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Vendiendo una (hipotética) reforma laboral

12 Ago, 2009 - - @egocrata

Un servidor es un eterno optimista – y como tal, a veces me creo que en España, algún día, pasaremos una reforma laboral decente. No repetiré las razones por las que creo que es urgente cambiar el mercado de trabajo en España (leed a gente más sabia), pero sí, es algo necesario.

La reforma probablemente implicará cambios legales que beneficiarán a unos (trabajadores jóvenes, gente hiperproductiva, pequeñas empresas que quieren crecer, gente que toma riesgos) y perjudicarán a otros (trabajadores menos productivos con contratos ultraseguros, gente que no quiere actualizarse, y en cierto sentido, trabajadores más veteranos), así que venderla no es un trabajo necesariamente fácil. Incluso tomando como modelo un esquema que da resultados parecidos al sistema actual (pero con un sistema a efectos prácticos bastante distinto) y con un efecto agregado en la economía nétamente positivo, un gobierno necesitará nervios de acero para que su plan no se lo lleve por delante. Es material peligroso.

¿Cómo debería afrontar un hipotético gobierno reformista un cambio legal de esta magnitud? Es un problema difícil – la falta de entusiasmo generalizada en la clase política española lo deja bastante claro. La campaña de comunicación para defender los cambios bien podría ser impecable y el partido acabar con sus huesos en la oposición de todos modos. Es la reforma antimayoritaria por antonomasia; una misión suicida.

Supongamos, de todos modos, que el presidente de turno es un machote y quiere hacerlo de todos modos, tentando el destino y su buena estrella. ¿Qué pasos debería seguir? Permitidme avanzar una teoría hipotética.

El primer paso: olvidarse del diálogo social, o al menos no convertirlo en un fetiche. Empresarios y sindicatos tienen muchos y loables objetivos, pero su principal preocupación no es la eficiencia o justicia agregada de la economía española. Los empresarios estarán encantados de tener una economía más eficiente si eso genera más beneficios, pero preferirán oligopolios sólidos y un poder de mercado exagerado en el mercado laboral (léase: mercado dual) a cruzadas quijotescas buscando un mundo mejor. Los sindicatos hablarán de justicia todo el día, pero si eso implica que sus afiliados con contrato indefinido ven la probabilidad de ser despedidos aumentar una décima montarán en cólera, sin importarles un rábano si eso genera paro. Si los agentes sociales quieren participar, encantados, pero no esperemos que busquen un mundo mejor – una buena reforma, de hecho, debería cabrear a los dos.

El segundo punto es que la reforma tiene que hacerse en un momento de crisis. Los votantes tienden a olvidarse de los problemas después de una recesión; por mucho que el paro pasara del 20% en 1993, Aznar no pudo convencer a nadie que una reforma era necesaria para evitar que la siguiente recesión repitiera el problema. Puestos a ser cínicos, el momento ideal para aprobar la ley sería dos o tres meses después que la economía ha dejado de contraerse; esto es, unos meses antes que el desempleo empiece a bajar.

La reforma laboral desgastará al gobierno que la apruebe de forma importante, así que es importante aprobarla de modo que tenga efectos visibles. El efecto real es más sutil (mejora de la productividad, empleo más estable, mayor igualdad, etcétera) y más a largo plazo, pero todo es cuestión de poder ponerse la medalla.

Tercero, no podemos vender la reforma utilizando argumentos sobre mejora de la productividad o evitar grandes desempleos futuros – o al menos, no sólo podemos utilizar esta clase de explicación. Cualquier oposición a la medida probablemente adoptará una retórica más o menos progresista, hablando sobre cómo el malvado ministro quiere destruir nuestros derechos sociales.

La idea central al vender la reforma debe ser la de solidaridad – o, más específicamente, hablar sobre cómo la reforma es esencial para asegurar que todo el mundo tenga las mismas oportunidades. La crisis económica ha tenido un efecto desproporcionado entre los trabajadores más jóvenes, los trabajadores poco cualificados y mujeres; la reforma tiene que ser «vendida» como una ayuda para los que se quedan atrás – un pequeño sacrificio de los trabajadores que disfrutan de puestos de trabajo con contrato indefinido (2/3 de los votantes) para ayudar a los que se quedan fuera y sufren lo peor de la recesión.

