Hemeroteca Politikon - Expectativas racionales

La importancia de las reformas estructurales

14 Nov, 2011 -

Los economistas no paramos de hacer hincapié en la importancia de realizar reformas estructurales; mucho más ahora, que estamos en plena campaña. Sin embargo, para aquéllos que no estén familiarizados con la jerga económica, estos términos pueden sonarles completamente vacíos. ¿A qué nos referimos por reformas estructurales? ¿Qué efectos pueden tener sobre la situación económica actual? ¿Por qué precisamente es importante que este tipo de reformas se emprendan ahora? Tener una idea clara de estos temas es importante, sobre todo habida cuenta de que, en líneas generales, este argumento es el que impregna todo el programa económico de la campaña del Partido Popular, donde Mariano Rajoy no se cansa de repetir esa idea (tanto que a veces resulta algo cansino) de que hace falta «confianza para generar crecimiento en el futuro». No
obstante, ¿en qué se apoya dicha «confianza»? ¿Qué medidas deben emprenderse para que los agentes económicos alteren sus expectativas en el futuro y por tanto su comportamiento presente? ¿A través de qué mecanismos opera esta transformación?

Son todas estas preguntas, principalmente, las que trataré de responder en esta entrada, eso sí, desde una posición más general sobre el impacto de las reformas estructurales en tanto tal, en vez de centrarme en los efectos de una reforma en concreto (sobre el mercado de trabajo, la educación, o cualquier otra); no obstante, antes es necesario remarcar una característica importante de nuestra coyuntura económica actual, que no es otra que el hecho de que nos encontramos inmersos en una trampa de liquidez (en inglés, liquidity trap). ¿Qué quiere decir ésto? Una medida tradicional para estimular las economías ha sido reducir los tipos de interés; de esta forma se pretendía, por un lado, que el caudal de crédito hacia las empresas aumentase al reducirse los costes de financiación, y por otro, que las familias dedicasen una mayor porción de su renta al consumo dada la menor rentabilidad de sus ahorros. Este tipo de medidas es lo que se conoce como política
monetaria (expansiva, en este caso). Sin embargo, cuando los tipos de interés se encuentran tan bajos que se encuentran cercanos a cero, la política monetaria deja de ser una herramienta efectiva, dado que no pueden reducirse los tipos de interés nominales por debajo de cero. A ese límite inferior  para la fijación de los tipos de interés nominales se le conoce técnicamente como  zero lower bound (ZLB) y a la situación de tipos de interés reducidos y de inefectividad de la política monetaria que dicho límite genera es a la que se denomina trampa de liquidez.

¿Qué entendemos por reformas estructurales?

Aclarados estos términos, aclaremos ahora la justificación que se encuentra en el trasfondo de todas estas recomendaciones de reformas estructurales, en particular por el lado de la oferta, que no es otro que toda medida que incremente el producto futuro (por ejemplo, aumentando la productividad o reduciendo los márgenes de beneficio) genera un efecto riqueza que incrementa el deseo de consumir hoy y reduce el deseo de ahorrar. De esta forma, este tipo de reformas aborda el núcleo del problema que plantea un escenario de trampa de liquidez, que no es otro que la debilidad de la demanda de agregada y la dificultad (o inefectividad) de articular políticas que la estimulen. Este argumento se condensa en buena medida en este reciente artículo de J. Fernández-Villaverde et al. titulado Supply-side policies at zero lower bound [1], que recomiendo incondicionalmente (tenéis un resumen aquí). Desde un enfoque distinto éste es también el mismo argumento que emplea Krugman, por otra parte iniciador de la moderna literatura sobre trampas de liquidez, quien afirma que una caída de productividad futura puede ser la razón de que la economía se encuentre atascada hoy en un nivel bajo de su producto [2]; según afirma él mismo, así podría explicarse el estancamiento de Japón, motivado en este caso por el escaso potencial de crecimiento causado por el envejecimiento de la población.

