Hemeroteca - Los escritos de Jorge Galindo
Acabo de terminar de leer el paper de Ken Binmore en el cual explica cómo diseñaron la subasta que repartió el espectro de licencias de redes 3G en el Reino Unido. Binmore es un especialista en teoría de juegos que conocí gracias a Citoyen y un librito suyo que recomendó en su blog. Ha sido una de las mejores descripciones de diseño de política que he leído en mi corta vida como aprendiz de economista. He de admitir que esta es una disciplina que me apasiona, y a la que de hecho dedico buena parte de mi actividad profesional. Mi “caja de herramientas” principal es la investigación social y la teoría social en general, aderezada con bastante de análisis económico, aunque casi siempre partiendo de una perspectiva más bien macro o meso, y un poco de ciencia política, así como de las temáticas especializadas de cada política, por supuesto. Es lo que pedían los proyectos en los que nos hemos embarcado hasta ahora.
Sin embargo, cada vez más entramos a trabajar cuestiones que requieren de otro tipo de enfoque. La verdad, soy tremendamente escéptico respecto a la teoría de juegos, pero es que lo soy con respecto a casi cualquier construcción teórica, porque me parece que el estudio de lo social está en pañales científicos, y tenemos que ir muy poco a poco y con mucho tiempo. Sin embargo, me parece que su “caja de herramientas” puede ser realmente útil, si se utiliza junto a otras y con especial espíritu crítico, a la hora de diseñar la dimensión más “micro” de una política. Dimensión de la que los políticos, los politólogos y los sociólogos (e incluso algunos economistas) de este país tendemos a olvidarnos, haciendo un salto directo de macro a macro siempre, sin pasar por el nivel microgrupal o individual. Nos preguntamos cómo afectará si toco la variable A en la variable B, pero no de qué forma tenderán a actuar los individuos y los grupos XYZ si toco A, y cómo esto repercutirá en B. La perspectiva tradicional de la economía, afortunadamente ya superada, tomaba este enfoque pero partiendo de una serie de premisas erróneas. Enriquecerlo no ya con teoría de juegos y otros avances en economía del comportamiento, sino con lo (poco) que sabemos los sociólogos, los psicólogos y los politólogos sobre el comportamiento microsocial no (totalmente) racional, es imprescindible para diseñar mecanismos de política pública eficaces, elegantes y, por qué no, bellos.