El gobierno, sin embargo, no puede quedarse aquí -la reforma sería algo negativo a corto plazo (en apariencia; si el cambio es algo parecido a la idea de Blanchard que defendía por aquí, sería casi invisible) para una mayoría cabreada, y la reforma sería horriblemente impopular. La ley sería vista como un «jóvenes contra viejos», en cierto sentido; no podemos permitirlo. Es por eso que el gobierno tiene que vender la reforma como algo que va más allá de hacer un sacrificio para hacer que todos podamos participar de la riqueza, etcétera, etcétera: es necesario incorporar un cierto quid pro quo.

Es por eso que más que hablar de reforma laboral el lenguaje debería ser el de pacto social por el empleo y las pensiones. Las medidas liberalizadoras del mercado del trabajo estarían asociadas a medidas que garanticen que el el sistema de protección social sea solvente, especialmente en lo que respecta a los trabajadores más cercanos a la jubilación. Así, según abaratamos el despido (asustando a los veteranos) aumentamos la edad de jubilación para los trabajadores de menos de 40 años, y añadimos protecciones adicionales para los desempleados mayores de 55. Más flexibilidad laboral a cambio de más seguridad social – todo el mundo cede algo por el bien común y la solvencia del sistema.

La idea no es proponer una reforma aparentemente indolora y mágica. Esas reformas existen, pero no sirven para nada. La idea es poner sobre la mesa un plan en el que pagan todos y cobran todos, de modo que el sacrificio individual sea visto como un pequeño paso para un bien colectivo. En cierto sentido es una extensión de la lógica de mantener los impuestos progresivos sólo hasta cierto punto; el altruismo es algo que funciona mejor si incluye una cierta reciprocidad. Hay una amplia tradición de estudios que muestran que las personas están dispuestas a dar más si su esfuerzo es correspondido por el que recibe la ayuda. Recordad el juego del ultimátum, sin ir más lejos.

¿Tiene esta clase de «pactos» o retórica alguna probabilidad de hacer que un gobierno en España sobreviva a una reforma laboral? Es difícil decirlo. El estado del bienestar en muchos países se apoya de forma implícita en esta idea. No me hago ilusiones; sería complicado mantener esta clase de discurso como dominante y ganar el debate en este tema, y menos con un gobierno  relativamente impopular en su segundo mandato.  Aún así, no creo que sea imposible – y la verdad, ambas reformas son muy necesarias. Si no hacen nada, perderán las elecciones igual. Quizás sea mejor morir matando.


20 comentarios

  1. Demócrito dice:

    El problema es que no hay ningún agente con un grado de poder determinante que desee llevar a cabo una reforma como la que describes. Y no sólo no lo hay, sino que además iniciar una reforma en estas circunstancias probablemente reduciría su poder.

    1. Gobierno-PSOE: está en una situación débil, con unas probabilidades de reelección reducidas (pierden en las europeas, baja la valoración del Presidente, etc…) Además, siempre ha vendido una dimensión ideológica que su electorado percibiría contradictoria con una reforma laboral como la apuntada, por muy eficaz y justa que fuera. Es lo malo de vender ideología: vendes símbolos, no resultados.

    2. Sindicatos: son grupos de poder institucionalizados, no buscan el bien de los trabajadores, no desean ni persiguen el bien común. Su objetivo es alcanzar el máximo bienestar para su aparato, afiliados y votantes (en este orden de importancia). Después, el diluvio. Todo aquello que suponga merma en las condiciones laborales de sus bases será rechazado.

    3. CEOE: lo mismo que los sindicatos pero con otros matices, originados en la distinta estructura del grupo. Sus esperanzas se centran en una reforma, auspiciada por el PP cuando éste alcance el poder, que refuerze radicalmente su posición de negociación.

    4. PP: directamente, le interesa que todo se vaya a la mierda, o lo suficientemente a la mierda como para llegar ellos en 2012 y salvar la patria. No apoyarán ninguna medida razonable y se dedicarán a poner palos en las ruedas a ver si todo descarrila, con lo que aparenta ser ayuda entusiasta de la CEOE.

    Visto así, no es de extrañar la estrategia seguida por el Gobierno: aguantar hasta que escampe. Lo que tú le pides es, directamente, una heroicidad: inmólate por el bien del país. Obviamente, no lo van a hacer. Su objetivo es alcanzar mayores cuotas de poder, no el nirvana.

  2. Yo creo que si Zapatero se toma un tripi a la vez que oye la discografía de Manowar, igual se pone a hacer lo que dices. Si no, lo veo poco probable.

