Economía & Política

Madrid y otras desgracias

5 Mar, 2012 - - @jorgesmiguel

Este artículo de El País sobre la capitalidad de Madrid y sus consecuencias tuvo cierta difusión ayer, y mi compañero Roger lo ha elogiado en Twitter. La verdad es que a mí me merece una opinión bastante menos favorable; así que, como luego decís que nunca nos llevamos la contraria, y como es tonto hablar en Twitter pudiendo pegarnos en Politikon como hombres, me ha parecido bien abrir el debate aquí.

Anoto algunas de mis objeciones sin entrar en un fiskeo completo del artículo. En primer lugar, hay un aire general de anacronismo en el texto, que juzga la Monarquía hispánica por los cánones de un Estado-nación moderno. A la vez, y de manera paradójica, está teñido de un psicologismo que remite a otros tiempos y otras ciencias sociales. Adjudicarle una capitalidad de siglos poco menos que a un capricho de Felipe II pertenece a lo que llamo la mentalidad del «Sultán bondadoso»: explicar las políticas públicas por la obra benéfica o maléfica de un solo agente. Esto es igual de ridículo ahora que hace cinco siglos. A mi juicio, el autor muestra una pertinaz confusión entre causas y efectos, y algunos de sus argumentos parecen poco más que lugares comunes de la Leyenda Negra que apenas se sostienen hoy.

El anacronismo de Molinas le lleva por ejemplo a decir que Felipe no quería nadie que le «hiciese sombra», obviando que el monarca moderno no es tanto el déspota omnipotente que la imaginación popular quiere ver hoy, cuanto un pedigüeño crónico que trata de sacar adelante su programa por encima de nobles, ciudades y otros grupos de interés; una figura ciertamente patética en ocasiones, necesitada de afianzar a cada paso las bases y fuentes de su independencia, y que ni siquiera en Francia gozará nunca de un poder real a juego con sus retóricas y sus escenografías. Recordemos la anécdota que refiere Sandoval en su Vida y hechos del Emperador Carlos V: el emperador, furioso por la negativa de las Cortes castellanas a financiar la cruzada contra el Turco, le dice al Condestable de Castilla que debería agarrarlo del cuello y tirarlo del balcón en que ambos están; Fernández de Velasco le responde con calma: «Mirarlo ha mejor Vuestra Majestad, que mas soy pequeño, peso mucho en Castilla». Con ocasión de
aquellas mismas Cortes exclamaría el propio Carlos, el rey más poderoso de Europa desde Carlomagno: «Ahora comprendo en verdad de qué poco poder dispongo». El destino trágico de la Monarquía hispánica y la tardía incorporación de España a la modernidad tienen, a mi juicio, bastante más que ver con el fracaso del absolutismo peninsular, encarnado en la figura de Olivares, que con el determinismo geográfico pop de Molinas.

En cambio, el artículo no se molesta en mencionar factores tan importantes en la historia de los reinos hispánicos como la Mesta, que condicionó el desarrollo económico y la fiscalidad hasta el XIX. Tampoco la presencia en Andalucía y Levante de los moriscos, que se sublevan en las Alpujarras durante el reinado de Felipe; ni la amenaza turca y berberisca, con amplias simpatías entre los citados moriscos. O que la Barra de Sanlúcar era ya un peligro para la navegación a mediados del XVI, que a Sevilla solo llegaban naves de poco calado y que en poco más de 100 años el tráfico atlántico se había movido a Cádiz, dejando a la capital andaluza en completa decadencia. (Por cierto que las otras dos candidatas a la capitalidad que aparecen en el artículo se rebelaron, qué casualidad, contra la Corona a mediados del siglo siguiente, en el momento más crítico de la Monarquía.)

A lo que sí alude Molinas es a una supuesta «milenaria sabiduría hispalense» que trae a la memoria aquella vieja -o viejuna, más bien- tesis del «senequismo» andaluz, tan querida y manoseada en tiempos de Franco. Sinceramente, parece bastante fantasioso pretender que situar la capital del reino en una breve isla de prosperidad -debida además a un monopolio estatal- en medio de un mar de latifundios, alejada de las ciudades castellanas sobre las que se cimentó la pujanza económica y demográfica de la Monarquía, y con los abundantes problemas de desarrollo y cohesión social que la región ha mostrado desde entonces, hubiera puesto coto al clientelismo ni mejorado un ápice la evolución institucional de España.


