlo. Pues bien, la cosa es que hay un consenso aproximado pero con matices en la definición. Ignazi apunta que es importante que se distinga entre los partidos neo-fascistas, que son relativamente viejos, frente a los partidos populistas de extrema derecha, que son algo más recientes. Sería algo así como distinguir entre Falange Auténtica y Plataforma per Catalunya. Esta distinción es relativamente importante en términos de éxito electoral. La evidencia apunta que los partidos neofascistas tradicionales han tenido unos resultados electorales estables – o decreciendo – durante los últimos 30 años mientras que los partidos populistas han crecido de manera importantísima desde 1985.

Una definición relativamente estándar es la propuesta por Simon Bornschier, la cual emplea tres criterios específicos para distinguir estos partidos. 1) Que se sitúe en la extrema derecha en un eje ideológico que vaya desde posiciones libertarias-universalistas hasta tradicionales-comunitaristas, 2) Un discurso populista anti-establishment y 3) Una estructura jerárquica interna que los deje al margen del resto de partidos pluralistas. Por lo tanto, esta definición combina criterios  de posición ideológica con otros retóricos y organizativos. Parece que encajan fácilmente en esta categoría los partidos que he citado al principio de la entrada pero no está tan claro en el caso de otros partidos considerados de extrema derecha. Por ejemplo, la antigua Lista Pim Fortuyn combinaba una posición dura contra el multiculturalismo con valores liberales en familia, género o sexualidad (no sé como es su sucesora). La Liga Norte combina un discurso populista con una vertiente regionalista mientras que hay quien apunta que el Partido Danés del Progreso  se ha moderado relativamente respecto a sus planteamientos originales.

De todas formas, y al margen de los casos específicos de cada país – discutibles – puede ser una tipología útil para empezar. De todas maneras, dos puntos cautelas que merece la pena introducir. Primero, que esta tipología tiene ciertas dificultades para viajar fuera de Europa Occidental (Intentar aplicarla a Europa del Este o América Latina sería muy complicado).  Y segundo, que combina dimensiones internas y externas que no tienen por qué ser congruentes pero que al menos sí presentan cierta regularidad en casi todos los partidos de extrema derecha en Europa Occidental.

2. ¿Por qué sacan tan buenos resultados? ¿Quiénes les votan?

Esta viene a ser la pregunta fundamental que la mayoría de la gente y académicos se hacen. A grandes rasgos existen tres bloques principales de hipótesis sobre sus líneas ideológicas y a qué segmentos electoral atraen, las cuales por supuesto no son excluyentes entre sí.

a) La primera hipótesis es la económica o “de la competencia” según la cual los “perdedores de la modernización”, principalmente las clases trabajadoras tradicionales (una vez  roto el acuerdo keynesiano de pleno empleo) cambiarían su alineamiento tradicional con los partidos de izquierda. La idea es que ahora existe una clase de trabajadores nueva, los inmigrantes, que en teoría  compiten con ellos por las prestaciones públicas, además de reducir sus salarios en promedio y aumentar el desempleo. Por lo tanto, la conjunción del empeoramiento de la coyuntura económica desde los 80 con el aumento de los flujos migratorios explicaría el éxito electoral de la extrema derecha. Es importante tener presente que es irrelevante que la inmigración tengan o no impacto sobre el deterioro económico, lo importante es que hay votantes que lo creen, en particular  entre el electorado clásico de la izquierda.

Por supuesto estas condiciones materiales por sí solas no son suficientes, requieren de la construcción de un discurso político en torno a ellas. Esta idea es lo que algunos teóricos han calificado como el “Chovinismo del Estado del Bienestar”, el mensaje de que los beneficios sociales deberían estar restringido a los ciudadanos nacionales.  Una idea que se centra muy en particular en esta dimensión de la competencia por los recursos públicos limitados.

b) La segunda hipótesis es la nacionalista o “culturalista”. Según esta idea los partidos de extrema derecha se centran especialmente en explotar la dimensión identitaria y, en particular, el hecho de que el multiculturalismo supone una erosión de la cultura nacional. Por lo tanto, el énfasis es menos en los recursos que detrae la inmigración y más y la perversión que acarrea. La plasmación más práctica de estos mensajes se vinculan con la islamofobia, que ha tendido a incrementarse en los países de Europa Central y Occidental los últimos años, en especial a partir del 11 de septiembre.  Es de esperar por lo tanto que este tipo de discursos calen con más facilidad en aquellas  sociedades que tienen minorías religiosas o culturales importantes aunque tampoco es una condición necesaria, vista que la presencia de estas minorías en los países escandinavos es escasa.