Ahora bien, ¿qué podemos entender por reformas estructurales? Reformar las instituciones del mercado de trabajo, liberalizar sectores dedicados a servicios con el objetivo de incrementar la competencia, o mejorar la educación a todos los niveles son algunos ejemplos. Como es lógico, que se emprendan este tipo de reformas estructurales no implica en ningún caso que la política monetaria o la política fiscal deban dejarse de lado; al contrario, éstas pueden usarse de una forma coordinada. Así, la política fiscal puede enfocarse en el gasto público, bien sea en infraestructuras o bien en programas dedicados a I+D. En otro orden, no hay que olvidar que la estrategia de realizar reformas estructurales por el lado de la oferta, tales como las mencionadas, posee el atractivo de encontrarse siempre disponible, a diferencia de otras políticas. Piénsese por ejemplo en el caso de España o Portugal, ambos miembros de la Eurozona. Primero, teniendo en cuenta que ambos países ya no poseen su
propia moneda, no podemos tener muy en cuenta la política monetaria; en la misma línea, medidas tales como una devaluación competitiva, que podrían estimular la demanda agregada, se encuentran descartadas. Segundo, en un escenario con un elevado volumen de deuda con unos costes de servicio crecientes, en el que los países europeos afrontan un proceso de consolidación fiscal contractiva, la política fiscal se encuentra seriamente limitada (creo que no hace falta insistir demasiado sobre este punto). No obstante, incluso en ausencia de crisis, hay estudios que indican que el multiplicador fiscal puede tender a cero a medida que los países acumulan una mayor cantidad de deuda [2]. Por tanto, cuando las políticas monetaria y fiscal se encuentran fuera de consideración, emprender medidas estructurales puede ser la única alternativa posible. No está de más, por tanto, tenerlo siempre en mente.

¿Qué objeciones plantean este tipo de reformas?

Como era de esperar, ante este tipo de medidas también se presentan objeciones. La primera plantea por qué deberíamos embarcarnos en reformas estructurales, cuyos resultados son inciertos y quizá excesivamente pequeños, cuando tenemos a mano las políticas fiscal y monetaria. De hecho, la política monetaria podría incrementar el nivel de precios futuro a través del compromiso de generar temporalmente una mayor inflación  [4], que es a su vez un efecto similar al que podría conseguirse con el anuncio de transferencias monetarias futuras por medio de la política fiscal [5]. Esta afirmación es cierta; no obstante, puede ser que este tipo de medidas no estén disponibles en absoluto. Como dijimos antes, la política monetaria puede estar fuera de juego bien por presiones políticas (como sería el caso de un banco central receloso de aplicar una política monetaria expansiva por la razón que fuese) o por acuerdos institucionales (tal como lo sería una unión monetaria como la Eurozona).
Por otra parte, la política fiscal generalmente tiene escaso margen de maniobra (debido al propio juego político, a la mayor o menor capacidad de endeudamiento que tenga un país, a límites constitucionales, etc.). Por tanto, estas reformas estructurales pueden verse no sólo como un recurso adicional cuando no queda otra alternativa disponible, sino también como una medida complementaria que puede servir incluso para aliviar los efectos perniciosos que pueden implicar otro tipo de medidas. Así, por ejemplo, una reforma estructural que genere un incremento en la productividad futura puede traducirse en mayores ingresos para el erario, que a su vez pueden dedicarse a sufragar parte del servicio de la deuda pública contraída como resultado de una política fiscal expansiva, atenuando por tanto los efectos negativos de este endeudamiento.

La segunda objeción pregunta por qué enfatizamos la importancia de incrementos en el producto futuro cuando nos encontramos en una trampa de liquidez hoy. ¿No deberían los gobiernos intentar aumentar el producto futuro siempre, independientemente de que nos encontrasemos en una trampa de liquidez o no? Sí claro, pero sólo si estos aumentos fuesen gratuitos. Sin embargo, en general las medidas encaminadas a lograr estos incrementos son costosas tanto en términos políticos como económicos; no obstante, este tipo de medidas proyectan un rendimiento mayor en escenarios de trampas de liquidez. En este tipo de situaciones, no sólo tratamos de incrementar el producto futuro, sino también combatir los problemas de demanda presentes, de ahí su mayor atractivo.

