El penúltimo meme de la «sociedad civil 2.0» es Nigel Farage. El vídeo de su intervención ante el plenario de Estrasburgo el 16 de noviembre, difundido por algunos de esos líderes de opinión low cost a los que les aprietan los zapatos inevitablemente cada vez que salen de su área de conocimiento (suponiendo que tengan alguna), se ha convertido en viral. Se une así a otros grandes éxitos de la twittercracia, como Wikileaks -todo iba a cambiar, ¿se acuerdan?- o aquel #nolesvotes que ha culminado con una mayoría absoluta del PP y un 73% de los electores decantándose por uno de los dos grandes partidos. A la hora en que escribo estas líneas probablemente el pobre Nigel ya habrá pasado de moda y su lugar de honor en la democracia digital habrá sido ocupado por algún otro
demagogo, un gato que hace cosas graciosas o el enésimo subtitulado de El hundimiento. Pero no me resisto a hacer un comentario sobre el meme, su protagonista y lo que representa.

Nigel Farage no es nuevo en esto. De hecho, lleva 12 años en el Parlamento Europeo repitiendo exactamente el mismo discurso y es co-presidente del grupo Europa de la Libertad y la Democracia, bajo cuyo ampuloso nombre se cobija gente de tan buen rollito como la Lega Nord, los Verdaderos Finlandeses o el Partido Popular Danés. O sea, partidos nacionalistas y populistas que se balancean sobre la línea que separa el conservadurismo social de la extrema derecha y cuya concepción de la democracia tiene más que ver con el Volksgeist que con Habermas y Hannah Arendt. Curiosamente, el UK Independence Party de Farage es quizás el menos ultra -en términos relativos- de la manada; aunque, a pesar de los intentos del partido por emular a la
Lega y convertirse en catch-all, y como le recordó recientemente Barroso, este campeón de la representación popular no ha conseguido hacerse elegir para el parlamento de Westminster ninguna de las cinco veces que lo ha intentado. Él lo achaca al sistema electoral inglés, first-past-the-post, pero lo cierto es que, aunque en aumento, el electorado del UK IP apenas superó el 3% del voto popular en las últimas elecciones generales (mayo de 2010). En suma, y por retratarlo en un par de pinceladas, Nigel Farage, pro-mercado, con una idea escasamente étnica de la identidad nacional y un conservadurismo no demasiado estrafalario, encaja mal en los modelos de extrema derecha tradicional; pero -y él mismo se define como libertarian– se parece bastante a un cierto modelo de «liberal» populista de derechas del que últimamente han surgido numerosos ejemplos en España. Una ideología anti-política, anti-establishment a la vez que pro-mercado y socialmente conservadora que atrae a un
público de semicultos de clase media desencantados con lo que perciben como una deriva socialista y burocrática de las instituciones.

Pero como no se trata aquí de ensayar una destrucción de carácter -tampoco es que haya mucho carácter que destruir detrás de unas ciertas dotes de showman-, prefiero tomar a Farage como símbolo de una mentalidad que va hallando eco en la red y, quizás, en la sociedad española. Tal vez lo más gracioso, o alarmante, de este último meme ha sido la frecuente disculpa «ya sé que Farage es populista, demagogo, chovinista… PERO tiene razón». Como si no fueran precisamente el populismo, la demagogia y el chovinismo los motivos de que su vídeo se haya convertido en viral. Cuando empezaron a difundirse en internet los varios discursos que más tarde cristalizaron en torno al 15M, algunos ya avisamos de los signos preocupantes. Unos meses y dos victorias consecutivas del PP después, el previsible curso se va haciendo realidad: de la anti-política y el rechazo a los partidos hemos pasado al enemigo externo: la germanofobia -hoy mismo Forges nos regala esto; no es la primera vez- y, finalmente, la demagogia anti-UE. Poco importa, por aportar contexto a la diatriba de Farage, que Monti y Papademos hayan sido elegidos de manera impecablemente legal por sus parlamentos, y que Berlusconi y Papandreu hayan caído como caen casi la mitad de los gobiernos democráticos: por una pérdida de apoyos parlamentarios. O que ningún tribuno del pueblo 2.0 nos haya explicado aún por qué lo que vale para España no vale para Alemania -no pierdo la esperanza; mientras tanto, otro sondeo de ZDF. O que el apoyo al euro y al proyecto europeo haya sido masivo en España durante los años de bonanza, cuando los fondos de cohesión fluían, y aún sea mayoritario hoy (España aún debería recibir unos 35.000 millones de euros en el período 2007-2013).

