Las primarias republicanas no han dado demasiadas noticias interesantes durante la última semana. Tras el pequeño gran rapapolvo de Mitt Romney en un par de estados del sur hace unos días, la campaña en sentido estricto pasó a un extraño segundo plano, con las matemáticas pasando a ocupar en centro del debate. La gente del equipo de Romney, y básicamente todos sus amiguetes en el aparato político- mediático del partido (y siendo como es el candidato del establishment, son un montón) dejaron de hablar sobre las ideas y ocurrencias políticas de sus rivales y empezaron a hablar sobre cómo es matemáticamente imposible que Santorum o Gingrich puedan detenerlos, sean juntos o por separado.

La verdad: tienen razón. Santorum, por sí sólo, puede conseguir evitar que Romney llegue a la convención sin suficientes delegados para ganar la nominación en primera ronda, pero es prácticamente imposible que pueda adelantarle antes que todo acabe. Sólo un cataclismo monumental podría permitirle sacar mayoría. Para acabar de poner las cosas difíciles, Santorum no está solo: Newt Gingrich, ese dichosa criatura de ego infinito y cretinismo inagotable, ya ha dicho que aunque le cosan a bofetadas en todos los estados con primarias de aquí a la convención él sigue en estas elecciones. El resultado es que Romney va a llegar a Tampa con más votos y más delegados que nadie pase lo que pase; aunque técnicamente es posible que en una situación como esa el partido decida escoger a un segundón en un ataque de oligofrenia electoral profunda, Romney lo tiene prácticamente ganado si no hace nada singularmente estúpido de aquí a la convención.

Esto no quiere decir, de todos modos, que las dos últimas primarias no hayan aclarado algunas cosas. Rick Santorum esta semana ha soltado alguna burrada especialmente grave; mi preferida es decir en Puerto Rico dos días antes de las primarias de la isla que si quieren convertirse en una estado, les apoyará, siempre que acepten el inglés como idioma preferente. Esto es como decirle a los catalanes que les daremos el concierto económico si renuncian a hablar en catalán y dejan que Leo Messi vaya al Madrid; no sentó demasiado bien. Romney, que lleva toda la campaña diciendo tonterías sobre inmigración, ganó con un «modesto» 83% del voto.

Dos días antes de las primarias de hoy en Illinois, Santorum se hizo un lío tremendo (supongo) en un discurso para acabar diciendo que el paro no le importa y que la economía es algo secundario porque estas elecciones serán sobre libertad, o algo parecido. En este caso el problema no es tanto lo que decía (si se lee el contexto, está claro a qué se refiere Santorum – la falta de libertad es la causa del paro. Y sí, es un argumento tonto, pero eso no es obstáculo para los republicanos), sino la preocupante torpeza del tipo para decir bobadas que requieren miles de explicaciones posteriores durante la campaña. Esta es la clase de tonterías que hunde candidatos en unas generales, y Santorum parece caer en ellas con una facilidad pasmosa. El resultado, como era de esperar, ha sido una cómoda victoria de Romney en Illinois (47-34, con Newt cuarto por detrás de Ron Paul), y de nuevo un alegre coro de plañideras diciendo (con razón) que a estas alturas ya estamos perdiendo el tiempo, y que vale ya de votar tanto.

¿Se han acabado las primarias? Básicamente sí. Tanto por CNN como por MSNBC decían hoy que si Santorum no le da un susto morrocotudo a Romney en algún estado en teoría favorable al ex-gobernador, y lo hace pronto (Wisconsin siendo la opción más próxima), las primarias esencialmente se han acabado, y Romney tendrá los delegados a mediados de mayo.

En fin, es el candidato esperado. Dije que era el favorito en mayo del año pasado (como decía todo el mundo, por otra parte) y acabará ganando, aunque haya tenido que sudar un poco más de lo esperado. Gana por ser el candidato menos malo del grupo. En realidad, el único que no estaba loco de atar, era tonto o increíblemente aburrido. No es que sea la forma más inspirada de ganar unas primarias, ciertamente, pero eso no quiere decir que sea mal candidato. Romney fue un excelente gobernador de Massachusetts (y sí, su reforma de sanidad es clavada al a de Obama), es una persona brillante y, según dice todo el mundo, a pesar de ser un analfabeto social sin sentido del humor es muy buena persona.

También es un sociópata sin convicciones personales que vendería a su abuela a piratas somalíes por tres votos, ciertamente, y que seguramente tiene su alma hipotecada en tres infiernos distintos. A mi me gusta llamar a eso «pragmatismo», y no me molesta del todo. El hombre es un político, al fin y al cabo. De lejos, el mejor candidato que podían presentar los republicanos dentro de la lista de voluntarios esta temporada. Veremos si eso es suficiente.