En tercer lugar, una de las objeciones más importantes es que el incremento de la productividad presente puede deteriorar la coyuntura económica. Una mayor productividad hoy implica que la débil demanda actual puede verse satisfecha con incluso menos factores productivos, reduciendo de esta manera el nivel de empleo y, por tanto, agravando en muchos casos la espiral deflacionaria generada en las trampas de liquidez. No obstante, hay que tener en cuenta que la mayoría de incrementos de productividad tienen efectos permanentes (o al menos persistentes, tales como los propiciados por avances tecnológicos) y, además, éstos suelen tardar un tiempo en tener efecto (no sólo cuando se trata de tecnología, piénsese también en una reforma del mercado de trabajo). Por tanto, es poco probable que cualquier medida de reforma estructural tuviese algún efecto sobre la productividad presente. Además, si las reformas estructurales se enfocan en un frente distinto, por ejemplo a través
de medidas encaminadas a incrementar la competencia en el sector servicios, este problema deja de ser un riesgo a considerar. Eso sí, no todos están tan de acuerdo en estas dos afirmaciones. Así, desde su blog, Krugman afirma que: «By assuming that the payoff to supply-side improvements doesn’t come until the economy has already spontaneously emerged from the liquidity trap, and so these perversities are gone. The idea then is that consumers, rationally perceiving this future improvement, feel richer and spend more now. Oh, Kay. It might be true, although it depends on consumers being very well informed. I don’t know anyone (…) who does family budgeting based on perceptions about how reforms in tax law or labor regulation will affect incomes five years from now. But whatever». La crítica de Krugman es legítima, eso sí, quisiera puntualizar dos cosas. La primera es
que la crítica se enfoca sobre un supuesto, no sobre un resultado; por otra parte, no veo dicha posibilidad de anticipación que menciona Krugman tan descabellada como él, salvo que las tomes en términos tan estrictos que resulte ridículo. La segunda es que, si somos tan escépticos como Krugman en este punto, entonces tanto su propio trabajo (que he mencionado ya un par de veces más arriba) como alguno de los resultados más importantes de la teoría económica (en particular los contenidos en la teoría del ciclo vital de Modigliani) carecen entonces de sentido. Oh, Kay, como diría Krugman, pero supongo que eso ya son palabras mayores; quizá no para descartar su crítica, pero sí al menos para tomarla con más cautela. Krugman también afirma «The important thing is not to lose sight of the fact that what we have now is a demand problem. Demand, demand, demand». Eso está claro, pero, ¿no son este tipo de reformas precisamente una
alternativa para combatir esa debilidad de demanda especialmente en circunstancias donde otras alternativas no son posibles? Si eso no es tener en cuenta la demanda, como dice Krugman, ¿qué es?

Por último, la objeción más seria se refiere a si emprender reformas estructurales para generar incrementos de productividad futura son un instrumento de política económica realmente factible, o en caso afirmativo, de si estos efectos son lo suficientemente significativos como para tenerlos en cuenta. Aquí pueden plantearse dos argumentos. Primero, este tipo de reformas no persiguen aumentar la tendencia del crecimiento de la economía (algo que probablemente se encuentre fuera del alcance de cualquier gobierno). No obstante, el efecto riqueza generado por un incremento aislado del nivel de productividad sobre su valor corriente es suficiente a efectos de incrementos del producto como los que apuntamos más arriba, y ésta es una política mucho más realista. Segundo, las economías de países como España tienen muchas áreas ineficientes (el mercado de trabajo es el caso más sonado), por lo que el que se produzcan incrementos de productividad debido a reformas estructurales es mucho
más probable que en países como EE.UU. o en Reino Unido (al menos si hablamos de mercado de trabajo, como en este caso). Del mismo modo, aumentar el nivel de competencia en muchos sectores del conjunto de economías europeas que hoy se encuentran en cierta medida blindados también es una posibilidad a tener en cuenta.

