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Movilización social 101 (III): manifiestos y mensajes

3 Sep, 2010 - - @egocrata

Entregas anteriores aquí y aquí. De nada.

Tenemos un problema social, y un grupo de gente cabreada. Tenemos ganas de montar un sarao, hacer ruido, intentar hacer que los políticos nos escuchen. Es la hora de las movilizaciones sociales; hora de montar algo. Es en este momento que siempre sale el típico listillo que lanza las mismas preguntas: ¿qué pedimos? ¿qué queremos que hagan por nosotros? ¿cuál es nuestra lista de reivindicaciones? ¿cuál es nuestro programa, nuestras propuestas?

Se hace el silencio. Todos se miran unos a otros, asustados, por unos breves momentos -y entonces todo es discusiones, listas de medidas, manifiestos con diez propuestas diseñadas en comité (y mutuamente contradictorias) y dos o tres tipos que son capaces de explicarlas. Diez minutos más tarde, media asamblea se larga, clamando que esos que se autoproclaman líder no nos representan, y el movimiento social se disuelve como un azucarillo, media hora después de meter a todo el mundo en la sala de actos.

De acuerdo, estoy exagerando un poco – pero la idea es la siguiente: un movimiento social efectivo no tiene programa. No tiene medidas concretas, no se basa en decálogos, no tiene una serie de medidas concretas detalladas y específicas que exigir a los políticos. No lo tiene porque primero, no lo necesita,  segundo, porque acostumbra a ser un estorbo que no hace más que provocar guerras santas y escisiones, y tercero, porque pedir enmiendas a una ley no provoca la más mínima emoción al respetable.

Una movilización social, si queremos que sea un poco grande y duradera, no puede partir de listas de la compra. Lo que queremos como punto de partida es una idea, un agravio, un cierto sentimiento que genere consenso – una injusticia a la que podernos oponer. Para ser efectivos no necesitamos proponer cosas – lo que queremos es hacer preguntas.

Puesto de forma concreta: La idea no es salir a la calle a pedir una lista de la compra de medidas que favorezcan el empleo juvenil (los gafosos no atraen a las masas, recordad), sino preguntar en voz alta por qué la economía española ha abandonado a los jóvenes. La injusticia no es el coste de despido, los contratos por obra, la falta de protección social, los altos costes laborales, el horrible sistema educativo, el salario mínimo excesivo o el hecho que España está llena de españoles, sino que tenemos una generación perdida en una situación catastrófica a la que nadie presta atención. La legislación laboral, el sistema de pensiones, el gasto público, el estado de bienestar, todo, todo, está dirigido a proteger y hacer las cosa más fáciles a los nacidos entre 1950 y 1980, y el resto que se vayan a tomar por saco.

Es algo que vemos en muchos sitios (el otro día enlazaba esta carta, referida a Estados Unidos – se aplica a España casi perfectamente), pero la juventud española vive en un nivel de puteo especialmente exagerado. Uno de los secretos mejor guardados de la movilización política es el hecho que es mucho más fácil protestar contra algo que a favor de una propuesta concreta. Nuestros manifiestos, nuestras proclamas revolucionarias, deben partir de la idea que estamos pidiendo que algo injusto caiga (¡basta de putear a los jóvenes) – y que exigimos que los políticos, la sociedad respondan a nuestra pregunta, y que aporten soluciones.

Por supuesto, nuestros manifiestos no deben ser una lista de negativas y estadísticas catastrofistas; eso tampoco te lleva demasiado lejos. Queremos algo positivo – y lo que hacemos es defender unos valores, unos principios, una identidad. No pedimos «contrato laboral único basado en indemnizaciones de despido crecientes» (aunque es una idea excelente), sino «un mercado de trabajo que trate a todos igual». Pedimos equidad – las pensiones de los jubilados actuales las pagaremos nosotros, así que creemos que no es justo que nos reduzcan nuestras prestaciones (vía retrasar jubilación) para no tener que subir ahora los impuestos. Valores, no programas o ideas concretas – y pedimos resultados, dejando que los políticos tengan que dejarse el cuello poniendo propuestas.

¿Suena un poco cínico y vacio? No lo es demasiado. Un movimiento social no es un partido político, ya que busca cosas distintas. Los partidos quieren gobernar, y para ello necesitan programas electorales. Un movimiento social quiere hacer que la sociedad responda ante un problema y responda a este, así que basta con que haga preguntas. Es por este motivo que partidos políticos y organizaciones sociales siempre tienen relaciones un tanto incómodas (y es uno de los motivos detrás de la esquizofrenia del movimiento conservador americano); y es bueno que así sea, ya que no juegan al mismo juego.

Resumiendo: si alguien quiere protestar, que empiece por preguntarse cómo explicar injusticias, o por qué son moralmente inaceptables. Que busque los valores y altos motivos que nos mueven a pedir que los políticos se pongan a desfacer entuertos. Las soluciones concretas saldrán en el debate posterior; tu trabajo es abrirlo.


11 comentarios

  1. Marc Fargas dice:

    Entregas anteriores Aquí y aquí. Gracias 🙂

  2. Fran dice:

    Cómo me recuerdas a un más que buen amigo cuando leo su blog «espejos y dragones». Vaya pareja 🙂

    Un saludo cordial

  3. Sin propuesta no hay protesta.

  4. Lole dice:

    «a legislación laboral, el sistema de pensiones, el gasto público, el estado de bienestar, todo, todo, está dirigido a proteger y hacer las cosa más fáciles a los nacidos entre 1950 y 1980, y el resto que se vayan a tomar por saco.»