27 comentarios

  1. Gorgias Marat dice:

    En realidad el tipo ha mal interpretado un libro que a mi juicio es mucho mejor, el de España Capital París, y que trata de hacer una análisis histórico de las consecuencias de hacer un sistema de transportes radial en España.

    Quizas hubiera sido preferible haber tomado como capital alguna ciudad de Castilla un poco mejor situada geográficamente que Madrid Pero eso ya es otra historia.

  2. El Burgués dice:

    Bravo, ya era hora de que alguien lo dijera. Olivares, el Richelieu español que tanto hubiéramos necesitado.

  3. Ander dice:

    De acuerdo sobre el flojerio del articulo, me suelo esperar apoyos a cosas más solidas por parte de Roger.
    Ya lo dije en twitter: Como todo el mundo sabe, Suiza es ese país tan atrasado por culpa de su falta de acceso marítimo y complicada orografía.

  4. Jorge San Miguel dice:

    Es que nadie está diciendo que las peculiaridades geográficas de España no hayan influido, por supuesto. Incluso lo apunté por aquí. Está claro que las difíciles comunicaciones entre la Meseta y el litoral han contribuido a la mala integración de los territorios y al subdesarrollo económico, lo mismo que la ausencia de puertos naturales abundantes, de ríos navegables, etc, etc. Pero de ahí a la ciencia pop del artículo hay un buen trecho.

  5. Anónimo dice:

    […] interesante en http://politikon.es/neoconomicon/201…as-desgracias/ Responder Con […]

  6. Alatriste dice:

    Burgués, te recomendaría «Richelieu y Olivares», de John H. Elliott. Un magnífico libro sobre las carreras de los dos personajes, que se parecían bastante más de lo que se suele pensarse y no solo porque Olivares se pareciese al cardenal, también ocurre que las ideas tradicionales sobre Richelieu en buena parte no responden a la realidad.

    Luego, resulta difícil tomarse en serio un artículo que se contradice tan flagrantemente. Primero, «Las grandes empresas españolas que se han convertido en globales -Telefónica, Banco Santander, Repsol, BBVA…- son todas ellas empresas reguladas…», etc, etc. Dos renglones más allá salen a bailar Inditex, Mango, etc, gigantes de talla; si no son globales me gustaría saber a qué le llama «global» el autor.

    Sobre el tema de la capitalidad madrileña no se puede negar que es una excepción en Europa… pero lo que es una excepción es la montañosa geografía de la península. No existe ejemplo ni siquiera parecido en Europa de una masa continental sin un solo río navegable digno de ese nombre (y lo digo como quien ha estudiado el tema y ha pensado seriamente en escribir un trabajo sobre el trazado y la importancia de la red de ríos y canales de Europa en el transcurso de las guerras europeas durante los siglos XVIII y XIX)

    No se me ocurre mas que un mini-ejemplo con ciertas similitudes, Suiza. Y qué casualidad que en Suiza tampoco se desarrollara una gran ciudad, capital «natural», como Londres o Paris sino una serie de ciudades de tamaño mas o menos similar, Basilea, Ginebra, Berna, Zurich, que en Suiza también sean muy fuertes los patriotismos locales y que allí también sea amplia la diversidad lingüistica

    Y tengo que estar de acuerdo con Jorge en que tiene bemoles criticar la importancia de las decisiones del estado en la economía española y luego proponer como solución nada menos que Sevilla, cuya riqueza se debió precisamente a un monopolio otorgado por el estado, y en que salidas como la de la «ancestral sabiduría hispalense» son de una vetustez decimonónica…

  7. Carlos dice:

    Sobre el último párrafo:

    (1) Dices: «alejada de las ciudades castellanas sobre las que se cimentó la pujanza económica y demográfica de la Monarquía»

    Quizás la pujanza económica y demográfica se cimentó en las ciudades castellanas por la capitalidad de Madrid. Si se hubiera establecido en Sevilla el crecimiento podría haber sido vía ciudades andaluzas. ¿Qué determinó qué? ¿La capitalidad el crecimiento de las ciudades castellanas o las ciudades castellanas la capitalidad?

