Hubo una época, desde mediados de los años cincuenta hasta principios de los sesenta, en que la Unión Soviética daba miedo de veras. No era un temor de carácter militar del estilo de «¡¡¡nuestras palabras están respaldadas por armas atómicas!!!», o al menos no sólo era eso. Durante unos años, poco más de una década, muchos analistas occidentales hablaban de la economía comunista con el mismo tono que dedicamos a China.
Eran los años del Sputnik, los planes de modernización constantes y Nikita Khrushchev aullando «os enterraremos» en las Naciones Unidas. Durante los cincuenta la Unión Soviética creció a un 7-10% anual (según cómo se mida – los datos de contabilidad nacional en una economía planificada son siempre peculiares), mientras que los Estados Unidos se «arrastraron» en un 3%. Mirando por el retrovisor, es difícil imaginar que la América de Einsenhower, probablemente en el zenith del poder imperial americano, pudiera tener miedo de perder la carrera económica contra la URSS. En la era de Laika y Gagarin, Tupolevs-114 (nada dice tecnología soviética como un 114) e inacabables proyectos de ingeniería, sin embargo, los bolcheviques parecían ir camino de la victoria.
Es en esta época de futuros prometedores y grandes ambiciones donde Red Plenty tiene lugar. Stalin acaba de morir, Khrushchev está consolidando su poder en el Kremlin, y el liderazgo soviético, tras años de guerras, purgas, matanzas y hambrunas, enormes inversiones en industria pesada y la construcción del mayor ejército jamás visto, se dispone a cumplir con la promesa del comunismo: la promesa de la abundancia.
En aquellos años, la renta por cápita de los ciudadanos soviéticos seguía siendo una fracción de la de los americanos. El país se había industrializado en treinta años escasos a base de sangre, sudor, lágrimas y matar a los campesinos de hambre, pero no era aún un país próspero. Khrushchev tiene en sus manos una economía creciendo a todo ritmo, pero concentrada en producir acero, carbón, tanques y maquinaria pesada, los cimientos de una economía industrial. A finales de los años cincuenta, los planificadores se enfrentan a la tarea de construir sobre esta base una sociedad próspera, rica y que cubra las necesidades de sus ciudadanos. El pueblo soviético necesita televisiones, neveras, coches y no tener que hacer cola durante dos horas cada vez que tiene comprar leche.
La historia de Red Plenty es la historia de una idea: la planificación central. La novela (porque es una novela) sigue el camino de los reformistas, políticos, matemáticos y economistas soviéticos que intentaron hacer que la idea funcionara, su trabajo teórico, sus discusiones, sus proyectos y sus intentos de llevarla a la práctica. Gente como Leonid Kantorovich, uno de los padres de la programación lineal, único Nóbel de economía soviético y genio de las matemáticas, obsesionado en optimizar la gestión de la economía. Un tipo lo suficiente idealista (y chiflado) de enviarle una largo manuscrito a Stalin sobre cómo reformar el sistema, y lo suficiente genial para no ser fusilado de inmediato por ello. Tipos brillantes, tozudos y seguros de si mismos que creían sinceramente que la Unión Soviética iba a ser el país próspero que soñaban.
Los reformistas, sin embargo, no tardan en encontrar problemas. Los modelos matemáticos creados para optimizar recursos son increíblemente complicados, gigantescos; incluso usando un método indirecto (precios sombra, costes de oportunidad), los programadores e ingenieros informáticos soviéticos se enfrentan a una tarea casi imposible. Los economistas tienen que superar enormes barreras y costes de información casi insalvables; no están trabajando sobre un problema concreto, sino sobre una fotografía a contraluz de una economía inabarcable. La novela se explaya detallando las discusiones teóricas (¿es un coste de oportunidad un precio capitalista?), la lógica de los modelos matemáticos (un capítulo entero sobre cómo optimizar la distribución de patatas en Moscú), las enormes dificultades para medir, tabular y acumular la información necesaria. También explica en gran, fascinante detalle la realidad diaria de un funcionario del Gosplan y los sistemas que utilizaban, la fijación y negociación de cuotas, las dificultades y problemas de un administrador de una fábrica para cumplir con los objetivos marcados.
Y por descontado, vemos la caída de los reformistas, los problemas interminables de reformar un sistema cada vez más complejo. Vemos cómo los líderes soviéticos descubren para su horror que una planificación racional eliminaría la discrecionalidad que es la base de su poder político. Vemos el progresivo retraso de la electrónica soviética, y como la obesesión de los militares de limitar el acceso a los mejores ordenadores acaba por hacer inútiles tantos esfuerzos. Vemos como arregladores trabajan, a la sombra del plan, en un mercado negro informal para suplir allá donde el Gosplan no llega.