    Discrepo. Los nacidos durante el Baby Boom difícilmente van a poder cobrar una pensión de jubilación satisfactoria por falta de suficientes contribuyentes. La legislación actual no les va a ayudar en ese sentido.
    Los nacidos a partir del 80, cuando lleguen a su senectud, puede que no tengan ese problema. Insisto, «puede»; demasiada incertidumbre. A saber lo que pueden pasar en los próximos 40 años. Pero si el crecimiento vegetativo se mantiene en torno a cero hasta entonces, la situación será más favorable de cara a las pensiones que para las generaciones anteriores.

    Roger. Sigues sin hacer ningún paralelismo con la crisis del 93. ¿No hay ninguna lección que aprender de aquella? Sospecho que no te interesa porque conllevaría admitir que la generación que ahora se supone que está capeando la crisis (algo discutible) es la que se tragó el marrón entonces. Con el agravante de que los jóvenes de entonces, actualmente muchos no disfrutan de esos contratos «jarrón ming» que tanto criticas. Y a la porra el mensaje victimista, en parte.

  5. Roger Senserrich dice:

    Los baby boomers están hablando de retrasar la edad de jubilación ahora para que los que aún no estamos paguemos más impuestos – recuerda que el cambio no afectará a los mayores de 50 años demasiado. Es decir, toda la quinta de pringados actual se come el recorte para asegurar que los nacidos en 1960 sigan cobrando allá por el 2040.

    La generación que se tragó la crisis del 93 lo hizo sin rechistar, cosa que me revienta. Aún así, esa crisis no fue ni de lejos tan traumática como será esta – la recuperación fue infinitamente más robusta, ya que el origen de la crisis (el petardazo del SME y la reunificación alemana, más la devaluación de la peseta) es menos devastador que una burbuja crediticia.

    Aparte, esa generación venía de la mayor expansión de la historia del país en educación universitaria y gasto público en general. Ni de coña estaban tan puteados como esta.

  6. […] Movilización social 101 (III): manifiestos y mensajes http://www.lorem-ipsum.es/blogs/materiasgrises/2010/09/movilizacion…  por elhombrepancho el 17:01 UTC publicado el 17:01 UTC […]

  7. Lole dice:

    Pero los que ahora tienen entre 30 y 50, la mitad también baby boomers, sí se comerán el retraso de la jubilación, lo que probablemente se traducirá en más años de desempleo, por tanto, menor cuantía en la pensión. Precariedad en la última etapa de sus vidas.

    Los que ahora tienen menos de 30 puede que lleguen a la jubilación en mejores circunstancias. Para entonces ya habrán muerto casi todos los baby boomers, así que podría haber más equilibrio en las cuentas de la S.S. Claro que todo esto sólo son conjeturas que a tantos años vista nunca se cumplen. Veremos.

    No comparto tu apreciación de la crisis del 93. Las tasas de paro se mantuvieron elevadas hasta bien entrada la segunda mitad de los 90. La mayor parte del mercado laboral quedó copado por los «jarrones ming». Los parados de entonces «estrenaron» las delicias de los nuevos contratos temporales, razón por la cual muchos todavía no tienen la estabilidad laboral de generaciones anteriores. De ahí que muchos hayan perdido el empleo en esta crisis y con malas perspectivas de volver a la vida activa.
    La educación universitaria entonces era tan poco provechosa como la de ahora. Simplificando, fábricas de parados.
    En cuanto al gasto público, sí entonces las administraciones autonomicas dieron el «estirón». Precisamente la última oposición masiva fue en muchos sitios… en el 92. Justo antes de la crisis. Los que perdieron el empleo después o finalizaron sus estudios entonces dieron con sus huesos en el INEM.

    El agravio comparativo generacional es cuestionable.

    Por otra parte, si entonces esa generación se tragó la crisis sin rechistar, ¿qué motivos hay para que la actual reaccione de forma diferente? Mi impresión es que si los de entonces eran pasotillas, los de ahora lo son más.

  8. Tito el Elfo dice:

    ¿No se supone que debemos cambiarlo entonces? Porque en vista del éxito post-93, me parece que intentar hacer algo distinto no es mala idea…

  9. Lole dice:

    Claro que no es mala idea. Pero para no dar palos de ciego, no está de más partir de la experiencia previa, la del 93, algo de lo que por ahora apenas leo.

  10. d dice:

    No fastidies… Los que tenemos más de 30 estamos en condiciones parecidas a las de los más jóvenes… Que para eso la mayoría hemos accedido al mercado de trabajo en la década de 00-10, con las condiciones de trabajo actuales ya vigentes. La barrera está más bién en los 35. Y esa edad está subiendo, me temo.

  11. […] Esta acción mediática ha impulsado, efectivamente, el tema en el debate público. Y, al menos en las redes sociales, muchos se preguntan: ¿por qué la juventud no se moviliza? Y es una pregunta legítima, habida cuenta de que existe un problema concreto sobre el que se puede generar una narrativa con una importante carga emocional y articulada en torno a un objetivo claro pero no excesivamente complejo. […]

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