El otro día me encontré por casualidad con este artículo de Enric Juliana donde  el periodista se quejaba de que el corredor del Mediterráneo, la línea de alta velocidad destinada a unir la costa desde Valencia hasta Tarragona, había quedado de nuevo en suspenso. Los nuevos presupuestos señalan como prioridad llevar el AVE hasta Galicia y la Y griega vasca en detrimento de la clásica reivindicación catalana. La explicación general del artículo es que en ambas comunidades autónomas habrá elecciones el próximo año y que el Gobierno querría reservarse estas obras públicas como baza electoral. Más allá de que convenza o no esta hipótesis, sí que hay una literatura relativamente extendida en ciencia política sobre como los gobernantes usan la obra pública con fines electoralistas. Tampoco es que se esté descubriendo América con este tema – inaugurar al final de una legislatura ha sido una práctica común a todos los niveles desde que tenemos elecciones –. Eso sí, lo que no está tan claro es como priorizan esas obras los gobernantes.

Supongamos que somos el Gobierno central del Partido Popular y queremos dirigir nuestros recursos en función de su utilidad electoral. Asumamos que estos recursos públicos son “territorializables” y no se tratan de bienes colectivos  – Una parada de AVE frente a, digamos, más gasto en educación  –. En estas condiciones, el gobierno dispone de dos opciones extremas. Una posibilidad es dirigir tus recursos a aquellas comunidades/ distritos en los cuales obtiene buenos resultados, la tesis que plantearon en su momento Cox y McCubbins. La idea es que los gobiernos tenderían a ser adversos al riesgo y concentrarían sus esfuerzos en aquellos lugares en los cuales son más votados o hay gobiernos afines. Hay que premiar ser del mismo color político, “conservar a los nuestros”. Una parada de metro en cada barrio que nos vote, un colegio nuevo en cada pueblo donde tenga mayoría absoluta y un AVE de primera para Valencia y Murcia. Se tiene que ver que votar al partido en el gobierno tiene ventajas.

Una segunda opción consiste en invertir tus recursos de manera estratégica en aquellos lugares donde puedes obtener una mayor gananacia marginal. O dicho de otra forma, los políticos harían políticas públicas en aquellos lugares en los que potencialmente hay más votantes que podrían cambiar el sentido de su voto. Las obras irían para los swing states, los distritos en los que el resultado es incierto, para intentar decantar la balanza a su favor y ganar ese escaño en disputa. Este es el segundo argumento ha tenido cierto predicamento en artículos recientes, siendo uno de los más citados este de Dixit y Londregan . Según esta idea, por lo tanto, el Partido Popular se hartaría de hacer inversiones en aquellas comunidades más competidas – bueno, como ha ganado en casi todas en 2011, supongo que invertiría aquellas que podrían estar en disputa en 2015 como Aragón, Extremadura o Castilla La Mancha –. Que el AVE tenga parada en las ciudades donde nuestra mayoría es relativa o la diferencia con el PSOE es ajustada para ampliar nuestra ventaja.

Como podéis ver, se presentan dos alternativas ganadoras que en teoría son mutuamente excluyentes. En todo caso este dilema no puede enunciarse en unos términos tan sencillos: Hay que considerar como median otros factores contextuales. Sandra León tiene una genial tesis doctoral en la que afronta directamente este asunto, aunque no exactamente sobre políticas públicas “localizables” sino sobre la financiación autonómica a través de transferencias directas – resalto solo una parte muy pequeña de sus conclusiones –. Según su análisis el elemento clave que incide sobre que prevalezca una u otra estrategia es el grado de descentralización política en España. Según señala, al principio del Estado Autonómico eran las comunidades autónomas en disputa las que más recursos en trasferencias recibían. Sin embargo, a medida ha aumentado la descentralización política los gobiernos han tendido a hacer más transferencias a las Comunidades que tienen el mismo color, algo que parece ligado al peso de los barones territoriales en la organización interna de los partidos. Por lo tanto el contexto, la oportunidad política, el marco institucional… Importan a la hora de optar por una u otra estrategia.

Sigo ilustrando la importancia de las reglas de juego con un ejemplo dentro del campo de los sistemas electorales. Milesi-Ferreti, Perotti y Rostagno tienen un artículo clásico sobre cómo el tipo de regla electoral de un país puede delimitar las prioridades en el gasto. Ellos distinguen entre dos grupos de políticas, los bienes  y servicios que se pueden “territorializar” fácilmente y aquellas políticas basadas en trasferencias a grupos sociales. Pues bien, ellos presentan que los sistemas electorales mayoritarios tienden a hacer que los representantes públicos prefieran gastar en bienes que puedan dirigirse a un distrito específico frente a los proporcionales, que suelen priorizar la inversión en bienes públicos.

Esto como se ve encaja en cierta medida con lo que planteaba antes, con bienes “localizables” se puede premiar a los distritos leales  o decantar la balanza en los dudosos, algo especialmente crítico cuando un solo voto puede marcar la diferencia – Al fin y al cabo, en los sistemas mayoritarios the winner takes it all – . En los sistemas proporcionales la diferencia relativa importa menos porque al final hay cierta representación aunque se pierda en ese distrito. Es cierto que esto no despeja la incógnita sobre la estrategia preferida del político– sí afecta al stock de bienes distribuibles, no necesariamente a qué hacer con ellos – pero me vale para señalar que indica que sus decisiones no operan sobre el vacío. El marco institucional importa.