Conclusión

En conclusión, hay que recordar que aunque tanto la política monetaria como la política fiscal pueden resultar útiles en escenarios dominados por trampas de liquidez, en el que los tipos de interés se encuentran cercanos a cero, emprender reformas estructurales puede ser también una medida útil, bien porque sea la única disponible, bien como complemento de las otras dos; en este último caso, de hecho, determinadas reformas estructurales por el lado de la oferta pueden ser hasta beneficiosas, en tanto pueden llevar a un aumento de la recaudación futura del gobierno que puede ser usada para paliar o compensar los efectos negativos de otro tipo de medidas. Aunque las reformas estructurales pueden llevarse a cabo en cualquier circunstancia, su atractivo resulta mucho mayor durante trampas de liquidez, precisamente porque a la vez que se persigue incrementar la productividad futura, también puede estimularse la demanda presente; por tanto, los efectos de dichas reformas pueden
ponderarse tomando en consideración estos dos objetivos, y no sólo el primero de ellos. Además, si bien es cierto que si estas medidas llevan a un incremento de productividad entonces la situación económica podría deteriorarse en vez de mejorar, hay que tener presente que los efectos de estas reformas estructurales no suelen manifestarse inmediatamente; por otra parte, si estas reformas van encaminadas a aumentar el nivel de competencia, y no la productividad futura, este problema desaparece. Para terminar, no está de más recordar que aunque las reformas estructurales pueden ser difíciles de implementar o aunque sus resultados puedan ser en principio escasos, hay países en los que el ámbito susceptible de reformas es mayor y por tanto el impacto de las mismas también puede ser más elevado, como sin ir más lejos, representa el caso del mercado de trabajo en España. Por tanto, la importancia de las reformas estructurales no sólo no debe desestimarse, sino que, al contrario, debe ser tenida ahora más en cuenta
que nunca, sobre todo en países como el nuestro en los que, tanto por nuestras propias circunstancias como por el contexto que supone el mantener una moneda común, nos limita a la hora de emprender unas políticas económicas autónomas. Quizá sea ésta la única forma de que podamos conducir nuestra economía al tiempo que, como creo que es deseable, podamos participar de un mismo proyecto común con nuestros vecinos.

_________________

[1] Fernández-Villaverde, Guerron-Quintana, Rubio-Ramírez (2011), “Supply-side policies at zero lower bound”, CEPR Discussion Paper No. 8642, Nov. 2011.

[2] Krugman (1998), «It’s Baaack: Japan’s Slump and the Return of the Liquidity Trap», Brookings Papers on Economic Activity, Economic Studies Program, The Brookings Institution, vol. 29(2), pages 137-206.

[3] Ilzetzki, Mendoza, Végh (2010), «How Big (Small?) are Fiscal Multipliers?», NBER Working Paper No. 16479.

[4] Krugman, loc. cit.

[5] Auerbach, Obstfeld (2005) «The Case for Open-Market Purchases in a Liquidity Trap», American Economic Review, American Economic Association, vol. 95(1), pages 110-137, March.


13 comentarios

  1. Galois dice:

    Añadir que en la coyuntura actual la realización de reformas estructurales supondría una bajada de los intereses a pagar por la deuda, y por ello un mayor margen fiscal.

    En todo caso hay que diferenciar entre hacer recortes y hacer reformas. Es algo que creo que la opinión pública (e incluso lo políticos) confunden. Y eso no es nada bueno.

  2. Ramón M. dice:

    @Galois,

    Completamente de acuerdo con ambas afirmaciones. Creo que la segunda es especialmente relevante. Los recortes pueden ser necesarios como medida transitoria, pero por supuesto ninguna política económica puede basarse exclusivamente en ellos. Nunca estará de más aclararlo.

  3. Manuel dice:

    ¿Entonces que opináis del próximo gobierno de Rajoy?

    ¿Será suficiente con las reformas que lleva en su programa o tendrá que maniobrar más pronto que tarde?

  4. No, no será suficiente porque su programa es más ambiguo que Nacho Cano. Ahora bien, todo depende de a quién ponga de Ministro de Economía. Y no por él, que también, sino por quiénes serán sus Secretarios de Estado y el correspondiente equipo técnico. Lo mismo vale para Trabajo.

  5. Nota: entiéndase «suficiente» como un grado de profundidad en cualquier tipo de reforma, no en la dirección liberal-conservadora (no neoliberal) que adora el PP. La cual, en su forma actual, no comparto demasiado.

  6. Ruben dice:

    El propio Fernández-Villaverde ha escrito en NeG que ese tipo de efecto riqueza no tiene ningún tipo de evidencia empírica. Así que cuidado porque es sólo una hipótesis derivada de un modelo, no un hecho. De todas formas es cierto que esa es la única vía disponible hoy en España en materia de política económica. Así que es lo que toca. Otra cosa es a nivel internacional (G-20 o UE) donde sí se podrían llevar a cabo políticas más activas.

