Hemeroteca Politikon - Expectativas racionales
Hace pocos días el Partido Popular de Madrid presentó una propuesta de reforma electoral para la Comunidad de Madrid, por la que se pasaría a establecer un sistema electoral mixto basado, por un lado, un tercio de los diputados (43) se elegirían en circunscripciones uninominales, en tanto que los dos tercios restantes (89) se elegirían utilizando el territorio madrileño como circunscripción plurinominal (es decir, como hasta ahora). En Politikon, de hecho, ya le hemos dedicado más de un artículo por cuenta de Roger, Jorge y Thiago, quien además hace notar que no es la primera vez que desde el PP madrileño se propone una reforma electoral (en el mismo año, incluso). Cada uno de ellos hacía hincapié en un aspecto distinto de la reforma. Así Roger habla de las ventajas de tener un diputado electo por distrito, Jorge del peligro que tiene en todos los sentidos elaborar futuribles, algo de lo que también advertí, y Thiago de las manipulaciones que pueden suceder bajo este tipo de sistemas.
Desde luego, no hemos escatimado en detalles. ¿A cuento de qué viene entonces esta entrada? Pues a que desde el PP de Madrid se me han adelantado, simplemente. Si recordáis la última tertulia de Politikon, nada más empezar comenté que, fijáos por donde, un día antes de que los populares lanzasen su propuesta de reforma yo mismo había hecho mi propia simulación de cómo habrían sido los resultados de las Elecciones Generales de 2008 y de 2011 de haber existido un sistema mayoritario basado en distritos uninominales. Lógicamente, como hacer ésto para toda España me habría resultado más tedioso de lo que sería capaz de soportar, elaboré la simulación únicamente para el caso de los diputados que se eligen por la Comunidad de Madrid (que además suele dar más juego al presentarse más opciones políticas).
Así pues, aunque el PP madrileño se me haya adelantado, con esta entrada me gustaría tanto desquitarme del tiempo que dediqué como, por qué no, discutir los resultados que se obtendrían con esta simulación particular, además de sus implicaciones. Aquí os dejo el documento con los datos y resultados de la simulación; tenedlo a mano, porque será sobre el que me basaré en lo que sigue. No obstante, antes de nada creo pertinente explicar someramente las hipótesis que subyacen a esta simulación (si no os apetece, podéis pasar directamente a los últimos párrafos):
1) Como podéis apreciar, no he contado todas las candidaturas que se presentaron realmente en cada ocasión. En 2008 cojo las de PP, PSOE, IU y UPyD; en 2011, a éstas añado la de EQUO. Esto lo he hecho únicamente con el fin de hacer más manejables los datos, nada más. No obstante, no es mucho lo que se pierde; la suma de todas las candidaturas no incluidas no llega en ningún caso al 5% en cada distrito, así que su desaparición no es que sea significativa. Eso sí, tened presente que todos los resultados están (muy) ligeramente sesgados al alza.
2) La configuración de los distritos electorales se corresponde con la que actualmente existe para el caso de los partidos judiciales, que a su vez se corresponde con la de las juntas electorales de zona. Dado que ambos tipos de demarcación se diseñan atendiendo a criterios muy similares a los que consideraríamos deseables a la hora de diseñar unos eventuales distritos electorales, esta elección parecía natural. Para evitar que el distrito correspondiente al municipio de Madrid estuviese desproporcionado he asignado a cada barrio de Madrid un distrito propio, algo que además se ajusta bastante bien a la media de población del resto de distritos. En total hay 41 distritos según mi sistema, 5 más que en la actualidad; aunque atendiendo al hecho de que, en el presente, el número de diputados elegibles por Madrid es algo inferior al que le correspondería proporcionalmente a su población, este ligero aumento de diputados supone incluso una mejora en dichos términos.