    (2) Dices: «con los abundantes problemas de desarrollo y cohesión social que la región ha mostrado desde entonces»

    Das por supuesto que la evolución hubiera sido la misma que ha tenido hasta ahora. Un poco la trampilla del «ceteris paribus». Desplazar la capitalidad hacia Sevilla creo que tiene una influencia suficiente como para hacer cambiar el escenario y su evolución (para bien o para mal, ese es otro tema). ¿Donde queda la path dependence?

    Por lo demás, interesantes críticas.

  8. Jorge San Miguel dice:

    «Quizás la pujanza económica y demográfica se cimentó en las ciudades castellanas por la capitalidad de Madrid.»

    No, porque era previa: venía de la Edad Media, cuando el comercio de lana permite el despegue económico de Castilla, comienzan las grandes ferias de Medina del Campo, etc.

  9. claudio dice:

    El propósito de la serie de artículos parece ser el proponer un nuevo modelo de crecimiento, una vez agotado el que se inició con la transición, cuyos objetivos se han cumplido.
    El primer artículo apunta a una característica del modelo español, que denomina ‘capitalismo castizo’, en el que opone empresarios, en el mejor de los casos acostumbrados a medrar en la corte, a emprendedores, cuya existencia se demuestra mayoritariamente periférica.
    Esta forma de empresario se explica por su aparición y crecimiento en una corte aislada, no ya de las corrientes innovadoras tanto de pensamiento como de desarrollo económico del resto de Europa, sino de las zonas más dinámicas del resto del país.
    Ese aislamiento parece deberse en buena parte a la propia localización geográfica de la capital, algo poco habitual en otros países que nos rodean.
    La consecuencia actual del modelo centralista, unido al ensimismamiento periférico, es la de una primacía política y económica de la capital, lo que hace que esa forma de ‘capitalismo castizo’ se convierta en la dominante.
    Ante todo lo anterior, la discusión de si la elección de capital fué capricho del monarca o resultado la impotencia de éste frente a la nobleza castellana, parece secundaria (en el marco de las intenciones del artículo), como la es la de qué hubiera pasado de haber contado con un Richelieu en lugar de un Olivares.
    En cualquier caso, todo lo que sea alejarse de explicaciones personalistas no hace sino apuntar a la incapacidad de Castilla para crear una nación moderna, carencia que aún estamos pagando hay día y que constituye el marco en el que cabe incribir la crisis actual del país, y no sólo la económica.

  10. Jorge San Miguel dice:

    «sino de las zonas más dinámicas del resto del país»

    Es que ese es uno de los anacronismos del texto: en aquel momento no lo eran. Le podemos pedir muchas cosas a Felipe II, pero el buen hombre no tenía por qué saber que se inventaría la máquina de vapor y se haría la Revolución industrial.

    Y, en cualquier caso, desde el punto de vista de esa intención de la serie que mencionas, centrarse para empezar en una tesis tan discutible y tan débilmente argumentada como la de la capitalidad me parece que no aporta gran cosa y distrae más bien del análisis relevante.

  11. Francisco dice:

    Una pregunta, que quede claro que no lo afirmo porque no lo se.

    España en aquella epoca era sobre todo una potencia militar, y los ejercitos eran en gran parte castellanos.

    ¿No era Madrid un sitio «razonable» donde situar el mando estratégico? En el centro, sin tener que pasar despeñaperros, los monegros, etc..

    Además de eso, estaba en el centro de «Castilla» que era quien se había metido en la conquista de America con más fuerza.

    De todos modos, yo siempre creí que Madrid llego a capital porque los reyes cazaban en el Pardo, al menos es la leyenda urbana más común.

    El artículo y eso del «capitalismo castizo» me suena a clásica charanga anti-madrid. Si a estas sagradas alturas el clientelismo va ser producto madrileño que Valencia, Extremadura, Andalucia, Galicia, Mallorca nos pasen royalties…

    Hay que joderse.

