americanadas

La batalla de Wisconsin

3 Mar, 2011 - - @egocrata

Diego Calleja me preguntaba ayer sobre Wisconsin, y el enorme jaleo laboral entre el nuevo gobernador republicano Scott Walker y los sindicatos de los trabajadores públicos del estado. Escribí un poco de ello hace unas semanas, centrándome en la extraña huida de los senadores de la minoría demócrata para bloquear las votaciones, pero me quedé más en las formas que en el tema de fondo – a saber, el papel de los sindicatos en Estados Unidos, y el efecto de este conflicto en la política americana.

Tengo que confesar que si no he hablado demasiado sobre el tema es, en no poca medida, porque no tengo una opinión del todo formada. Siempre he sido un tanto escéptico sobre la conveniencia de tener sindicatos en la función pública, aunque no abiertamente hostil; estoy convencido que son necesarios en el sector privado (aunque no de cualquier manera – pero ese es otro tema) con funcionarios la cosa no es tan clara.

En el caso de Wisconsin el conflicto es más o menos como sigue. El estado tiene un déficit fiscal considerable (3.600 millones de dólares los próximos dos años, en un presupuesto de 59.000 millones), pero no totalmente salido de madre  como en otros sitios (Connecticut es 2.000 millones el año que viene sobre 19.000), así que el gobernador ha pedido a los funcionarios que hagan sacrificios. Scott Walker ha pedido recortes en salarios, pensiones y seguro médico para todo el mundo, recortando el sueldo un 7% este año, y los sindicatos en principio accedieron. El problema es que aparte de estos recortes, el hombre también quiere eliminar por ley el derecho a la negociación colectiva de (casi) todos los trabajadores públicos, dejando de lado curiosamente a policias y bomberos, que le apoyaron en las elecciones. Dicho en pocas palabras, Walker está recortando derechos sólo a los trabajadores que le placen, en
algo que no tiene nada que ver con recortar el déficit
.

La cosa no se queda ahí, por cierto –  parte del mérito que Wisconsin tenga déficit es del propio Walker. El hombre empezó su mandato haciendo lo que los republicanos parecen hacer siempre, bajar impuestos a los ricos, y ahora está intentando pagarlo a base de recortar fondos a escuelas, funcionarios y demás comunistadas. Siguiendo la vieja tradición americana de echar la mierda al piso de abajo, su presupuesto además recorta sobre todo ayudas estatales a las ciudades y municipios (recordad, la educación competencia local en EUA – los estados pagan una parte en ciudades pobres), dejando los distritos escolares más pobres con menos recursos. Es decir, una medida increíblemente regresiva.

No me extraña, por tanto, que los sindicatos del estado hayan salido en plan berserk a protestar – el gobernador puede decir lo que quiera, pero no está reduciendo el déficit, sino aprovechando la recesión para redistribuir riqueza hacia arriba, y tratando con todas sus fuerzas debilitar uno de los principales aliados (aunque problemático) del partido demócrata. Más relevante aún, Scott Walker no es un caso aislado; hay varios gobernadores republicanos a su estela (y si mal no recuerdo, los legisladores de Indiana también camino del «exilio«), todos ellos con ganas de aplicar la agenda conservadora aprovechando que llueve.

Lo más interesante de todo esto, sin embargo, es que uno esperaría que después de unas elecciones el pasado noviembre en las que el GOP ganó con autoridad la opinión pública estuviera de su lado. Las encuestas, sin embargo, parecen señalar de forma casi unánime (nota: Rasmussen no es fiable) que los votantes se oponen a eliminar derechos sindicales, algo que realmente ha dejado a todo el mundo bastante sorprendido. Por si fuera poco, los votantes están preocupados por el déficit pero se oponen a prácticamente cualquier recorte de gasto decente, algo que tampoco parecía estar en el guión. Y que una mayoría simple de votantes crea que lo mejor sería subir impuestos, aún menos.

¿Acaso todo el mundo se ha vuelto demócrata? bueno, no exactamente. Lo que está sucediendo es algo que comentaba hace una temporada – los republicanos acaban de darse de bruces con lo difícil que es gobernar. En política gastar dinero es fácil, prometer cosas también es fácil y decir que te preocupa el déficit público y que hay que recortar el gasto está chupado. Lo que sí es difícil es hacerlo, ya que todos esos programas que quieres recortar tienen un montón de votantes detrás. Es muy distinto decir que vas a «arreglar» la educación  a decirle a tus votantes que vas a despedir 2.000 maestras de primaria, y Walker y sus compañeros de viaje están llevándose todos los tortazos ahora.

Volviendo a los sindicatos, es muy difícil decir si tienen las de ganar en esta guerra, y si a largo plazo esto favorecerá a los demócratas. El movimiento sindical americano está básicamente muerto fuera del sector público, con unas tasas de afiliación absolutamente ridículas (un 6%) y una capacidad de presión realmente deprimente. La legislación sindical es muy restrictiva en los estados del norte, muy hostil a nivel federal y absurdamente draconiana en los estados del sur; es muy difícil imaginar que esta tendencia cambie, y menos con este Congreso. Los republicanos saben (y de hecho, lo dicen abiertamente) que eliminar el poder de los sindicatos públicos haría un daño tremendo a los demócratas, así que tienen todo el interés del mundo en seguir con esto hasta el final, cueste
lo que cueste. Puede que los votantes quieren que   sobrevivan, pero la tendencia de las últimas décadas es clara: los conservadores odian a los sindicatos mucho más que lo que los votantes les aprecian. Milagros de la opinión pública aparte (con EUA dando un sólido giro hacia el comunismo), soy muy, muy pesimista.

Es más difícil decir, sin embargo, qué ocurrirá con el partido demócrata. Las bases estuvieron muy, muy apáticas en los meses previos a las elecciones del año pasado, con los más tozudos quejándose que Obama había sido demasiado centrista y que no merecía demasiado crédito. Ahora que los republicanos han recuperado el poder en muchos sitios y les han recordado lo bonita que es su agenda la reacción ha sido casi inmediata. El problema para el partido, por desgracia, es que los sindicatos son una parte crucial de esta base ahora muy movilizada, y ya sabemos qué camino llevan. Falta por ver si en este nuevo mundo de movilizaciones sociales y tea parties el movimiento progresista americano es capaz de montar una alternativa que vaya más allá de los sindicatos, y que sea igual de efectiva. Soy bastante pesimista, pero ya se verá.


Sin comentarios

  1. MªROSA dice:

    Una pregunta,los sindicatos en EEUU los financia el gobierno?.Por el número de afiliados no creo que puedan hacer maravillas.Me parece que me suena de otro país.

  2. Roger Senserrich dice:

    No, no reciben financiación pública. Algunos sindicatos públicos tienen arreglos que les permiten cobrar las cuotas directamente de la nómina de los funcionarios (caso de Wisconsin) pero no reciben dinero público.

  3. Hejo dice:

    Si mal no recuerdo, el paquete «antidéficit» de Wisconsin incluía otras perlas, como la posibilidad de privatizar a dedo, sin ningún tipo de control de las ofertas, todas las centrales de generación de energía, así como los sistemas de calefacción y refrigeración de todos los edificios públicos del estado.
    Creo que el afloramiento de estos detalles ayuda a entender el por qué del mosqueo de muchos ciudadanos.

  4. Gracias por la respuesta. La verdad es que para mi ha sido un gran alivio comprobar que allí queda gente con capacidad de movilización, aparte de los del te.

  5. […] batalla de Wisconsin, esa extraña confrontación entre un gobernador republicano, senadores demócratas a la fuga y los […]

Comments are closed.