Llevo una temporada queriendo hablar de Argentina. El país lleva una temporada metido en una crisis política bastante esperpéntica, con los Kirchner peleándose con el presidente del banco central hasta forzarle a que abandone el cargo.

Los detalles de la crisis no son demasiado nuevos. Argentina no puede endeudarse en el exterior; los mercados internacionales aún no le han perdonado su bancarrota a principios de esta década, y los Kirchner no han querido negociar una solución a esos impagos. Para un político que se enfrenta a una recesión mundial, el no poder endeudarse es un problema: no puedes mantener políticas fiscales expansivas durante demasiado tiempo. Si no puedes meterte en déficit (porque nadie te lo cubre) y tu economía frena, se acabó gastar dinero a patadas; te toca recortar el gasto.

No hace falta que diga que esto políticamente es peligroso. El gasto público es algo estupendo, especialmente si eres el presidente de Argentina y tienes una amplísima red de clientelismo caciquista descarado servicios sociales que dependen del presupuesto. El Peronismo/Justicialismo/como llamen al engendro unipartidista que habita en la presidencia estos días tiene una larga tradición de conflictos internos «solucionados» en base a repartir gasto público; si un presidente quiere ganar elecciones (o que las gane su marido) es imprescindible mantener ese flujo monetario.

Argentina, tradicionalmente, ha pagado esta clase de cosas utilizando dos métodos bastante sencillos. El primero, y más obvio, es endeudándose hasta las céjas y empotrándose en una crisis monetaria de vez en cuando. El segundo, igualmente clásico, es exprimir al potente sector exportador del país tanto como puedan a base de impuestos a la exportación, alegre manipulación monetaria o cuotas extrañas. La eterna batalla argentina es entre las ciudades justicialistas y un campo que se pasa la vida pagando la factura, en otras palabras – con los terratenientes apuntándose a golpes de estado y juntas militares de vez en cuando en el pasado.

Cuando Cristina Fernández se enfrenta al banco central estamos viendo una repetición de esas viejas batallas. La entidad tiene una burrada de reservas monetarias, derivadas (como no) del superávit comercial del país; los exportadores venden más de lo que el país compra en el exterior, al fin y al cabo. Los Kirchner quieren seguir gastando, pero no quieren subir los impuestos a nadie; no a los asalariados, que son su base, y desde luego no al campo, que les monta unos pollos de impresión. Dado que los mercados internacionales ya se toman a Argentina por el pito del sereno (no pagan deudas) esto de mantener la reputación de independencia del banco central les importa un comino:  vacian las reservas y listos.

¿El resultado? Bueno, no especialmente bueno. La economía Argentina no es precisamente un paradigma de estabilidad y progreso estos días. Políticamente, Cristina Fernández es el jefe de ejecutivo menos popular del continente, algo que tiene mérito. Es muy difícil tomarse un país en serio cuando el ejecutivo hace estas cosas, tristemente.

El problema argentino no son sólo los Kirchner, sin embargo; es algo que viene de lejos. Básicamente, el estado nunca ha sido capaz de hacer algo tan simple y sencillo como recaudar impuestos de forma competente, con políticos siempre cayendo en la tentación constante de freir a los exportadores (y sus minas y vacas, que son difíciles de esconder) para pagar el tinglado. Si no eres capaz de crear un sistema fiscal decente (con una base extensa y que afecte a todos), tu sistema político básicamente se rompe constantemente, ya que todos los incentivos están dirigidos a apretar las tuercas a gente con ganas de dar golpes de estado.

Es triste, porque Argentina podría haber sido Estados Unidos. A principios del siglo XX, el nivel de renta de Argentina era parecido (si no mayor, cito de memoria) que sus colegas del norte. El país tuvo básicamente dos golpes de muy mala suerte en la primera mitad del siglo: los radicales se tragaron la culpa en 1930 por la gran depresión, provocando el ascenso de una dictablanda conservadora, y la reacción a este régimen fue militar, torpe y populista, con la emergencia del Peronismo y su legitimidad basada en un populismo burdo que intentó evitar por todos los medios cobrar impuestos a sus bases.

¿Recordáis eso de la path dependence? Argentina es uno de esos casos paradigmáticos. Es un país en que las decisiones tomadas en 1946 condicionan las decisiones de cualquier político que venga después; una vez Perón crea la coalición política del justicialismo, deshacer ese equilibrio de fuerzas es increíblemente difícil. Estados Unidos (y su peculiar sistema de representación en el Senado) siempre tuvo un sector exportador que se resistió a «pagar» por todo el tinglado, con una «curiosa» coalición entre industrialistas del norte y blancos pobre racistas en el sur (el partido demócrata en los años treinta) garantizando que el New Deal fuera pagado por todos. Argentina, sin embargo, nunca tuvo esa suerte.

Por descontado, esta clase de cosas no son una condena eterna. España, al fin y al cabo, era un desastre completo hasta los años sesenta, y ahora… bueno, es un éxito aceptable, con problemas más o menos serios. Los países pueden aprobar reformas, y pueden cambiar su historia. Fácil no es, pero todo es intentarlo.

Nota al margen: Sé de sobras que estoy simplificando un siglo de historia de dos países enormes de forma horripilante. Es una bitácora, no una tesis doctoral. No os metáis con los detalles. La idea general, por cierto, es ciertamente discutible. Para eso están los comentarios.