Red Plenty es la historia de una idea, una reforma, y su dura caída cuando esta en contacto con la realidad. Es también, de muy lejos, una de los novelas más fascinantes que he leído nunca; probablemente la única que contiene una larga discusión de economía (central) aplicada sobre la fabricación de poliéster. Es tanto una novela como el retrato de un sueño, y una magnífica, brillante explicación sobre la vida y muerte de la Unión Soviética.
Tenéis el enlace a la derecha. Leedla. Y sí, está traducida al castellano.
Como despedida, una de humor soviético:
La hija de Yuri Gagarin coge el teléfono. «No, mamá y papá no están en casa», dice. «Papá está orbitando alrededor del planeta, y no estará en casa hasta las diez. Mamá se fue a comprar leche y huevos esta mañana, y así que quién sabe a qué hora volverá.»
Esto es amor a primera vista.
Roger, ese temor a lo que parecía el implacable avance de la economía soviética ¿No iría mas bien desde aproximadamente 1930 a 1960? Reducirlo a los años de Khruschev en principio me parece erróneo, había una razón por la que tantos intelectuales estaban fascinados por el estalinismo durante los 30 y era el contraste entre la crisis de 1929 y el aparente éxito de la economía soviética.
Y por otra parte, me pregunto hasta qué punto no estamos viendo lo mismo con China en estos momentos. Cierto que el liderazgo chino parece mucho más pragmático de lo que nunca fue el ruso, pero esas altas tasas de crecimiento producidas durante la transición de una economía agrícola a otra industrial no pueden sino recordar lo ocurrido en la Unión Soviética. Y como allí, uno se pregunta que ocurrie cuando la economía está ya industrializada, el crecimiento se reduce, y nuevas medidas amenazarían el monopolio del poder por el partido y la burocracia estatal.
Ah, y me apunto la novela. Precisamente me he hecho recientemente con una tableta Android y necesitaba una excusa para probar a comprar un ebook. «Red Plenty» parece la excusa perfecta 😀
¿Es una novela legible para no economistas o, mejor dicho, gente con un conocimiento simplemente superficial sobre el tema? Lo cierto es que tiene una pinta estupenda, pero no sé si, al no ser ni de lejos un especialista, se me va a atragantar desde la página 4.
Es accesible – ni una ecuación. Yo no soy economista, vamos, y lo leí fácil.
«Our words are backed by NUCLEAR WEAPONS!!!»
Qué gusto da reconocer a otro adicto al Civilization…
Un clásico, aunque ya hace unos años se quedó obsoleto en comparación con la saga de la empresa sueca Paradox: Europa Universalis, Victoria, etc. 250 naciones históricas en ejecución simultánea dan para mucho.
Que buena pinta tiene «Red Plenty», otro libro pendiente para leer. Voy a tener que leerlo en inglés, el diseño de la portada de la versión en español no aguanta la comparación.
En su momento, yo también tuve mi momento de estudiar la economía soviética y llegué a las mismas conclusiones: de 1947 a 1961 la Unión Soviética era la economía más pujante del mundo. Sin embargo, los planificadores de Moscú se encontraron con esos dos problemas: costes de información y de logística terribles.
Problemas que, a día de hoy, son irrisorios. Y desde ayer llevo preguntándome si sería factible una economía de planificación a día de hoy.
Hace unos meses, aprovechando una estancia en Berlín, estuve en el DDR Museum y en el Museo de la Stasi. Llegué a la conclusión de que tal vez si la RDA no hubiera sido una pesadilla orwelliana, podría haber sido un Estado viable. Todos los alemanes orientales con los que he hablado me han repetido lo mismo: «La gente tenía de todo, menos libertad. Por eso empezaron a huir y a protestar. Al final, el régimen no pudo aguantar esa presión y cayó.»
Me suena sospechosamente parecido a nuestra España actual. Se masca la tragedia.
¿Está el libro traducido al castellano? He buscado por internet pero no encuentro nada.
Si (lo dice Roger al final del texto) pero… bueno, en fin
http://www.casadellibro.com/libro-abundancia-roja-sueno-y-utopia-en-la-urss/9788475069494/1878989
Solo lo he encontrado ahí. Con una portada patética en mi opinión y sin versión ebook ¿Precio? 22 euros, menos un 5%. 20,90.
En cambio la versión en inglés, en Amazon.es
http://www.amazon.es/Red-Plenty-Francis-Spufford/dp/0571225241/ref=sr_1_2?s=foreign-books&ie=UTF8&qid=1334661307&sr=1-2
Cuesta 7,92 euros, y la versión para Kindle 7,02.
Sobran los comentarios, exceptuando tal vez que la mejor inversión que puede hacer un aficionado a la lectura en España, por triste que sea, es aprender inglés.
