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Telefónica, globalización e incentivos en la empresa

15 Abr, 2011 - - @jorgegalindo

Me asombra la enorme ligereza con la que la inmensa mayoría de medios, opinólogos y ciudadanos se han tomado la doble noticia del despido masivo y el reparto de incentivos millonarios entre los directivos de Telefónica. Tanto la de aquellos que protestan amargamente, como la de quienes la defienden desde un extraño ultraliberalismo. La situación expone como pocas la complejidad económica del mundo actual, así de claro, y vale la pena detenerse en ella un poco más. Intentaré hacerlo siendo breve.

Para empezar, tenemos una intención de despedir a un quinto de la plantilla de base de la empresa en España, lo cual contrasta con los incentivos a directivos, y especialmente con la boyante situación de la cuenta de resultados. La gente se pregunta, y no sin razón, por qué hay que despedir a tantísima gente si las cosas van bien. Y la asociación lógica que queda en la mente de todos es que claro, los beneficios se los embolsan «los de arriba» y aprovechan para reducir costes por abajo. Lo que pasa es que aquí faltan datos. Para empezar, la consideración de que Telefónica es una empresa multinacional cuyo negocio ha disminuido en España creciendo en otros países: en 2000, el 51% de su volumen de negocio estaba en España. Hoy es el 31%. Así pues, el
auténtico dato con el que deberíamos comparar esos 5.600 despidos en España es con el volumen de contrataciones en otros países. Y para poder comparar con lo que se llevan «los de arriba», habría que conocer cuál es el volumen de inversión y el nivel de sueldos de las nuevas contrataciones.

¿Qué nos queda con todo este cuadro? Que de lo que deberíamos hablar no es de desigualdad a lo bruto, comparando despidos con bonificaciones, sino de desigualdad puesta en dos contextos: el del sistema de incentivos y el reparto de beneficios dentro de una empresa; y el de la deslocalización y la multinacionalización.

Así, si queremos acusar de algo a Telefónica, deberíamos mostrar que los incentivos planteados para directivos perjudican el reparto social de los beneficios entre los empleados de la empresa, y esto redunda en una menor eficiencia global (es decir: sería mejor para todos si los incentivos se repartiesen entre el conjunto de los trabajadores). A continuación, tendríamos que asegurarnos de que Telefónica no está despidiendo en España para dar trabajo (digno, se entiende) en otros países. Porque si así fuese, nuestro argumento pecaría de un nacionalismo difícilmente encajable en un discurso de «solidaridad con los trabajadores».

Con todo ello, la discusión realmente apasionante es la del rol de las grandes empresas en un mundo globalizado, incluyendo la gestión de incentivos transnacional como un mecanismo que reduce o aumenta las desigualdades económicas y sociales. Podemos hipotetizar, y estoy seguro de que la mayoría tenderemos a pensar que en realidad Telefónica contrata en Latinoamérica poco y mal. Pero preferiría profundizar con datos en la mano, de los que no dispongo.

Antes de terminar, merece prestar un párrafo de atención a la cuestión de los incentivos a directivos con independencia del despido masivo, que muchos han tachado de «inmoral». El incentivo se está ofreciendo ni más ni menos que a 1.900 «directivos». Aquí hay cargos medios a mansalva, con perdón. Así que quitémonos de la cabeza la imagen del pez gordo rodeado de billetes riéndose de la prole. Más aún cuando buena parte del plan se destina a pagar dividendos por acciones, y bueno, que levante la mano el españolito medio que no se compró un paquetito de acciones de Telefónica cuando cumplío dieciocho, o al casarse. Claro está, los directivos, con Alierta a la cabeza, tienen más acciones, por lo que recibirán mucho más dinero. Otra parte del plan es dar acciones al resto de directivos para ligar más fuertemente el futuro de la compañía al suyo propio. De nuevo cabe recordar que esas casi 2.000 personas no son la cúpula de Telefónica. Y también volver al punto de que lo que aquí debería estar en discusión no es
si los directivos son más o menos malvados, sino si este plan u otro similar debería extenderse al resto de trabajadores. Hay mucha literatura, académica y no, que se plantea la conveniencia de sistemas de incentivos horizontales dentro de las empresas: desde reparto de acciones general, más light, hasta formas de cooperativismo, más hard. Es en estos parámetros deberíamos movernos.

Mucho me temo que habrá quien verá aquí una defensa, velada o no, de la doble acción de Telefónica. Nada más lejos. Si hay que meterles caña, seré el primero. Lo que quiero es sentar las bases para poder hacerlo bien. Que el debate no se convierta en un cruce de acusaciones maniqueo sobre ricos y pobres. Las grandes empresas tienen mucho que decir, bueno y malo, sobre desigualdad internacional y reparto meritocrático de incentivos. Hablemos de ello.


7 comentarios

  1. Jorge San Miguel dice:

    Joer, Escolar es un tío listo. No debería costarle mucho sentarse diez minutos a reflexionar sobre un tema y escribir algo así en lugar de liarse a tuitear ya de mañana y generar p… Oh, wait.

