Ciencia recreativa & sindicatos & votos y votantes
Aunque España es probablemente el país con una dualidad más fuerte, no se trata de un fénomeno exclusivamente patrio. Hay, de hecho, estudios que hablan de estee tema para ver el efecto qeu tienen las reformas parciales del mercado laboral. Uno de los más conocidos es el artículo de 2007 de Boeir y Garibaldi.
El punto de partida del modelo de Boeri y Garibaldi es el estándar de la literatura sobre la protección del empleo de que la indemnización por despido tiene un efecto neutro sobre el empleo. El resultado de neutralidad es bastante intuitivo: si aumenta el coste de despido, se reducirán los despidos, pero también la contratación, de forma que en última instancia el nivel de empleo será relativamente estable (este resultado deja de funcionar cuando uno mete otros supuestos, pero en este modelo los vamos a obviar). Señalaré de paso que es también neutral sobre la remuneración del trabajador: lo que hace el empresario ante un coste de despido alto es ofrecer un salario menor al trabajador descontando la indemnización que tendrá que pagar en el momento de la extinción de la relación laboral, de modo que en última instancia la regulación del despido altera el perfil temporal de los pagos, pero no necesariamente su valor. En este modelo, el ciclo económico (el output) es exógeno y no depende del empleo. En un
entorno rígido las empresas «aseguran a sus trabajadores» absorbiendo las pérdidas en los malos tiempos manteniendo sus plantilla por encima del nivel óptimo («labor hoarding) que compensan durante los buenos tiempos con más intensidad en el trabajo. Esto encaja, en realidad, bastante bien con lo que se observan en la realidad.
Sin embargo, a Boeri y Garibaldi les interesa un modelo dónde el gobierno introduce un contrato con una indemnización por despido menor de forma no retroactiva. Empezando en un entorno regulatorio rígido, dónde el empleo responde poco a las condiciones cíclicas de la economía, una flexibilización del mercado laboral ofrece flexibilidad a las empresas, pero es flexibilidad en el margen, es decir, para las nuevas contrataciones. En cambio, la empresa no puede reducir ocmo le gustaría al conjunto de trabajadores que ya tiene contratados.
Como hemos dicho, lo que caracteriza a un mercado laboral flexible es que en los buenos tiempos tiene más empleo y en los malo menos que uno rígido. Por tanto, una reforma laboral de este estilo en un momento en el que la economía se empieza a recuperar (en este modelo se supone que el ciclo económico es exógeno y que la flexiblidad no es un shock de oferta) hace qeu la empresa contrate a más trabajadores, hasta el punto en el que los contrataría en un mercado de tipo flexible; en los «malos tiempos», en cambio, la empresa despide a estos trabajadores ya que los utiliza como elemento de flexiblización pero no despide en cambio a los trabajadores que mantienen un contrato rígido ya que su coste es mayor.
El patrón que emerge se ve entonces. Durante las expansiones, el nivel de empleo será similar al de un mercado laboral flexible y mayor que en uno rígido y durante las recesiones será aproximadamente igual al de uno rígido y mayor qeu uno flexible. En media, por tanto, el nivel de empleo será, por tanto, mayor. Además, como el output es exógeno, el hecho de tener un mayor nivel de empleo en media implica unamenor productividad (y menores salarios) y un nivel de beneficios más altos. Estos efectos se llaman «efecto luna de miel» porque solamente duran hasta qeu las empresas se adaptan al nuevo entorno regulatorio y los trabajadores rígidos son sustituidos por trabajadores con contrato flexible.
Si pensáis en los últimos 20 años de política de regulación del despido en España, esto es lo que hemos tenido. Los políticos han introducido reformas graduales, permitiendo «flexibilidad en el margen». Cuando las cosas iban relativamente bien y la economía europea tiraba de nosotros esta estrategia daba unos frutos como los que sugiere el modelo: el empleo crece hasta el nivel de una economía flexiblee porque hay más contrataciones. Al mismo tiempo, ni la productividad ni los salarios estaban en condiciones de subir demasiado. Sin embargo, los efectos de cada reforma resultaron ser transitorios ya que el stock de trabajadores fijos iba siendo reemplazado por trabajadores flexibles que seguían siendo mantenido como un stock de precarios que sirven de factor de ajuste. Cada vez que la economía iba más o menos bien, existían incentivos políticos fuertes para flexibilizar en el margen, el mercado con nuevos contratos y aprovecharse del efecto luna de miel que creaba sin exponer al desempleo a los
trabajadores fijos. En cierto sentido, es una dinámica que recuerda los modelos dónde hay inconsistencia temporal: cada nueva mejora del empleo necesita introducir un contrato nuevo para empujarlo hacia adelante, pero este efecto se siempre temporal y tiene efectos negativos sobre la productividad.
Mi sensación es que los incentivos de todo el mundo estaba alineados para que esto fuera así. Los empresarios se beneficiaban de la temporalidad como factor de ajuste y de los mayores beneficios que creaban. Los gobiernos podían colgarse sistemáticamente la medalla de que se preocupaban por el empleo y eso era electoralmente beneficioso. Por último, los sindicatos conseguían proteger a la masa crítica de empleados fijos que forman sus filas y al mismo tiempo transigían con la moderación salarial haciendo gala de responsabilidad nacional. Todo el mundo parecía estar haciendo las cosas bien para los de su gremio mientras se fustigaban por la precariedad pero no hacían nada para remediarla. En realidad, las dinámicas de la dualidad en el mercado laboral va más allá de este problema.
«Aunque España es probablemente el país con una dualidad más fuerte, no se trata de un fénomeno exclusivamente patrio.»
En realidad no lo es. El pais con dualidad más fuerte es Japón.
Lo que nos da un puzzle: ¿como consiguen su bajo desempleo?
La respuesta es: participación laboral femenina exigua, sindicalismo vertical, y flexibilidad salarial total a cambio de seguridad laboral absoluta.
Aún así el sub-empleo y la temporalidad se ceban con viejos y jóvenes. Y la parte «buena del mercado» (recien licenciados reclutados en universidades con notas de selectividad elevadas) lleva tiempo reduciéndose. Luego encima el sistema exige niveles feudales de obediencia a la empresa (y cero conciliación).
Nada es gratis!
Kantor, esoq ue comentas de Japón suena interesantísimo…
Alguna posibilidad de un artículo al respecto?
No, es bastante aburrido. En su lugar dejo los links:
Dualidad y empleo precario:
http://www.vwl.tuwien.ac.at/hanappi/Lehre/EPsem2009/Jones_2008.pdf
Flexibilidad salarial:
http://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2009/wp0997.pdf
Sindicatos y su papel en la cotencion salarial:
http://www.japanfocus.org/-John-benson/2938
Más o menos con una lectura en diagonal de las tres cosas, uno se hace una idea. Yo lo sabia por dos libros:
«¿Por que ha triunfado Japón?» de Mishio Morishima
«The Enigma of Japanese Power» de Karel van Wolferen
Mis dos céntimos, creo que bastante más accesible que los links de Kantor, pero con cierto fundamento:
http://www.kirainet.com/japon-despues-de-20-anos-de-crisis/
También lo había leído, y aunque alguna cosilla ingenua, estamuy bien. Pero Cives solo permite blogs revisados por pares…