El otro día hablaba sobre la nueva hornada de políticos espantosos que amenazan con invadir la política americana estas elecciones. En vista que la inanerrable Sharron Angle pareció atraer aplauso de público y crítica en los comentarios, tres enlaces para que acabéis la semana relajadillos:

• Vanity Fair, sobre Sarah Palin: aviso, artículo largo – y realmente increíble. De hecho, es tan bestia que casi me pregunto si no será un poco demasiado creativo. Lo cierto es que Vanity Fair tiene una reputación impecable en esta clase de artículos, y el autor dice que Palin le caía bien antes de empezar a escribirlo – y parece sincero. ¿Qué dice el artículo? Básicamente, que Palin es una bipolar sociópata obsesionada con ganar dinero con su fama, con unos ataques de furia terribles. Y eso, siendo benigno. Leedlo.

• ¿Recordáis a Jan Brewer, esa gobernadora de Arizona que aprobó esa ley de inmigración tan divertida? La mujer este noviembre se presenta a la reelección, y esta semana tuvo un debate con su oponente demócrata. Como todo debate, los candidatos empiezan con una pequeña introducción, que se supone llevan preparada. Veamos cómo le fue, en directo, delante de las cámaras. Aviso: duele verlo. En serio.

• Tras esta espectacular demostración sobre cómo seria un episodio de The Office si la serie fuera sobre política, Brewer tenía que debatir. Imaginad lo bien que fue. No he visto el debate entero (no soy tan masoca), pero vale la pena repasar los grandes éxitos. Hace unos meses la gobernadora se inventó una historia de cadáveres decapitados por narcos mejicanos para justificar la ley de inmigración. En el debate, le preguntaron sobre ello, y pasó olímpicamente de contestar. Los periodistas la pillaran por banda a la salida, e insistieron un poco más. He aquí la maravillosa respuesta:

Brewer llegó al cargo cuando Janet Napolitano, su predecesora, fue nombrada Secretaria de Seguridad Nacional por Obama. Brewer era la Secretaria de Estado, cargo a quién nadie presta atención, que según las leyes locales sucede a un gobernador que no acada su mandato. Una perla, oiga.