Economía

Bienaventurados los inteligentes, porque ellos heredarán la tierra

8 Mar, 2012 -

¿Por qué algunos países ahorran más que otros? Esta pregunta, que radica en el corazón de la macroeconomía, ha recibido numerosas respuestas a lo largo del tiempo. Una de las tentativas más recientes ha sido la de Garett Jones con su trabajo «Will the intelligent inherit the earth? IQ and time preference in the global economy». En concreto, el autor plantea que si las tasas de ahorro difieren entre países es en parte porque las tasas de preferencia temporal también lo hacen. Y las tasas de preferencia temporal difieren entre países en parte porque la inteligencia psicométrica, representada eminentemente por el cociente intelectual (IQ), difiere entre países de forma persistente. Cabe recordar que a mayor preferencia temporal, más desea consumir el individuo hoy, y por tanto más impaciente es. La tesis de Jones puede resumirse en el siguiente silogismo: Como los grupos con mayor IQ son más pacientes, y como los grupos más pacientes son los que más ahorran, entonces los grupos con alto IQ deberían ser los que más ahorran.

Ambas premisas están bien documentadas. La primera, que los grupos con mayor IQ son más pacientes, se apoya en una amplia literatura sobre resultados experimentales; de hecho, algunos más recientes demuestran que individuos con un bajo IQ suelen actuar de forma más impulsiva cuando se les plantea una elección entre ganancias pequeñas en el corto plazo frente a ganancias mayores en el largo plazo. ¿Cuál puede ser la causa detrás de esta correlación? En su caso, los psicólogos Shamosh y Gray (2008) señalan a la relación existente entre el IQ y la capacidad de mantener simultáneamente distintos hechos en mente. Dado que considerar la oportunidad de consumir ahora frente a consumir más tarde requiere la suposición de distintas situaciones hipotéticas, parece natural suponer que esta capacidad de proyección se relacionará de forma positiva con un mayor grado de paciencia, que no es más que una ponderación más ‘equitativa’ del consumo presente frente al consumo futuro.

No obstante, a pesar de la evidencia empírica permite concluir que la relación precedente es positiva y estadísticamente significativa, es necesario considerar si es económicamente relevante. En ese sentido, sería interesante disponer de un indicador que recogiese el efecto que una variación del IQ tiene sobre la tasa de preferencia de un individuo. Así, Warner y Pleeter (2001) concluyen que un aumento de un 1% del IQ tendría como efecto una variación del -0,05% en la tasa de preferencia temporal. Dohmen et al. (2010) apuntan en un principio que dicha variación rondaría el -0,17%, pero más adelante, basándose en regresores más estrictos, terminan por concluir una variación de la tasa de preferencia temporal del -0,04%, un valor más cercano al estimado por Warner y Pleeter. Por otra parte, tomando como referencia resultados de experimentos con decisiones de base mensual, en vez de anual, Burks et al. (2009) estiman una variación del -0,21% por punto de IQ. Este último resultado es curioso en tanto parece indicar que, de media, la preferencia temporal es mayor cuando las decisiones se producen sobre lapsos temporales más cortos (algo lógico, ya que más tiempo disponible implica que el individuo dispone de un mayor margen de reacción para ajustar sus decisiones ante cualquier eventualidad).

En cuanto a la segunda premisa, que los grupos más pacientes son los que más ahorran, ésta se desprende de la teoría económica. No obstante, las implicaciones que puedan derivarse de esta relación varían según el modelo que se utilice. Así, en un modelo de equilibrio general convencional con varios periodos, entre dos individuos que perciben la misma renta cada periodo, será el más paciente (es decir, el que tenga una menor tasa de preferencia temporal) el que más ahorre, con el objetivo de distribuir más uniformemente su consumo a lo largo de los distintos periodos. El individuo más impaciente, por su parte, tratará de consumir lo máximo posible en los primeros periodos, incluso endeudándose, aun a costa de no poder consumir nada en periodos futuros. Otros modelos pueden presentar variaciones. Así, en Barro y Sala-i-Martín (2004) los efectos de la diferencia entre tasas de preferencia temporal entre países son especialmente fuertes: cuando los países son ordenados por sus tasas de preferencia temporal, se demuestra que el país que posee la menor (es decir, el más paciente) acabará concentrando prácticamente toda la riqueza en el largo plazo.

