Leía el otro día esta entrevista a Daron Acemoglu en The Region dónde habla, entre otras cosas, de las transiciones a la democracia. Uno de los libros más importantes que se han escrito sobre el tema en las dos últimas décadas es probablemente su “The economic origins of democracy and dictatorship” que escribió con James Robinson. Le decía hace algunas semanas a un amigo que a Acemoglu se le podría aplicar una versión de la frase de Solow sobre Friedman de “Otra diferencia entre Daron y yo es que a Daron todo lo recuerda las tecnologías del compromiso. Bueno, a mi todo me recuerda el sexo pero intento mantenerlo fuera de mis papers”. Mi lectura de los escritos de Acemoglu sobre economía política es que todos se basan en la misma idea: entender las instituciones políticas como tecnologías del compromiso. Voy a intentar desarrollar un poco esta idea.
Todo sistema de reglas tiene ganadores y perdedores. Este supuesto está en la base de todo el aparato conceptual del grueso de la economía política seria contemporánea. Esto es algo que curiosamente es esencialmente de raíz marxista en este sentido: el proceso político es el mecanismo por el que distintos grupos sociales gestionan sus conflictos de intereses. Aunque la “visión trágica” o de que la “naturaleza es roja en diente y garra” no es exclusivamente marxista, la idea de que este conflicto es permanente, irreconciliable y que ocurre entre grupos sí. Digo curiosamente porque es algo que ni los marxistas ni los no marxistas son capaces de ver generalmente.
La idea básica de Acemoglu es que este conflicto que existe en la elección de las reglas que estructuran una economía (derechos de propiedad, sistema impositivo, etc) es la base para entender la elección de las instituciones políticas (que son el proceso institucional que genera estas reglas). Aquí entra una diferencia fundamental en su forma de entender el problema que es la disquisición entre el poder político de facto y el poder político de iure. El poder político de iure es aquél que tiene cada grupo dentro de un marco institucional dado. Una democracia con un sistema de elección de jueces muy conservador y un poder judicial muy independiente podría tener un sesgo conservador; una democracia con un sistema mayoritario puede mantener excluidas a las minorías; una dictadura militar hará que prevalezcan los intereses del ejército sobre los de los demás grupos sociales, and so on. El poder político de facto, en cambio, es aquél que ocurre al margen del sistema político establecido; por
ejemplo, el ejército tiene mucho poder político de facto por el hecho de tener las armas y cierta capacidad de influencia, de modo que en caso de haber una ruptura del sistema institucional, ellos tendrían las sartén por el mango.
La diferencia entre ambos es importante porque, mientras el poder político de iure es relativamente estable, el poder político de facto fluctúa mucho. Esto es así en parte por un problema de acción colectiva. Si pasado mañana yo quiero organizar una enorme manifestación para forzarle la mano al gobierno, es posible que tenga cierto éxito, pero típicamente ese poder será transitorio: mantener a la gente movilizada es costoso y difícil y los grandes movimientos típicamente ocurren en picos de cambio.
Para Acemoglu y Robinson esto es lo que permite explicar la consolidación de un conjunto de instituciones políticas. Pensad en una dictadura agraria –el ejemplo se puede complicar infinitamente, pero es solo para ilustrar la idea- donde el grupo que tiene el verdadero poder de influencia es el 5% de terratenientes, a costa del 95% de agricultores. Las instituciones económicas probablemente estarán estructuradas para favorecer a los terratenientes: dificultarán la movilidad de agricultores, protegerán la propiedad de la tierra, dificultarán la divisibilidad de las herencias, etc. En condiciones normales, los terratenientes han conseguido mantener un sistema para que su posición de poder sea suficientemente estable: consiguen ser moderadamente magnánimos con los agricultores para que estos no se sientan tratados de forma demasiado injusta, las cosas van soportablemente bien para todos y hay suficiente represión para que rebelarse contra el poder no sea viable.
Pero imaginemos que el poder de facto cambia de manos: viene una gran crisis económica que hace que los agricultores sufran el grueso de las pérdidas. En esta situación, organizarse e intentar subvertir el sistema es potencialmente más sencillo: cada agricultor sabe que los demás tienen el mismo problema y no va a estar solo: para mi tiene más sentido participar en una huelga si creo que la represión nos va a afectar más y por tanto es menos probable que se concentre en mi, y si sé que es más probable que tengamos éxito porque somos más. A la inversa, la cohesión de los terratenientes puede verse resentida; tal vez las pérdidas estén desigualmente repartidas, tal vez no tengan exactamente la misma percepción de la amenaza,… En esta situación hay un cambio del “poder político de facto”, desde los terratenientes hasta los campesinos.
