Desde siempre he sido la clase de politólogo que disfruta leyendo de sistemas políticos disfuncionales. En la universidad me pasé la carrera leyend sobre política italiana pre-1990,  ajustes fiscales en América Latina, economía política de la Unión Soviética y otros alegres remansos de paz. En años sucesivos me dediqué a leer sobre cosas como la lógica de la represión en dictaduras, revoluciones y guerras civiles, corrupción política e instituciones y (puestos a hablar de estructuras políticas alocadas) el sistema de selección de líderes en los partidos políticos europeos, mi particular debilidad. Me gusta estudiar cosas que no funcionan; la eterna paz de los países escandinavos es estupenda, pero seguirlos es un auténtico peñazo.

Cuando me mudé a Estados Unidos, ver la democracia americana en acción era algo que me fascinaba. Es un sistema realmente complicado, lleno de rincones llenos de basura y cantidad de oportunidades para la intriga política y soluciones rebuscadas. Estupendo, me dije. Es como ver al Senado romano en acción.

Vale, no lo voy a negar, seguir la política americana es realmente entretenido. Pero lo de esta semana con el techo de la deuda es pasarse. Parece que van a llegar a un acuerdo. Desde hace meses, todo el mundo sabe que deben llegar a un acuerdo. Pero la clase política al completo parece estar tan absorta,tan fascinada consigo misma y su absurda afición para marear la perdiz que me están poniendo de los nervios incluso a mí.

Lo de estos días ha sido para poner a toda la clase política del país y molerlos a palos, con especial atención al partido republicano.  Todo el mundo sabía desde el primer momento que la única manera de salir de esta absurda negociación, este chantaje irracional era con votos de ambos partidos. Es pura cuestión de contabilidad elemental; el GOP controla sólo una cámara, y no hay nada más que hacer. Pero no, se han pasado toda la semana pretendiendo que puede dictar la política del país desde la minoría, y muchos, incluso ahora, prefieren el suicidio económico a aceptar ceder un palmo.

La verdad, no me extraña que los votantes americanos detesten el Congreso. Incluso para amantes de la política gonzo como yo, es espectáculo que han dado con el techo de la deuda es para echarse a llorar.


3 comentarios

  1. jasev dice:

    Yo no creo que la clase política merezca la paliza que propones. Los votantes, en su infinita sabiduría, son quienes han puesto en la casa blanca y en una cámara a un partido y en la otra cámara al partido contrario. A estas alturas de la película, no pueden alegar que no sabían con qué elementos se la estaban jugando.

  2. Carlos Jerez dice:

    El acuerdo apesta, dudo mucho que Obama pueda repetir la victoria aplastante del 2008 (la única forma con la que ha podido gobernar decentemente), ¿debemos esperar muchos más años de mala política económica?.

  3. Francisco dice:

    jasev

    Los votantes no eligieron eso, es producto del sistema, el senado se renueva en un tercio y el congreso entero cada dos años, tienes dos tercios de senado del 2006-2008 y uno de 2010 (republicano).

    El sistema genera que en cada vuelco haya una epoca de camaras en manos contrarias.

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