Mi amigo Jorge San Miguel me pedía el otro día que le explicara en qué consiste el problema de la inconsistencia temporal de los gobiernos. Mientras se lo intentaba explicar, me di cuenta de que, aunque es algo que para los economista resulta obvio porque estamos hartos de verlo explicado y repetido en todos sitios, está lejos de ser algo fácil de explicar y conocido incluso por una audiencia educada. Por eso en este post voy a intentar dar una explicación breve del problema.
Un ejemplo
El problema de la inconsistencia dinámica es muy general, pero creo que lo más razonable es exponerlo con un ejemplo y generalizar a partir de ahí. Supongamos que tenemos un señor feudal que tiene que decidir con qué parte de la cosecha de sus siervos se va a quedar, pero esta decisión se toma después de que los siervos hayan plantado, cultivado y recogido la cosecha. Además, para simplificar vamos a suponer que al señor feudal solo le interesa maximizar la cantidad de grano con la que se queda al final de ese año concreto. Algo que salta a la vista es que el esfuerzo que vaya a hacer el siervo (la inversión que vaya a realizar) va a depender de su expectativa de con cuánto va a quedarse el señor: si piensa que el señor feudal va a quedarse con la totalidad de la cosecha, probablemente no le salga a cuenta cultivar nada en absoluto y dedicarse a otra cosa, mientras que si el señor va a dejarle que se quede con toda la cosecha se esforzará al máximo.
Ya tenemos todos los ingredientes para explicar el problema de inconsistencia dinámica. La base del problema es que la porción de cosecha que el señor feudal va a cobrar es distinta según si tomara la decisión al principio del periodo o después de que sus siervos hayan hecho la cosecha. Ex ante, probablemente la porción óptima estará entre 0 y 1: si fuera 0, los siervos se esforzarían al máximo, pero no se quedaría con nada; si fuera 1, los siervos no trabajarían en absoluto y la cuantía de la recaudación sería también cero. Sin embargo, ex post, una vez que los siervos ya han recogido la cosecha, porción que maximiza la recaudación es invariablemente 1. Este es el problema de inconsistencia: el plan que el señor se había fijado inicialmente que era “óptimo”, es inconsistente con sus incentivos, porque lo “óptimo” ex post es no seguir ese plan.
En este ejemplo concreto, las consecuencias de esta inconsistencia son catastróficas: los siervos preferirán no cultivar en absoluto la tierra dado que saben a ciencia cierta que el señor les expropiará la totalidad de la cosecha. Y esto es catastrófico porque al señor le interesaría que se esforzaran y poder llegar a un acuerdo dónde no expropiara la totalidad y ambos, los siervos y él, consiguieran una parte de la cosecha.
El problema en general
Llegados a este punto imagino que la mayoría estaréis indignados porque mi ejemplo está construido a propósito para ilustrar algo así como que los gobiernos son malos y que en la realidad ni vivimos en la edad media, ni vemos este tipo de situaciones tan extremas. Me parece una crítica razonable y quiero responder a ella en la última parte del artículo, pero antes quiero ilustrar por qué el problema es en realidad muy general- de hecho, la gracia de que esto se haya investigado con modelos matemáticos es precisamente la de ilustrar que se trata básicamente del mismo problema con la misma estructura. Si no estáis interesados en las ilustraciones podéis pasar directamente al último párrafo de esta sección
Un primer ejemplo es el caso de un gobierno que quiere establecer un impuesto. Naturalmente en la práctica no vivimos en la edad media y los gobiernos buscan otra cosa distinta de maximizar lo que obtienen como recaudación de los impuestos. Lo que nos muestra el ejemplo anterior es que, en general, si el gobierno puede renegar su promesa inicial, entonces el gravamen de un impuesto será excesivo en comparación con lo que sería óptimo a priori.
Un segundo ejemplo es una regulación sobre propiedad intelectual. Sin un emprendedor decide invertir, lo hará para poder quedarse con los beneficios de esa inversión. Sin embargo, al gobierno lo que le interesa es que la innovación sea accesible al máximo de gente. Esto implica que hay una inconsistencia entre lo que el gobierno desea antes de que se realice la innovación (que el emprendedor tenga incentivos para innovar) y lo que desea después (desproteger la innovación).