La pregunta relevante es por qué, si lo que interesa a los agricultores es simplemente tener un sistema económico algo más justo, estos no se contentan con reformar el sistema económico. Al fin y al cabo, sería menos costoso para todos contentarse con una reforma fiscal, o un sistema de subsidios o algo similar que ayude a los agricultores. Algo interesante es la hipótesis de que, en caso de que esto sea posible será lo que veremos: si para los terratenientes fuera posible comprometerse a poner en práctica y mantener una reforma de este tipo, éstos podrían hacerlo; sin embargo, si no es posible, lo que veremos será un proceso de reforma política.
¿Por qué? La razón reside en la naturaleza transitoria del poder político de facto. Si al cabo de un tiempo la capacidad organizativa de los agricultores se vuelve peor y la cohesión de los terratenientes aumenta, típicamente estos últimos podrán renegar las promesas que hubieran hecho durante la rebelión. Hay un problema de “hold up” o de “oportunismo”. La única forma creíble de reformar el sistema económico a favor de los agricultores es reformando el sistema institucional que genera esas reglas: dejándolos votar, dándole poder político de iure. En la entrevista, Acemoglu explica lo ocurrido en las rebeliones árabes basándose en este marco: en la primavera árabe, más democracia significa también más justicia social. Esto es así porque las dictaduras árabes no eran, como dice, solo dictaduras donde la gente no votaba, sino dónde la oligarquía económica y la política eran básicamente la misma, es decir, el sistema político sesgaba sistemáticamente
las reglas a favor de un grupo de gente concreto.
Esto me lleva a la idea que me ha inspirado el post. Una de las miles de razones por las que la primavera árabe no tiene nada que ver con el 15 M tiene que ver a nivel profundo con esto. En España, los años de la burbuja inmobiliaria no han sido años de falta de democracia. No han sido años en los que políticamente una clase se haya enriquecido a costa de otra, en los que la clase política haya mantenido a un lado la demanda del pueblo o nada similar. Al contrario, han sido años dónde el paro ha caído, el empleo ha aumentado sensiblemente con la incorporación de miles de inmigrantes, las desigualdades han aumentado menos que en nuestro entorno y dónde la clase política se ha centrado en garantizar el derecho a la vivienda de la clase media –es decir, de la mayoría del electorado- a través de un conjunto de medidas obscenas desde el punto de vista económico (deducciones por compra de vivienda, facilidad para endeudarse, política urbanística, etc). Nada de todo esto se hizo contra la “voluntad del pueblo”, en
ningún sentido plausible del término, ni se habría evitado con “más democracia”. Esto me sugiere que la reivindicaciones político-electorales de la gente del 15-M, especialmente cuando pienso en los paralelos que se han hecho con la primavera árabe, totalmente equivocadas en su diagnóstico.
Ahora resultará que Egipto no ha crecido como un tiro y que no hacían elecciones.
«No han sido años en los que políticamente una clase se haya enriquecido a costa de otra»; una afirmación más que discutible. Muchos se enriquecieron con la burbuja inmobiliaria (bancos y cajas, constructoras, ayuntamientos y Administracione varias…). El problema, claro, es que no se trata de que la «clase» política se enriqueciera a costa del resto de la sociedad», aunque como bien dices sí se benefició de ella en forma de bajadas en las cifras del paro y aumento del número de trabajadores, lo que siempre es una excelente noticia si quieres que se te siga votando; no, este cuento no va sobre «guerra de clases»: va sobre guerra generacional.
Me explico: la burbuja inmobiliaria fue una inmensa estafa piramidal en la que aquellos que querían/necesitaban acceder a una vivienda (típicamente, lo jóvenes) fueron salvajemente chantajeados si querían accede a préstamos abusivos, mientras que un mercado laboral mal regulado provocaba que dichos jóvenes «disfrutaran» de trabajos precarios y mal pagados ¿Albañil? ¿Teleoperador? !Sin problema! Toma una hipoteca! Se puede decir que esta gente hizo mal en hipotecarse por tantos años y con trabajos tan mal remunerados, pero oiga, el trabajo parecía no faltar y no había otras opciones: el precio del alquiler está estrechamente ligado al precio de la vivienda.