Digamos ya que no faltan buenos motivos para ser euroescépticos. No tenemos ninguna garantía de que la construcción europea no vaya a acabar in tears, y el escepticismo en general es una actitud muy saludable en política. Las instituciones europeas no se diseñaron para la función que se ven obligadas a cumplir en la actualidad, y es dudoso que los Estados miembros tengan incentivos para practicarse la eutanasia y ceder la soberanía a la UE -o que esto, incluso si fuera posible, sea deseable. Pensemos que incluso una unión mucho menos diversa en casi todos los sentidos, los EEUU, pasó en su proceso de nation building por una guerra civil que dejó un millón de muertos. Y quien tiene oportunidad de observar el proceso político de la UE de cerca comprueba que, aunque los cargos se exageren, es cierto que las intenciones y los modos de actuar de la Comisión e incluso el Parlamento a veces están demasiado alejados de la realidad y de las preocupaciones reales de los ciudadanos. O que en el
Consejo tiende a imponerse una versión bastante cruda de la política de intereses y el do ut des. Sin embargo, y por desgracia, la mayoría de lo que se vende como euroescepticismo no es más que demagogia, chovinismo, pereza intelectual y materiales de derribo. Y el discurso de Farage, con su cháchara pseudo-democrática que ignora la legalidad y las instituciones y sus lamentables paralelos históricos, en la mejor tradición del periodismo holgazán tan bien retratado en este post de Kosmopolit, no es una excepción.

Como repetía siempre un profesor mío, uno de los grandes fracasos de la ciencia política ha sido no hacerse un hueco en los currículos escolares. Y esto, que vale para los principios generales, es particularmente sangrante en el caso del estudio de nuestros sistemas políticos concretos, en España y en Europa. Por supuesto, las instituciones tienen una amplia cuota de responsabilidad en este abandono. Con todo, no estaría de más que tanto ciudadanos como, muy especialmente, periodistas y los citados «líderes de opinión» se molestasen en informarse. Especialmente si tenemos en cuenta que, aun si bizantino, el sistema institucional de la UE es uno de los más transparentes del mundo, con toneladas y toneladas de información disponible en sus páginas web. Sería interesante conocer, como señalan en este post, cuántos de los que retuitearon el vídeo de Farage son capaces de distinguir
entre el Consejo y la Comisión, o saben en qué sede se produjo la intervención y por qué. Cuántos acertarían qué porcentaje del presupuesto de la UE corresponde a la administración, o cuántos funcionarios tienen las instituciones comunitarias, y si son muchos o pocos para una población en torno a los 500 millones de ciudadanos. Quizás con un conocimiento apenas un poco más profundo del entramado político europeo por parte de público y opinadores nos evitaríamos tener que escuchar las continuas y paradójicas acusaciones a la UE de ser al tiempo indecisiva y antidemocrática; como si un sistema institucional diseñado para que los Estados Miembros conserven siempre la última palabra pudiera ser enormemente operativo, sobre todo en situaciones de urgencia, y cuando son precisamente los gobiernos nacionales votados por sus respectivos ciudadanos quienes deciden en último término, junto con un
Parlamento que elige por sufragio universal el segundo electorado más extenso del mundo -tras la India- y donde tipos como Farage o Cohn Bendit pueden expresarse con total libertad. Como decía más arriba, hay suficiente incógnitas, deficiencias y problemas reales en el proyecto europeo para apuntarse a modas populacheras tras las que no laten sino las viejas pulsiones particularistas disfrazadas de empoderamiento ciudadano. Y, en todo caso, lo que ya es demasiado ridículo incluso para los cánones de la «democracia 2.0» es pretender encima hacerlo en nombre de ideales progresistas y de una democracia más plena.


25 comentarios

  1. Pablo dice:

    ¡Por Dios Jorge! ¿Cómo no va a saber la gente en que institución habla Farage?
    Está claro que es en la comisión! Ah no, espera, había mucha gente… ¡en el Parlamento! Bueno, quizá no tanta… ¿en el Consilium? ¡oh! quizá sea necesaria una clase de instituciones de la UE en los institutos!

    pd: lo que está claro es que deberíamos llamarlos Consilium y Council para evitar posibles equivocaciones.
    ppd: por supuesto al Consejo de Europa le cambiamos el nombre entero, que esto de que confunda al personal sin ser ni una institución de la Unión no mola un carajo!