3) Como desventaja de la anterior elección de distritos, tenemos el hecho de que éstos no son homogéneos en términos de población. El rango de elctores varía muy considerablemente; así por ejemplo, en el distrito de Torrelaguna se habrían contabilizado alrededor de 15.000 votos, mientras que en el de Leganés se habría llegado a los 110.000 votos. Si suponemos que esta diferencia de votos se corresponde en escala con diferencias en población, puede verse que esta es considerable, quizá excesiva. Sin embargo, no se trata de algo catastrófico, en el sentido de que puede corrgirse en un momento dado; de hecho, la propuesta del PP de Madrid, ya que los distritos son homogéneos en población. Si cabe alguna defensa sobre esta carencia de homogeneidad, podría aducirse que, en realidad, los distritos no tienen por qué ser homogéneos; es más, puede que sea deseable que no lo sean.
Piénsese que, por ejemplo, unimos los distritos de Torrelaguna y de Torrejón de Ardoz de mi simulación para obtener cifras de electores más cercanas a la media. Ahora se elige un sólo representante en el nuevo distrito resultante de esa unión. La pregunta es, ¿qué candidato va a pasearse los municipios de la Sierra de Madrid si conque haga campaña en Torrejón de Ardoz y aledaños obtiene sencillamente más votos? La cuestión es que los votos que puedan agregar esos municipios de la serranía no son significativos en términos de resultados, o mejor dicho, es complicado que lo sean. Sin embargo, esos municipios se encuentran poblados, tienen necesidades propias en todas las áreas, etc. En general, esto viene a ejemplificar algo que ya ha salido anteriormente en otras discusiones: que los diputados no sólo representan a la población de sus distritos, también representan a sus distritos en sí mismos. 100 personas son 100 personas en todos lados, pero lógicamente, no es lo mismo
prestar servicios a ese centenar de personas cuando viven dispersas en un territorio de montaña agrupadas en pueblos de 10 habitantes con una separación de 30 km de distancia entre sí, que a ese mismo centenar de personas fuesen vecinos de la misma comunidad en el mismo bloque de pisos. Cabe pensar si la configuración de distritos debe responder a esa realidad tanto como a la proporcionalidad respecto a su población. Yo, personalmente, me inclino a pensar que sí.
4) En la simulación a dos vueltas, he asumido ciertas premisas a la hora de interpretar cómo se transfería el voto entre candidaturas (ruego que me perdonen de antemano los que no estén de acuerdo). Así, he considerado que en segunda vuelta todos los votos de IU en la primera vuelta pasan al PSOE en la segunda. UPyD es un caso algo más complicado, así que he contemplado las dos posibilidades: que los votos de UPyD se pasen bien al PP bien al PSOE en la segunda vuelta. Podéis encontrar los resultados totales para cada caso en el documento; no obstante, tanto en las señales que he incluído en el mismo como en el mapa que os ofreceré a continuación he tomado como referencia el supuesto de que los votos totales de UPyD se pasan al PP. Sé que es discutible, pero simplemente es una simplificación, al igual que lo es suponer que todos los votos se pasan en masa de una candidatura a otra; en ese sentido, podéis interpretar los dos posibles comportamientos de UPyD como una horquilla de
resultados posibles.
Una aclaración más. En línea a lo que comentaba Jorge Galindo, hay que tener cuidado a la hora de establecer simulaciones (yo mismo os hablé de las implicaciones de la crítica de Lucas en la entrada anterior). No obstante, en este caso el margen de error no es tan considerable como en el caso de simulaciones que contemplen un sistema electoral. Primero, porque nuestro actual sistema posee de por sí una proporcionalidad muy baja, por tanto, los cambios esperados en el comportamiento del electorado previsiblemente serían menores que en caso de ralizarse una simulación con un sistema proporcional puro de circunscripción única, por ejemplo; no obstante, en la Comunidad de Madrid la proporcionalidad es en particular elevada dado el elevado número de escaños elegibles. Segundo, porque aunque pasar de distritos plurinominales a distritos uninominales puede motivar ciertos cambios, en todo caso, es improbable que éstos tuviesen que ver con la aparición de nuevos partidos; en
todo caso, la tendencia de voto tendería a concentrarse entre dos o tres opciones políticas, nada más, si bien puede motivar la aparición de un elemento ajeno a nuestro sistema: los independientes. En definitiva, lo que quiero decir es que los resultados de la simulación son relativamente consistentes, dentro del margen de error esperable y de las posibilidades de cambios estructurales en los parámetros de decisión de los electores, claro está.
