Es tarde y no tengo tiempo para escribir demasiado, pero hay noticias. Como decía ayer, los republicanos se han pasado la semana pegándose puñaladas entre ellos, con John Boehner, su líder en la Cámara de Representantes, soltando tortas los dos últimos días a la desesperada intentando forzar a su repentinamente desorganizado partido que votaran a favor de su plan.

¿Qué ha sucedido? Pifia con el mayal.

El jueves a las seis se suponía que debían aprobarlo en el pleno. En el último momento, sin embargo, han aplazado la votación, ya que no tenían suficientes votos. Según pasaba la tarde, Boehner y su equipo hablaban de forma frenética con todo representante republicano que quería escucharles, intentando a la desesperada arrancar los votos necesarios. Allá las diez y media de la noche, sin embargo, se han dado finalmente cuenta que no tenían los números necesarios, y han cancelado la votación hasta mañana. De todos los días del año en que el partido republicano tenía que hacer un ridículo espantoso hundiéndose en disputas internas y el furor de sus bases, ha tenido que ser precisamente ahora. Lo hacen para que quede mal.

Más allá de contradecir mis predicciones de disciplina interna (cualquiera que me haya leído más de diez minutos sabe que no acierto a menudo, de todos modos), el retraso en la votación es, potencialmente, un problema grave. Recordad, el apocalipsis en teoría es el próximo martes, y la ley aún tiene que pasar (y ser retocada) en el insoportablemente lento Senado, donde nada se puede hacer rápido sin 60 votos. Aún con el procedimiento abreviado, Harry Reid, el líder demócrata en la cámara alta, necesita de tres a cinco días si nadie se pone burro para aprobar una ley. Si los republicanos no sacan algo, lo que sea, mañana mismo, la legislación llegará tarde.

O quizás no. Hay algunas voces que dicen que gracias a una recaudación fiscal ligeramente por encima de lo previsto, el Tesoro aún tendrá dinero unos días más, hasta el 10 de agosto. Esperemos que estén en lo cierto, porque si no la bancarrota de Estados Unidos depende que nadie en el Senado se dedique a trollear el paso de la ley a base de maniobras procedimentales. Y estamos hablando de la cámara que alberga a Rand Paul.

En fin. La ley saldrá de la Cámara de Representantes el viernes; si Boehner no tiene suficientes votos los demócratas casi seguro deberán darle al texto un empujón para que así sea. Algunos republicanos decían hoy que los demócratas han sido irresponsables por su parte no hacer eso el jueves; en vista del completo autismo y arrogancia del GOP, que ni ha movido un dedo para atraer esos apoyos, la verdad es que no sé qué narices esperaban. El Senado lleva diciendo por activa y por pasiva que sin cambios el texto no será aprobado, y Boehner ha tirado adelante igual, pretendiendo que no necesita a nadie más que su partido. Con esa cara se ha quedado.

En fin, otro grupo de políticos haciendo un ridículo espantoso; pensaba que no quedaba nadie más. Obama se ha comido sus subidas de impuestos. Los demócratas en el Congreso se han pasado meses sorbiéndose los mocos. Boehner se ha comido un guantazo de su propio partido. Y los miembros del tea party han dejado claro al resto del país que no están dispuestos a pactar absolutamente nada con nadie, forzando a un partido republicano que había ganado todas las batallas hasta ahora a depender de los exquisitamente incompetentes demócratas en el último momento.

La pifia colectiva de la clase política americana ha sido realmente épica. Aún acabaremos viendo la moneda de un billón de dólares la semana que viene, a este paso.