Muchos( http://www.meneame.net/story/ano-2003-ministro-miguel-sebastian-advertia-ya-burbuja ) ya habían precedido el suicidio económico que suponía dicha política. Y sí, hubo quejas ( http://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_por_una_Vivienda_Digna_en_Espa%C3%B1as ); y sí, hubo manifestaciones ( http://www.elpais.com/articulo/economia/Jovenes/toda/Espana/reclaman/derecho/vivienda/digna/elpepueco/20071006elpepueco_1/Tes ), lo que indica que, al menos, una parte significativa de la población no estaba de acuerdo con la política de vivienda. Desconozco si se llevó a cabo alguna encuesta que permita saber hasta que punto la ciudadanía estaba conforme o disconforme con la política de vivienda, pero seguro que manejas mejor los datos del CIS que yo. En cualquier caso ¿se hizo algo para atender a las demandas de la población? No, claro.
En resumen: sí hubo una falta de democracia, y la sigue habiendo ahora; la diferencia, como en el norte de áfrica, es que los regímenes autoritarios se toleran mientras traigan con ellos la promesa de una mejor calidad de vida y una mayor riqueza (paradigmático el caso chino); en el momento que además de esclavitud trae pobreza a los tiranos se les da una patada en el culo.
Hombre popota, no irás a decir ahora que Egipto era una democracia modelo… Además, teniendo ese en cuenta, el hecho de que el crecimiento egipcio haya sido positivo en todo este tiempo viene a reforzar, no refutar, el mensaje de la entrada.
Perdona si me despeño, peor la conclusión que yo saco del post es que el movimiento 15M es profundamente reaccionario ante la democracia.
Como la democracia ha conducido a un status quo como el actual, el movimiento , acaso sin saberlo, reniega de ella y le exige un cambio hacia posturas más alejadas de lo que las clases medias desean.
¿Te he interpretado bien o es una lectura aberrante?
En todo caso, te aseguro que va sin mala intención.
En este blog está terminantemente prohibido usar el verbo «refutar» mientras que no se hable de lógica formal.
Muy bueno. En especial el último párrafo.
Efectivamente, el último párrafo es muy lúcido.
Otra de las miles de razones que hacen vomitiva y obscena la comparación entre la primavera árabe y el 15M son los más de cien muertos en Egipto desde que comenzaron las protestas. Entiendo que a esto alude discretamente popota con su símil «como un tiro».
Esta claro que no hay ningún paralelismo entre Tahrir y Sol, pero a la misma vez te equivocas en que unos pocos no se hayan aprovechado del resto (como dice «Las Botas Humeantes»). La diferencia es que en esos otros países la cosa estaba muy fea, por eso siempre digo lo mismo, si la cosa se llegara a poner muy fea socialmente(Dios no lo quiera) entonces el 15M triunfará, si la COSA va mejorando, pues el 15M se desvanecerá y quedarán en el olvido como unos románticos que hicieron ruido un día.
Cada vez que oigo/leo eso de que la vivienda en propiedad es una necesidad fundamental del ser humano me pregunto a qué cotas de miseria llegará la existencia en todos esos países donde vivir de alquiler no es un oprobio ni un signo de estar marginado de la buena sociedad. No quiero ni imaginarlo.
«entonces el 15M triunfará»
Hombre, primero habría qué dilucidar en qué consistiría una hipotética «victoria» del 15M. Dado que la mayor parte de las reivindicaciones son del tipo «carta a los Reyes Magos», es difícil de aventurar, pero así a bote pronto parece improbable que el Bien y la Justicia triunfen en abstracto y que todos los seres humanos sean felices y tal. En Egipto había una petición muy clara: que se largase Mubarak. Aquí creo que no lo han llegado a decir en esos términos.