En resumen, sabemos que los políticos utilizan la obra pública con intenciones electorales pero no resulta tan sencillo definir qué tipo de estrategia es la ganadora, si la de cuidar a los tuyos o la de atraer a los indecisos – o si son ambas a la vez en qué medida y bajo qué condiciones, porque los recursos son finitos –. Dicho esto, tenemos los casos del AVE a Galicia y al País Vasco. Parece que el primero podría encajar con la idea de cuidar tus bastiones (y más si esperas desgaste de aquí a un año) pero en el caso de Euskadi… ¿Juega la singularidad del PNV y se sale de esta dicotomía? ¿Compromisos  ineludibles? Porque las próximas elecciones allí sí que serán un sudoku de primera y no tengo claro en qué medida la Y vasca lograría alterar la mayoría que ya parece perfilarse en el horizonte…


12 comentarios

  1. Gorgias Marat dice:

    A mi juicio y por mera impresión creo que uno de los factores que explica la prioridad sobre la Y vasca, a parte de las que tu explicas, es la idea de que esa infraestructura es un simbolo. La izquierda aberztale nunca ha sido entusiasta de esa obra, y el PP estaría diciendo que el es el partido que quiere traer de nuevo Euskadi a a España uniendo la capital del estado con las tres capitales de provincia.

  2. Roger Senserrich dice:

    Eso, y que la Y vasca es realmente una obra necesaria. Cualquiera que ido en tren por el País Vasco sabe que las líneas actuales no son precisamente rápidas – no pasan de 100 Km/h en muchos lados. Es algo parecido a Galicia, con la diferencia que Euskadi está en la frontera con Francia, y Galicia… bueno, está lejos.

    Lo de no acabar el tramo que queda por hacer del Corredor Mediterráneo si que es para coserles a ostias. Sólo queda Vandellós-Tarragona, un tramo de 30 Km limitado a 140 Km/h en vía única. La variante está a medio hacer (casi toda la plataforma está acabada) y la velocidad de diseño es 220/250, así que no es demasiado cara. La enorme ventaja es que el nuevo tramo conecta con la LAV, no con la vía convencional por el Garraf, que está saturadísima de cercanías y regionales, así que no es sólo los 3-4 min de ahorro en el tramo nuevo y la eliminación de un cuello de botella serio, es poder hacer Tarragona – Barcelona en 30 min en vez de una hora. Los Euromeds quedarían en 2h 30m con muy poca inversión.

  3. carlos dice:

    ¿Creéis que acabará costándole al PP en Valencia o Murcia no favorecer el Corredor Mediterráneo? Se supone que esa obra favorecería también mucho a esas regiones, no sólo a Cataluña. Y en Cataluña puede que estén perdiendo su oportunidad de recortarle más disancia al PSC, ¿no?

    • Pablo Simón dice:

      ¿Crees que no hacer el corredor moverá un solo voto en Murcia o Valencia? No veo que vaya a tener un impacto demasiado grande… Y más con las elecciones tan lejos

    • panaiotas dice:

      A corto y medio plazos, creo que ni en Valencia ni en Murcia pueda tener repercusión electoral, ya que sucede algo parecido a Andalucia con el PSOE.
      Por lo que se refiere a Catalunya, el PP no creo que tenga mucho más recorrido, cosa que ya saben muy bien.

  4. xfn dice:

    Quiza peque de simplista pero… yo creo que lo han decidido con el sistema radial de ferrocarril en la cabeza. Ambas obras llevan o pasan por Madrid y por lo tanto, segun su punto de vista, vale la pena invertir en ellas. Y punto. El corredor mediterraneo es la unica connexion prevista si no me equivoco que no pasa por Madrid. Y si la hacen es por la insistencia Valenciano-catalana. Me gustaria pensar que en el gobierno esta gente que piensa con la cabeza, pero siempre me da la sensacion que simplemente, no.

    Por cierto, muy buena explicacion sociologica, aunque creo que en este caso el contexto es mas importante.

    • Pablo Simón dice:

      Probablemente la respuesta es bastante más sencilla. Por ejemplo, parece ser que las obras podrían estar más avanzadas en esos tramos, el tema del AVE me sirve simplemente como banderín de enganche ¿Cómo usan políticamente las obras los partidos políticos, pagando a propios o intentando convencer a extraños? La cosa es que no tenemos evidencia demasiado concluyente…

      • Pablo Simón dice:

        Corrijo, Roger puntualiza en una entrada que lo del corredor de verdad tiene delito… Pero sí, tienes razón, no hay que sobre-estimar la racionalidad de nuestros políticos.

  5. jcsanzprat dice:

    Según tu teoría como en Catalunya, ni hay indeciso, ni votan pp, Que se vayan olvidando de inversiones y no sólo del corredor, sino de todas. ¿Al enemigo ni agua?

    • Pablo Simón dice:

      A ver, no es mi teoría, son las dos explicaciones más reconocidas para explicar la inversión pública con fines políticos. Ahora bien, los gobiernos a veces invierten por otros criterios (eficiencia, urgencia…) y hay otros factores que pueden ser determinantes… No tener mayoría absoluta, por ejemplo.

      En cualquier caso sí que te doy la razón en que no parece que las inversiones en Cataluña vayan a ser muy espléndidas esta legislatura… De hecho, estos PGE 2012 es allí dónde más recortan.

  6. Dragoon dice:

    Joder, yo que por el titular pensé que iba a ser un artículo contando que habíamos aprobado el AVE a Lisboa pagado íntegramente por España, con la intención de colonizarlo y exprimirlo a lo bestia, con una invasión militar si hacía falta en última instancia. Ya véis. El artículo es bueno, de todas formas.

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