  2. amalric dice:

    una de las funciones de la asignatura de educacion para la ciudadania deberia ser explicar los fundamentos de las ciencias politicas, como funciona la ue y el porque de los puntos claves de la constitucion.
    Si le añades unos fundamentos de economia tendras a la gente mas informada sobre temas fundamentales en sus vidas.

    Gran post por cierto

  3. Gorgias Marat dice:

    Os juro que antes estos de artículos eran la clase de cosas que me hacían preocuparme y que me ponían a lanzar diatribas contra el populismo y la gente del 15M. Ahora ya no, ahora me dan espontáneos ataques de risa. Mencionas a Habermas y a Arendt en el mismo párrafo que a la gente del 15M y me viene a la cabeza la imagen de la gente que participa en la comisión de amor y espirtualidad que se reúne a la izquierda del caballo y me empiezan a dar ataques de risa compulsivos. Mi familia empieza a pensar que tomo drogas, y yo les digo que no, que si no ven lo cómico de la situación que estamos viviendo. Llevas razón en todo el artículo, el problema es que ya no se puede hacer más que tomarnoslo con humor.

  4. Maknovista dice:

    No te falta razón, para que negarlo. Pero si alguien espera que el ciudadano medio se lea las 200 y pico páginas del Tratado de Lisboa con su apasionante narrativa ya puede esperar sentado.

    Porque la gente opina sin estar informada (de la UE, de cocina, de fútbol…) pero a veces parece que ‘Bruselas’ (por usar la guía de periodismo vago) no se molesta demasiado en explicar las cosas, a veces parece que incluso intenta esconder algunas entre las toneladas de artículos de cada tratado, al más puro estilo Sir Humphrey.

    Y claro, en documentos kilómetricos e incompresibles para el 99% de la población es facilísimo encontrar una o dos cosas con las que hacer populismo barato. Eso es más fallo de las instituciones que de los ciudadanos.

    Alguien me dijo una vez que el éxito de la Constitución Americana reside en que te la puedes leer entera mientras vas al baño a cagar. Apliquemonos el cuento.

  5. Kirilenko dice:

    No está mal, empezar un post con un ad-hominen sobre Farage de 51 líneas y cerrarlo con un hombre de paja rasgándote las vestiduras por la ignorancia general de gente que ni conoces.

  6. JCAbal dice:

    Reconozco que soy de esos que no tiene ni idea de como funcionan las instituciones europeas.
    Tengo que admitir mi vagancia, llegué a bajarme una copia del tratado de Lisboa, pero fuí incapaz de leerlo.
    ¿Podrías sugerir algún libro o artículo «digerible» sobre el tema?

  7. Lamidaeff dice:

    Este post está muy bien, pero echo de menos que hables de la PAC, ese engendro europeo ni de la prohibición de las ayudas de la UE que impiden que los pobres fabricantes de queso manchego puedan ser protegidos contra la competencia desleal de los fabricantes de yogur búlgaro.

  8. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Deconstructing Nigel politikon.es/neoconomicon/2011/11/26/deconstructing-nigel/  por Bercebus hace […]

  9. Juan Carlos dice:

    ¿que Monti y Papademos han sido elegidos de manera impecablemente legal por sus parlamentos? Solo faltaría, un golpe de estado. Pero para recordarlo, ¿en las últimas elecciones italianas que partido político incluía a Monti en sus listas? ¿en que puesto?
    Y disculpad mi ignorancia, no soy digno de escribir aquí.

  10. Unoquepasa dice:

    En vez de intentar leeros el Tratado de Lisboa, sería mucho más fácil entrar a la web de la UE y leer las descripciones que hacen de cada institución, bastante digeribles y fáciles de entender.

    Lo de Farage no tiene precio, y lo peligroso es que no sólo se está extendiendo entre gente próxima al 15M, sino a gente que podrías calificar hasta hace poco de «moderados».

