Ayer comentaba que las elecciones primarias en los partidos políticos europeos no acostumbran a funcionar demasiado bien. Jordi Pérez Colomé, sin embargo, discrepaba, diciendo que por muy malas que sean, son la mejor de las alternativas posibles.

Mi respuesta (previsible) es no, no lo son. Y el motivo principal, aunque parezca mentira, sigue bastante de cerca lo que dice Javier en Moscas en la Sopa (creo que es la primera vez que estoy de acuerdo con él en algo): los partidos no están organizados para aceptarlas.

Los partidos políticos europeos viven en un mundo donde la organización y el orden es necesario. Son formaciones que viven en democracias parlamentarias, un sistema político en que la supervivencia del Primer Ministro depende de mantener mayorías legislativas estables. Tener un partido que sigue lo que dice el jefe no es que sea útil – es algo imprescindible para gobernar de manera efectiva.

Esto tiene un par de efectos curiosos. Primero, un Primer Ministro o en un sistema parlamentario puro tiene una cantidad de poder increíble, mucho mayor que un Presidente en un sistema presidencial. Segundo, un político que quiera que se apliquen políticas de su cuerda tiene todos los incentivos del mundo para hacer lo que diga el jefe. Un voto contra tu líder es un voto a favor de disolver el parlamento y convocar elecciones – los ejercicios de independencia equivalen a perder el gobierno.

Esto crea un pequeño problema: los votantes lo saben. Sin mayoría estable no hay gobierno, así que cualquier conato de conflicto interno, sea bien reglado y ordenadito estilo primarias o una especie de holocausto canibal de escisiones es una señal que el Primer Ministro puede que tenga problemas para gobernar. Desde el punto de vista de un votante medio (poco informado), las disputas internas tienden a ser mala noticia. Si el partido rival, mientras tanto, está quieto y ordenado, impasible el ademán, la comparación es aún más embarazosa.

El problema no se limita a esto, sin embargo: para limitar la división interna del partido, los políticos tienden a hacer primarias a medio gas. El ganador sabe que va a necesitar mantener la disciplina interna después de las elecciones (sin mayoría estable no hay gloria), así que su «programa» no puede ser realmente demasiado distinto al de su oponente. En unas primarias en que el candidato va a depender de los perdedores para su supervivencia, es casi imposible conseguir que los resultados sean realmente decisivos. Los derrotados tienen una capacidad tremenda para hacer la vida imposible a los ganadores, por el simple motivo que pueden amenazar con abrir una guerra interna y hacer caer el gobierno.

Las primarias funcionan (relativamente) bien cuando el ganador puede actuar de forma realmente independiente. Si detrás del resultado de las primarias hay pactos implícitos, o la convocatoria de unos comicios hay una señal de debilidad interna, los votantes temerán (con razón) que el candidato que tienen delante tiene una probabilidad bastante alta de saltar por los aires.

¿Hay alguna forma, entonces, de compatibilizar la democracia interna / primarias con los partidos políticos en democracias parlamentarias? Es complicado, pero no imposible – y requiere o bien un arreglo híbrido, o bien un cambio en profundidad de organización interna, incluso de leyes electorales. Un primer paso necesario sería simplificar muchísimo las ridículamente complicadas estructuras internas de muchas formaciones, empezando por crear un sistema de congresos y estatutos comprensibles por ser humanos. Otro sería hacer de los órganos de gobierno algo remotamente representativo.

Quede claro una cosa, sin embargo: los incentivos, la organización de las democracias parlamentarias no acaba de encajar demasiado bien con las primarias clásicas. Si tengo que escoger, el viejo método de los laboristas (pre-1980) me sigue pareciendo una alternativa elegante y eficaz.

Nota al margen: hay un par de escenarios en que un partido político puede meterse en pollos internos sin tener problemas electorales. El más obvio es cuando dentro del partido hay una minoría ideológica que está más por la labor de hacer ruido que otra cosa. Algo menos habitual, pero que sucede a veces, es cuando un partido esencialmente moderado intenta cargarse a un líder que se ha ido al monte (aka Thatcher, 1990).


