Ciencia recreativa

La distribución de la renta explicada de mi hermano

5 Feb, 2012 -

En el post anterior he usado algunos conceptos como “distribución” o “redistribución” de forma un tanto libre y tengo la sensación de que la gente interpreta “redistribuir renta” como “aumentar la igualdad” o “ir hacia una sociedad más justa”, algo que no es necesariamente el caso y, según y cómo se interprete, puede hacer que uno se meta en un jardín metodológico. Por eso, en este post voy a intentar aclarar un par de conceptos sobre este tema, solo por preocupación de pedagogía.

Generalmente, se llama distribución de la renta (o de la riqueza, según si está uno midiendo un flujo o un stock) a como se asigna la renta entre una población. En la contabilidad nacional, hay varias cuentas que se ocupan de medir esto. En primer lugar, tenemos la Cuenta de Asignación primaria de la renta. La forma más directa en que se asigna lo que se produce en una economía de mercado es precisamente mediante intercambios voluntarios que ocurren en el mercado; las empresas producen y venden sus productos y con eso producen una renta y al remunerar los factores de producción (el trabajo, la tierra y el capital) esa renta se distribuye. Luego, tenemos una primera forma muy simple de entender de qué depende la distribución primaria de la renta: de los precios de los factores y de la dotación de factores que posee cada individuo.

Una segunda parte de la historia es que, generalmente, esa renta no queda intacta. Al contrario, normalmente hay modificaciones que ocurren ya sean a través de mecanismos voluntarios, ya sea a través de mecanismos obligatorios como el sector público. Esto es un aspecto que se ve reflejado en la cuenta de distribución secundaria de la renta. Los mecanismos obligatorios son, típicamente, las transferencias (subsidio de desempleo, etc) e impuestos. Esto es lo que solemos llamar “redistribución”: el efecto que tiene la modificación de una distribución de renta inicial.

Una vez que hemos entendido los canales básicos por los que ocurre la distribución y redistribución de la renta, jugar con ellos es muy sencillo; a la hora de evaluar el efecto distributivo de una medida uno tiene que entender cuál de los dos canales afecta y en qué medida. Por ejemplo, una faceta del sector público es trabajar como regulador, estableciendo el marco legal en el que ocurren los intercambios de mercado. El efecto de una modificación de este marco es modificar los precios de los bienes y los factores que se intercambian en el mercado y, en la medida en que de estos depende la distribución primaria de la renta, va a tener un efecto redistributivo. Pero lo que es interesante es entender cómo funciona el impacto sobre distintos grupos y para eso necesitamos algo parecido a un modelo.

Por ejemplo, en los modelos de comercio neoclásicos más simple del tipo HOS –sobre cuya validez no me voy a pronunciar-, el efecto de una liberalización de la cuenta comercial para un país pequeño abundante en trabajo es, a corto plazo, que las empresas y trabajadores del sector que fabrica bienes abundantes en trabajo va a salir ganando ya que va a poder vender sus bienes, que son relativamente más baratos, en el extranjero mientras que el sector que fabrica bienes intensivos en capital va a salir perdiendo porque sus bienes van a enfrentarse a la competencia extranjera que va a importarse. A medio plazo, los trabajadores y el capital del sector intensivo en capital fluirán hacia el sector intensivo en trabajo con el efecto final de que el trabajo se habrá encarecido frente al capital de forma que los trabajadores habrán salido ganando y los capitalistas perdiendo. Asimismo, los consumidores serán capaces de consumir bienes intensivos en capital de países dónde el capital es más abundante que en el suyo (y
por tanto más baratos) y saldrán ganando.

Este es un ejercicio fácil de hacer en un modelo teórico simple: uno constata cuál es el efecto de una medida y como afecta a los precios relativos y a partir de ahí evalúa como cada grupo se va a ver afectado por la medida: las empresas de cada sector, los trabajadores de cada sector, los consumidores, etc… Típicamente, una intuición básica de economía política nos sugiere que en este ejemplo los perdedores netos (las empresas del sector intensivo en capital) del cambio se opondrán. Lo que intento sugerir es que si nosotros fuéramos capaces de entender cuál es el efecto con precisión -y para eso necesitaríamos un modelo cuantitativo calibrado, no uno teórico- es posible comprar su apoyo si colectivamente vamos a salir ganando todos.

