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Ideas aleatorias sobre inercia y cambio institucional

21 Mar, 2012 -

Mi compañero Pablo planteaba en un post estupendo ayer un problema bastante interesante sobre como el peso de los partidos tiende a determinar el sistema electoral. En los comentarios yo le sugería que, aunque es una idea interesante, en realidad se trata de un resultado bastante trivial de teoría de la negociación. Bajo supuestos bastante estándar, lo que uno puede esperar es que las instituciones se reproduzcan en el tiempo. Dejadme explicarlo y luego ilustrarlo con algún ejemplo.

Cuando en ciencias sociales pensamos en temas de teoría de la negociación, usamos un concepto de solución que es la solución de negociación de Nash. No quiero entrar en qué consiste este problema exactamente, pero lo que quiero únicamente subrayar es que como se reparta el excedente que nace de un acuerdo depende de un factor con el que representamos el poder de negociación de los jugadores.

Una forma bastante básica de pensar en sistema de instituciones es precisamente como un cacharro que va a determinar dos factores: los pagos (sean lo que sean) y el poder de negociación para ese periodo. Imaginad por tanto que de forma repetida, ponemos a dos jugadores (el resultado creo que se mantiene para más) a negociar a) La repartición de una tarta en ese periodo (lo que llamamos “los pagos”) y b) Cual va a ser el poder de negociación de cada uno para el periodo siguiente. Típicamente, esos dos resultados van a depender del poder de negociación que tengan los jugadores en ese periodo y esta a su vez de los resultados del trato del periodo anterior, y a su vez estos de los resultados anterior al anterior, y así recursivamente. En última instancia, lo único que contará para determinar el pago (la repartición de la tarta) y el poder de negociación de cada uno de los periodos, es el poder de negociación que tengan los jugadores en el periodo inicial.

Un supuesto relativamente estándar en teoría económica es que los agentes siempre intentan suavizar su consumo (o sus pagos) es decir, obtener lo mismo, aproximadamente, todos los periodos. Por tanto, si existe una relación uno a uno entre el poder de negociación del periodo y los pagos y además suponemos que los agentes son simétricos, lo que podemos esperar es que el resultado (pago, poder de negociación) se repita en cada uno de los periodos.

Este esquema básico, simplificador e irreal da para explicar un montón de cosas si nos ponemos a mover supuestos. Por ejemplo, Adam Przeworski mostró que bajo los supuestos anteriores, era imposible que ocurriera una transición pacífica a la democracia desde una dictadura; para que esta ocurriera los jugadores tendrían que tener una percepción distinta de cuales iban a ser sus opciones dentro del nuevo sistema. Esto es, uno de los supuestos hundidos en el esquema anterior es que la información es perfecta y simétrica.

Otro aspecto interesante es introducir cambios exógenos no anticipados. En el esquema que hemos visto, lo único que afecta al poder de negociación es el resultado del periodo anterior. Pero en la realidad esto no es así, claro. Acemoglu y Robinson han desarrollado una teoría de la democratización basada en la diferencia entre el poder político de facto y el poder político de iure. El poder político de iure es, por así decirlo, el consagrado por las instituciones y por ello es estable; el de facto es el que podrían lograr los agentes rompiendo con el orden establecido. La brecha entre ambos poderes de negociación es una buena forma de entender la violencia política. Precisamente, el poder político de facto reposa sobre la idea de que es más o menos inestable y varía de forma exógena y no anticipada; por eso, los agentes pueden enfrentarse a renegociaciones de los pactos alcanzados cuando la brecha es suficientemente grande.