De esta forma, se cumpliría aquello de que «los mansos herederán la tierra». Ahora bien, ¿son los mansos también los más inteligentes?, es decir, ¿puede concluirse que, dadas las premisas, los grupos con mayor IQ serían los que más ahorran? Jones utiliza distintos indicadores con el fin de contrastar la existencia de una posible correlación (tasas de ahorro brutas, activos extranjeros netos y tenencias de letras del tesoro). En particular, en el siguiente gráfico se compara el IQ y la tasa bruta de ahorro para cada país en el periodo 2003-2008.

 Fuente: Jones (2012)

Como puede verse, de hecho existe una correlación positiva y significativa  entre el IQ y la tasa de ahorro de alrededor de un 0,3. Otra interpretación es que, en este caso, un aumento de un punto de IQ tiene como resultado un aumento de un 0,3% de la tasa bruta de ahorro. Por tanto, parecería que, efectivamente, los países con un IQ más alto son también los que más ahorran. Además, esta posibilidad resulta si cabe más plausible si tenemos en cuenta que los países con un IQ medio más elevado se corresponden con los de Asia Oriental (China, Corea, Japón) y que, precisamente, estos países son a su vez los que mantienen unas mayores tasas de ahorro en la actualidad. En palabras de Jones: «The nations of the world with the highest average IQ scores are, with the exception of a few resource-rich countries, the most frugal nations in the world». Así pues, es probable que los inteligentes hereden la tierra. Lástima que, por lo que a nosotros respecta, no nos encontremos en su mismo continente.

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JONES, GARETT (2012). «Will the intelligent inherit the earth? IQ and time preference in the global economy», Working Papers, George Mason University, Center for Study of Public Choice.


9 comentarios

  1. Ferrim dice:

    A mí me saltan varias alarmas según leo este artículo…

    La primera, ¿es el IQ un indicador fiable? ¿Qué entendemos por inteligencia? ¿Puede medirse cómo de inteligente es una persona mediante un simple test de IQ? ¿Son válidos los mismos tests para personas pertenecientes a culturas distintas? A la derecha del gráfico, por encima de 105 IQ, aparecen: China, Singapur, Taiwan, Hong Kong, Corea y Japón, países todos muy cercanos y de culturas distintas entre sí pero mucho más dispares si las comparamos con las europeas. No creo que sistemáticamente esta gente sean más inteligentes que el resto de la Humanidad, y si tal fuera el caso, llevarían siglos a la cabeza del mundo. Otra posibilidad es que, siendo más inteligentes, la importancia del factor «inteligencia» sea relativamente secundaria en relación a otros.

    Y esto me lleva a la segunda consideración: la correlación se me antoja muy débil. Ya lo es por definición: sólo un 32% de la diferencia en ahorros estaría explicada por la diferencia en IQ, lo que nos deja más de dos tercios a depender de «otros factores». Pero es que mirando el gráfico se aprecia una dispersión enorme de los datos. Muchos parecen amontonarse en torno a bajo ahorro-bajo IQ, pero luego otro puñado se agrupa en torno a bajo ahorro-100 IQ (por lo que puedo percibir, en su mayoría países europeos o de tradición cultural europea).

    Mirándolo otra vez percibo que la mayoría de países con bajo IQ son africanos. Algunos, por cierto, con tasas de ahorro similares o en algún caso superiores a los de países de Asia Oriental. Tampoco creo que los africanos sean sistemáticamente menos inteligentes que el resto del mundo: me imagino que lo que mide el IQ no es tanto lo que comúnmente entendemos por inteligencia (que tiene connotaciones innatas), sino más bien las capacidades prácticas del individuo, que tienen mucho que ver con factores ambientales. Y en esto sí que me creo que los asiáticos orientales puedan hacerlo mejor que el resto.

    Ea, tocho va.

  2. Maese Alcofribas dice:

    “¿Qué entendemos por inteligencia?”