  12. Jorge San Miguel dice:

    Bueno, por entonces los ejércitos eran mercenarios y se levantaban para la ocasión -ni siquiera estaban acantonadas en un limes como en tiempos de Roma-, de manera que lo del mando estratégico no es muy aplicable. Por ejemplo, cito de memoria, pero creo recordar que para la expedición a Túnez de Carlos V la bandera se alzó en Barcelona.

    Lo que sí tiene sentido es situar la capital en un lugar alejado de las fronteras y de una costa que estaba aún expuesta a piratería y ataques -por ejemplo, Cádiz estuvo un mes entero en poder de los ingleses a finales del reinado de Felipe II-; así como de posibles focos internos de rebelión. También creo recordar que un problema cuando estallan las sublevaciones de Portugal y Cataluña con Felipe IV es que apenas había tropas disponibles en Castilla. Hay que entender (y el artículo parece que no lo hace) que el territorio no estaba integrado entonces como lo está en los Estados-nación actuales: las ciudades seguían amuralladas, cerrándose cada noche y aislándose del territorio circundante y entre sí, y no todo el territorio del reino gozaba del mismo grado de control por parte de las autoridades.

  13. amalricnem dice:

    yo me quedo conla idea de que madrid es una excepcion en europa y que no fue una decision afortunada.

    Haber puesto la capital en lisboa creo habria fijado a portugal en españa. Otra alternativa podria haber sido valladolid.

    Una valladolid capital con un canal imperial de castilla hecho en el momento adecuado hubiera sido un exito al menos economico.

    La opcion de sevilla o cordoba tambien es buena, ciudades con base economica y buenas comunicaciones.

  14. Jorge San Miguel dice:

    Pues yo no tengo eso tan claro, en absoluto.

    En primer lugar, que Madrid sea una anomalía. Ahí tienes Berlín, por ejemplo, en medio de nada. Y casi todas las monarquías europeas de la época trataron de construir una corte de nueva planta como base de su poder independiente, con mayor o menor éxito: Versalles, Potsdam, Hampton Court… Nuevamente, la idea de que la corte debiera ser una emanación de la sociedad o estar en comunicación directa con algo así como una «sociedad civil» es un anacronismo. Todavía a finales del S. XVIII las familias reales europeas vivían aisladas y protegidas por unidades de mercenarios extranjeros.

    En cuanto a la base económica de Sevilla -no digamos Córdoba-, era un espejismo, como digo en el post -dependiente además de un monopolio concedido precisamente por la Corona y no de ninguna «sabiduría milenaria» ni vibrante espíritu empresarial: desde siempre fueron multitud los comerciantes extranjeros, sobre todo italianos. A mediados del S. XVII entra en decadencia y para 1700 y pico es ya un cadáver económico y demográfico. Y las buenas comunicaciones no eran tales: el valle del Guadalquivir estaba separado de los focos económicos y de poder de la Península por un sistema montañoso despoblado y con un control muy tenue por parte del Estado, hasta el punto de que se ha asociado tradicionalmente al bandolerismo y la vida al margen de la ley.

    Por cierto que hay otra cuestión que tampoco aparece en el artículo: las Cortes y otras instituciones como el Consejo de Castilla. Cuando uno depende para su financiación de las Cortes de Castilla, tiene mucho sentido tener tu capital cerca (aunque quizás no demasiado) de las grandes ciudades castellanas; y muy poco llevártela al otro lado de Despeñaperros. Insisto: no interpretemos las decisiones del S. XVI a partir de la España del XIX y el XX.

  15. El Burgués dice:

    «el valle del Guadalquivir estaba separado de los focos económicos y de poder de la Península por un sistema montañoso despoblado y con un control muy tenue por parte del Estado, hasta el punto de que se ha asociado tradicionalmente al bandolerismo y la vida al margen de la ley.»

    No en vano, no es hasta Carlos III y Olavide cuando se intenta poblar Sierra Morena con alemanes para evitar el bandolerismo de la zona y mejorar las comunicaciones con la meseta.