Aclaradas las hipótesis de partida, algunas indicaciones para entender los datos del documento. En el número total de votos para cada candidatura en cada distrito, una celda con un borde negro indica que esa candidatura habría obtenido la victoria en el distrito de tratarse de un sistema mayoritario a una sóla vuelta. Una celda coloreada (el color varía según la candidatura) indica que esa candidatura habría obtenido la victoria en un sistema mayoritario a dos vueltas. Como es de esperar, una celda coloreada y rebordeada indica que la candidatura gana por mayoría absoluta (más del 50%) en la primera vuelta, con lo cual, ni tan siquiera llegaría a celebrarse una segunda dado el caso. Ahora sí, os dejo el mapa de resultados que estabáis esperando. Se trata del correspondiente a las elecciones de 2008. No pongo el de 2011, simplemente, porque no es demasiado interesante: el PP gana con mayoría absoluta en todos los distritos menos en el de Puente de Vallecas, en el que gana el
PSOE también por absoluta. No es que resulte muy vistoso, vaya. Sin embargo, el del año 2008 sí que da más juego. Aquí lo tenéis:
Resultados de las Elecciones Generales de 2008 en Madrid por sistema mayoritario a dos vueltas sobre distritos uninominales. Los votos totales de UPyD pasan al PP en la segunda vuelta.
Como decía antes, este mapa refleja los resultados de unas hipotéticas elecciones de 2008 si se hubieran realizado sobre distritos uninominales y a dos vueltas; es decir, en cada distrito se presenta un candidato, los electores votan a su preferido y si ninguna de las candidaturas obtiene más del 50% de los votos, entonces se celebra una segunda vuelta entre las dos candidaturas más votadas. Los distritos coloreados de azul son aquellos en los que el PP ganaría en la primera vuelta con más del 50% de los votos; análogamente sucede en los coloreados en rojo para el PSOE. Seguidamente, los distritos que están rayados son aquellos que no obtienen ningún ganador en la primera vuelta y tienen que pasar a una segunda. En este caso, el color indica qué partido sería el ganador de esa segunda vuelta. Recuerdo, como dije antes, que en términos de transferencia de votos asumo que los votos totales de UPyD se pasarían al PP, aunque lógicamente no tiene por qué ser así. Bajo estas premisas,
de 41 diputados elegibles, 28 habrían sido para el PP y 23 para el PSOE. Estos resultados pueden contrastarse con los que en realidad sucederion en las elecciones de 2008 (suponiendo, claro, que ajustamos el número de diputados a 41 en vez de 36), donde el PP habría obtenido 21 y el PSOE 18, quedando los dos restantes repartidos equitativamente entre IU y UPyD. Las diferencias, aunque no son espectáculares, son significativas.
Por otra parte, si asumimos que de darse segunda vuelta, los votantes de UPyD se pasan en masa al PSOE, entonces los resultados serían de 22 diputados para el PP y de 19 para el PSOE (curiosamente, más cercanos al real ajustado). Por tanto, en general en un escenario a dos vueltas, el PP habría conseguido un resultado entre 28 y 22 diputados, en tanto el PSOE se situaría entre los 13 y 19. Y si el sistema fuese a sólo una vuelta, en 2008 el PP habría obtenido 30 diputados frente a 11 que irían para el PSOE. Como era de esperar, las diferencias en este último caso son más notables.
