Me preguntaban hoy por Twitter algo en apariencia muy sencillo: ¿Quién está financiando las tea parties en Estados Unidos? Sí, esos grupos «espontáneos» contra el déficit público que aparecieron de la nada hace un año y medio, en una repetición de la tradicional ida de la olla de los conservadores americanos cada vez que manda un demócrata (Clinton, Carter, Kennedy, Johnson y Roosevelt tuvieron los suyos).

La respuesta, hasta hará cosa de nueve o diez meses, era más o menos complicada, pero factible: las organizaciones que hacían campañas políticas tenían un techo de gasto en sus contribuciones a políticos. En enero, sin embargo, el Tribunal Supremo (lleno de jueces conservadores vitalicios – otra herencia de Bush) decidió que cualquier legislación que limita el gasto en campañas electorales de empresas y entidades privadas es inconstitucional – abriendo un sálvese quien pueda de anuncios y campañas corporativas en este ciclo electoral.

Para hacer las cosas peores, la legislación electoral americana está llena de agujeros, así que hay un buen número de entidades (como la cámara de comercio u otros grupos de presión) que no tienen que revelar quién los está financiando. Antes de la decisión del Supremo estas organizaciones no podían dedicarse a hacer campañas a favor o en contra de políticos (sólo «informar sobre medidas», como pedir menos impuestos), así que eran menos ruidosas. Ahora… bueno, ahora el cielo es el límite.

El resultado es que en un sitio como en Connecticut, que tiene un par de votaciones relativamente disputadas (no el Senado, pero sí para gobernador) más de la mitad de los anuncios en televisión (sin exagerar) sean de política, y un porcentaje altísimo de ellos no venga de los candidatos. La inmensa mayoría de ellos son, no hace falta decirlos, críticos con todo lo que huela a demócrata u Obama, y casi en ningún caso uno puede decir quién narices está poniendo el dinero para enviar a parir a Dan Malloy otra vez. La legislación es tan cochambrosa, de hecho, que los Gnomos de Zurich, el gobierno de Andorra o P.I.F.I.A. podrían estar comprando publicidad a manta, y no tendría por qué enterarse nadie.

Por descontado, no es completamente secreto. Aunque no lo digan en voz alta, Wall Street y las aseguradas médicas privadas están poniendo dinero a espuertas en estas elecciones (en algunos casos, abiertamente), igual que las siempre incansables petroleras y otros sospechosos habituales. Los sindicatos también se están dejando pasta (los de profesores berreando con saña contra cualquier reforma, por cierto), aunque su capacidad de gasto es mucho más limitada. Los demócratas, no hace falta decirlo, llevan varias semanas lamentándose de la enorme, ridícula cantidad de dinero privado financiando campañas contra ellos, no sin cierta razón.

Lo más desesperante, como de costumbre, es el hecho que todas las encuestas dicen que los votantes estaban horrorizados con este cambio legal, con amplias mayorías apoyando limitar los gastos electorales. Los demócratas intentaron salvar los muebles aprobando una ley que obligara que todos los anuncios listaran quién estaba pagándolos, con nombre propio y sin trampas («Exxon ha financiado este mensaje. Vote a Pepe.») en una ley con amplio apoyo popular… que murió en el Senado, merced de las minoría de bloqueo (41-59) de los republicanos.

No soy de los que me gusta ponerme dramático sobre la caída del Imperio Gringo, pero estoy relativamente seguro que la solución a los problemas de la política de este país no era meter más dinero aún en campañas electorales. Ni de broma, vamos.

News Corp, por cierto (Fox News), ha donado dos millones de dólares al partido republicano. Para que luego digan.


6 comentarios

  1. Melni-bone dice:

    A esto era a lo que me refería cuando te pregunté hace algún tiempo sobre el dinero de las campañas.

    Gracias.

    No sabía donde lo había leído, pero se me había quedado la mosca pegada detrás de la oreja.

    Dentro de unos 50 años cuando nos preguntemos cuando comenzó el derribo real del Imperio, podremos decir con exactitud la fecha.

    Gracias de nuevo

    Elric

  2. […] ¿Quién financia la campaña del Tea Party? http://www.lorem-ipsum.es/blogs/materiasgrises/2010/10/%C2%BFqui…  por Magec el 21:06 UTC publicado el 21:06 UTC […]

  3. Domenec dice:

    Cada vez me siento más satisfecho y orgulloso de ser español, aquí estas cosas no pasan, o al menos si alguien lo intenta los demás les frenamos rápidamente.

    El Tea Party es un movimiento igual que el NAZISMO solamente que ellos (de momento) no han metido a los extranjeros en campos de concentración, pero me atrevo a decir que hasta el NAZISMO era mejor en cuanto a derechos sociales que lo que es actualmente Estados Unidos de AMérica.

    A mi la inhumanidad y la impunidad de Estados Unidos maltratando a enfermos y sacando dinero del sufrimiento de los demás me parece aberrante. Las farmacéuticas pagando anuncios de política para frenar la ley de Obama y otras barbaries. Yo desde luego alucino, este país y la gente que vive ahí han periddo toda dignidad y deciendia humana por los demás.

    Solo les importa una cosa: DINERO DINERO DINERO.

  4. francisco dice:

    Domenec

    Yo también me alegro de que en España la financiación de los partidos sea transparente, no haya empresas financiando de modo oculto campañas a través de oscuras organizaciones no auditadas y de que la corrupción no tenga una vía de entrada a la política mediante la financiación de los partidos para luego pedir prebendas.

    Pero yo debo vivir en otro país que no es España, porque en el mío pasa esto:

    http://www.publico.es/espana/341615/el-pp-falseo-facturas-para-la-campana-de-aguirre

    Y por cierto, Godwin fuerza a cerrar este hilo de discusión 🙂

  5. francisco dice:

    Mariano….

    ¡¡Sal de mi cabeza!!

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