Aunque creo no tengo que explicar como las medidas de imposición y transferencia afectan a los distintos grupos, hay una faceta menos obvia de la actividad del sector público que no he mencionado que es su actividad gastando dinero en empleos distintos de transferencias. Evaluar los efectos distributivos de la provisión de bienes públicos (aquéllos de los que puede disfrutar todo el mundo y de los que no se excluye a nadie) como la defensa nacional es complicado, aunque es obvio que distintas personas los valoran de forma distinta (la luz de una farola es un bien público pero andar por la calle con luz es algo que la gente miedosa valora más que la gente que aprecia el ambiente siniestro, por ejemplo.). Sin embargo, dado que hay relativamente pocos bienes públicos puros y que una parte importante de la actividad del Estado consiste en proveer servicios públicos como la sanidad, vale la pena subrayar que esto es algo que también tiene efectos distributivos. Al subvencionar la sanidad con el dinero de todos
los contribuyentes, uno está redistribuyendo de los contribuyentes a los consumidores potenciales de servicios médicos y este es obviamente un efecto no neutro.

Fijaos que aunque he estado hablando de redistribución no he mencionado en ningún sitio el término “igualdad”: estamos hablando sólo del efecto de distintos medidas e intentando ver como generan ganadores y perdedores, con la idea de saber quiénes son y hacer que unos compensen a otros. Personalmente, creo que es algo que no se subraya suficientemente a menudo. Tendemos a pensar en los conflictos sociales como conflictos entre ricos en pobres. Bueno, esto es un error. En la sociedad hay muchos conflictos “horizontales”; entre trabajadores fijos y temporales; entre generaciones; entre pequeñas y grandes empresas, etc… y esos conflictos aparecen de una forma u otra a nivel político. Las coaliciones no se forman exclusivamente sobre la base de la renta ni alrededor de la importancia que se le dé a la igualdad en términos absolutos.

Esto no significa que la igualdad no juegue un papel en todo esto. Además de la importancia que cada cuál con sus prejuicios ideológicos le pueda dar a esta idea, lo que es importante es que ésta juega un papel estructurando el discurso público. La igualdad es una norma, una idea a la que le damos cierto peso ético de forma pública, de forma que evaluar cómo afecta a la igualdad una medida es útil a la hora de formar consensos.

A la hora de entender cómo afecta una medida redistributiva a la igualdad –medida en términos de renta- es interesante ver si la medida es “progresiva” o “regresiva”. Cuando una medida no redistribuye, decimos que es “neutral”, pero el término “neutral” es más un concepto teórico que algo que se pueda observar en el mundo real otra cosa; a nadie se le escapa que cualquier medida va a redistribuir de una u otra manera. Concretamente, cuando un impuesto hace pagar más (menos) a la gente con renta más alta (baja) decimos que es progresivo (regresivo) y cuando un gasto beneficia en mayor medida a la gente con rentas más altas (bajas) decimos que es regresivo (progresivo). Pero, cuidado, las dos son medidas de redistribución: la idea de “redistribuir” es modificar la asignación primaria de renta.

Normalmente, hay muchos “policy mix” (¿conjuntos de políticas? ) que son idénticamente progresivos, pero que afectan en distintas medidas a la eficiencia económica y al crecimiento. Sobre todo, en lo que hay que fijarse no es tanto en la progresividad o regresividad de una medida concreta, sino del sistema en su conjunto o en como la afecta un conjunto de medidas. Al fin y al cabo, los individuos son más o menos indiferentes de dónde les vengan las cosas que consumen y eso es lo que (realmente) debería importar. Por eso, lo que planteaba en el artículo anterior es que se pueden hacer evaluaciones de impacto sobre la distribución de una medida concreta y aplicar otra que la compense para mantener la progresividad/regresividad del sistema intacta y que todo sea neutral desde el punto de vista “normativo”.


2 comentarios

  1. Vinas dice:

    ¿No sería «explicada A mi hermano»?

  2. La Economía Pública explicada a un estudiante de primero dice:

    1) La progresividad/regresividad no hace referencia a que los que tienen más renta/variable-que-corresponda paguen más o menos, sino que se sintetiza bien con la idea de que el tipo medio del impuesto crezca con la renta. En otras palabras, se asocia con desviaciones de la proporcionalidad. Ejemplo: el IVA es un impuesto que se concentra en las decilas más altas, que consumen más, pero no es un impuesto progresivo respecto a la renta, porque la proporción en la que se concentra en las rentas más altas es menor a la proporción en la que se concentra la renta. Más técnicamente, un impuesto es progresivo si la curva de concentración de la renta tras el impuesto es inferior a la curva de concentración de la renta antes de impuestos.
    2) Creo que te convendría, a tenor del erudito tono de tus posts, desemplovar la vieja economía del bienestar. Tiendes con asombrosa frecuencia a realizar recomendaciones («hay que», «deberíamos») basadas en las evaluaciones de hechos objetivos (en algunos casos, además, la evidencia empírica es controvertida) a partir de tus no explícitos juicios de valor. Esto ocurre, por ejemplo, en todo lo referente a cualquier reforma con ganadores y perdedores. En todo caso, esperamos ansiosos que te lances a la maravillosa arena del Journal Citation Reports.

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