En cuanto a los resultados de 2011, cabe resaltar algunos aspectos interesantes. Si el sistema es a una sóla vuelta, el PP sencillamente arrasaría, obteniendo 40 diputados frente a 1 sólo del PSOE; cómparse con el resultado real ajustado de 22 frente a 11 respectivamente para cada partido, junto a 3 para IU y 5 para UPyD (y seguramente una eventual entrada de EQUO entre todos estos resultados). Sin embargo, a dos vueltas la cosa se pone interesante. Si los votantes de UPyD deciden respaldar al PP, entonces el resultado final no varía respecto a una sóla vuelta. Esta situación es probablemente la más lógica, no tanto por afinidad ideológica sino más bien porque en buena medida el voto en estas elecciones se ha modulado como voto de castigo hacia el PSOE, lo que hace más factible esta dirección. Ahora bien, supongamos que estos votos, por una casualidad del destino, se pasan al PSOE. En este caso, a dos vueltas el PP obtendría 23 diputados y el PSOE 18, es decir, unos
resultados muy similares a los de 2008.
De todo ésto se pueden derivar algunas conclusiones. La primera es que un sistema mayoritario con distritos uninominales a una sóla vuelta (también conocido como sistema pluralista, como el anglosajón) beneficia al Partido Popular, ya que suele ser la candidatura individualmente más votada en la mayoría de distritos. La segunda es que a dos vueltas las diferencias respecto a un sistema plurinominal, que es el que hay ahora, no son demasiado grandes; en todo caso, se pierde representatividad al desaparecer de escena IU y UPyD, algo que podría provocar su desaparición también de la vida política en el medio plazo. La tercera, pero no la menos importante, es la importancia decisiva que juega UPyD en las elecciones de 2011. Si el sistema es a dos vueltas, los votos de UPyD sencillamente pueden decantar la balanza en casi la mitad de los distritos. Este hecho situaría a UPyD en una posición de influencia que probablemente nunca esperarían alcanzar, lo cual, al menos en términos de
prerrogativas que podrían exigir y obtener por parte de los partidos, abriría nuevas e interesantes posibilidades.
Como siempre, nunca está de más aclararlo: esto es una simulación. Considerad sus resultados con moderación, y por supuesto, no lo intentéis en casa. Estáis avisados.
Quiero felicitarte por el esfuerzo, pero me imagino que tú mismo te habrás dado cuenta al ir haciéndolo, y lo dejas ver en parte del texto, que además de entretenerte un rato (y entretenernos) los resultados de una simulación son especialmente cuestionables en el caso de un sistema mayoritario (y por eso no es extraño que apenas las haya).
Me explico. Si, por ejemplo, a partir de los resultados de las elecciones generales hacemos simulaciones con distritos autonómicos, o nacionales, tenemos que decidir cómo repartimos los diputados (en el primer caso), o si usamos d’Hondt u otro sistema de reparto, o si ponemos un umbral mínimo de votos… Pero las circunscripciones vienen dadas, y la traslación de los votos actuales a la circunscripción autonómica o nacional es mecánica. Además, con matices, al pasar de un sistema de tipo proporcional a otro que también lo es, puedes imaginar que la gente votaría «parecido» sin alejarte mucho de un supuesto razonable.
Pero al simular un sistema mayoritario tienes dos diferencias fundamentales:
a) la hipótesis de que la gente votaría parecido es mucho menos creíble; luego el juego de «qué pasaría si la gente votase como en 2008 en un sistema mayoritario» pierde mucho de la gracia, porque el supuesto es mucho menos probable,
b) tienes que inventarte las circunscripciones y eso es simple y llanamente decisivo, como saben en Estados Unidos donde cada vez que cambia el censo los estados que pierden o ganan representantes se meten en peleas partidistas tremebundas para dibujar los mapas de los distritos (el famoso gerrymandering).