No conozco la obra de Acemoglu pero por las ideas que expones no estoy de acuerdo con la forma que tiene de representar la naturaleza del cambio institucional y las dinámicas que influyen en el mismo. Tampoco estoy de acuerdo tu lectura de lo específico del marxismo. La no conciliación, creo que una idea similar también está presente en Schunpeter (y no es que lo haya leído, y perdón, pero por lo que he leído sobre sus ideas). Es lo específico del marxismo respecto del liberalismo, para el que el mercado reconcilia una vez llegado a un acuerdo de compraventa. Para mí lo interesante del marxismo es la idea del «fetichismo de la mercancía», y en esto sigo casi en todo e Zizek, cómo no. La problemática de las relaciones sociales no es sólo el hecho de que unos tengan más poder que otros, o un problema de imposibilidad de mantenimiento de compromisos. El problema es que el tipo de relaciones sociales establecidas por los modos de producción y distribución modifica el espacio social
de tal forma que la percepción de lo posible, lo justo o injusto, lo que «es», también se ve modificada. En la famosa historia de «el rey desnudo», en la lectura ingenua todos saben que el rey está desnudo pero no quieren decirlo… salvo el niño, que en su inocencia pronuncia las palabras, y al enunciar la verdad evidente hace que nadie peuda ya seguir con la farsa. En la lectura marxista el rey está desnudo, pero efectivamente sus ropajes, esos que lo convierten en rey, exxisten a ojos de sus súbditos y aunque cualquiera diga «el rey está desnudo» todos seguirán comportándose como si estuviera vestido… porque es el rey. En su versión moderna es la concepción de zizek de ideología y commodity fetishism.
El problema no sería -sólo- el conflicto de intereses entre terratenientes y campesinos, el problema es que para los campesinos aquello que reciben es aquello que merecen, y lo mismo para los terratenientes. Sino no se explicaría lo que pasó en Rusia -por poner un ejemplo- durante tantos siglos.
Después está lo de que unos ganan y otros puerden, en esos apaños institucionales de los que habla Acemoglu. Para el marxismo es problema de alienación; y el alienado no es el obrero, individual. Es un error típico el pensar que la alienación es esa parte del producto que te quita el patrón de las horas que has trabajado. Y aquí es clave el concepto de «general intelect». El producto de lo social, y aquí está lo problemático, de alguna forma, es de todos los que participamos de la sociedad. Y donde hoy se ve más claramente esto es en la producción intelectual tal como la entendemos hoy, y la dificultad para su apropiación y dominio. Las tecnologías actuales lo único que hacen es poner de manifiesto un viejo problema: la posesión del saber y la producción del discurso. La lucha por dominarlos y imposibilidad de esta apropiación por la naturaleza del lenguaje y la comunicación, es la que plantea los problemas más serios. Debemos pensar así el genoma, las patentes sobre la vida, las apropiación de información
generada entre todos, etc. A mí particularmente me resulta muy problemático pensar como afrontar este tipo de cuestiones desde un punto de vista institucional. La appropiación sería más simbólica que material, mediante ella parecería que unos merecen lo que tienen –es el pago justo a sus esfuerzos- y otros merecen su miseria… cuando estes son extremos sobre los que no es posible discernir… o cuando menos, podemos preguntarnos quién merece poseer una idea? o la verdad sobre el reparto de algo en lo que todos participamos. La expropiación sería simbólica porque aquello que en parte debería seer visto como común acaba siendo de unos. Por eso Zizek está tan en contra de la caridad a lo Bill Gates; excelente y contemporáneo ejemplo. Salva a los pobres después de robarles, porque lo de windows no me digais, es un robo!
Sobre primaveras y otoños concedo que sí, en Egipto estaban muy mal. y en españa, pues depende. esa responsabilidad de los españolitos, que tenían libertad suficiente para haber dicho que no… no sé. quizás, volviendo a lo mismo, la conciencia sobre lo que somos y dee quién es el responsable de los problemas, es variable. Yo me siento distanciado del 15M quizás por ese aire de neobaptismo, de nuevo despertar de conciencia: «ahora el que no ha tomado conciencia es porque no quiere ver», se escucha… y eso me suena mal, no me gusta.
M.,
No. Lo de aquí, tampoco.
Saludos,
Jorge, está muy claro a tenor de las encuestas, lo que quiere el 15M, es decir la calle, el ciudadano medio y el hombre de a pie…
Es una mayoría absoluta de 190 diputados de Mariano Rajoy.
Por cierto, me gustaría saber qué es lo que pensaría Acemoglu de Argentina y del poder de iure y de facto del peronismo allí.
Pedro; leete el principio del libro. En las primeras 65 paginas resumen el argumento y dedican un cachito a argentina: http://www2.warwick.ac.uk/fac/soc/economics/pg/modules/ec928/details/arbdist.pdf
No tengo n.p.i de lo que quiere el 15M, pero de que si sigue la derecha en Europa lo van a conseguir sí, porque como sigan los populistas de las macrocifras recortándo derechos (no vamos a mejorar) y vamos a salir los que faltamos por salir que no tenemos tanto buen rollo…