«Abundancia roja. Sueño y utopía en la URSS», editorial Turner, http://www.amazon.es/Abundancia-roja-Sue%C3%B1o-utop%C3%ADa-turner/dp/8475069495/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1334662428&sr=8-1
Hello: passing author here. Please excuse me for writing this in English, but, yes, it is available in Spanish, as «Abundancia Roja» (Turner Libros). You should be able to find it at amazon.es.
Whew! Thanks for dropping by. I loved the book, as it is probably fairly clear from the review above.
I should be thanking you, for your kind words. I’m glad you enjoyed it.
El libro tiene una pinta buenísima, pasa a mi lista de lecturas para el verano.
Y por cierto, ¿a alguien más le pasa que a pesar de saber perfectamente que el marxismo es una teoría económica errónea y la URSS una dictadura brutal y ruinosa, uno sigue sintiéndose fascinado por ella?
Si la respuesta es sí, ¿Cómo hacéis para evitar que os “nuble la vista”, metafóricamente hablando? ¿Hay algún CCCPolicos anónimos?
This book looks great, it definitely goes to my summer Reading list.
And BTW, does it happen to anybody else that despite knowing that Marxism is a failed economic theory and the USSR a brutal and ruinous dictatorship, one still feels fascinated by it?
If the answer is yes ¿How do you keep it from interfering with your judgment? Is there any CCCPholics anonymous?
Aquí tienes uno al que la extinta URSS enganchó por su himno…
La URSS presenta la fascinación de la pirámide: un enorme objeto de imponente presencia en mitad de la nada que no sabes muy bien que carajo hace ahí, pero no puedes dejar de observarlo…
Yo mismo. Y más en estos días en los que España es un país sumido en la depresión a causa de una democracia totalmente disfuncional y de un «liberalismo planificado» que nos ha dejado en la más vil ruina. La idea de una meritocracia ponga orden en la política y en la economía, que planifique, racionalice y optimice nuestros recursos, suena estupenda. Por desgracia las meritocracias no se venden por plazos, solo en el pack completo que entraña el poner todo el poder en unas pocas manos.
Con todo, sigo dándole vueltas a la idea de que con las herramientas y tecnología que tenemos a día de hoy, sería posible un sistema que permitiera a la vez planificación central y participación democrática directa.
Una pena que «el reino de IU no sea de este mundo», como dijo Roger en cierta ocasión.
Con todo, en momentos como este vuelvo a ver cierto videoclip llamado «Keynes vs Hayek, Round 2» (hay un Round 1, pero definitivamente el 2º es más interesante). Siempre he sido un keynesiano en cuanto a economía (y lo sigo siendo), pero maldita sea, los argumentos de Hayek son convincentes. Casi me gana cuando en el vídeo dice «la economía somos nosotros». No sé cómo os dejará a vosotros, pero a mí me despierta muchas preguntas sobre si la planificación central es la mejor opción.
Como no puedo acceder a YouTube desde donde posteo (cosas del firewall corporativo), os dejo la entrada de Freakonomics con el vídeo insertado:
http://www.freakonomics.com/2011/04/29/keynes-vs-hayek-round-2/
La lectura es interesante y la abordaré, desde luego. En todo caso, sobre el tema que explicas en tu artículo, te aportaré dos opiniones de aficionado a la Historia.
Primero, el sistema económico soviético nunca se recuperó del asesinato de Kirov (Serguei Mironovitch Kostrikov), que era el planificador más lúcido de la primera cohorte bolchevique. Hoy, buena parte de los biógrafos de Stalin parecen decantarse por la idea que su atentado fue ordenado por el secretario general, lo cual es bastante probable.
La segunda idea es que no sé (obvio, pues no he leído la novela) si el libro que recomiendas tiene en cuenta este hecho; pero, para mí, es muy claro que una de las razones, si no la fundamental, por la cual Khruschev no cumplio las expectativas de sorpasso económico sobre los Estados Unidos tiene que ver con que una de las cosas que supuso la desestalinización fue, en paralelo: frenar la represión indiscriminada; last, but not least, dejar de utilizar la mano de obra reclusa para alimentar el sector industrial.
En realidad, el objetivo de Khruschev era incongruente. Por un lado quería dar a los ciudadanos soviéticos un mejor nivel de vida; por otro, hubiera necesitado mantener un acromegálico porcentaje de la población en situación de semiesclavitud para conseguirlo. Y todo eso, acabando con el carácter vitalicio de las gavelas partidarias.
Lo extraño es que no lo fusilasen por cualquier chorrada.
Se me olvidaba. El libro que, en mi opinión, mejor analiza este proceso, es The soviet century, de Moshe Lewin.