De todas maneras, los partidos de extrema derecha plantean siempre una solución autoritaria a este conflicto. Expulsión de inmigración, requisitos severos de entrada y asimilacionismo frente a multiculturalismo. Estas propuestas pueden resultar atrayentes para un votante nacionalista, previsiblemente situado más hacia la derecha.

c) La tercera hipótesis es la del discurso populista anti-establishment. La idea es que de manera generalizada en Europa hay un descontento creciente con la política en general y con los partidos en particular. Este disgusto general – cuyas causas merecerían una reflexión aparte – estaría haciendo que el discurso populista contra la clase política actual calase fácilmente (Y eso que los líderes de los partidos de extrema derecha suelen venir del mismo establishment que critican). El discurso de estos partidos ofrece un planteamiento radical. Se trata de un mensaje mucho más rupturista, no tiene la cortapisa de la gestión, es de un lenguaje sencillo y apela de modo muy efectivo a una vertiente emocional del electorado. Esto puede atraer a diferentes electorados, pero creo que pesca entre dos caladeros diferentes.

El primer caladero es el de aquellos votantes más desconectados de la política y más desafectos con el sistema, generalmente votantes con baja eficacia interna, los cuales realizan un voto expresivo. Y la segunda de las bolsas previsibles es el voto joven, principalmente porque son los más perjudicados por el propio statu quo y buscan una alternativa mucho más rupturista frente a la que proponen los partidos tradicionales.

Las hipótesis son bastante complementarias entre sí y apuntan bastante bien a los votantes que cada vez confían más en los partidos de extrema derecha: clases trabajadoras, ultras, gente con bajo interés por la política y jóvenes.

3. ¿Por qué no hay un partido de extrema derecha en España?

Esta pregunta es bastante interesante y algo he comentado con Cives sobre el tema. Aquí planteo algunas conjeturas. Lo cierto es que esta pregunta no es del todo exacta, realmente existen muchos partidos de extrema derecha sin apenas representación y uno que sí la tiene: Plataforma per Catalunya. Desde el punto de vista de la oferta partidista creo que en España pueden existir las bases esenciales para este tipo de partidos pero es crucial que distingamos entre el nivel de competición. ¿Y por qué digo esto? Porque el sistema electoral determina mucho el éxito potencial de un “emprendedor” político decidido a fundar un partido de este tipo: Cuanto más restrictivo sea, más complicado será que esta aventura prospere. Y como es conocido, el sistema electoral español es muy mayoritario a nivel nacional. Por eso es más probable  que un partido de este tipo no triunfe a nivel estatal pero sí cuando el sistema electoral es más permisivo, cosa que ocurre a nivel local o de comunidades autónomas.

El caso de Cataluña puede venir llevado por el contexto específico de esa comunidad autónoma en dos sentidos. Primero, por el tipo de inmigración. Allí predomina esencialmente la inmigración magrebí y subsahariana, que es la que (se argumenta) podría plantear más problemas de integración/ lingüísticos y que, potencialmente, abona el terreno para un discurso de rechazo. Y segundo, el hecho de que en Catalunya existen múltiples identidades en competición (o que se solapan), la específicamente catalana y la española. Son las reacciones defensivas de estos últimos sectores, generalmente en barriadas trabajadoras, con niveles de estudios más bajos y con mayor identificación con España las que apuntan a un target potencial para estos partidos. Un target que vive la inmigración de primera mano en las ciudades industriales del cinturón rojo.

