Me preguntaba Citoyen no hace demasiado sobre qué razonamiento siguen los votantes cuando se acercan a las urnas en unas elecciones primarias. ¿Escogen a su candidato pensando en quién ganará las generales? ¿Deciden únicamente según sus preferencias de primer órden? ¿Piensan en términos ideológicos puros, o están haciendo un cálculo a medio – largo plazo?

La verdad: es casi imposible decirlo. El problema es que no hay un «modelo» o «explicación» de voto, hay cientos, y cada votante toma su decisión tomando patrones distintos.

Para empezar, es muy, muy difícil comparar el electorado americano con el electorado francés o español; los partidos no tienen nada que ver. Más concretamente, los militantes son muy distintos; por motivos que no vienen demasiado al caso -tiene bastante que ver con sistemas electorales proporcionales, entre otras cosas- los miembros de los partidos políticos europeos no son demasiado distintos que el electorado en general, mientras que en los partidos americanos estos sí estan más escorados a uno y otro lado.

Hasta donde yo sé, este es un fenómeno relativamente reciente; la polarización ha aumentado mucho en la política americana (en gran medida debido a cambios en los patrones de voto regionales), mientras que los partidos europeos compiten por el voto moderado con más fuerza.

Esto en teoría debería hacer que los políticos americanos giraran a los extremos en las primarias y se moderaran en las generales; a la práctica, la cosa no es tan habitual o tan evidente. En el 2008 Obama no era el candidato de la izquierda en los demócratas (tanto Hillary como Edwards eran más progresistas), y McCain no era el candidato más conservador (básicamente todo el mundo estaba a su derecha). Los votantes demócratas y republicanos no escogieron a un ideólogo en ninguno de los casos, algo que sugiere voto estratégico.

¿La verdad? no es tan fácil. Para empezar, ni McCain ni Obama eran candidatos escorados hacia el ala más «pura» del partido, pero tenían un cierto nivel de partidismo. Ninguno de los dos era, por así decirlo, un estricto representante del votante mediano americano; tenían una cierta cuota de ideología mínima necesaria para ser competitivos. Es muy problable que alguien como Evan Bayn o (Dios me libre) Joe Lieberman están más cerca del hipotético «centro» quimérico que maximiza votos. El problema para ellos es que el votante de primarias no los tendría (en el caso de Lieberman, no tuvo) en cuenta, ya que están demasiado a la derecha del partido para tener suficiente apoyo. El hecho que no escojan al sector montañés puede ser una simple expresión de preferencias no demasiado extremistas.

Siguiendo con las complicaciones, es difícil para un politólogo adicto al circo electoral predecir (o adivinar) qué político es el mejor candidato para ganar unas elecciones. Aún con encuestas y datos más o menos detallados, era casi imposible decir, a un año vista, si Obama tenía madera de candidato. El cálculo electoral es muy, muy difícil analizando sólo a la gente de tu partido; imaginad con interacciones. Aparte de eso, el voto individual en estos casos es básicamente irrelevante; la probabilidad que el voto de un tipo en Ohio haga que los republicanos escojan al candidato perfecto para las generales es básicamente nula. Si estoy pensando en cómo gano la partida, casi mejor me quedo en casa; la participación no me llevará lejos.

En un electorado de primarias habrá de todo. Tendremos la minoría monotema obsesionada con el aborto. Tendremos el listillo que quiere un mal menor ahora y ganar las generales como sea. Tenemos el tipo que vota al que le cae simpático. Tenemos aquellos que están enamorados de un candidato. Tenemos los frikis que se leen los programas. ¿Un esquema general de decisión racionalizada agregada? No, no lo veremos.

Del mismo que unas elecciones no «transmiten un mensaje», unas primarias no son una expresión implícita de la racionalidad de las masas. Una persona tiene un motivo; tres millones de votantes tienen una preferencia compartida, no un cálculo racional. Lo que nos interesa, y lo que provoca la confusión creo yo entre voto estratégico y resultados electorales, es el hecho que si bien los votantes no siguen una estrategia coherente, los políticos sí están siguiendo una.

El electorado de unas primarias en Estados Unidos es diferente que el electorado en el PSF o el PSOE, y exige una estrategia electoral distinta por parte del candidato. Eso quiere decir que Obama deberá ser algo más izquierdista que la media del electorado para ganar las primarias, pero deberá serlo en cosas que no le penalicen en las generales, por ejemplo. En su caso, su oposición a la guerra de Irak fue una carta de pureza ideológica que nadie más tenía de salida, y que no le causó problemas en las generales. Su posicionamiento será diferente, y hablará a los votantes de forma distinta, pero eso no implica que el mecanismo decisor sea distinto: es sencillamente, otro electorado.

En Francia, los candidatos del PSF tienen un partido (comparativamente) muy pequeño y relativamente parecido al electorado en general. Sus mensajes en primarias serán necesariamente parecidos a lo que dirán luego, y hablarán con más fuerza de voto estratégico por ese motivo. Lo harán como argumento, sin embargo; dentro del PSF cada uno votará siguiendo su lógica particular, no un modelo agregado. Y por descontado, la inmensa mayoría de votantes tendrá un modelo de análisis un poco burdo; en el caso de unas primarias, decidirán en base a si el equipo anterior perdió o ganó elecciones, básicamente.

En resumen: no podemos incidir demasiado en modelos estratégicos al hablar de elecciones. No sé por qué hablo tanto.


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