    Esta pregunta ha generado mil millones de toneladas de controversia durante un siglo. La respuesta más precisa y a la vez más insatisfactoria es “aquello que miden los tests de inteligencia” 🙂

    Más allá de esto, la inteligencia tal y como se ha estudiado clásicamente en psicología se refiere a la capacidad de razonamiento lógico (inductivo y deductivo). A grandes rasgos, existen dos tipos de tests de inteligencia: los de coeficiente intelectual (combinan tareas muy diferentes, verbales y no verbales, o incluso de conocimientos “culturales” –e.g. ¿quién fue Carlomagno?-) y los de factor g (que se suponen más libres de influencia cultural al no incluir componentes verbales; el típico de las figuritas abstractas que siguen una lógica y hay que averiguar cuál sigue correctamente la secuencia). En cualquier caso, las pruebas de inteligencia correlacionan altamente entre sí, y el factor g es una dimensión derivada empíricamente que se supone representa el constructo inteligencia. Luego tenemos la diferenciación de Catell entre inteligencia fluida (genética, no-verbal, alcanza su pico sobre los 17 años y luego disminuye lentamente) y cristalizada (el resultado de la interacción de la fluida con el ambiente, cristaliza en el lenguaje, aumenta con la edad)

    Luego llega Gardner y dice que, independientemente de este factor g que mediría esta inteligencia simbólica, lógica, académica o como se la quiera llamar, hay muchos tipos de inteligencia según sus campos de aplicación, etc, etc. Ayer tuvimos un gratificante ejemplo con la maravillosa sinfonía del Mozart del fútbol

    La inteligencia lógica clásica ha mostrado predecir significativamente el rendimiento académico, pero de forma menos intensa de la esperada (por los ingenuos). Es obvio que influyen otros factores personales (motivación, trabajo) y extrapersonales. Lo de hacer comparaciones entre culturas distintas tiene su peligro, por supuesto, pero tengamos en cuenta que estos estudios se suelen realizar en subculturas urbanas que están bastante occidentalizadas en el contenido de sus programas educativos. Pero tiene su cosa: sobre inteligencia no sé, pero recuerdo vagamente resultados sobre estilos cognitivos (como la “independencia de campo”) y eran diferentes entre orientales y occidentales. Los primeros tenían un estilo más holístico y los segundos más analítico

    Ferrim, la relación que muestra el estudio, aunque significativa, es aún más débil de lo que dices, del 10% de varianza explicada (0.32 x 0.32). Lo que no quiere decir que no sea un resultado interesante y que debe explicarse

    saludos

  3. Maese Alcofribas dice:

    la cristalizada aumenta hasta cierto punto y luego se estabiliza, claro, que si no todos los viejos serían unos máquinas

  4. Ramón Mateo dice:

    @Ferrim,

    Jones dedica parte del artículo a discutir la construcción de indicadores ‘nacionales’ del IQ No lo he incluido en la entrada porque es algo más bien técnico, pero si quieres consultarlo, puedes encontrarlo en las páginas 13-18, ambas inclusive. De todos modos, el IQ, como todo instrumento de medición está sujeto a sus limitaciones (las diferencias culturales son una de ellas, de hecho), pero no es menos cierto que teniéndolas en cuenta los investigadores suelen hacer todo lo posible para acotar las cuestiones que pueden tratar con cierta fiabilidad.

    En cuanto a los problemas que planteas en torno a la representatividad del IQ como ‘medidor de la inteligencia’ (sea lo que sea eso), se trata de una cuestión bastante compleja. @Maese Alcofribas te da una buena cantidad de información al respecto (mejor de la que podría dar yo, así que se agradece). No obstante, quisiera hacer un par de apuntes sobre el IQ (que debo al asesoramiento de un amigo psicólogo más experto que yo en el tema) en línea con los planteamientos sostenidos por la American Psychological Association (APA).

    Primero, que por lo que sabemos el IQ es un predictor bastante efectivo a nivel individual (en particular en relación con el rendimiento indicativo), pero esta conclusión no es igual de firme cuando hablamos de poblaciones. Segundo, que el IQ de poblaciones, en cualquier caso, varía en el tiempo. El porqué no está nada claro. Los países asiáticos (que son los que muestran un mayor IQ en la muestra, como China o Corea del Sur, se encontraban en posiciones bastantes más bajas hace 50 años. El IQ medio de la población blanca estadounidense actualmente muestra una tendencia descendente. Y así existen otros ejemplos. En definitiva, se trata de un tema súmamente complejo sobre el que no existe ninguna respuesta concluyente.