  11. SuperSantiEgo dice:

    Vas a saber tú más que nuestros más destacados y reflexivos líderes de opinión. http://www.mimesacojea.com/2011/11/nigel-farage.html

  12. Consejos vendo... dice:

    Tiene su gracia que un twittercrático que intenta impartir doctrina por la red empiece un post de esa manera. No es muy distinto el autor de la persona a la que critica. Esta semana el chupacabras no ha debido decir nada llamativo.

  13. kanciller dice:

    El post es impecable y condensa a la perfección todo lo que pienso sobre el tema. Genial. Y sí Juan Carlos, Monti y Papademos han sido elegidos de manera impecablemente legal, te recuerdo que en las democracias parlamentarias votamos partidos no primeros ministros. Es más, si quieres saber las razones de que hayan tenido que recurrir a este procedimiento, simplemente fíjate en la inoperancia de sus antecesores en el cargo.

  14. kanciller dice:

    Y que gente en los aledaños del 15M saque este tipo de cosas demuestra que dentro de este movimiento popular hay mucho de tradicional anti-política desafecta. Un fenómeno muy español que ya apunta las diferencias entre los indignados y el OWS.

  15. Lo de Farage no es nuevo. Y no solo porque lleve 12 años en el Parlamento, como bien dices. Los tipos como Farage son viejos conocidos. Hablan desde instituciones en las que no creen y utilizan su atril para difundir su mensaje rancio. Farage es un euroscéptico, nada hay en él de la voluntad de convivencia que debe caracterizar este proyecto de “civilización” (en términos orteguianos) europeo. Representa esa “tendencia a la disociación” que, siguiendo con Ortega, es la “barbarie”. Lo preocupante es que el mensaje pueda calar. Farage sabe muy bien lo que se hace. Es un actor, un histrión. No aspira a ganarse a la opinión pública con un discurso racionalmente argumentado. Apela a las emociones, pues estas, y no el debate crítico, son las que mueven a la masa (Park).

    Parece que en Inglaterra le tienen calado, pero ya hemos visto cómo es capaz de encender a ciertos sectores-masa en España. Vienen denunciando el cercenamiento de la soberanía nacional (“lo llaman democracia y no lo es”), pero lo cierto es que esto parece, cada vez más, una hiperdemocracia. Si la democracia es un pacto por el cual la sociedad delega la toma de decisiones en unos representantes que, si bien tienen defectos, considera más capacitados para el gobierno; hoy asistimos al triunfo de una hiperdemocracia, escenario en que las masas parecen haberse rebelado y tratan de ejercer presión para imponer sus aspiraciones. Lo hemos visto en el 15m. Son grupos que florecen bajo el desconcierto de las crisis. Son masa y, como tal, la cohesión pasional de sus miembros, es muy fuerte. Tipos como Farage lo saben y tratan de rentabiliazarlo desde las atalayas de la convivencia en la que no creen. Veremos cómo sigue.

  16. Eduardo Martín dice:

    Me resulta curioso que el artículo se base casi en su totalidad en un extenso ataque a la persona del señor Farage, pese a que, como el mismo autor aclara específicamente, ninguno de los «demócratas 2.0» (término que no sé muy bien a quién englobaría) que han dado notoriedad a su discurso haya mostrado demasiada adhesión a su ideario pormenorizado o a su propia figura política. Por otra parte, al hablar de los nuevos primeros ministros griego e italiano, pasa de puntillas mencionando únicamente la escrupulosa legalidad del asunto. Seguramente el señor Papandreu podía haber dicho lo mismo de su referéndum (lo menciono únicamente porque el propio Farage se refiere al tema acto seguido de hablar de Monti). Plantear el referéndum es escrupulosamente legal, podía haber dicho, y con eso no hubiese aportado ningún argumento a lo adecuado o no de llevarlo a cabo, y a sus implicaciones políticas, económicas o sociales.
    Y una vez ha terminado con Farage, se embarca en otro ad hóminem, esta vez hacia los llamados «demócratas 2.0», los que lo difundieron, con una disertación a base de suposiciones sobre su conocimiento acerca de los organismos de gobierno de la UE. Lo raro es que sólo veas en Farage el discurso para semicultos desencantados.

  17. Jorge San Miguel dice:

    No, miren, el retrato que hago de Farage podría remotamente calificarse como ad hominem si los «argumentos» que exhibe en el vídeo no tuvieran nada que ver con ser quién es; pero es que tienen que ver. Mucho.

