Otra semana, otra cumbre crucial de la muerte para la Unión Europea, con Merkel y su mariachi francés buscando la solución esta-vez-sí-definitiva al problema del euro. La idea central será, por fin, la creación de una unión fiscal verdadera para respaldar el oxidado andamiamo que sostiene la eurozona. Y, como de costumbre, los líderes europeos estarán luchando la última guerra.

Esto es así por dos motivos. Primero de todo, lo obvio: Merkel está bloqueando medidas urgentes para conseguir una reforma necesaria de tratados a largo plazo de su agrado. Aún entendiendo las reservas germanas, es una estrategia de negociación peligrosa. Lo urgente, claro está, es una intervención decidida del BCE para detener el pánico de los mercados y evitar que la moneda única se vaya al garate. Lo necesario es una compleja, lenta, farragosa e increíblemente delicada reforma de los tratados para asegurar que los países de la eurozona se portan bien y que Alemania nunca más deberá poner un duro para rescatar a nadie.

Lo surrealista de todo este proceso, claro está, es que Alemania realmente no tiene una posición negociadora demasiado estelar. Merkel está diciendo que si no hacemos lo que ella quiere (nota: esto no implica que lo que quiere no es razonable. Los alemanes tienen motivos para estar cabreados) Alemania dejará morir la eurozona, provocando dolor y sufrimiento económico masivo en todo el continente… Alemania incluída. Por mucho que los germanos comparativamente fueran a sufrir menos del hipotético desastre, me parece curioso que el resto de la UE no haya señalado que lo de Merkel es un farol. La «mano ganadora» ha sido siempre la autodestrucción del continente, y como peor es la crisis más severas serán sus  consecuencias. Cuando Grecia era el único país flirteando con el abismo, Alemania podía decir de forma creíble que no le importaba verlos despeñarse*. Ahora, sin embargo, su capacidad negociadora es ya muy limitada, sólo basada en la sospecha que quizás Merkel está realmente así de loca.

Tenemos por tanto el país central del sistema europeo desesperado por no meterse en un arreglo que le fuerce a compromisos fiscales ilimitados, pero a su vez con una posición negociadora básicamente insostenible. No hace falta ser un genio para darse cuenta que la cumbre no va a ser la clase de entorno que lleva a un debate sosegado, lo que me lleva al segundo problema: diseñar una unión fiscal es algo horriblemente complicado, y es completamente irrealizable en una semana, por mucho eurócratas que pongas a diseñarla.

El ejemplo clásico en este sentido son (como no) los Estados Unidos, y su larga transición de confederación en 1776 a estado federal en 1789.  La Unión Europea tiene, ahora mismo, bastante más poder que el Congreso Continental de los años de confederación, pero hay algunos paralelismos realmente obvios. El «semigobierno» central pre-constitución no podía recaudar dinero, sólo pedirlo prestado a los estados; todas las decisiones debían ser tomadas por unanimidad. Las deudas incurridas por estados y confederación durante la guerra de independencia fueron un motivo de fricción constante, y unos de los debates centrales al redactar la constitución (y, curiosamente, uno de los motivos por los que la capital está en Washington, «lejos de los banqueros». Si supieran). El proceso fue complicado, largo y fascinante, un auténtico ejercicio de equilibrismo que no acabó de funcionar y tuvo que ser resuelto eventualmente a cañonazos en 1862.

Para montar un sistema duradero, Estados Unidos necesitó trece años y las mejores mentes políticas desde Cicerón. Todo para unificar de forma efectiva trece colonias recién fundadas, que hablaban el mismo idioma y acababan de ganar una guerra juntas, que además tenían la ventaja de ser ya entonces uno de los lugares más prosperos del planeta. La eurozona, en cambio, va a intentar arreglar el pitifosio en un par de semanas y en medio de una crisis descomunal, intentando poner de acuerdo 17 estados que son como poco milenarios y tienen una larga tradición de liarse a ostias. Oh, y uno de los padres de la patria en esta cumbre será José Luís Rodríguez Zapatero, para que tengáis en cuenta el nivel.

Incluso si fuera posible crar un mecanismo fiscal creíble y  útil para la eurozona con un arreglo puramente tecnocrático, con un grupo de filósofos aislados del mundo escribiendo las tablas de la ley bajo el sagrado velo de la ignorancia, crear una unión fiscal sería complicado. ¿Con la enorme, monumental pila de lastres políticos del continente? buena suerte.

Lo que veremos, casi seguro, será una chapuza netamente europea. Alemania conseguirá que el resto de estados acepten una serie de arreglos fiscales extravagantes llenos de castigos draconianos y funcionarios prusianos tomando el control de tus cuentas a cambio de una intervención del BCE a corto plazo. Con suerte la eurozona será rescatada de su extinción, al menos de momento, con el banco central soltando leña e imprimiendo billetes.

El problema será, sin embargo, cuando de aquí una temporada (un año, dos años, Dios sabe) cuando Alemania se dé cuenta que el BCE sigue interviniendo, la periferia sigue haciendo lo que le dicen, pero el crecimiento económico no acaba de volver. O cuando un país de la perifería se canse de recibir órdenes, entienda que si pasan de hacer reformas nadie puede castigarles sin correr el riesgo de generar otra crisis, y los alemanes se den cuenta que los toman por tontos. O cuando la inflación aparezca, haciendo que los alemanes recuperen viejos fantasmas. O cuando los contribuyentes europeos se den cuenta que las reglas decididas en este cumbre han impuesto una política económica permanente, sólo revisable vía tratado.

