Dos encuestas en rápida sucesión estos dos últimos días, las dos dando resultados extrañamente divergentes. En El Mundo (*) el PSOE recorta la distancia de 16 a 7 puntos tras el anuncio de la retirada de Zapatero. En la Ser, la distancia aumenta de 10 a 12 puntos siguiendo exáctamente la misma noticia.

Uno de esos días que refuerzan tu fe en los estudios de opinión, vamos.

¿Quién tiene razón? Tristemente, no podemos decirlo, ya que El Mundo ha decidido que no quiere que le de tráfico y publicidad y ha colocado la ficha técnica del engendro en Orbyt (y por descontado, en New Haven no puedo comprarlo en papel), así que no puedo echar un vistazo al cuestionario. La Ser sí que ha colgado las preguntas en internet (PDF), pero por lo que veo hay algunos resultados extraños.

Para empezar, por primera vez en bastante tiempo una mayoría simple de españoles creen que la economía va a mejorar, algo que debería dar esperanzas al PSOE. Por añadido, la pregunta con candidato específico (esto es, Rajoy contra Rubalcaba o Chacón) favorece a los socialistas, algo que no se ve demasiado a menudo; habitualmente (esto es, cuando tu presidente no ha arrastrado la imagen del partido por el barro) un candidato genérico saca mejores resultados que uno real.

Mi intuición es que sí, los socialistas andan un poco mejor en las encuestas, y que seguramente el modesto descenso (dentro del margen de error, dicho sea de paso) en intención de voto es señal que los votantes aún asocian PSOE con Zapatero. Cosa que me lleva a insistir de forma quijotesca que lo mejor que puede hacer el partido después de las primarias es cambiar de Presidente del Gobierno, investidura y dejar que el nuevo candidato ostente el cargo ocho o nueve meses. Llamadle «poner una losa bien pesada sobre la tumba de ZP», o al menos asegurar que los votantes se acuerdan del tipo lo menos posible.

El PSOE tiene la enorme, descomunal suerte estos días que Mariano Rajoy sigue siendo líder del PP. La debacle del 2008-2009, cuando Zapatero se pasó dos años largos pretendiendo que no pasaba nada mientras el mundo se iba al carajo, hizo que el liderazgo del PP pasara de ser un hatajo de perdedores a un grupo de brillantes estrategas a años luz en las encuestas. Uno debería suponer que alguien en el partido sería capaz de ver la diferencia entre genio político y pura potra, pero no. Entre el peloteo de unos, la incompetencia conspiratoria de Esperanza Aguirre (que gana todas las batallas pero nunca se atreve a ir a la guerra), y el hecho que el sector montañés del partido no aceptará a ningún candidato que no esté loco de atar (moderados, abstenerse), los conservadores van a la guerra con el mismo tipo que fracasó hace tres años.

Cosas como la manifestación del domingo es lo que deben darle esperanzas a Rubalcaba, ciertamente. Con ETA derrotada, el gobierno inflexible y el paro al 20%, sólo el PP es capaz de convocar una protesta contra un grupo de tarados irrelevantes que apenas preocupan ya a nadie (10% de los votantes, según el pulsómetro. Tiene mérito). En un partido normal con un líder que es capaz de andar y masticar chicle al mismo tiempo, toda la capacidad mediática de la formación estaría centrada en repetir como zombies «desempleo, desempleo, desempleo» las 24 horas del día. En el PP, en que todo el mundo hace lo que le place, el sector montañés obsesionado con las colonias vascongadas prefiere perder el tiempo acusando al espectacularmente efectivo Rubalcaba de dormir con una txapela en la intimidad.  Eso, siguiendo una legislatura en la que el gobierno negoció con ETA y ganó las elecciones
igualmente. Brillante.

En condiciones normales el PSOE tendría las elecciones del 2012 perdidas. El paro, siendo obscenamente optimistas, rondará el 17% en marzo del 2012; ningún partido político debería poder sobrevivir a esta clase de cifras. El PP, sin embargo, no tiene un líder normal, tiene a Mariano Rajoy. Un hombre que parece estar esforzándose tanto como puede en esconderse cada vez que hay una polémica, dejar que el resto de su partido movilice al voto nacionalista y ser tan horrendamente impopular sin mandar como un tipo que ha dejado a España con cuatro millones largos de parados.

El PSOE necesita un milagro, ciertamente, para ganar el 2012 – o al menos, para no perder por demasiado y poder formar gobierno en coalición con alguien. Si el PP no se espabila, creo que al milagro le podremos llamar Rajoy. Siguen a años luz, pero las encuestas deberían encender más de una señal de alarma en Génova.


Sin comentarios

  1. Peperufo dice:

    Con el 25% de paro, casos de corrupción diarios, y terrorismo de Estado, el PSOE ganó en 1993 y empató técnicamente en 1996. Lo repetiré 100 veces. Si tuviera que apostar mis ahorros apostaría a que el PSOE gobierna otra vez en 2012.

  2. Jorge dice:

    Una cosa, Roger: has manifestado ya muchas veces tu propuesta sobre la dimisión de Zapatero y la investidura de un nuevo presidente hasta las elecciones; y mi pregunta es: teniendo en cuenta que el PSOE cuenta en el Congreso con una mayoría simple… ¿crees de verdad que es una opción viable? Es decir, ejecutable. ¿Ves a algún grupo apoyando la investidura de un nuevo dirigente del PSOE y no forzando la celebración de elecciones anticipadas?

  3. Roger Senserrich dice:

    Hombre, la dicotimía es fácil:

    a. Vota para investir a Rubalcaba.

    b. Elecciones anticipadas y mayoría absoluta del PP, que por cierto será culpa tuya.

    Ya me dirás que prefieren PNV o CiU. Te aseguró que entre el PSOE en minoría de aquí un año o el PP con mayoría absoluta ahora, prefieren lo primero.

  4. Manel dice:

    Roger,

    En referencia al primer párrafo, y solo a ese párrafo, tendrías que revisar lo que se decía en El Mundo y en LD (y entonces también en COPE) hace 2 años, justo hasta el congreso del PP en Valencia.

    Lo de ahora es la reedición. Las verás más gordas y más raras que no sacarle partido a una encuesta en la que teóricamente se ha invertido un dinero.

  5. Alatriste dice:

    Personalmente lo de que Zapatero dimita y tengamos nuevo presidente del gobierno no me gusta un pelo… pero asumiendo que se hiciera, la investidura solo necesita mayoría absoluta en la primera votación.

    En otras palabras, en el Congreso tendrían que reunirse 170 votos en contra para que no prosperara. Si se abstienen, el PSOE con sus 169 diputados se basta y se sobra. Para eso hace falta que el PP, CiU y PNV voten juntos en bloque (154+10+6) y que el resto se inhiba. Encima, creo que todos sabemos que para CiU y PNV eso sería un suicidio innecesariamente complicado.

    En cuanto a las luces de alarma en el PP, deberían estar encendidas desde hace mucho. Ninguna de las elecciones celebradas «en plena crisis» (gallegas y vascas de 2009, catalanas de 2010) ha sido precisamente un éxito arrollador para ellos… y encima, en los últimos meses parece que en Génova se ha impuesto un regreso al estilo que fracasó estrepitosamente en 2008.

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