Incluso si pones una comisión técnica, no política, a hacer distritos de tamaño similar, más o menos compactos, y procurando que haya cierta coherencia geográfico-económica, puedes producir muchos mapas distintos.
Por todo eso el juego que haces es interesante pero en realidad, me temo que lo que se aprende «extra» respecto a lo que sabemos de antemano es poco, y no merece la pena mucho el esfuerzo.
Lo que sabemos sin hacer ninguna simulación es que en Madrid con resultados como los de los últimos años solo dos partidos sacarían diputados. Si fuera por mayoría simple el PP ganaría en casi todos los sitios, obteniendo una sobrerrepresentación muy grande, y si fuera a dos vueltas la cosa sería algo más equilbrada.
Con todo, si tienes ganas de seguir con simulaciones como estas creo que deberías usar distritos con población más similar. En un sistema mayoritario se intenta que haya cierta homogeneidad en ese aspecto, salvo quizá para zonas especialmente marcadas por geografía, historia… Eso podría ser, qué se yo, la zona de Sierra, por ejemplo, que tiene unas peculiaridades económicas y geográficas. Pero no sería aceptable por ejemplo, que Pozuelo tuviera un diputado, Leganés otro y el partido judicial de Móstoles otro, con votos (e imagino población en proporción) que suman 46.000, 107.000 y 168.000. Eso no sería admisible en ningún sistema electoral mayoritario.
[…] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Una simulación de un sistema mayoritario con distritos uninominales para Madrid politikon.es/expectativasracionales/2011/12/05/una-simula… por ogrydc hace 9 […]
Yo como votante de UPyD, jamás votaría al PP, ni por supuesto al PSOE.
Es una veleidad generalizar que un votante puede votar al Producto «A» o «B», y en su defecto a su correspondiente Sucedáneo o Marca Blanca «a» o «b». Y un brindis al Sol estadístico, que todos dichos votantes «cambiantes» lo hagan en bloque.
Y no sería una razón votar a uno para que no salga el otro. Ninguno de los dos. Ambos desde sus ámbitos de responsabilidad nos han traído a donde estamos.
¿Jamás votarías?
Pues me estás diciendo que, o tienes menos de 21 años, o que antes del 2008 no votabas;
porque si no, lo racional es que en la segunda vuelta votarás al partido que más te representa después de UPyD.
@malaprensa,
Gracias por tu comentario. Efectivamente, primero dices: «a) la hipótesis de que la gente votaría parecido es mucho menos creíble; luego el juego de “qué pasaría si la gente votase como en 2008 en un sistema mayoritario” pierde mucho de la gracia, porque el supuesto es mucho menos probable». Es cierto. De hecho, la aparición de este tipo de cambios estructurales en el modelo de simulación es algo de lo que hablé en la otra entrada a la que hacía referencia (no hay que olvidar nunca la crítica de Lucas). No obstante, apuesto a que el efecto neto total no se distribuiría de forma homogénea. En un buena número de provincias españolas, en la que tan sólo dos partidos se disputan los diputados elegibles, las decisiones del electorado se mueven bastante acorde a cómo lo harían en un sistema mayoritario pluralista (se vota al partido preferido como ganador).
En este sentido, las perturbaciones más importantes vendrían de mano de los electores que apuestan por formaciones minoritarias (en particular IU o UPyD). No obstante, si el sistema mayoritario es a dos vueltas, el error que pudiera derivarse por este tipo de formaciones es menor, dado que su electorado podría votar por ellos en la primera vuelta y posteriormente decantarse por un voto estratégico en la segunda. Precisamente, el voto estratégico es una tónica común en nuestros comicios dada la baja proporcionalidad del sistema; aunque en la provincia madrileña, todo sea dicho, el elevado número de escaños elegibles hace que la proporcionalidad sea mayor, y por tanto, se aleje de las pautas que acabo de mencionar.