    Si hubo que esperar dos siglos para que hiciesen eso, imaginad una capital en Sevilla, desfasada en cincuenta años por Cádiz y con deficientes comunicaciones con la meseta.

    Alatriste, me apunto el libro. Llevo tiempo queriendo leer sobre Olivares más en profundidad -¿quizás el personaje más infravalorado de nuestra Historia con Don Juan José de Austria?-, pero ahora apenas tengo tiempo. 🙁

  16. Eleder dice:

    A mí me encanta la parte en la que dice «El aislamiento de la élite gobernante propició que España se convirtiese en el bastión de la resistencia a la reforma protestante primero y a toda forma de progreso después». Claro, porque París fue la capital del protestantismo, gracias a la navegabilidad del Sena, supongo.

  17. Lole dice:

    Mmm, la argumentación geográfica de este artículo no está correctamente sostenida.

    Madrid está a 600 metros sobre el nivel del mar, bastante más que la mayoría de las capitales de Europa, pero la comparación no es válida, porque el relieve y forma del país tampoco es comparable con los demás países del continente.

    El estar a 600 metros no significa aislamiento geográfico. Hay sistemas montañosos importantes por doquier, pero también grandes superficies planas. Lo dice como si Madrid estuviese en medio de una cordillera recóndita. Cualquier otra ubicación de la capital tendría probablemente peores comunicaciones con el resto de la península.

    Madrid, con lo que se sabía en su momento, era una buena elección. En el centro de todo, lejos de fronteras peligrosas y con buen abastecimiento de agua todo el año. Que no es poco.

    Este artículo pinta la actual red radial como un capricho político que ha marginado otras alternativas como el Corredor Mediterráneo, supuestamente más accesible. ¿Realmente lo es? Pues no tanto, está plagado de cuellos de botella. Y a partir de Gandía, desde el punto de vista de la geografía física, ese corredor desaparece.

    ¿Que Felipe II no quería que ningún arzobispo le hiciese sombra? Nada que objetar. Estamos en el periodo de las monarquías centralistas fuertes. Por ejemplo, Enrique VIII de Inglaterra fue todavía más lejos: se erigió como cabeza de la iglesia.

    ¿Que la Corte siempre ha estado rodeada de pedigüeños oportunistas e improductivos? Sin duda.
    ¿Habría sido de otro modo en otra ubicación? Eso es pura especulación.
    Lo cierto es que cuando Suárez propuso desarrollos legislativos (Estatutos de autonomía) que reconocían poderes políticos en las CC.AA. a la burguesía catalana se le hizo el culo pepsicola, ante las posibilidades de controlar y por tanto chupetear fondos públicos.

    Porque en todas partes cuecen habas…

    Aún así, el artículo es interesante; da mucho que pensar. Pero no hay que tomárselo muy en serio. Las proyecciones sobre futuros alternativos suelen ser especulaciones fantásticas. Ejercicios vanales.

  18. claudio dice:

    En los comentarios, incluído el mío, me parece que tendemos a mezclar dos cosas: lo que tuvo sentido entonces y las consecuencias derivadas de ello. Es posible que el autor del artículo también lo confunda y de ahí venga, con razón, la discrepancia del Sr. San Miguel.

  19. Zhurrer dice:

    Muy de acuerdo con San Miguel. El artículo de Cesar Molinas me resulta pienso para independentistas.

    Sobre establecer la capital en la periferia… bueno, con turcos y berberiscos literalmente asolando la franja mediterranea, y los ingleses machacando la atlántica (ataques devastadores a La Corunna, Lisboa y Cadiz) pues ya me dirás.

    De hecho, yo creo que esa navegabilidad o cercanía a la costa era incluso peligrosa. El objetivo de la armada invencible era dar una estocada letal a Londres para que cayese el resto del país, y París se libro de ser ocupada por los tercios, que la tenían a tiro de piedra, en un par de ocasiones y de puro milagro.

    Yo creo que el factor seguridad era realmente importante y casi se le menciona de pasada en el texto.

  20. Colbert dice:

    Yo iría más atrás en la Historia para ver la raíz de los problemas de la evolución económica (y política) española: a la reconquista del sur de España y la asignación de toda la tierra en latifundios de una camarilla de familias nobles, órdenes militares y religiosas.