Otro ejemplo es el que más literatura ha dado en macro que es el de la inconsistencia temporal de la política monetaria. Voy explicarlo de forma muy simplificada, así que no me tiréis los trastos a la cabeza llamándome monetarista. Suponed que el nivel de precios de la economía depende de cómo los trabajadores, empresas y consumidores interactúan en el mercado según como vean que están las condiciones de oferta y demanda. Los trabajadores mirarán la inflación y se preocuparán por mantener su poder adquisitivo y las empresas por mantener un margen sobre sus costes que les asegure unos beneficios suficientes. Todos estos agentes deciden qué precios van a poner. Pero a continuación el banco central decide cuanto dinero va a inyectar en la economía; si inyecta mucho dinero, la demanda de las empresas aumentará y estas reaccionarán subiendo sus precios y contratando más trabajadores. Para el banco central esto está muy bien si quiere mantener un equilibrio entre inflación y desempleo: obtiene un pequeño
aumento de la inflación y una gran reducción del desempleo. El problema es que los trabajadores verán que los han “engañado” porque, al subir los precios, ha caído su poder adquisitivo, de modo que en el siguiente periodo no solo pedirán salarios más altos para compensar la pérdida, sino que además anticiparán que el banco central va a engañarlos otra vez así que los salarios serán aún más altos. En esta situación, el banco central se va a ver ante una disyuntiva todavía peor: si decide mantenerse firme, el paro aumentará mucho, porque los salarios son excesivamente altos para las empresas; si decide acomodar las demandas, entonces la inflación subirá, pero el paro no caerá. La conclusión es que si los trabajadores esperan que el banco central se preocupe por reducir el desempleo, entonces tendremos el mismo desempleo pero más inflación y, por ello, por mucho que le importe al banco central el desempleo será siempre mejor actuar como si no le importara. La inconsistencia temporal reside en que, ex ante el
banco central preferiría poder comprometerse a mantener la inflación a raya, pero ex post no puede comprometerse a eso.
Una ilustración bastante actual del problema de inconsistencia temporal es el caso del endeudamiento público. Cuando un gobierno se endeuda, los mercados deciden cargarle una prima de riesgo que mide la probabilidad subjetiva que le atribuyen los mercados a que el gobierno no pague. El problema es que obviamente al gobierno le interesa siempre no devolver la deuda. Ex ante el gobierno querría devolver la deuda para que le presten a una prima de riesgo baja, pero ex post siempre querrá renegar su promesa. Esto afecta por ejemplo a la viabilidad de las políticas fiscales expansivas: un gobierno puede decidir correr déficit para estimular la economía, pero siempre que esto no suponga un coste de endeudamiento excesivo. Típicamente, el gobierno querría correr déficit hoy y consolidar mañana cuando las cosas vayan mejor. Esto sería lo óptimo, tanto desde el punto de vista de los mercados como del Estado. Sin embargo, si los mercados ven que la deuda se acumula, es probable que no crean en la voluntad de
consolidar las finanzas públicas mañana y por tanto carguen una prima de riesgo basándose en los déficit que vean hoy.
Con estas ilustraciones quiero exponer una conclusión bastante general de cómo entendemos el Estado y su papel en la política económica. Todos los ejemplos anteriores (hay bastante más) que el problema proviene del hecho de que el Estado tiene demasiado poder (más sobre esto luego). Si su poder estuviera limitado y pudiera tomar compromisos creíbles, entonces todos, incluido el Estado, estaríamos mejor. Pero lo realmente innovador en esta forma de pensar el problema del abuso de poder estatal es que no estamos hablando de un malvado señor feudal preocupado por explotar a sus siervos: estamos hablando de un Estado benevolente que busca el interés público por encima de todo. La demostración de que incluso un planificador benevolente perfectamente informado puede llegar a hacer las cosas mal es algo de una importancia fundamental.
Yo la inconsistencia temporal siempre la entendí con el tema de los secuestros. A priori el gobierno dirá que no negocia con secuestradores, para desincentivar los secuestros, pero una vez un secuestro se produce, más vale desprenderse del dinero que la muerte del secuestrado. El problema es que los secuestradores lo saben, y por lo tanto, secuestran igual.
Información Bitacoras.com…
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lo que me alegra de tu análisis, y me resulta un incentivo, es que aporta argumentos que apuntalan los míos. De él se puede deducir, mediante el añadido de algún supuesto adicional verosimil, que la situación actual nos puede conducir a óptimos sociales siempre que demos paso a un sistema de gobierno de democracia popular participativa (en la forma de un Estado Socialista). Paso a exponer:
1. Primer supuesto adicional: los mercados financieros tienen más poder que los Estados. creo que no es preciso que ponga ejemplos que apoyen este supuesto. Así, los Estados podrían asumir compromisos creíbles só pena de cese del flujo de crédito y expropiación de los bienes nacionales en el exterior; no sucedía así en el caso del poder omnímodo del señor feudal, por lo menos en principio [ver NOTA 1]. el compromiso asumido para la dotación del crédito hace del posible penalty un incentivo efectivo a la hora de que los gobiernos pidan aquel dinero en un primer periodo que sean capaces de devolver, y en un segundo periodo, ante la amenaza del penalty, de someterse al cumplimiento.