Y un par de conjeturas más. Primero, que hoy un partido extrema derecha lo tendría más difícil que hace 8 años básicamente porque algunos de sus ejes discursivos (como la crítica anti-establisment, por ejemplo) hoy lo maneja otro partido que es exitoso justamente en los distritos en los que potencialmente podría aparecer: Me refiero a UPyD y a las provincias de Madrid y Valencia. Y segundo, que el Partido Popular defiende algunas medidas en inmigración  relativamente restrictivas – en la línea de la UMP por ejemplo, con el tema del «contrato de integración» – que puede hacer que los votantes preocupados con la inmigración se encuentren relativamente cómodos dentro. Y el caso de Badalona y el PP de Catalunya ha mostrado como el partido es eficiente mimetizando posturas duras en estos temas cuando es electoralmente rentable, un hecho que condiciona la viabilidad en el medio plazo de un partido de extrema derecha.


15 comentarios

  1. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Tres preguntas sobre los partidos de extrema derecha politikon.es/2012/05/02/tres-preguntas-sobre-los-partidos…  por Sigerico_Redivivo hace 10 […]

  2. Carlos Jerez dice:

    Muy interesante, sobre el caso de Catalunya, decir que Durán i Lleida también ha mostrado un discurso de rechazo a la inmigración que podría integrar en su partido al electorado potencial de la extrema derecha de corte catalanista.

    • Carlos Jerez dice:

      Por cierto, no se si me he columpiado o es que hay muchos grises, no considero a Duran extrema derecha, pero si encuentro en él un fuerte discurso antiinmigración (que lo puedes encontrar en muchos españoles). En su blog tiene una entrada que critica como Sarkozy y Hollande intentan atraer el voto de la extrema derecha y distingue entre ésta y las fuerzas democráticas.

  3. edenfelix dice:

    Para mí hasta que el PP deje de practicar el negacionismo será un partido de extrema derecha. De hecho actitudes como las de muchos miembros de este partido en otros países podrían haberles llevado a la ilegalización. Y eso por no hablar del trato a la mujer, a los inmigrantes, a los homosexuales… España no necesita un partido de extrema derecha, ya tiene uno y bien grande.

  4. Navarta dice:

    El ejemplo catalán está muy bien traido en esta entrada, pero leyendo la misma, he reconocido en las dos primeras hipótisis justificativas del voto «ultra», un estado independiente muy cercano geográfica y culturalmente a Cataluña. Ese estado es Andorra.

    En Andorra se prima el chovinimos del estado de bienestar, estableciéndose el acceso al mismo con criterios casi genéticos, dada la restricción tan fuerte que existe para conseguir la nacionalidad, única vía de acceso al estado del bienestar.

    Y además, ligado a lo anterior, se prima un nacionalismo cultural muy intenso que prácticamente establece sólo dos tipos de ciudadanos, la casta de los andorranos con nacionalidad, y el resto. Aunque dentro de este grupo se establecen subdivisiones muy claras entre catalanoparlantes y otros (inmigrantes, comunitarios o castellanoparlantes).

    En definitiva, sólo quería hacer esta pregunta. ¿Podemos considerar a Andorra un país de extrema derecha?.

  5. Y.G. dice:

    La ultraderecha es la ultraizquierda xenófoba.

  6. Ramon dice:

    en lo que atañe a catalunya, me atrevería a decir que la residualidad (moderada si lo quereis) del PP hace que part del voto xenófobo que en españa vota al pp, en catalunya vote otras opciones.

    si en españa no hay un partido populista (no me atrevería a decir extrema derecha) es básicamente porque el pp lo evita con algunas posttura histriónicas.

  7. @e_esteve dice:

    Buen análisis. Yo añadiría otra razón: el populismo de los partidos mayoritarios. En el momento que los partidos mayoritarios utilizan argumentos populistas, pierden toda la credibilidad y pasan a ser un partido más. Así pues, entre dos partidos populistas, uno mayoritario y otro residual, hay ciertas probabilidades de votar al residual.

  8. Manu dice:

    En un momento en el cual la social-democracia europea y los partidos comunistas chinos y rusos han caído en la cuenta de que sus intereses y estrategias coinciden con los del capitalismo oligopólico global (consenso de Washington) no sorprende nada que a cualquier partido que discrepa de este enfoque globalizador y de métodos progresivamente menos democráticos se le echen encima tratando de ponerlo en la liga de Hitler o de Pancho Villa.