    Un what if: ¿Qué hubiera pasado si Carlos V o Felipe II se hubiera enemistado con la Iglesia como Enrique VIII en Inglaterra, y hubieran «nacionalizado» todas las propiedades eclesiásticas para luego subastarlas en lotes? ¿Podría un reparto más fragmentado de la tierra haber dado lugar a una evolución económico-política de España más a la inglesa?

  21. Fritz dice:

    Carlos V y Felipe II eran la Iglesia. Estaríamos ante un tipo de cuestión similar a esa de la que derivan gran parte de los problemas del artículo de Molinas, partir de un supuesto que va contra la realidad histórica del momento, vale decir contra la «naturaleza» de las cosas. Rebelarse contra Roma era cosa de impotentes, no de emperadores.

    Por mi parte creo que la historia contra factual puede ser interesante, pero sobre opciones históricamente viables, no sobre opciones simplemente deseables desde el presente.

  22. Roger Senserrich dice:

    Completamente de acuerdo con lo que dice Jorge en un punto: Olivares fue cuando la cagamos.

    Si los mercenarios alemanes y valones no les hubiera entrado un ataque de cagarrinas en Rocroi, para más señas, podríamos estar hablando del Felipe IV como el Rey Sol y el XVIII como el siglo francés. Es más, si en la batalla de Montjuic el idiota de Pedro de Fajardo y Pimentel (si, de ESA familia de Pimentel) no le hubiera entrado un ataque de cagarrinas, toda la historia de España post-Westfalia hubiera sido completamente distinta.

    Los franceses se escaparon de un pelo. Richelieu realmente estuvo cerca de estrellarse también.

  23. Raul dice:

    ¿Por qué Kemal Atatürk movio la capital de Turquía de Estambul a Ankara?

  24. Manuel dice:

    Creo que César Molinas se debe estar arrepintiendo del artículo de ayer.
    Arranca mal, incluso siente la necesidad de contarnos que nació en Barcelona. Una costumbre bastante cutre y reciente en España. A pesar de todo me reí bastante con algunos detalles simpáticos. No es mal tipo y me cae bien.

    En esta España hay mentalidades bastante más provincianas que en la de Felipe II y mucho de aquello que decía Gellner: «Todos los Nacionalismos arrancan con una gran dosis de Amnesia colectiva».

  25. dalelavuelta dice:

    Oh, que nostalgia: este es el típico tema de borrachera sofacil de mis tiempo de estudiante de políticas. De aquellas la conclusión siempre era que Felipe II debió de trasladar la capital a Lisboa para atar Portugal a la monarquía y que ello necesariamente hubiese supuesto que par asegurar la capital la corona hubiese invertido el oro americano en tener la mejor marina, y no en la gloriosa infantería, con lo que el control del imperio habría estado garantizado, la discusión siempre era si se habría perdido el imperio europeo o si eso incluso lo había fortalecido.

    En fin, para políticas ficción las discusiones que teníamos sobre si Franceses e Ingleses deberían haber dejado a la Alemania Nazi conquistar Polonia en paz, como ejercicios de demostración de la propia capacidad de elucubración etílica eran divertidísimos; lo que no entiendo es porque no ligábamos nada.

  26. Alatriste dice:

    Zhurrer, es que París no se libró. Alejandro Farnesio y sus tercios la ocuparon en 1590 y la mantuvieron durante años, aunque ironicamente llegaron como liberadores, porque Paris estaba sitiado por un ejército hugonote. Cosas de las guerras de religión del siglo XVI.

    Roger, Felipe IV era conocido como «El Rey Planeta». Lo de «Rey Sol» de Luis XIV fue casi con toda seguridad una imitación deliberada.

  27. Un granadino dice:

    Perfecto. Pero el problema del centralismo es un hecho por mucho que se diga, ya que la población natural esta en el mediterraneo y en el Cantabrico y la comunicación es bastante peor entre esas regiones que con Madrid, aunque no lo achacaria tanto a la monarquía como a Franco y su «gran» visión de España.

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