Mi ejemplo favorito es probablemente el proceso de integración Europea y el reparto de los votos en el consejo. Andrew Moravcsik ha usado la solución de Nash precisamente para intentar explicar por qué a lo largo del tiempo los Estados han intercambiado poder de negociación a cambio de políticas que los beneficien. Naturalmente, cuando de un tratado a otro se renegocia el poder voto y las políticas europeas (que tienen efectos distributivos), estamos ante un ejemplo de libro del esquema anterior. Por ejemplo, a partir de Maastricht y en vista de la reunificación alemana, Europa se enfrentó a un movimiento hacia cierto grado de democratización de sus instituciones desde un sistema principalmente intergubernamental: los alemanes y sus ochenta millones de habitantes pasaron a tener más votos que los franceses. El trato no les salió gratis: cedieron sus soberanía monetaria al resto de Europa – y los alemanes eran los que tenían soberanía monetaria, entendida como la posibilidad de decidir más o menos en solitario- en aquél entonces; nosotros (los demás) la habíamos perdido desde hacía diez años si es que la tuvimos alguna vez. El Euro es, a muchos niveles, el resultado de la democratización de la UE, el “side payment” con los que los alemanes compraron su reunificación.

Otro ejemplo de libro de este problema es el del diálogo social. El anterior gobierno había consagrado el diálogo social como máxima inviolable. Sin embargo, lo que sabemos gracias al esquema que he presentado aquí es que es ilusorio esperar una modificación del marco de negociación por parte de los agentes sociales mientras estos tengan plena autonomía para negociarlo porque, cualquier acuerdo, tenderá a reproducir los resultados del statu quo anterior.

Finalmente, está el ejemplo que podéis tener todos en mente, que es el de la ley electoral. Las leyes electorales perviven, incluso más allá de las constituciones, precisamente por esta razón. Cuando existe una reforma dentro de la continuidad, lo que un aspecto básico de la teoría de la negociación nos sugiere es que a menos que haya una presión desproporcionada externa que negocian para reformar un arreglo institucional, este no ocurrirá. Esto es bastante simple de entender: la presión puede modificar los pagos de este periodo o del siguiente; pero el hecho de modificar el arreglo institucional, en la medida en que cabe esperar que este perviva, va a modificar los pagos de todos los periodos que siguen de aquí hasta el infinito, de modo que a menos que los agentes sean excepcionalmente cortoplacistas, la probabilidad de ver reformas electorales fuera de circunstancias excepcionales es prácticamente nula.

Lo anterior son únicamente ejemplos; pero lo que intento ilustrar es que pensar en estos términos partiendo del marco básico, da para explicar la evolución institucional de casi cualquier cosa y uno de los puntos clave del problema es precisamente la información.


8 comentarios

  1. Julio J. dice:

    Hola, me parece muy interesante el artículo, felicidades. ¿Podrías recomendar algún texto/libro para aprender un poco más acerca de teoría de negociación?

    Gracias.

    Julio J.

  2. Cives dice:

    No sé. Cualquier texto de teoría de juegos que tenga un capítulo sobre el tema; en general lo he aprendido todo en textos relativamente intercambiables.

    El libro de Binmore «Playing for real» está bien y es facilito.

    A nivel de divulgación he oido hablar bien del libro de Dixit y Nallebuff («Pensar estratégicamente» o algo así).

    Pero lo mejor es que pongas «Game Theory» en amazon y elijas lo que más te gusta. Como decía un amigo «Mi autoridad es amplia, pero la google es mucho mayor»

  3. Gorgias Marat dice:

    Tío, el artículo está muy bien, pero no puedes soltar algo así que “el euro es con lo que los alemanes compraron su reunificación”. Ahora tendrás que hacer un post para contárnoslo detenidamente.

    ¡Queremos saber!

  4. Zhurrer dice:

    La teoría del Euro como contrapartida a la reunificación alemana… un dogma en las instituciones, no se cuantas veces la habré podido escuchar ya. A mi personalmente no me terminan de encajar todas las piezas. Ni veo que los alemanes hayan perdido soberanía monetaria alguna, ni me quedan claros la ganancia para Francia respecto a Alemania de compartir divisa.

    • cives dice:

      Porque a los franceses les salió mal la historia (y a los alemanes bien). Pero la idea detrás de la negociación era esa. Los alemanes defendían lo de la «coronación» (el euro como gran culminación del proceso de integración) y los franceses al revés.

      Todo esto es un poco burdo como relato (a ver, historia de la unificación monetaria es probablemente el tema del que más sé de todos así que no me siento demasiado cómodo simplificando con un brochazo), pero captura una parte básica de la historia. Puedes leer «The Euro» de David Warsh es que una historia periodística bastante razonable y se lee como una novelita.

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