  3. Lüzbel dice:

    «Si no hacen nada, perderán las elecciones igual. Quizás sea mejor morir matando.»

    Si no hacen nada lo normal es que pierdan…pero esperan (sin hacer gran cosa) que se acabe el chaparrón y puedan ganar.

    Si insinuaran hacer algo de lo dices pierden sí o sí. Y quizás no solo las siguientes elecciones.

    ¿No era, además, que los los que daban al pueblo lo que este quería eran los buenos de todo esto? ¿no eran los quijotes los políticos a evitar?

  4. manutc dice:

    Roger, creo que recordarás que hace poco más de un año aprobamos en el Congreso Federal del PSOE la adopción de la flexiseguridad nórdica (creada por el socialdemócrata Rasmussen y reformada con acierto por el liberal Rassmusen -que poco originales son en cuanto apellidos los daneses), aunque si bien, tras el trámite de enmiendas, se descafeinó un poco haciendo alusiones a que se implantaría en el marco del diálogo social. Como es algo que ni los sindicatos quieren (se liberaliza el despido) ni los empresarios (es necesario ampliar la presión fiscal) pues duerme el sueño de los justos, por desgracia.

    Al hilo, una propuesta para que desarrolles si quieres. ¿Por que hay miedo a subir la imposición a las rentas más altas y especialmente a las rentas de capital por lo menos para que exista una progresividad (desde 1999 tributa lo mismo ganar 600 euros por las rentas de un pequeño capital que tener una plusvalía de varios millones de euros).

  5. Roger Senserrich dice:

    Luzbel, debemos desconfiar de los ideólogos, pero una cosa es ser electoralista y la otra es no tomar una puñetera decisión en tu vida, no sea que pique a alguien.

    Los votantes son un poco palurdillos, pero no son idiotas. Si el gobierno que escojen para que gobierne está dedicándose a tocar el arpa y aplaudir a todo juez que investiga el PP (con razón), el día de las elecciones se preguntarán para qué coño ir a votar socialista, si total no hay nadie en Moncloa haciendo nada.

    Como dijo el poeta, from lost to the river. Si te van a cascar por estar haciendo la acelga, mejor muere matando. Los votos en el Congreso los sacarás de un modo u otro; CIU, PNV y CC no son gente imposible.

    Y sí, Demócrito, sé de sobras (y lo digo!) que sindicatos y patronal no están para estas cosas. Por algo digo que no estaría mal ignorarlos.

  6. Lüzbel dice:

    «Como dijo el poeta, from lost to the river. Si te van a cascar por estar haciendo la acelga, mejor muere matando.»

    Pero es que proponer cosas así, con la que cae, con los sueldos estancados desde ni se sabe de años, no es morir matando: es suicidarse.

    Encima de paro galopante, el Gobierno tendría el cartel de hacer una reforma de «quitar derechos al trabajador»…prepárate para el «todos son iguales» y abstención masiva de las bases de izquierdas. No es que el PP pudiera ganar por poco: es que vender en la actual situación ese tipo de reformas es acercar al PP a la mayoría absoluta. Y me gustaría equivocarme, pero me temo que es así.

    ¿No hacer nada es mejor? No. Ahora estamos en una tirada de dados continua y a ver que sale. Están rezando a todos los dioses laicos para que la crisis se acabe sola y decir que ellos lo sabían.

    ¿Cómo crees que perderían más votos, sin hacer nada y comiendonos el paro o haciendo una reforma muy impopular que en el mejor casos tendría efectos a largo plazo? Esa es la cuestión, y quizás pierdan menos votos de la primera manera, aunque sea lo peor a largo plazo.

    Electoralismo puro y duro. Lo que pides ahora es un ideólogo que se inmole, Egócrata. Habrá que pulir cuando son necesarios y cuando no.

  7. Roger Senserrich dice:

    No sé si sería tan suicida, especialmente si la economía empieza a recuperarse a finales de año. Si pasan la ley dos meses antes que el paro empiece a bajar, se pueden poner un peazo medalla.

    Y recuerda, no ¨quitamos¨ derechos. Cambiamos quién paga la indeminzación por despido ;-).

  8. Demócrito dice:

    Y yo sé que lo sabes, Egócrata, pero atiendo al hecho de que en esto hasta un gobierno valeroso y desinteresado estaría solo ante el peligro. Si al menos tuviera un apoyo decente de algún actor con cierto poder… pero no es el caso.