Naturalmente, eso no implica que los resultados de esta o cualquier otra simulación fuesen necesariamente más ajustados a los que tendrían lugar en la realidad; eso sí, considero que, en todo caso, sí que serían más ajustados que los que podrían derivarse en una simulación sobre un sistema proporcional de circunscripción única (donde el voto estratégico desaparece, y esa es una diferencia importante).
Por otra parte, dices: «b) tienes que inventarte las circunscripciones y eso es simple y llanamente decisivo, como saben en Estados Unidos donde cada vez que cambia el censo los estados que pierden o ganan representantes se meten en peleas partidistas tremebundas para dibujar los mapas de los distritos (el famoso gerrymandering)«. Por supuesto. De hecho, es una de las posibilidades sobre las que advirtió Thiago. No obstante, en este caso Madrid como circunscripción también es peculiar, porque realmente habría que quebrarse mucho la cabeza para que los resultados se alterasen de forma considerable, si bien más en 2011 que en 2008. De todos modos, pretendiendo ser lo más neutral posible, por eso mismo opté por tomar como base la demarcación de los partidos judiciales. La propuesta del PP no me parece tampoco sesgada (o no de forma significativa) en lo que a la elección de distritos se
refiere. Es más, en línea con lo último que mencionas, creo que la propuesta de los populares es más acertada, en tanto respeta en mayor medida ese principio de homogeneidad de la población, algo que precisamente falta en la simulación que yo he realizado.
Por último, no está de más aclararlo, esto no deja de ser un ejercicio de política-ficción, y con fines no poco recreativos, todo sea dicho. Además, no me digáis que los resultados no quedan vistosos al verlos reflejados gráficamente en un mapa 🙂
@Albert,
Entiendo lo que planteas. No obstante, en la entrada ya advertía: «En la simulación a dos vueltas, he asumido ciertas premisas a la hora de interpretar cómo se transfería el voto entre candidaturas (ruego que me perdonen de antemano los que no estén de acuerdo)». Por otra parte, tampoco lo considero ninguna «veleidad». En un sistema a dos vueltas, si tu candidato preferido no sale elegido siempre tienes la opción de votar a tu segunda opción, o en última instancia, al que consideres «menos malo». Esto ni mucho menos supone una traición a los propios ideales. Muy al contrario, supone un buen mecansimo de agregación de preferencias que de otra manera no se tendrían en cuenta, sencillamente se «perderían».
Personalmente, no creo que alguien que se declara votante de UPyD, y que a buen seguro se encuentra bastante indignado por el hecho de que una buena cantidad de votos dirigidos a su formación preferida no se traduzcan en una representación efectiva, por otra parte rechace un sistema ideado precisamente para que sean menos los votos que queden sin representación.
Además, como también indicaba en la entrada, lógicamente si una candidatura no pasa a segunda vuelta, no es muy sensato pensar que todos sus votantes se van a pasar «en masa» a otra en una segunda vuelta; por eso mismo, puedes tomar los resultados ofrecidos por la simulación como los valores extremos de un intervalo de resultados, en los que el resultado final depende las preferencias de los votantes hacia uno u otro lado del espectro político.
Ahora bien, tampoco infravaloremos la posibilidad de que haya trasvases considerables y no aleatorios. En sistemas como éstos, el voto estratégico es muy importante, y en no pocas ocasiones se ha visto como bastante distritos se decidían en el último momento por el apoyo «oficial» que un partido desechado en la primera vuelta ofrecía a alguno de los candidatos en la segunda. En Francia de hecho es algo bastante habitual, y en este sentido, partidos como el centrista Movimiento Demócrata, el Partido Comunista Francés, el ultraderechista Frente Nacional o Los Verdes han decantado la elección más de un candidato. Y a una escala distinta, recuérdese sin ir más lejos aquella segunda vuelta entre Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen: es una muestra de lo que puede pasar cuando incluyes una segunda vuelta en una elección mayoritaria. He ahí el impacto del voto estratégico.