11 comentarios

  1. alex dice:

    Sobre el tema argentino, que profundiza más, recuerdo este artículo de FT (que compartí hace ya mucho en GoogleReader) http://www.ft.com/cms/s/2/778193e4-44d8-11de-82d6-00144feabdc0.html

    El presente de Argentina lo tengo algo más descolocado, pero es un gran ‘lo-que-pudo-ser’.

    En este otro artículo http://economix.blogs.nytimes.com/2009/10/06/what-happened-to-argentina/ se cita

    > A century ago, there were only seven countries in the world that were more prosperous than Argentina (Belgium, Switzerland, Britain and four former English colonies including the United States)

    Una pena de país echado a perder en 80 años.

  2. Alatriste dice:

    Solo comentar que no hay grandes diferencias entre exportar petróleo y exportar trigo y carne, salvo que en el caso del petróleo los productores son un pequeño puñado de enormes multinacionales y/o un monopolio estatal (véase Pemex), mientras que los productores argentinos de trigo y carne son mucho más numerosos. Pero los efectos sobre la economía y la sociedad son similares. De hecho, más de una vez he pensado en los parecidos entre Perón y Hugo Chávez…

  3. Kantor dice:

    «Solo comentar que no hay grandes diferencias entre exportar petróleo y exportar trigo y carne»

    Eso no es cierto. La agricultura es mucho más (capital y trabajo) y mucho menos «renta ricardiana de la tierra» que la mineria. Por eso es mucho más distorsionante tasar a la agricultura que a la mineria.

    http://kantor-blog.blogspot.com/2007/02/el-declive-de-la-renta-exgena-del.html

  4. Roger Senserrich dice:

    Alex:

    El artículo del FT es absolutamente fantástico. El del NYT es decente, pero no explica por qué los niveles educativos eran más bajos en Argentina – algo que el FT sí hace. Gracias por los enlaces; sensacionales.

  5. alex dice:

    De nada, los tenía guardados en favoritos para releer. El de FT, del que me topé por casualidad, me llevó a buscar más información.

  6. otro estúpido dice:

    Muy de agredecer los enlaces, en especial el del FT.

    Para misterios, el de la Santísima Trinidad y el hundimiento de Argentina. Desde mi desconocimiento de la historia de Argentina, inicialmente había para mí un antes y un después marcado por el patético Perón. Posteriormente fui descubriendo que Perón, más que la enfermedad, era el síntoma.

    Y hablando de otro ser incompetente y patétitco, antes odiaba a Zapatero. Ya no: me he dado cuenta de que el problema son (somos) los españoles y que Zapatero es – también – un síntoma. No es casual que la tropa liderada por esa mezcla contra natura de leonés y pucelano sea para cagarse por la pata baja y que la del principal partido de la oposición – con Rajoy-no-me-molesten-que-estoy-desayunando al mando -, tres cuartos de lo mismo.

    (Al menos Sonsoles Espinosa está en su lugar – el anonimato de la esposa; no recuerdo que se hubiese presentado a las elecciones – y no dando la vara, a diferencia de la inefable Evita.)

  7. Heathcliff dice:

    Quizás la incapacidad de conseguir que todos paguen tenga algo de origen cultural. La idea de igualdad ante la Ley, aún hoy, levanta ampollas en el cono sur.

  8. Alatriste dice:

    Dudo que en nuestro siglo la agricultura requiera menos capital y trabajo que la minería, al menos en las explotaciones comerciales intensivas orientadas a la exportación. La maquinaria moderna ha revolucionado ambos campos.

    Pero en cualquier caso los efectos sobre la economía y la sociedad de Argentina ¿No recuerdan a los experimentados por los países exportadores de petróleo como Venezuela o Méjico? Dependencia de las oscilaciones de precios del mercado mundial, dependencia de los ingresos arancelarios, mentalidad «rentista», elevado nivel de importaciones manufactureras, estatismo, corrupción, burocracia, populismo, clientelismo…

    Aparte es un detalle nimio pero en español lo correcto es ‘licuefacción’, con ‘c’.

  9. Kantor dice:

    «Dudo que en nuestro siglo la agricultura requiera menos capital y trabajo que la minería»

    Es justo lo contrario: la mineria es mucho más «renta», y por tanto menos «capital y trabajo».

    Mira, con el barril marginal a 75 dólares, y los costes de producción de un campo saudí en 5 dólares barril, hay un enorme espacio para que ARAMCO permita la Familia Real en particular, y los saudies en general vivir simplemente de la fruta que cae del arbol. Y por tanto, es normal que los saudies en vez de dejar esas rentas a Exxon, se las apropien ellos. Como los noruegos, por otra parte.

    Intentar hacer lo mismo con la agricultura es muuucho más dificil porque el coste de producción de un filete argentino no es tanto menor que el de el filete marginal como para poder tasar agresivamente la diferencia.

  10. Ender dice:

    Hace un tiempo debatíamos Demócrito y yo en nuestro blog sobre Argentina:

    http://comoquerais.blogspot.com/search/label/Argentina

  11. chuenga.net dice:

    l viejo problema de Argentina…

    Argentina, tradicionalmente, ha pagado el gasto público utilizando dos métodos bastante sencillos. El primero es endeudándose hasta las cejas y empotrándose en una crisis monetaria de vez en cuando. El segundo es exprimir al potente sector exportad…

Comments are closed.