ingeniería institucional

Desigualdad, finanzas y desastres económicos

15 Dic, 2010 - - @egocrata

(republicación – ver original aquí)

Hace una temporada comentaba por aquí una serie de teorías más o menos deslavazadas sobre el origen de las burbujas financieras. El punto de partido básico era este gráfico: porcentaje de ingresos que van al 1% más rico de Estados Unidos.

En la gráfica vemos un periodo de enorme desigualdad social antes de 1929, con un repunte especialmente delirante antes de la gran depresión. Tras ello tenemos un largo periodo de igualdad sin crisis financieras. La tendencia vuelve a cambiar en los ochenta, cuando el nivel de desigualdad social empieza a aumentar – y volvemos a ver crisis bancarias y burbujas: Savings and Loans, internet, y finalmente la gran recesión.

En un par de entradas anteriores explicaba dos posibles mecanismos que explicaran por qué la desigualdad puede ser una causa de burbujas (y pánicos) financieros. Steve Waldman tenía un entrada excelenteexplicando que la inflación, o más concretamente, la ausencia de esta, puede ser un mecanismo explicativo. La idea básica es que las políticas de redistribución de renta (recordad, los gobiernos influyen mucho en este aspecto – y los datos lo corroboran) tienden a poner más recursos en manos de gente con mayor propensión a consumo, aumentando presiones inflacionarias. Los bancos
centrales, en ese escenario, responden subiendo los tipos de interés de vez en cuando – las recesiones son “clásicas”, evitando recalentones de la economía. Es el mundo entre 1945 y 1973.

Cuando el estado no está redistribuyendo renta de forma (tan) activa, sin embargo, una parte importante de recursos se queda en manos de los que más tienen. Los ricos gastan dinero, pero no con la misma alegría que los pobres; básicamente, ahorran más. En este escenario, la economía tiende a tener menos inflación, y los tipos de interés son más bajos, así que los ahorros son realmente poco rentables; la reacción natural es intentar invertirlo en algún otro sitio, poniéndolo a circular en los mercados financieros. Más inversión flotando hace que la inflación se “vaya” a la bolsa, futuros, oro, petróleo o el tulipán burbujil de turno, creando mayor propensión a burbujas financieras. Es el mundo de la segunda revolución industrial (1870-1929, con un montón de pánicos financieros y recesiones enormes) o el de 1980 hasta 2008.

Es una buena explicación, pero hay otras. Citoyen me pasó un libro de Raghuram Rajan, un economista de Chicago (¡!) que también intentaba explicar este problema. La explicación, en este caso, era el estancamiento del nivel de vida de la clase media americana, que vio como a partir de 1980 sus ingresos reales apenas aumentaban, y de hecho, tras unos años decentes en los noventa, a partir del 2000 disminuían lenta pero inexorablemente. Este proceso (básicamente fruto de políticas públicas; no nos engañemos) se veía acompañado de un progresivo aumento del acceso a crédito; pedir hipotecas, préstamos y demás era más fácil, y la clase media respondió con entusiasmo endeudándose hasta las cejas. El estado de bienestar no era público; era tu tarjeta de crédito.

Recordad que tenemos toda esa gente rica con dinero de sobras que no sabe que hacer con él: invertir en hipotecas subprime es muy rentable, y oye, todas las agencias de calificación dicen que gracias a la magia de Wall Street no hay riesgo ninguno. Sumad uno más uno, y tenemos una burbuja crediticia desaforada.

A estas dos explicaciones podemos añadir otra, esta vez de Tyler Cowen. La idea básica es que la gente de Wall Street, en general, hacen más o menos todos lo mismo: apuestan que no sucederá nada catastrófico. En términos técnicos, siguen una estrategia de ir a corto en volatilidad; sus inversiones se basan en la idea que todo el tinglado económico va más o menos bien, y nada malo va a suceder. Los precios de las casas no bajarán nunca, así que podemos poner dinero sin miedo. Internet es el futuro. La bolsa no va a bajar. Suena familiar, ¿verdad? Como señala Cowen, es como apostar todo tu dinero que el Deportivo de la Coruña nunca ganará la liga. La teoría no te habrá fallado nunca en los últimos 70 años, hasta que el año 2000 resulta que van y ganan, y pierdes hasta la camisa. Y como los mercados son gregarios, el porrazo a buen seguro no te lo vas a pegar solo.

¿Qué papel juega la desigualdad en esta explicación? Para empezar, esta clase de estrategias de inversión refuerzan las desigualdades. Los inversores siempre ganan un retorno más o menos constante hasta que la burbuja estalla, y como empiezan de más arriba, la concentración de la riqueza se refuerza con rapidez. Por añadido, los primeros en entrar en un mercado parten siempre con ventaja, así que los incumbents tienden a quedarse con más y más del pastel. Cuando el petardazo llega, el 1% de gente con más riqueza (la inmensa mayoría de ellos en Wall Street) se la pegan todos a la vez, con el peculiar detalle que ellos son el sistema financiero, y dejarlos quebrar equivale a repetir los errores de 1930: una Gran Depresión. Es un ejemplo claro de cara, gano yo, cruz, pierdes tú. Realmente maravilloso.

La paradoja, en este caso, es que los mecanismos que causan la desigualdad (estrategias de inversión paralelas y ciegas al riesgo, el hecho que los jugadores establecidos tienen las cartas marcadas) hace que el mercado sea mucho más vulnerable a burbujas y pánicos financieros. Todo el mundo hace lo mismo, todo el mundo es enorme, y todos trabajan para quedarse con todos

Queda explicar por qué vemos ese misterioso incremento de las desigualdades en los años ochenta – y sobre todo, explicar por qué esta clase de estrategias de inversión crean burbujas a partir de esa década y no antes. Cowen no entra demasiado en este aspecto, pero la explicación básica es que a partir de 1980 los bancos cambiaron. Antes de la revolución conservadora, ser banquero era un trabajo realmente aburrido. Las entidades financieras eran cosas simples, muy, muy, muy reguladas y con una nula capacidad de maniobra. En Inside Job (un documental fantástico, por cierto) explican la anécdota sobre como untrader de Bear Sterns en los setenta tenía que trabajar en el metro por las noches, ya que tenía
cinco hijos y el sueldo no le daba para más. Ese mismo tipo empezó a ganar millones en los ochenta, igual que el resto de su industria.

Cowen cree, puede que con razón, que a estas alturas es imposible volver a hacer de la gran banca una criatura aburrida y sin imaginación como era antaño. Lo cierto es que no sabemos qué funciona en este aspecto; como de costumbre, puede que estemos luchando la última guerra.

Tres posibles mecanismos que explican la crisis financiera, tres posibles ideas que explican por qué la desigualdad parece seguir muy de cerca a grandes desastres económicos. Explicación suficiente, no sé si lo es, pero los datos parecen estar ahí, señalando que hay algo que explicar.

Por supuesto, no importa si la desigualdad causa crisis o no – sigue siendo un mal social por sí mismo, y la izquierda tiene que buscarlo de forma efectiva. Pero ese es otro tema para otro día.


Sin comentarios

  1. […] que la relación entre desigualdad y burbujas financieras que mencionaba el otro día ha entrado definitivamente en la agenda. Cives mencionaba el debate en el Economist hace unos […]

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