    Cualquier cosa antes que reconocer que el paradigma vigente está roto, que genera miseria e incultura a raudales en naciones antes prósperas, democráticas, cultas e industriales y que cada vez es más evidente su deriva antidemocrática.

    Estas tácticas ya no funcionan. Lo hacían cuando parecía que el sistema tenía una capacidad ilimitada de endeudamiento para comprarse votos pero esto se ha terminado.

    La miseria se ve reventando los comedores de Caritas, los minijobs del lumpen alemán y el paro disfrazado de subempleo y la mendicidad de los sin hogar en Manhattan.

    Lo que es de chiste malo es ver que aún queda gente que piensa que hay izquierda y derecha del mismo modo que en los paises de analfabetos hay azules y colorados.

    Va siendo hora de dejar las emociones para manipular y plantear el debate político a base de asuntos concretos.

    Por ejemplo: Cualquier empleado normal paga más del 65% de su decreciente ingreso en Impuestos explícitos. Nosotros sin ir más lejos. Esto es más del 35% más que en USA o en Japón.

    Pregunta ¿Cuánto puede durar un sistema que trata así a su población más dinámica?

    ¿Qué tamaño de estado podenmos permitirnos para que a la ciudadanía le valga la pena esforzarse?

    Estos son los debates que a la gente interesan porque de camelos están hartos.

    Saludos

  9. carlos dice:

    Los Verdaderos Fineses querían cosas como eliminar el sueco de Finlandia y promover la cultura finesa, están en contra del matrimonio gay y el aborto, y quieren limitar la inmigración o el dinero que la UE está gastando en los vecinos del Sur. Lo demás no tiene nada de particular, que si Estado del bienestar y blabla. Lo de todos.

    Es decir, quieren exactamente lo mismo que el PNV o CiU. ¿Discurso anti-establishment? El que quieras y más, desde la retórica de «el Gob. español nos roba» o «el Gob. español tortura a nuestros gudaris» a directamente no respetar sentencias judiciales.

    De hecho si me apuras los Verdaderos Fineses son unos moderados. Ellos quieren por ejemplo eliminar el reconocimiento al sueco, lengua minoritaria en su país. Los catalanistas o vasquistas quieren eliminar el reconocimiento de la lengua mayoritariamente hablada en el que consideran el suyo.

    El cuento de la ultraderecha en España tiene su gracia. Resulta que si has pactado alguna vez con el PSOE todas tus políticas pasan a ser inmediatamente aceptables y tenemos contradicciones tan absurdas como que se critica de partidos de otros países lo que se celebra y se pacta en España.

  10. carlos dice:

    Vamos, por si no queda claro, si queréis buscar ultraderecha (nacionalismo, populismo y antiestablishment) lo tenéis bien sencillo: CiU y PNV.

    Y bueno, si hablamos ya de Amaiur no te cuento: estos directamente son lo mismo que un grupo que se dedicaba a matar a gente que consideraban extranjera. Y anti establishment por un tubo también, junto con enormes dosis de populismo.

  11. Gasolino dice:

    «Putos inmigrantes, que vienen aquí a quitarnos el trabajo y abusar de la seguridad social.

    -Y tu hijo, ¿qué es de él, cómo le va?

    Bien, está en Alemania de camarero».

    O algo así. Via Twitter.

  12. La incomprensión generalizada de esta crisis genera miedo e incertidumbre. Para colmo, la sociedad está técnicamente educada, pero no económica y políticamente. Este analfabetismo cultural hace que un discurso simplista, como el de la ultraderecha, cuaje de inmediato. Este es el motivo por el que cada vez más gente se aferra a ideas extremas.
    Para colmo, las democracias europeas cada vez generan menos confianza entre sus ciudadanos. Será un placer leer su opinión sobre este tema: http://milnochesenvela.carcheky.com

  13. […] o extrema como PxC o el PVV holandés. Pablo Simón hacía referencia a esta diferencia en su artículo de la semana pasada, apuntando (y cierto es) que el apoyo electoral a este tipo de formaciones viene siendo estable en […]

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