La economía americana parece estar empezando volver a la vida – el PIB está creciendo de nuevo a un ritmo más que aceptable, y los sospechosos habituales (vivienda, exportaciones, etcétera) empiezan a recuperarse. Aunque no me atrevo a decir que lo peor ya ha pasado y no veremos más sorpresas desagradables (hay bombas de relojería en todos sitios), parece que la recesión empieza a superarse.

Las cosas parece que empiezan a ir bien, pero eso no impide que los republicanos critiquen al presidente como de costumbre. Dejando de lado la sanidad (que sigue su lento avance por el Congreso) y cambio climático (que parece encallada en chiquilladas), las dos líneas de ataque principales son el déficit y el desempleo. Una es completamente estúpida, la otra no lo sería si no estuvieran contradiciendo la primera.

Me explico. El déficit fiscal americano este año será bastante espectacular, rozando el 10% del PIB – cerca de 1,4 billones de dólares. Parece un problema gigantesco, pero de hecho no lo es tanto. Primero, porque una parte muy importante de esta cifra viene de medidas con fecha de caducidad: 400.000 millones de dólares del plan de estímulo fiscal (la otra mitad, el año que viene), 400 ó 500.000 millones de los rescates financieros (gran parte será recuperado),  y unos 120.000 millones viene del coste directo anual de las guerras. Si a eso le añadimos la caída de ingresos derivada de cualquier recesión (especialmente horrible este año), el déficit fiscal real a medio plazo es de hecho mucho menor; probablemente cercano a 300.000 millones con una guerra abierta, o un 3% del PIB.

Dicho en otras palabras: un número grande, pero controlable – y perfectamente tolerable para la ecomomía más poderosa de la tierra. Lo más importante, este déficit es relativamente fácil de reducir de forma «natural»; el crecimiento económico se ocupará de ello.  A largo plazo las cosas pintan un poco peor, pero no demasiado; el gran agujero negro del futuro fiscal americano (Medicare y el gasto sanitario) va camino de resolverse gracias a la nueva reforma, y el sistema de pensiones es fácil de arreglar (de hecho, goza de muy buena salud) con unos pocos cambios menores. Como comenta Paul Krugman, la presunta preocupación del electorado con el déficit realmente no quiere decir gran cosa; los votantes en general lo confunden con «crisis económica».

El desempleo es un problema un poco más serio. La economía americana es tremendamente flexible, así que crea empleo -y crecimiento- con más facilidad que las economías europeas. El problema, sin embargo, es que la población está creciendo a un ritmo decente, así que hace falta crear mucho empleo. Más allá de eso, la situación del mercado laboral es peor de lo que parece mirando los números, con muchísimos trabajadores a tiempo parcial o subempleados, así que recuperar el número general va a ser muy complicado.

En un contexto en que los tipos de interés están a cero, un gobierno tiene básicamente dos palancas para combatir el desempleo: devaluar la moneda para incentivar exportaciones (algo que están haciendo tanto como pueden – más luego) o estimular la economía dándole a la palanca fiscal. Esto quiere decir estimular la economía mediante el gasto, generando déficits – precisamente lo que critican tanto los republicanos. El estímulo fiscal ha funcionado bien, pero es insuficiente.

El problema más serio para Estados Unidos (y la Unión Europea), sin embargo, es la tozudez China en mantener su moneda artificialmente baja. No hace falta que recuerde a nadie que una de las causas de esta gloriosa crisis fue el exceso galopante de reservas en dólares esparcidas de mala manera que China acumuló manteniendo el yuan por los suelos. Parece que los dirigentes chinos están haciendo otra vez lo mismo, pero aún más insidioso: son los únicos creciendo a buen ritmo, pero siguen machacando su moneda como desesperados.

El resultado es una repetición de algo que vimos antes de la crisis: los americanos intentan devaluar su moneda para hacer sus exportaciones más competitivas, los chinos los siguen cuesta abajo para no perder competitividad, y los que se comen el marrón quedándose con una moneda cara son otra vez los europeos. El Banco Central Europeo, sin embargo, tiene esta extraña (y muy germánica) obsesión contra la inflación. La zona euro se come las exportaciones de todo el mundo, ya que cualquier cosa que suene a «debilitar» la moneda hace que en Frankfurt la gente se desmaye y empiece a gritar «¡Weimar! ¡Weimar!» como desesperados. Toda esta pureza monetaria está consiguiendo que
la zona euro esté flirteando muy seriamente (y en el caso español, teniendo ya un apasionado affaire) con la deflación, mientras China sigue haciendo de troll monetario internacional.

