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Hablando con tea partiers (II)

14 Mar, 2011 - - @egocrata

(continuación del artículo de ayer)

Tras dos horas de charla, era hora de ir al evento al que Andrew Ian Dodge estaba invitado:  una reunión de los York County Constitutionalists (constitucionalistas del condado de York), el grupo de tea partiers local. El acto iba a tener lugar en el centro social de North Berwick, un pequeño edificio de los que ves ciento en pueblos pequeños en Nueva Inglaterra. Normalmente (al menos en Connecticut) son centros de día para personas mayores (siempre llenos de gente -la vida asociativa es vibrante), pero siempre disponibles para actos benéficos, reuniones políticas o encuentros con políticos haciendo campaña.

Este es el primer acto oficial para Dodge como candidato ya registrado, así que me comenta que es un poco especial. Ha hablado en grupos como este decenas, sino cientos, de veces, pero siempre como organizador o «intelectual invitado». Es la primera vez que podrá pedir oficialmente su voto.

Siguiendo la tradición de Nueva Inglaterra de esconder todo de forma bastante irritante, llegamos al centro social un poco tarde, después de pasar de largo dos veces del sitio dichoso. No se lo toman a mal, en gran medida porque antes que hable el candidato tienen que discutir algunas cosas internas y supongo hablar de organización un poco. Cuando Dodge les menciona que soy un periodista (¡mentira!) español que ha venido a aprender sobre los tea parties, la cosa no les hace demasiada gracia, por eso. Nos dicen que sí, podré cubrir el discurso y las preguntas posteriores, pero que por favor espere fuera mientras discuten unos cuantos temas antes.

Sí, fuera. En Maine, a principios de marzo, allá las siete de la tarde. No sé si esperan hacer buenas migas con la prensa internacional o no, pero dejarte dando saltitos en la puerta con un airecillo que pasaba no es la mejor estrategia para que hables bien de ellos. Dodge, muy paciente, se esperó fuera conmigo. Seguimos hablando, tanto de sus experiencias como activista como de varias políticas públicas más o menos concretas.

Me habló, con bastante detalle, que muchas de las políticas públicas que ha impulsado el gobierno federal no le parecerían mal si fueran los estados los que las implementan – incluyendo cosas como la sanidad o políticas de educación. Le comenté, no con cierta sorna, que mi problema en este caso es que las administraciones públicas estatales son bastante incompetentes en general, e increíblemente inútiles en casos particulares. Padezco por trabajo varios departamentos estatales de Connecticut, y algunos hacen que una república bananera media parezca Suiza. Ante esto, se encogió de hombros, señalándome que los estados viven bajo la sombra del gobierno federal, aplicando políticas que no son suyas, y que un gobierno más directo haría que los votantes no toleraran estas cosas.

Media hora más tarde, y con un servidor tiritando con ganas, finalmente nos invitaron a entrar.  En una amplia sala con techo alto yparedes blancas, los organizadores han colocado un atril con dos banderas americanas frente las ventanas, y tres o cuatro filas de sillas enfrente. Al lado de la puerta hay una mesa con varios libros de autores conservadores (algunos serios, otros de patanes como Glenn Beck), camisetas y pegatinas para los recien llegados. Al fondo, como marca una tradición inmemorial en Nueva Inglaterra, una mesa con café, dónuts, pastas y una caja para dejar donaciones. Hay bastante gente, contando que es jueves, bastante tarde y se espera lluvia – unas 30-40 personas aguardan sentadas, y aplauden al orador educadamente cuando se acerca al micrófono. Los asistentes son todos bastante mayores, por encima de los cincuenta años. Siendo Maine, todos son blancos. Moreno y joven, no es que me pueda esconder demasiado.

El discurso de Dodge es corto, unos 15-20 minutos. Como es costumbre en Estados Unidos, el candidato empieza por presentarse (hijo de una familia de pescadores, padre trabajó para la industria del petróleo, escritor, activista, estudios aquí y allá, etcétera), y sigue con una exposición de principios. En este caso, Dodge habla sobre como es un tea partier desde siempre, como ha participado en organizar y hacer crecer el movimiento desde el primer momento, y como los ideales de gobierno limitado, constitución y libre mercado son sus guías. Habla de deuda pública, de reformas, de un gobierno vendido a los poderos. Es hora que Olympia Snowe salga de la burbuja de Washington, deje de ignorar lo que piden las bases de su partido y sea substituida por él, un verdadero conservador. Nada demasiado excitante o inesperado, pura formula – en gran medida porque el discurso es bastante secundario, y lo importante es el turno de preguntas.

Es una tradición americana: los políticos cuando van a hablar con activistas (especialmente en las primarias) no van a soltar discursos, sino a contestar lo que les piden. Andrew Dodge parece disfrutar con el intercambio, respondiendo a veces con mucho detalle, admitiendo a veces que no está del todo seguro en algunas cuestiones fiscales (algunas preguntas son muy específicas), desviándose de la ortodoxia conservadora en varios temas, incluso, cuando cree que es errónea. Muchos participantes parecen estar muy bien informados (vía medios conservadores), y claramente siguen la actualidad de forma obsesiva. Todos son educados, abiertos y nada iracundos; están preocupados, pero nadie parece tener ideas demasiado extravagantes. Dodge me comentó que en la medida
de lo posible los tea parties en Maine intentan echar a la gente más claramente racista o enajenada, y por lo que veo, este es un grupo bien pacífico.

Tras el turno de preguntas, que dura más de una hora, aún queda otra fase: estrechar manos, hablar con la gente en persona, pedir apoyos. Las primarias en Estados Unidos siempre son iguales para todos los candidatos: decenas, cientos de reuniones con grupos de activistas, llamadas, organizar puerta a puertas, voluntarios, y todo eso mientras se pierden horas y horas recaudando fondos. Mientras Dodge se pierde entre el público, yo me acerco a hablar con unos cuantos tea partiers, a ver qué me cuentan.

Como es de esperar en Nueva Inglaterra, todos son muy amables, educados y tienen un acento encantador. Y para mi sorpresa, me dan algunos respuestas que no esperaba. Pero eso, en el siguiente artículo.


Sin comentarios

  1. […] Pero era ya hora de ir a la reunión del tea party local. Eso, para el siguiente artículo. […]

  2. Alatriste dice:

    Bandido, nos dejas con un «cliffhanger» de reglamento…

  3. MªROSA dice:

    M’agradat molt,sempra és enriquidor saber com funciona el mecanisme de la política A mericana.

  4. […] renta baja) y un par de regulaciones medioambientales. Cuando la gente del Tea Party (como nuestro amigo Andrew Ian Dodge) es la que pide moderación, uno sabe que estamos en un sitio […]

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