8 comentarios

  1. Roger,

    Veo la dificultad, pero, como dices, no es imposible. Dos cosillas:

    1. «Los partidos políticos europeos viven en un mundo donde la organización y el orden es necesario». Claro. Así sería. En el gran ejemplo de sistema con primarias, el americano, la mayoría de votos importantes son según disciplina de partido. con muy pocos independientes. Aquí aún pasaría más. Además, la disputa en las primarias no implica división luego. Lo más bonito de las primarias es cuando el perdedor felicita al ganador y dice que le ayudará e incluso puede entrar en el gobierno, como Hillary. No se crean siempre facciones. No lo veo imposible.

    2. «Otro sería hacer de los órganos de gobierno algo remotamente representativo». Este es el punto realmente importante. Las primarias son el primer pasito para llegar a algo «remotamente representativo». Sin grandes cambios, podemos hacer con discreción que las primarias sean imprescindibles. Es plantar una pica en Flandes, una trampa. El día en que los partidos ya no puedan pasar sin ellas sin quedar mal, estaremos más cerca de un sistema más representativo.

  2. citoyen dice:

    «una especie de holocausto canibal de escisiones »

    Una de las cosas que más me gusta de tu estilo escribiendo, es la capacidad para utilizar iconografía friki para representar el mundo real.

    Lo cierto es que, desde que cayó la URSS a los aficionados a los folletines de intrigas políticas sangrientas exhibidas en público sólo nos queda Francia como fuente regular de entretenimiento.

  3. Roger Senserrich dice:

    La cuestión de eficacia no es trivial, sin embargo. Si un partido decide unilateralmente utilizar primarias y su rival no lo hace, está limitando sus posibilidades electorales. El porcentaje de votos perdidos puede que sea pequeño, pero no es trivial – y la verdad, no creo que estamos para ir regalando votos a la derecha estos días.

    El sistema actual es bastante obvio que no funciona bien, pero no quiero adoptar algo como las primarias sin cambios adicionales. Especialmente porque la inmensa mayoría de partidos europeos que las prueban son realmente malos ganando elecciones.

  4. Roger Senserrich dice:

    Y eso que la disputa partidista no implica división luego…. la política americana es una verbena en muchos casos. La disciplina de partido ha aumentado en el Congreso (en parte por el realineamiento regional post-Nixon) pero pasar cualquier cosa sigue costando Dios y ayuda. Si pierden pocas votaciones es porque Reid y Pelosi son muy buenos llevando al pleno sólo lo que tienen ganado.

    Lo de Hillary, por cierto, ha sido una excepción. Recuerda McCain trolleando a Bush hijo, sin ir más lejos.

    La verdad, si queremos reformar los partidos, yo iría antes por el lado de la representación eficaz, no las primarias.

  5. carlos riaño dice:

    Por lo que estoy viendo las primarias no solo desestabilizan el propio partido.

    Uno de los efectos secundarios «curiosos» que se estan dando con esto de las primarias «prime time» de Madrid es que ahora parece que todo aquel que no tiene claro (es decir, que tiene fundadas sospechas de que no es así) si «su» partido le va a elegir a el /ella quiere, como si se tratase de un derecho adquirido, el tener sus propias primarias ( ¡que vamos a ser nosotros menos que los de Madridl!)

    Me temo que si esto era una «fiesta de la democracia», ahora la vamos a tener multiplicada en version «fiestas patronanel de la democracia».

  6. Navarta dice:

    Las primarias son a la democracia lo que el onanismo al sexo, pero con el agravante de producir una ceguera política emn todos los implicados (ganadores y perdedores).

  7. […] para los cuadros altos de cualquier Partido están en seguir al líder. La explicación, aquí o aquí. Y es muy, muy difícil que haya cambios en el sistema formal porque quien puede llevarlos adelante […]

  8. […] hablado muchísimo del tema recientemente – me remito a lo escrito hace poco por aquí, y al brillante artículo de Jorge Galindo por aquí […]

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