¿Recordáis esa lista de reformas que pedimos por aquí de vez en cuando? Ya puestos a pedir heroicidades, Zapatero podría impulsar reformas en el BCE. Está haciendo daño en serio.


15 comentarios

  1. citoyen dice:

    Pregunta lanzada al aire sin haber pensado demasiado en ello así que no me hagáis demasiado caso.

    Ya sé que entrar en una deflación es algo horrible dónde muere gente y nos hacemo popó. Pero si lo que dice Krugman aquí es cierto (http://www.cotizalia.com/noticias/krugman-recomienda-espana-devaluacion-ajustes-salarios-20091028.html) ¿no es algo moderadamente bueno al menos de forma temporal?

  2. Roger Senserrich dice:

    No es que sea bueno o malo… Es que no hay otra salida. El gobierno no puede devaluar la moneda, así que el poder adquisitivo tiene que bajar a la tremenda. El estímulo fiscal y las reformas estructurales deberían hacer que el cambio sea más rápido, pero sigue doliendo un huevo.

  3. Heathcliff dice:

    ¿Pero una bajada del poder adquisitivo no contrae la demanda agregada?

    Yo creo que sí. Y que en nuestro caso, una deflación sería lo bastante dañina para el consumo interno y no lo bastante beneficiosa para las exportaciones.

    Por tanto, estaríamos quedándonos en el medio. O sea, cruzando un precipicio de dos saltos, que parece que es lo nuestro.

  4. citoyen dice:

    «¿Pero una bajada del poder adquisitivo no contrae la demanda agregada?»

    La deflación significa, estrictamente, que el nivel general de precios baja. En una economía con un solo bien (juegos de rol) y un sólo input (escritores que son a su vez frikis consumidores de juegos de rol) significa que los precios de los juegos de rol bajan y también baja lo que se paga a los frikis- si estos se llevan una fracción fija de cada juego de rol vendido. El efecto es, en principio, neutro.

    Ahora supón que el país es una economía abierta dónde una parte de los juegos de rol se importa y los frikis escritores gastan una parte de su sueldo en juegos de ordenador japoneses importados.

    En el mundo ideal, el valor de los juegos de rol exportados y el de los juegos de ordenador importados debería ser el mismo (diríamos que «la balanza de pagos está en equilibrio»). Pero esto no tiene por qué ser así todo el rato. Es posible que durante un tiempo haya un desequilibrio; tal vez los jugones hayan decidido que necesitan cobrar más o que en el futuro serán capaces de producir más juegos de rol, de modo que empiezan a pedir prestado dinero en otros países y el valor de los juegos de ordenador supera al de los juegos de rol que exportan. A esto lo llamamos un «deficit en la balanza por cuenta corriente» o un «superavit en la balanza financiera.» (contablemente es más o menos lo mismo).

    Pero el deficit puede venir causado por otro tipo de problemas. Digamos que súbitamente los frikis deciden que merecen ser pagados más. De esta forma, los juegos de rol son más costosos de producir y su precio interno sube, lo que significa que los juegos de rol son más caros en el exterior y por tanto menos competitivos. Al mismo tiempo, los jugones pueden comprar más juegos de ordenador ya que les pagan más. El resultado es también un desequilibrio.

    Ahora volvemos a la deflación. La deflación, habíamos dicho, era que los frikis/escritores, cobraban menos por los juegos de rol ya que los juegos de rol valían menos. Cuando la economía era cerrada, eso no era técnicamente un problema- todos cobramos menos, pero podemos cobrar más y listo. Cuando la economía es abierta, el cambio en el precio de los juegos de rol SI afecta al poder adquisitivo; por un lado, podremos comprar menos juegos de ordenador fuera dado que el sueldo de los frikis habrá caído pero el precio de los juegos de ordenador se habrá mantenido constante. En cambio, el precio de juegos de rol que producimos habrá bajado- luego podremos comprar los mismos juegos de rol que antes y, además, vender mas juegos de rol fuera. El resultado es que el valor de las importaciones de juegos de ordenador cae- al caer su cantidad-, el valor de las exportaciones en juegos de rol aumenta y el poder adquisitivo interno cae.

    Cuando tu problema es, como en el caso de España, que consumes más de lo que produces (el valor de tus ventas de juegos de rol es menos que el de tus compras de juegos de ordenador), éste es un proceso en principio bueno y con efecto potencialmente expansivo (no siempre, se tiene que cumplir lo que llamamos la «condición marshall lerner»)

    El problema es que la deflación es algo complicado. Uno corre el riesgo de entrar en un bucle de expectativas horrendo (nadie invierte porque el dinero que uno toma prestado hoy vale más mañana; nadie consume porque los bienes valdrán menos mañana) tiene problemas (gordos) con el sistema financiero (el valor de los préstamos que uno ha contraído aumenta de modo que cada vez es ma´s ventajoso declararse insolvente) y conlleva cantidades interesantes de paro -si los salarios caen menos rápido que los precios, los empresarios no tienen otra que despedir.

