Me acabo de enterar, vía la página de la LSE, de que Mark Blaug murió en Noviembre pasado.
Recuerdo con bastante cariño que su «The methodology of economics» fue el primer libro de metodología/filosofía de la ciencia que leí. Es un libro que ha servido de introducción al tema a generaciones de economistas (me hizo gracia descubrir una traducción al chileno en la estantería de mi padre) ya que contaba los desarrollos paralelos que habían tenido lugar en economía y en filosofía de la ciencia. El libro, en mi opinión, ha tenido una influencia mixta ya que aunque es sin duda una buena síntesis, ha hecho mucho por perennizar el falsacionismo ingenuo que predomina hoy entre (buena parte de) la profesión. Periódicamente, hay gente que se para a pensar lo que realmente está haciendo y cuando intenta abordarlo con la epistemología anticuada que hay en el libro de Blaug dice «I’m shocked, shocked!» porque sus modelos no son (ingenuamente) falsables. Esta confusión metodológica llevó a Blaug a
episodios retrospectivamente lamentables, como cuando después de fustigar (con algo de razón) el apriorismo de los austriacos, tras la caída del muro dijo que lo que hacían tal vez era lo más razonable. Afortunadamente, hoy hay un sucesor razonable al libro de Blaug que da una perspectiva algo más moderna y más amplia (aunque menos histórica): Reflections without rules de Wade Hands.
Pero sobre todo, Blaug es conocido por su arma contundente libro de historia del pensamiento «Economic Theory in retrospect». Es un libro que busca ver el pasado con los ojos del presente, reconstruyendo las teorías dentro de un marco común para poder compararla, en lugar de tomar un enfoque historicista. Así, es «curioso» e interesante ver reconstrucciones matemáticas o gráficas de la teoría del fondo de salarios o de la teoría de la tasa de ganancia descendente. Blaug deja claro en la introducción del libro que su enfoque es complementario al historicista. Personalmente, he intentado un par de veces leer el libro entero, pero sucumbí a los brazos de Morfeo y me tuve que conformar con el capítulo sobre Marx. Aún cuando mi favorito es otro, el de Blaug es probablemente el libro mejor considerado de historia del pensamiento,
Parece un interesante obituario, pero dejé de leer en cuanto vi lo de «traducción al chileno». Saludos cordiales