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Nota deprimente: quizás realmente no quieren

24 Ago, 2009 - - @egocrata

En el debate sobre la sanidad en Estados Unidos hay un temor implícito, un miedo oculto, una realidad oscura que un hipotético fracaso de la reforma sacaría a relucir. Si no aprueban la ley, quedará claro que el sistema político americano, al enfrentarse a un problema obvio, evidente, peligroso y que requiere atención inmediata, es perfectamente capaz de cruzarse de brazos y no hacer absolutamente nada.

Lo he repetido a menudo: los americanos pagan más que nadie por una sanidad que cubre a menos gente y deniega más tratamientos que cualquier otro país civilizado. Es una sistema sanitario que, literalmente, está matando gente: si los americanos tuvieran mágicamente el mismo sistema sanitario que tenemos en España, decenas de miles de personas que morirían con el sistema actual (víctimas de enfermedades mal cuidadas, tratamientos denegados o ahorros donde no tocan) seguirían con vida. Y eso, recordad, gastándose el doble por paciente. Si no reforman la sanidad de forma urgente, Medicare se llevará las finanzas del gobierno federal por delante.

Estos días, sin embargo, vemos un sistema político que se enfrenta a una casa en llamas discutiendo sobre la necesidad o no de llamar a los bomberos. Lo peor es que no es sólo cosa de la oposición diciendo burradas (por poco honestos que sean,  se supone que deben estar en contra), sino el partido que tiene la mayoría y que ganó las elecciones con un presidente diciendo que aprobaría una reforma de la sanidad es el que está debatiéndose si hace falta aprobar algo.

Estos últimos días tres senadores demócratas han salido a la palestra poniendo objeciones variadas a la reforma de la sanidad. Kent Conrad buscando excusas para no tener los votos necesarios. Joe Lieberman diciendo que quizás sería mejor aprobar algo cuando la recesión se acabe, a pesar que en Estados Unidos estar desempleado equivale a perder tu seguro médico. Y por descontado, el idiota de Max Baucus, bloqueando su reforma en un comité hasta el día del fin del mundo pretendiendo negociar con esos republicanos que no quieren nada.

No importa que el debate sobre la sanidad les favorezca o no, la idea es poner palos en la rueda a ver si se estrella – bloqueemos las reformas que prometimos, en plan nihilista. Lo mismo que hicieron en 1994 y que destrozó al partido en las elecciones del 96. Otro suicidio. Todo porque esto de reformar es complicado, la gente levanta la voz, y la verdad, esto de aprobar cosas es muy complicado e incómodo y exige gobernar y tomar decisiones.

Lo más irritante es que todos estos políticos que andan torpedeando la reforma se dedican a hablar de ello en tercera persona. Lieberman habla que es mejor retrasar las cosas ya que ahora hay demasiados políticos más preocupados con el estado de la economía, como si él no fuera uno de los idiotas intentando hundir la legislación. Conrad hablando de la importancia de incluir a la minoría, justificando que no tiene puñeteras ganas de votar a favor de nada.

El partido demócrata (o más concretamente, sus senadores), gana las elecciones, ve un problema horrible e injusticia galopante, lo discute, y decide que no hacer nada es lo que cualquier estadista sensato haría en su lugar. Sencillamente, no es cosa de Obama o los republicanos: algunos demócratas no tienen la más mínima intención de aprobar reformas.


4 comentarios

  1. Lole dice:

    ¿No será que están «untados» por el lobby de turno?

  2. Roger Senserrich dice:

    Aplicando la doctrina Camps, ¿Por qué el hecho de recibir regalos millonarios para financiar tu publicidad debería influir cómo votas? El Senador Lieberman no es la misma persona que el candidato Lieberman.

    Demuestre que son la misma persona. Venga. Demuestre que eso es corrupción.

    (Sí, están untadísimos)

  3. Josei dice:

    Sigo pensando que las anchoas también son fraudulentas, por mucho que un capullo integrista sectario me llame gilipollas por ello. No, no hablo de ti Roger.

  4. citoyen dice:

    ¿Te sentó mal eh? 😛

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