Algunos sectores de la prensa y partidos políticos están muy excitados con la «consulta popular» del domingo en Cataluña. Me remito a lo que dije hace unas semanas: la validez de la votación es la misma que una encuesta en la página de la Cope o el Avui en Internet. No es una muestra representativa, no es un resultado vinculante y la población que ha ido a votar está sesgada en función del contenido de la protesta.

Como alternativa a organizar una manifestación a favor del derecho a la secesión, muy emotivo, muy original y muy bien organizado. La validez real de la «consulta», sin embargo, es idéntica a la de una manifiestación contra el aborto de Hazte Oir o una morriña de la AVT contra la negociación con ETA. La gente sale a la calle a expresar su opinión, sólo que en este caso cada uno lo hace a una hora distinta. Oh, estupendo. Cuando toca votar de veras, sin embargo, el único partido que defiende abiertamente la secesión (y no, CDC no lo hace) se sorbe los mocos, así que no hay nada que hablar.

Excelente propaganda, ciertamente, pero totalmente irrelevante. No sé por qué nadie le presta atención. Ya sé, contradictorio.


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