Entonces será, con tiempo, cuando los europeos tenemos que plantearnos si queremos mover la zona euro hacia un gobierno federal serio, con mecanismo de ajuste para balanzas de pagos, impuestos europeos y un gobierno central que puede aplicar estabilizadores automáticos entre estados cuando sea necesario. Cualquier arreglo que Merkel sea capaz de pergueñar esta semana será, con suerte, lo suficiente creíble como para al menos dar margen de maniobra hasta entonces. La crisis política, desde luego, no acabará esta semana.


10 comentarios

  1. Bidatzi dice:

    13 años? Más bien 130 diría yo. En los años ’20 del pasado siglo el gobierno federal seguía siendo una minusculez que gestionaba un % del PIB como el que ahora se gestiona a nivel «federal» europeo.

  2. Gulliver dice:

    Las soluciones a medio plazo pueden ir desde el gobierno federal hasta la voladura controlada de la moneda única.

    La crisis del euro está haciendo que el europeísmo esté en uno de sus momentos más bajos y tal vez no haya voluntad política para una unión federal. La segunda opción no es descartable; a Suecia no le va nada mal fuera del euro.

  3. Vellana dice:

    Del 11 de octubre de este año.
    «Para todos aquellos que estaban convencidos que Zapatero iba a regalar Euskadi a ETA, liberar presos, traicionar víctimas y firmar la rendición de las armas españolas bajo el árbol de Gernika, es hora que empiecen a preparse para una decepción. »

    Para los que estaban convencidos de que el PSOE y ETA se dedicaban a filosofar sobre la correcta elaboración del txakoli, a leer los periódicos de ayer y hoy, sobre todo El País.

    Alatriste:
    «Bueno, que el PP sobre este tema mentía a cuatro manos fría y descaradamente, eso era vox populi,» Será del populus que habitas. Como seguro que leen la biblia progre, a ver con qué cara os quedáis estos días.

    Un besito, Alatriste.

  4. Francisco dice:

    Gulliver

    Yo creo que lo que está bajo es la consideración de los líderes europeos.

    Barroso, Van Rompuy, Lady «home sweet home» Asthon, Merkel, Sarkozy…

    No valen para nada ni creen en el proyecto.

    A mi la música de la izquierda alemana y francesa me gusta, creo que se puede resucitar la idea de europa y a la vez salir de este embrollo hacia un estado federal.

    El problema que tenemos es que los países que lideraron la UE están gobernados por derechistas sin fe federal, bueno, ellos y ZP hasta hace poco (dios mio).

    Pero puede que sea solo porque es lo que me gustaría, eso si.

  5. Unoquepasa dice:

    Yo es que soy más de Jefferson. 😛

  6. Roger Senserrich dice:

    Vellana:

    Ya vale con los off-topics. Al proximo, empiezo a borrar comentarios. Si sigues, el MARTILLO de BAN saldrá del armario.

    Gracias.

  7. Pero hay un par de cosas que pasas por alto. En primer lugar, estás hablando de 1776 frente a 2011. Los estadounidenses tendrían el mismo idioma, sí, pero comunicar los distintos puntos del país norteamericano por aquél entonces constituía un auténtico problema. No así hoy, cuando nuestros líderes pueden volar en un día a bruselas y leer a la mañana siguiente la manifestación ciudadana sobre lo que espera/opina que debería defender su presidente.

    Además, bueno, describes la relativa salud económica del país como factor para permitir un mayor margen de acuerdo;y es cierto, pero: ¿un mayor margen de acuerdo dinamiza el proceso? ¿o es más bien al contrario?

    Los líderes europeos deberían saber perfectamente que una mayor unión fiscal (en algunos aspectos, urgente) es la única salida a este agujero, y francamente, puede que creer que el próximo sábado se anunciará tal medida sea fantasioso, pero opinar que se trata de lo que podrían, y deberían hacer… francamente, creo que es el opinar más científico al respecto.

    El mayor problema es el que también señalas: la calidad política de nuestro tiempo, fruto de una era dorada que ha permitido un desgaste endógeno en, si no todas, la mayoría de democracias europeas.

  8. Javier dice:

    Es la primera valoración optimista sobre la situación pre-cumbre que he leído hasta ahora. La verdad es que me ha animado mucho.

    Tal vez no sea tan mala idea un balón de oxígeno de dos años si las decisiones tomadas el viernes dan tiempo de maniobra a Europa. Dos años es un mundo y, sobre todo, no es la ruina absoluta – que es lo que la mayoría de los europeístas esperan -.

    En dos años incluso pueden volver los socialdemócratas al poder en algunos puntos importantes, lo suficiente para implicar un poco más a los Estados en la construcción europea. Los conservadores están haciendo las reformas a regañadientes.

  9. Miguel dice:

    Yo es que no me fio mucho tampoco de la vocación europeísta de los actuales socialdemócratas. De los alemanes sí, pero ¿De los franceses? ¡Si se cargaron la constitución europea! Y todavía están defendiendo las 35 horas y la jubilación a los 60, y etc, etc…

  10. Javier dice:

    Creo que los franceses son secundarios. Si los socialdemócratas llegan al poder en Alemania, la situación cambiará.

    En cuanto a los franceses, sus socialdemócratas apoyan la adhesión de Turquía: creo que sólo con eso ya ayudarían bastante.

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