Luego, un estado benevolente perfectamente informado que sólo pueda pedir prestado en el exterior sólo puede obrar bien. (Naturalemente debemos suponer que va a pedir prestado durante infinitos periodos, pero esto no supone una merma en el realismo del modelo). Además, en este modelo la posibilidad de una política fiscal expansiva depende también de que los prestamistas –racionales- presten o no.
2. Un segundo supuesto que debemos añadir para deducir que el Estado Socialista es la solución social óptima es el supuesto de la Public Choice de que el gasto de los gobiernos de las democracias partitocráticas se ve afectado por el ciclo presupuestario. Creo que existen estudios empíricos al respecto. (Siempre hubo algo que me gustó en Buchanan; no es el típico liberar ramplón, prefiere tener calefacción de leña en su granja que depender de un gran monopolio de la energía, qué bonito! la lástima es que el común del populacho no puede vivir como él).
Podemos inducir en base a este principio la bondad de un Estado Socialista de la siguiente manera: Si eres un partido P, en el gobierno y parte de los votos que obtengas dependen positivamente de la cantidad que gastes en el último periodo electoral (recordemos que los electores para algunas cosas tiene memoria de pez) entonces resulta óptimo para el partido en el gobierno un gasto superior al óptimo en ése último año del ejercicio electoral. Esto supone un coste evidente ya planteado por la public choice.
3. (Y en continuación con el punto anterior, de forma deductiva) La capacidad de compromiso que tiene el Estado ante un prestamista externo brilla por su ausencia dentro del territorio nacional, en donde rige en plenitud el argumento de la inconsistencia temporal, por el que el gobierno incluso en el caso de prometer no endeudarse en exceso previamente (promesas electorales) podría perfectamente simular esa obligación o falsearla a posteriori (maquillaje fiscal + pirotécnia mediática), y dado su poder, en los períodos de reelección no cumpliría con la promesa e incluso podría simular cumplirla, endeudándose por cantidades que será capaz de devolver –recordemos la restricción externa establecida en el punto 1- pero que serán superiores al endeudamiento óptimo.
4. Si sumamos 1 + 2 + 3… ¿no es evidente que la opción óptima de un diseño político que tenga en cuenta la capacidad de compromiso de su gobierno es un Estado Socialista?
Doy por hecho que preferimos una democracia por lo tanto deberíamos considerar como óptimo un Estado Socialista con un funcionamiento mediante Democracia orgánica al modo cubano, con asambleas de barrio participativas y elección democrática de las bases del partido, que a su vez eligen a aquellos que gobiernan.
[NOTA 1] Están todos esos estudios de «dictator game» y «ultimamtum game» à la Kahneman & Tverski, en donde los agentes no se comportan de una manera completamente eogísta aunque les sería perfectamente posible por lo que ni siquiera en el caso del señor feudal sería de esperar un desastre absoluto. Es evidente que siempre hay alguien dispuesto a estropear la fiesta y el buen royo planteando problemas en torno al diseño de los juegos, e incluso respecto del proceso de inferencia de las relgas de decisión que implementan los agentes, pero mejor no les hagamos caso. Abajo gigerenzer.
[NOTA 2] Sobre adquisición de compromisos y principios para la acción me he inspirado en: Nozick, R., «The nature of rationality». Son deliciosas las partes incoherentes que resultan del intento de una explicación de los fenómenos sociales sobre unas bases exclusivamente racionales.
Partir de la inconsistencia temporal, de Hayek (‘Camino de Servidumbre’) y de Nozick para defender un Estado socialista no tiene precio.
Me has alegrado la mañana.
[…] post anterior he abordado la crítica de que en la realidad el gobierno no es un señor feudal que busca maximizar […]
¿Soy masoca si me gustan este tipo de posts?
[…] si el candidato gira radicalmente su posición y se re-orienta una vez ha ganado las primarias en una especie de inconsistencia temporal? El principal problema es que dejaría de resultar creíble a los ojos de las propias bases y […]