  7. Zoroasthro dice:

    Muy buen artículo Ramón. Desde luego, el paper de Fdez – Villaverde et al. es más que oportuno. Plantear situaciones no convencionales (ZLB) y ver el funcionamiento de modelos bien desarrollados es necesario. Parece que a Greg Mankiw también le ha llamado la atención http://gregmankiw.blogspot.com/

  8. Manuel dice:

    #4 pues entonces será interesante abrir un hilo de posibles candidatos…

  9. Ramón M. dice:

    @Manuel,

    Efectivamente, es demasiado pronto para intentar valorar qué efecto pueden tener las eventuales reformas del gobierno de Mariano Rajoy. Como te dice @Jorge Galindo, no tenemos ningún programa económico a mano para analizar. En todo caso, Rajoy ha lanzado algunas propuestas de contenido económico, pero éstas en esencia se resumen a una rebaja fiscal para las PYMEs, ayudas directas a la contratación y bonificaciones a las empresas en función del empleo que generen. Y tampoco es que tengamos mucha información respecto a cómo se pretenden articular.

    De hecho, la única reforma estructural de la que he tenido constancia en el discurso popular ha sido esa anunciada «Ley de unidad del mercado», que en sí mismo sí podría encuadrarse dentro del tipo de reformas descritos en esa entrada; ahora bien, como no sabemos más que el nombre, tampoco podemos decir nada más.

    Sobre los posibles ministrables de Rajoy para la cartera económica del gobierno, naturalmente hay muchas quinielas. Como dice @Jorge Galindo, lo que suceda dependerá en buena medida de quién sea el elegido. Es probable que siga tu consejo y abra un nuevo hilo donde podemos echar un ojo a los candidatos y discutirlos un poco más en detalle.

  10. Ramón M. dice:

    @Ruben,

    Dices: «El propio Fernández-Villaverde ha escrito en NeG que ese tipo de efecto riqueza no tiene ningún tipo de evidencia empírica. Así que cuidado porque es sólo una hipótesis derivada de un modelo, no un hecho». Me permito remarcar tus palabras porque las considero súmamente importantes. Efectivamente, nunca está de más ir con precaución. No obstante, teniendo eso presente, en el artículo original el objetivo declarado de los autores es, primero, ofrecer una jusitificación plausible a este tipo de reformas, en el sentido de que sus efectos pueden ser más significativos de lo que se suponía, o al menos en determinadas circunstancias; eso es al menos lo que parece indicar el modelo calibrado que construyen. Estas reformas, como decía más arriba y vuelvo a recalcar, ni son ni tienen por qué ser consideradas o emprendidas de forma exclusiva, ajenas a las tradicionales política fiscal o monetaria. Muy al contrario, esta aproximación a las reformas por el lado de la oferta debe verse en todo caso como
    un complemento de las dos anteriores (dentro de una política económica coordinada) o, en última instancia, como la «segunda línea de defensa», como dicen los autores, cuando no queda ninguna otra posibilidad a la que recurrir, sea por la circunstancia que sea (a veces uno no tiene control de su política monetaria o el endeudamiento es tan grande que queda poco margen para la política fiscal, de hecho).

    @Zoroasthro,

    Gracias por comentar. Sabes que me encanta tenerte por aquí 🙂

    Gracias por la referencia al blog de Mankiw. Se ve que el artículo original de Jesús Fernández-Villaverde et al. ha tenido cierta repercusión. Tylwer Cowen también le hace una reseña en Marginal Revolution (favorable, como supondrás), y Juan Rubio Ramírez, otro de los autores, también lo comenta en Nada es Gratis.

  11. […] Por todo ello, si Rajoy sale y anuncia recortes ya, el efecto será visible pero temporal/marginal. Mejor que se centre en reformas estructurales. […]

  12. Información Bitacoras.com…

    Valora en Bitacoras.com: Los economistas no paramos de hacer hincapié en la importancia de realizar reformas estructurales; mucho más ahora, que estamos en plena campaña. Sin embargo, para aquéllos que no estén familiarizados con la jerga econó……

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