    Por otra parte, me gustaría ver en el vídeo y en los comentarios que he podido leer algún atisbo de análisis sobre «implicaciones políticas, económicas o sociales». Desgraciadamente, no las he encontrado por ningún lado. Sí discursos emocionales y demagogia.

    En cuanto a mis suposiciones sobre los que difundieron el vídeo, se trata, sí, de meras sospechas. Pero, para ser sinceros, tampoco es exactamente un «wild guess» pensar que alguien que enlaza una cosa así como si fuera un gran descubrimiento no tiene demasiada idea de cómo funciona la UE, ni de casi nada.

  18. polkillas dice:

    Copio de Mi Mesa Cojea: «El tipo en cuestión se llaman Nigel Farage, es de derechas y es euroescéptico. Y tiene razón.».
    Ser de derechas o euroescéptico no significa tener razón ni dejar de tenerla. Y que un perroflauta como José A. Pérez dé la razón a Farage tiene que significar algo. A lo mejor es que las demagogias se tocan. Pero a lo mejor es que en este momento la crítica que hace Mr. Farage puede ser válida. Y eso sería muy triste.

  19. Juan Carlos dice:

    Kanciller, tal y como he escrito, y bien decía el autor del post, la elección de Monti es legal. Es que solo faltaría. Pero que algo algo sea legal no significa que sea justo.
    Por supuesto que votamos partidos, pero no sé tú pero yo les voto en función de sus propuestas (que espero que intenten cumplir en la medida de lo posible) y de la capacidad de sus candidatos (entre los que doy por hecho que saldrá su candidato a presidente).
    Supongo que si mañana el PP decide que el candidato a presidente debe ser Rubalcaba le pueden dar el cargo y sería escrupulosamente legal pero un votante del PP se podría sentir estafado.

  20. XXX dice:

    El éxito de #nolesvotes con su objetivo es el mismo que el del lagartijo en su intento de acabar con la verdadera izquierda.

  21. claudio dice:

    Resulta que, cosas de internet, soy eso que llaman e-pal de un simpático inglés, votante del UKIP, con el que comento de tanto en tanto las cosas de la UE.
    Sin que se pueda generalizar, sí puedo afirmar que los motivos que aduce para ser contrario a la integración de su país en la UE se basan exclusivamente en la pérdida de soberanía nacional que ello representa.
    El hombre cree que su vida y la de sus compatriotas debe estar en manos de alguien a quien puedan votar y que las decisiones que puedan afectarles, como ahora en tiempos duros, mejor que dependan sólo de ellos.
    Supongo que es difícil explicar esta, como cualquier otra, posición política. El que en el Continente estemos más predispuestos quizás tenga que ver con nuestros Franco, Salazar, Hitler, Mussolini, etc. y la ocupación comunista. Igual, vista la cosa desde el único país que resistió a todas las formas de dictadura, las cosas se ven diferentes, se es más sensible a los riesgos de una unión económica con hegemonía alemana o, cuando menos, se las da uno menos de nuevo rico europeo que dice a todo que sí por miedo a parecer pueblerino. Muy probablemente Faragan hace demagogia con esos asuntos, pero ¿quién no? Lo que pasa es que sólo la vemos en los que la usan desde posiciones que no compartimos.
    Desde luego, explicar, o tan siquiera relacionar, la oposición a Bruselas (of all places!) precisamente por poco amor por la democracia o demasiado por las grandes empresas parece una broma que ni llega a la argumentación demagógica del amigo Nigel.

  22. […] contenido de la intervención de Nigel Farage es lo de menos. Lo que me interesa en realidad es este artículo publicado en Politikon, que a su vez hace referencia a este otro texto, una irónica guía para […]

  23. […] mientras que, como señalaba Jorge, nuestro país empieza a dar los primeros coletazos de euroescepticismo y germanofobia, siendo uno de los más entusiastas con la Unión. Allí donde parecía que había una “morada […]

  24. […] contenido de la intervención de Nigel Farage es lo de menos. Lo que me interesa en realidad es este artículo publicado en Politikon, que a su vez hace referencia a este otro texto, una irónica guía para […]

  25. […] en general no está pensado ni preparado para responder a una crisis como esta, algo que nos hemos cansado de decir […]

Comments are closed.