  2. nineu dice:

    y la conversion de internos en externos?

    la logica empresarial no se la niega nadie, lo que es jodido es que te desayunes que «por culpa de la crisis» hay que aplicar el ERE.

  3. Anonimo dice:

    Pero Escolar no es ese tipo que conduce un Jaguar (creo)?
    Acaso me dirá que en Público todos los becarios conducen un Jaguar.
    Por no hablar del archimillonario policomunista de Roures a quien la Generalitat dio mil millones de euros para tirar fibra óptica por toda Catalunya menos por mi barrio, parece ser.

  4. alexander dice:

    Como comprenderás la mayoría de la gente está al límite. Si me permites ir al aspecto más básico de la cuestión, tanto la economía como la política tiene y debe que servir a las personas, ojo, al interés general de las personas. Permíteme que disienta de tu opinión, pero creo que al final todo es más sencillo (apelando a la famosa cuchilla de Ockham) , «a los de arriba les importa un pimiento que 6000 personas pierdan en el trabajo si con ello van a enriquecerse más», y eso ética y moralmente no es justo ni aceptable.

  5. Pero yo sí creo que esto es una cuestión clásica de lucha de clases. Eso sí, no entre una dicotomía entre empresario malvado y trabajadores humildes explotados. No se trata de que se haga un ejercicio de fe en creer o no creer en clases sociales: se trata de categorizar a los sujetos sociales a partir de sus intereses y, sobre todo, de su papel en el proceso económico.

    Ahora bien, las empresas multinacionales han cambiado sus estrategias en las últimas décadas. La literatura económica presenta ese cambio como un proceso de «financiarización» o como un proceso de «reorientación accionarial». Al final prima el comportamiento de corto plazo porque lo que prima es la remuneración del accionista (dividendos). Así, si una empresa consigue incrementar su capitalización en bolsa con una reestructuración laboral… así se hará. Lo mismo que si se consigue con contabilidad creativa (véase Enron). Las stocks options se utilizan para alinear intereses entre los accionistas y los directivos (cuadros superiores y medios), y que todos estén cegados por la rentabilidad a corto plazo más que por otros intereses (por ejemplo, el crecimiento empresarial a largo plazo).

    En este sentido no es en absoluto nada extraño que ocurran cosas como las de Telefónica (que por cierto no sólo ocurre en esa empresa sino en muchas otras: todas las empresas farmacéuticas hicieron una criba el año pasado: http://www.agarzon.net/?p=614)).

    Ahora bien, los grandes beneficiados de estos procesos son los capitalistas pasivos (los accionistas) y ya me fastidia de verdad que los liberales -partidarios en principio de la meritocracia- acaben apoyando un sistema tan perverso como este (no digo que tú lo seas, obviamente). Y los grandes perjudicados son los trabajadores de la base de la pirámide: tengan empleos indefinidos, parciales o temporales; sean de la empresa o subcontratados.

    Este esquema de las cosas (y sobre todo esa dinámica) hace que se vean gráficos como estos dos:

    a) http://www.agarzon.net/wp-content/uploads/2010/09/tabla1.png que representa cómo empresas concretas siguen esa lógica de crecimiento mayor de beneficios que de empleos o salarios. La tabla la realicé con microdatos oficiales de las empresas en cuestión.

    b) http://agarzon.net/images/stories/graficas/salarios_pibcostefactores.jpg que representa cómo la parte de los salarios cae en beneficio de los beneficios empresariales. Datos oficiales de la Comisión Europea. ¿A dónde van esos beneficios? Normalmente se reinvierten en actividades financieras (más rentables) y no en inversión. Y otra parte se reparten en forma de dividendos.

    La tasa de beneficios retenidos del Santander, por ejemplo, es de menos del 1%.

    Y sobre lo que comentas de las acciones propiedad de pequeños accionistas individuales… echa un vistazo a la Encuesta Financiera de los hogares y verás como los hogares que mantienen esa forma de riqueza financiera son, lógicamente, los más pudientes.

    Yo no sacaría el debate al área de incentivos, sino que lo volvería meter al área de producción. ¿Qué hace Telefónica? ¿Genera crecimiento económico? ¿Genera empleo? ¿Es socialmente útil? ¿Se gestiona eficientemente? ¿Es un agujero para que los ricos se hagan más ricos a costa de los más pobres? Ahí está mi vista.

    Un saludo,
    Alberto.

  6. claudio dice:

    Si la economía debe servir a las personas, ¿por qué no obligar a toda empresa con beneficios a contratar personal, lo necesite o no? Y si esto no parece bien ¿qué diferencia hay entre esa medida y la de impedir despedir personal no necesario porque hay beneficios?

  7. J.E dice:

    @ Anónimo
    Lo del Jaguar de Escolar es una confusión que ya explicó bastante tiempo: http://www.escolar.net/MT/archives/2008/10/mi-jaguar.html

    Y que conste que tampoco es que sea rendido defensor de Escolar, pero las cosas hay que ponerlas en su sitio.

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