Como quiera que uno no se puede resistir a las peticiones que le hacen (y menos si se incluyen lisonjas), y como quiera también que el tema tiene algo de miga, voy a comentar un par de cosas sobre “la decisión de Corbacho”.

Para empezar, ¿ha sido una decisión de Corbacho? Me da la impresión de que, en gran medida, sí. Por supuesto, ha contado con el aval (y puede que con el impulso y el incentivo) de Zapatero y de Montilla, pero la ha emprendido de buen grado. Si no, probablemente se habría retirado de la política. Es casi imposible obligar a un ministro a hacer lo que no quiere si esto implica seguir en la vida pública.

Ahora bien, el movimiento suscita unas cuantas dudas. Cacémoslas una por una.

1. ¿Esto significa que habrá crisis de Gobierno?

De La Vega ya ha dicho que no, y parece que el cambio profundo en el Consejo que algunos esperaban (esperábamos, de hecho) no se va a producir durante este trimestre. Deducir, como intentan ciertos medios y comentaristas, que la marcha de Jiménez y de Corbacho es el inicio de una crisis es forzar la interpretación de los acontecimientos hasta el paroxismo. Ojo, eso no quiere decir que no haya una crisis interna. Este equipo de Gobierno la tiene, latente, desde hace años. No se coordinan, no se comunican bien, no se mueven al unísono. No bailan al hacer política. Probablemente, eso indica que el clima de trabajo no es bueno. Por tanto, es bastante normal que las personas que ven una salida, la aprovechen, si lo que hay después les interesa. Pero deducir de ello una crisis es falaz. No se advierten movimientos de cambio profundo. Entre otras cosas, porque la principal cartera, Economía, parece asentada y bien asentada.

Por supuesto, cuando Soraya dice que “no es casualidad” que sea precisamente el de Trabajo, algo de razón tiene. Si Corbacho y su equipo estuviesen haciendo bajar el paro a un ritmo endemoniado, a nadie se le ocurriría sacarlo de ahí, ni a él mismo irse. Pero no es así, sino que es más bien al contrario.

2. Entonces, ¿quién entrará a ocupar su puesto?

¿Alguien tiene una bola de adivino? Yo no, y la mayoría de periodistas (muy dados normalmente a este tipo de especulaciones) parece que tampoco. He oído mencionar a Elena Valenciano, pero poner a alguien con poca idea de Empleo en este ministerio, en la situación actual, sería una idea demasiado descabellada. Francamente, cualquier cosa que diga sería pura adivinación, y no es lo mío. Lo que sí puedo decir es el perfil que creo que debería tener: persona que dé la impresión de seriedad, competencia y arremangarse para trabajar (y que lo haga, por supuesto). Con una cierta experiencia pero no quemado. Más centrado que izquierdista. Y con una indiscutible capacidad de negociación. Si es economista, mira, ya lo bordaríamos.

3. ¿Y qué pasa con el PSC?

Para esto, la verdad, doctores tiene la Iglesia que ya hablarán cuando toque (es decir, cuando Corbacho aterrice en Catalunya). La idea supongo que es la siguiente: Corbacho siempre ha sido alguien bastante popular entre la clase trabajadora catalana, y tiene un perfil definitivamente no nacionalista. Esto presupone que Montilla no es popular entre este estrato de votantes, y que su perfil se ha ido catalanizando. Pero, en realidad, Montilla es tan charnego como Corbacho, y su tímido catalanismo palidece ante los sectores más nacionalistas del PSC, con Antoni Castells y Montserrat Tura como exponentes relevantes. Por eso Corbacho iría como número 3, nunca como lugarteniente de Montilla, donde supongo que irá algún catalán (o catalana) de pura cepa, a poder ser joven y dinámica.

Por supuesto, en cuanto han tenido la oportunidad, CiU, PPC y las bases anti-PSC han ironizado despiadadamente sobre la conveniencia de traer a Catalunya a uno de los Ministros de Trabajo con los peores datos de paro de la Historia de la Democracia (así, con mayúsculas) para ganarse a las clases populares. Es su estrategia lógica, casi les viene dada. Pero tiene muy poco recorrido. De hecho, acaba hoy mismo, como quien dice. Porque a partir de ahora sólo pueden repetir hasta la saciedad ese mensaje.

4. Entonces, ¿qué demonios ha sucedido?

Tenemos dos alternativas.

a) Todo es lo que parece, y Corbacho no estaba del todo a gusto en el Gobierno y quería salir del mismo. El Gobierno no ha visto con malos ojos perder a uno de sus miembros más desgastados (de hecho, le habría animado), y Montilla necesita todos los refuerzos posibles, electorales y morales.

b) Nada es lo que parece, y a Corbacho le han echado a patadas del Gobierno, pero él ha exigido una contrapartida digna, y esta ha sido ir a Catalunya con Montilla.

La b) no parece muy plausible después de todo lo que hemos comentado. Y, menos todavía, si pensamos que a santo de qué Montilla debería ceder a presiones desde el PSOE.

Por supuesto, hay una opción c). Siempre la hay. En este caso, es la siguiente: todo el mundo en el PSOE piensa que el PSC va a perder las elecciones. Entonces, mejor poner a alguien que pueda organizar una transición tranquila (“tranquila” es “poco nacionalista”) cuando Montilla haya perdido todo su crédito. Corbacho, en una situación delicada en el Gobierno pero que suena aún “lógica” en Catalunya, y realmente cercano a Ferraz, era la opción más plausible. Además (sumando la primera alternativa) estaba dispuesto.

Quién sabe. Pero nunca menosprecies la capacidad de un grupo político, cualquiera que sea, a la hora de pensar en salvar los muebles incluso antes de haber perdido.


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