  5. Demócrito dice:

    No entiendo lo que expones, Heathcliff. La deflación aumenta, no disminuye, el poder adquisitivo en el corto plazo, puesto que a igualdad de renta supone mayor capacidad de compra. El problema de la deflación es que incentiva el atesoramiento y paraliza la inversión en el medio plazo, lo peor que puede pasar en una crisis.

  6. Demócrito dice:

    La cuestión, Citoyen, es que existe un decalaje: los precios bajan pero los sueldos tardan más o, dependiendo del poder de ciertos actores, no lo hacen (los convenios de este año son un ejemplo) Claro, eso incentiva el despido o el ERE como forma de ajuste de los empresarios. Así, tenemos dos grupos: los integrados en el mercado laboral, a los que la deflación les va de perlas (a corto), y los marginados, que han pagado en parte la deflación por las malas con su puesto de trabajo.

  7. citoyen dice:

    bueno, eso es lo que digo en el último párrafo. ¿decalaje no es un galicismo?

  8. […] pego el comentario que acabo de dejar en el blog de egócrata. Sí, sé que es una simplificación, pero creo que os aclara las […]

  9. Heathcliff dice:

    La deflación aumenta el poder adquisitivo a corto plazo, como bien dices, Demócrito, pero yo tengo la idea de que todos los casos conocidos de deflación conducen a medio plazo, o antes aún, a una contracción de todo el sistema productivo. Y desde ahí, el paso a la reducción de la demanda agregada es casi directo.

    La inflación genera tensiones y destruye el ahorro, pero la deflación lo que destruye es la inversión, prtoque siempre es mejor dejar para mañana ese proyecto que se nos ocurrió hoy.

    No creo que pueda haber nada más dsañino para la demanda agregada que eso.

  10. Demócrito dice:

    Es cierto, Citoyen, es un galicismo. Pero en mecánica se utiliza mucho (decalaje de las válvulas de admisión, por ejemplo) y me cuesta quitármelo de encima. Apuntado, mejor desfase.

  11. La deflación a largo plazo genera que pospongamos nuestro consumo, pues para que comprar hoy lo que mañana puede resultar más barato. ¿Nadie recuerda al Japón de los años noventa?

    En cuanto a los salarios deberíamos ver como afectan a los salarios reales y a los nominales, y por supuesto, teniendo en cuenta si las correcciones a la baja de los precios pueden aplicarse a los salarios o no, pues no hay la misma flexibilidad en un sistema de negociación colectiva como en uno que no.

    En el caso de España, muy difícilmente veríamos una contracción de los salarios (ni reales ni nominales), ya que los sindicatos jamás aceptaran una reducción de los mismos. De hecho, suenan campanas de reivindicaciones del 2% de aumento en la negociación colectiva.

    En cuanto a la relación con el comercio exterior), es importante tener en cuenta si disponemos de unos tipos de cambio fijos o no. Pues unos y otros a partir de las condiciones de Mundell-Fleming van a determinar la validez de una u otra política económica.

  12. Ian Curtis dice:

    Como comenta Paul Krugman, la presunta preocupación del electorado con el déficit realmente no quiere decir gran cosa; los votantes en general lo confunden con “crisis económica”

    En serio, no podeis seguir teniendo a Krugman como referente, en cuanto a opinante se refiere. Ya sé que es una buena baza, si atiendes a su curriculum y no a las tonterías que dice, pero así es la vida, os teneis que deshacer de él.

    Se ha comentado muchas veces: El señorito Paul se tiró los 8 años de Bush clamando por los niveles peligrosos y malignos de déficit que tenía el tejano de New Haven; ahora que son 3-4 veces superiores, no pasa nada.

  13. Roger Senserrich dice:

    El déficit no es siempre bueno o siempre malo; depende de la situación. Tener un déficit presupuestario cuando la economía está creciendo es realmente estúpido y peligroso, ya que te deja sin margen fiscal. Bush hacía eso exactamente.

  14. Roger Senserrich dice:

    De hecho, el déficit para Krugman es sólo aceptable en sentido estricto cuando los tipos de interés son cero o están cerca de cero – en cualquier otra situación, no es una buena idea.

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