    Segundo, sobre el IQ de las poblaciones negras africanas, éste realmente sí es sistemáticamente más bajo. Lo mismo sucede, curiosamente, con el IQ medio de la población negra estadounidense (si bien es superior a su vez a la media africana). Ahora bien, no caigamos en la tentación fácil de justificaciones raciales. De hecho, la APA sostiene que la información disponible apunta a que el menor IQ observado podría deberse a deficiencias graves de nutrición durante la infancia, que dificultarían posteriormente el desarrollo ‘normal’ de las capacidades cognitivas básicas y no tan básicas. La causa de la diferencia sería por tanto biológica, pero estaría lejos de ser genética. No obstante, ésto nos remitiría al viejo debate sobre el origen genético-biológico/social-cultural de la inteligencia. No hace falta ser psicólogo para ver el grado de dificultad que entraña. Por otra parte, la APA se muestra completamente equidistante a este respecto, así que para los que somos profanos parece recomendable mantener la misma postura.

    Sobre la gráfica, en relación a lo que comentas, de hecho también resulta curioso que los países de la muestra parecen ‘agruparse’ entres categorías más o menos distinguibles. Cerca de la esquina inferior izquierda tenemos a los países africanos con bajo IQ poblacional y bajas tasas de ahorro (Gabón es la principal excepción, quizá por ser un país productor de petróleo y miembro de la OPEP). En el medio tenemos un grupo de países que no parecen mostrar ninguna correlación (desde Libia hasta Guyana, ¿puede ser que la mayoría de ellos sean países pequeños considerados paraísos fiscales o países productores de petróleo?). A la derecha quedan los países con un mayor IQ y mayor tasa de ahorro, con los asiáticos ocupando las posiciones más altas (y de hecho, algo despegados del resto).

    Con todo, aunque la gráfica resulte curiosa, nunca está de más que este tipo de relaciones siempre han de cogerse con pinzas. Además, como remarca @Maese Alcofribas, en todo caso la relación, aunque significativa, sólo describiría un 10% de la varianza muestral. Vamos, que es posible que los más inteligentes hereden la tierra, pero no parece que vaya a ser porque se armen de más paciencia más que el resto.

  5. Ramón Mateo dice:

    @José Jarauta,

    Hombre, el artículo no deja de ser un working paper y como tal no ha pasado el conveniente filtro de un peer-review, pero salvando eso, no, no creo que sea una broma. De hecho, el artículo no es nada heterodoxo. A fin de cuentas, sólo trata de enlazar las conclusiones de dos premisas relativamente bien asentadas en sus respectivos campos (relación entre IQ y preferencia temporal en psicología, relación entre tasa de preferencia temporal y tasa de ahorro en economía).

    Ni el silogismo que plantea es exhaustivo ni tampoco tiene por qué ser correcto. De hecho, como bien señalaba @Maese Alcofribas, si acaso, la relación explicaría un 10% de la varianza muestral, pero poco más. En ese sentido, los artículos que enlazas (los tres bastante interesantes) no son necesariamente excluyentes, o no totalmente, con la explicación que plantea Jones (puede que existan variables que afecten tanto al IQ como a la tasa de preferencia temporal, o que el vínculo entre ambas, de existir, no sea totalmente directo sino que opere a través de distintos canales, por ejemplo).

    Por otra parte, si el artículo me ha llamado la atención es más que nada por esa épica, con no pocos tintes proféticos, que se desprende de esa suerte de ‘choque de civilizaciones’ que plantea su modelo (en particular, respecto a los países asiáticos).

  6. Private Joe Bauers dice:

    Nada, que se nota que no habéis visto Idiocracy.

  7. Ferrim dice:

    Gracias al Maese y a Ramón por sus respuestas 🙂

    Toda la razón en el tema de la varianza, siempre he sido un zoquete con eso. Las barrabasadas que he llegado a hacer, incluso en algún examen, por no darme cuenta de que estaba pensando en varianza cuando lo que me daban era desviación típica, o al revés.

  8. José Jarauta dice:

    A. IQ and national savings rates

    .
    These estimates only available from 2003 to 2008…

    B IQ and Net Foreign Assets

    from 1970 to 2007..

    C. IQ and U.S. Treasury Holdings.

    ??????????

    http://mason.gmu.edu/~gjonesb/IITE.pdf

    Sinceramente, me parece increíble.

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