    Eso no quita que estén haciendo la acelga. De hecho, sería un mal precedente que el PSOE volviera a ganar las elecciones si continúa manteniendo esta estrategia: es barata, sencilla y los periodistas poco pueden hacer contra ella. El sueño de cualquier político apoltronado. Ojalá no les funcione.

    «El que nada hace nada teme». Dicho popular

  9. Lüzbel dice:

    Demasiado optimista esa previsión. Ojalá aciertes, pero no sé yo…

  10. Lüzbel dice:

    «sería un mal precedente que el PSOE volviera a ganar las elecciones si continúa manteniendo esta estrategia:»

    Pero malo malo.

  11. citoyen dice:

    Leiste a Gilles Saint Paul? Te lo recomendé hará cosa de un año pero no sé si le echaste un vistazo

    http://www.jstor.org/pss/3585025
    http://econ.upf.edu/docs/papers/downloads/355.pdf
    http://www.sam.sdu.dk/undervis/92172.E03/saintpaul.pdf
    http://www.econ.upf.edu/docs/papers/downloads/346.pdf

    Me gusta tu post, como ejercicio de política ficción que funcionaría en otro país, con otro gobierno, otra cultura política. Te cuento mi predicción. El gobierno no hará nada. El paro se mantendrá a niveles altos hasta que las cosas mejoren a nivel internacional. Perderemos las elecciones. Llegará el PP y repartirá caramelitos a la patronal por haberles ayudado a hacer pupa al gobierno en la negociación colectiva reduciendo las contribuciones a la SS y los impuestos y luego hará una bonita reforma (privatización) de pensiones para hacerla sostenible. Para entonces espero haberme exiliado en alguna universidad guiri.

    ¿A este tipo de post te referías cuando hablabas de montar un blog friki? Si era un psot friki, echo de menos los zombis, la verdad.

  12. citoyen dice:

    El comentario que acabo de poner está esperando moderación porque hay muchos enlaces

  13. citoyen dice:

    «Por que hay miedo a subir la imposición a las rentas más altas y especialmente a las rentas de capital»

    a)Porque los impuestos son muy torpes redistribuyendo b) Porque hay competencia fiscal desde hace treinta años y el capital es especialmente móvil. c) Porque en un contexto de recesión y de cambio estructural, es una receta para el desastre

  14. […] sueño poético sobre la posibilidad de un reforma laboral en España era un imposible. En “otro país, con otro gobierno, con otra cultura política“, quizás. Pero no en la carpetovetónica y tozuda […]

  15. meneame.net dice:

    Vendiendo una (hipotética) reforma laboral…

    ¿Cómo debería afrontar un hipotético gobierno reformista un cambio legal de esta magnitud? Es un problema difícil – la falta de entusiasmo generalizada en la clase política española lo deja bastante claro. La campaña de comunicación para defen…

  16. andres dice:

    El problema es que si el gobierno en este momento, realizara una reforma laboral, por mínima que fuera y sin tocar las condiciones sociales, perdería todos los apoyos en el congreso y por tanto el PP ganaría, al pedir moción de censura, ya que los grupos que apoyan al gobierno, dirían que el PSOE es de derechas y los que piden reforma laboral ahora, dirían que no es suficiente, por lo que a la hora de la moción, el gobierno sólo tendría los votos del PSOE.

  17. […] problema que veo a la gente que es mucho más lista que yo y que, seguro, sabe más de estos temas técnicos va por otro lado. Como digo, lo que más o menos ha llegado es que el principio de todo este lío […]

  18. […] es todavía más pronunciado en España. La razón es que el mercado laboral en este caso (ese que necesita una reforma urgente) es infinítamente más hostil con los jovenes que en Estados Unidos, así que las barreras a la […]

  19. […] de sobras que es una reforma impopular. Sé de sobras que no es una solución mágica. Y sí, hay formas de reducir los costes del despido […]

  20. […] La capacidad de movilización social de los sindicatos puede que sea importante, pero no tiene porque ser efectiva electoralmente. La primera legislatura de Zapatero fue un rosario constante de manifestaciones masivas por temas completamente aleatorios (estatuto, ETA, aborto, etcétera), pero eso no varió el resultado en las urnas demasiado. En vista de la magnífica prensa que algunos sindicatos se están ganando (sé que los controladores no son representativos, pero siendo cínico, son un ejemplo magnífico), un gobierno con ganas de cambiar las cosas no tiene por qué enfrentarse a demasiados costes políticos – le bastaría con explicarse bien. […]

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