Por blogs conservadores a veces encuentras artículos en los que el autor, tras mirar una gráfica sobre masas monetarias, empieza a correr en círculos gritando que el cielo va a caer sobre nuestras cabezas que viene la (hiper)inflación. Primero, echad un vistazo al aterrador diagrama:

Mirad que miedo da. Subida tranquila durante décadas, y de golpe y porrazo, explosión de masa monetaria el 2008. Un año después, la Fed deja de imprimir moneda (no exactamente – más sobre eso luego), y los precios… Hmm, miremos el gráfico de inflación en Estados Unidos en los últimos años:

Si alguien es capaz de ver una correlación razonable a simple vista, que me lo diga – pero ya os digo yo que no hay nada. Las oscilaciones en los precios no tienen nada que ver con la masa monetaria; los saltos en la gráfica siguen las fluctuaciones del precio de alimentos y energía, y nada más que eso.

Cuando la Reserva Federal «imprime dinero» no está realmente llenando el país de billetes. Lo que hace un banquero central (y sé que esta explicación es muy burda – si hay un gnomo en la sala por favor me corrija) es comprar activos que dan intereses a cambio de dinero que no da interés. Esencialmente, producen liquidez a cambio de quedarse con cosas que no puedes utilizar para comprar lechugas en el supermercado. Los bancos centrales hacen esto constantemente, siguiendo el crecimiento de la economía, y lo hacen habitualmente comprando deuda pública.

En el año 2008, la Fed se encontró con una situación totalmente excepcional: los mercados financieros tuvieron un pánico gigantesco, y todo el mundo decidió que lo único que valía la pena tener en caja era dinero contante y sonante, sin nada de activos. Cuando eso sucede, los bancos tienen un problema grave: se van a tomar por saco de inmediato. Bernanke, que para algo es experto en la Gran Depresión y se había leído sus Friedmans, sabía que eso era muy mala idea, así que hizo lo que tocaba: si quieres dinero, aquí lo tienes, mientras yo me quedo todos esos cachivaches que ahora te dan miedo pero pagan intereses. Esto es, te da dólares que no pagan interés a cambio de activos que si lo pagan. Por muy mala que sea la basura que te hayan colocado, estás literalmente comprando duros a cuatro pesetas – por algo la Reserva Federal está teniendo unos beneficios descomunales ultimamente, y los seguirá teniendo una buena temporada.

La «masa monetaria», entonces ¿dónde está? Bueno, esos billetes que ha vendido la Fed no están en circulación, sino ahorrados en algún banco. Simplificando (mucho), el sistema financiero americano cogió el dinero y o bien lo guardó como reservas, aterrado con la que estaba cayendo, o se puso a comprar el activo más seguro del mundo, deuda pública del gobierno federal americano. Es decir, no fue a ninguna parte. El gasto público financiado con deuda, aunque enorme, apenas cubrió el agujero dejado por la enorme caída del sector privado. Dicho en otras palabras: no hizo nada. Más le gustaría a Bernanke poder generar un poco de inflación.

Cuando se habla de hiperinflación como algo posible, cercano e inevitable, es importante recordar varias cosas. Primero, un banco central puede expandir la masa monetaria una barbaridad y apenas variar los precios. De hecho, uno puede tener una explosión como la de la primera gráfica y tener la economía bordeando la deflación sin problema. Todo depende de las ganas que tengan las entidades financieras en hacer circular el crédito y los consumidores en gastarla. Si la propensión es al ahorro (debido a deudas anteriores y miedo atroz al futuro), el banco central ya puede apretar, que no moverá la aguja (ZIRP, ¿recordáis?).

Segundo, sabemos combatir la inflación. De hecho, hacerlo es muy sencillo – los bancos centrales llevan décadas enfrentándose al problema y ganando siempre. ¿Cómo? Subiendo los tipos de interés, dejando de imprimir moneda, y metiendo al país en una recesión. Es impopular (acostumbra a acabar con algún cadáver político) y costoso, pero para eso tenemos a bancos centrales independientes, para que puedan hacerlo sin que nadie pueda rechistar. Si la inflación real (excluyendo costes energéticos) empezara a subir, ya que la economía se ha reactivado, Bernanke sólo tendría que tocar un poco el freno para hacer que volviera donde estaba.

Tercero, y más importante: los episodios de hiperinflación, los episodios realmente delirantes estilo Rusia post-soviética, Alemania de Weimar, Perú con Alan Garcia (primer mandato) o Zimbawe requieren una cantidad considerable de idiotez concentrada, disfuncionalidad institucional galopante o extraña perversión suicida para joder a los franceses. En serio, no es nada sencillo – un político o banquero central tiene que ser muy cafre aposta durante muchos meses para que todo se vaya a pasear. En algunos casos (como en Rusia), es cosa de un banquero soviético que no tenía ni pajolera idea de lo que hacía. En otros, es un presidente que se queda sin financiación exterior después de una bancarrota (Alan Garcia) y decide pagar todo a base de darle a la imprenta. Una vez identificado el problema, en todos los casos la hiperinflación es controlada relativamente rápido, en menos de un año – un signo claro que sabemos qué hacer con ella.

Resumiendo: no veremos hiperinflación. El aumento de la masa monetaria no es un signo del apocalipsis. Los bancos centrales saben controlarla bien. Si tenemos otro gran petardazo económico en los próximos meses (y podemos tener uno), su origen no será un aumento descomunal de precios.


Sin comentarios

  1. […] El pánico a la hiperinflación politikon.es/materiasgrises/2011/01/25/el-panico-a-la-hip…  por kirov hace 3 segundos […]

  2. Qué horror
    en ninguna parte del post que cita se dice que viene la hiperinflación y que el mundo caerá sobre nuestras cabezas… Esas son palabras e inventos suyos…

    No he seguido leyendo el artículo porque parte pésimo y este tipo de tonterías no aportan nada. Si no sabe leer, no se de qué puede escribir. No entendió nada de lo que se dice en ese artículo

  3. Roger S. dice:

    Cierto. Enlacé el artículo equivocado. Corrijo, si encuentro el original…

  4. Roger Senserrich dice:

    Pues no lo encuentro. Debo haberlo imaginado. Mis disculpas.

  5. […] en los mercados apuntan a precios estables, no lo contrario, pero eso no parece impedir que el BCE siga obcecado en contradecir la […]

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