Un par de comentarios sobre los debates sobre el sistema de financiación autonómica que los periódicos están cubriendo tan espantosamente mal estos días.

Primero de todo, es increíble que a estas alturas del debate nadie haya escrito un sólo artículo explicando qué cambios substantivos vamos a ver en cómo se reparte el dinero. El País hace un tímido intento hoy de explicar de qué se está hablando, pero es un artículo corto y bastante mal redactado que no aclara gran cosa.

Todo esto puede que no sea culpa de la prensa únicamente, por descontado; los políticos parecen insistir en discutir esto en privado, a puerta cerrada, sin que sepamos cuáles son las opciones sobre la mesa hasta que haya fumata blanca. Lo único que sale de las negociaciones es una lista de precios y nacionalistas haciendo posturitas airadas, esperanzadas o heróicas (según su estado de ánimo), sin que sepamos realmente el modelo que tenemos entre manos.

Por lo que estoy leyendo y escuchando, el modelo de financiación autonómica seguirá siendo un sistema chapucero. Se habla de transferir porcentajes mayores de recaudación a los gobiernos regionales y crear un mecanismo redistributivo un poco más transparente, pero se sigue sin solucionar el problema de fondo: unos recaudan, y otros prestan los servicios.

Cuando uno tiene un sistema político descentralizado, lo ideal es que cada nivel de gobierno decida qué servicios quiere ofrecer y cómo, y después vaya a los votantes a pedir recursos. El gobierno central puede establecer un nivel de servicios mínimo en muchas áreas (educación obligatoria gratuita, sanidad universal gratuita, etcétera) y aprobar leyes de bases para que la acción sea coordinada, pero las autonomías deciden hasta dónde quieren llegar, y cómo van a pagarlo. La financiación inicial tendrá un nivel de partida, pero si alguien quiere construir hospitales de oro macizo, debe poder hacerlo sin problema, siempre que sean ellos los que cobren los impuestos.

Esto hace que la parte más importante de un sistema de financiación no sean qué porcentaje de los impuestos son transferidos, sino cómo se recauda el dinero necesario. En un mundo ideal, el estado establecería un «pago mínimo» por habitante para garantizar servicios, y daría a las comunidades una cantidad cercana a ese dinero cada año de forma automática. El gobierno central lo recaudaría como le apeteciera; los únicos ajustes en el reparto serían para asegurar que uno puede dar el nivel mínimo de servicio en una provincia cara o poco poblada.

El gobierno no daría ni un duro más; si las comunidades quieren pagarse algún otro juguete, que lo cobren ellas – hacienda estará encantada de recaudar según pidan, poniendo etiquetas bien vistosas diciendo «este dinero se lo está sacando de la nómina su gobierno regional». Si las comunidades quieren recaudar utilizando un impuesto sobre horas de sueño o alguna absurdidad semejante, que lo hagan; sus votantes ya decidirán si les gusta.

Si eso suena a concierto económico vasco, no estoy demasiado lejos: dar autoridad a los políticos, y marcar bien claro quién paga cada parte del pastel. Los servicios públicos mínimos estarán garantizados, con mecanismos que aseguren que el dinero que el gobierno central envía pague esos servicios y nada más (nada de tener autonomías dejando que los hospitales se caigan a pedazos y protestando que no les dan suficiente – ¿verdad, Espe?); el resto es cosa de los votantes y sus políticos. No iría tan lejos como para crear un sistema de cupo (el estado recauda lo que necesita él solo, que para algo votamos al Congreso), pero en cuanto a autoridad normativa, no hay demasiadas diferencias.

Si el gobierno central quiere colaborar con la región en algún proyecto grande (digamos un aeropuerto, línea de tren, metro) que firmen un convenio y listos. Algunas regiones tendrán más problemas para pagarse estas cosas, así que el estado puede pagar un porcentaje mayor de una infraestructura o servicio extra en regiones más pobres. Si Extremadura quiere alargar el año escolar, el estado puede acceder a pagar parte de los gastos; si la renta por cápita es un 60% de la media nacional, un 40%; si en otra comunidad es un 70%, pagaría un 30%.

¿Lo que veremos ahora? A todas luces, otro pastel híbrido. Los gobiernos autonómicos saben (más o menos) el dinero que van a tener, saben qué responsabilidades tienen, y poco más. Pueden recaudar un poco (tienen cierta capacidad normativa en los márgenes), pero en general viven de dinero ajeno; ellos dan el servicio, pero no dan la cara a la hora de cobrar. Si el sistema de nivelación propuesto es tan torpe como comentan, además tendrán incentivos para intentar sacarse de encima los servicios «aburridos» (educación, sanidad) gastando lo menos posible y concentrarse en el autobombo, tirando líneas de metro a todos lados.

Cuando se negociaba el sistema de financiación, el debate tendría que haber ido en este sentido: ¿Cómo aseguramos que cada uno pague lo suyo? ¿Cómo hacemos que los ciudadanos decidan qué nivel de servicios quieren ? ¿Cómo aseguramos que todos tengan el mínimo acordado? ¿Qué mecanismos de colaboración entre estado y regiones creamos? Lo que hemos visto es dos puertas cerradas y una subasta porcentual, pero poco más.  El nuevo sistema será algo mejor, ya que es más automático, pero sigue abierto al viejo lloriqueo de quiero hacer cosas y ZP no me da dinero, y el alegre vivir de repartir regalos sin tener que pedir nunca dinero a nadie que disfrutan algunas regiones con gobiernos eternos.

Un sistema políticamente rentable, pero no demasiado lógico. No me extraña que se negociara a puerta cerrada.


9 comentarios

  1. Josei dice:

    Ya deberías saber que desde el centro, la expresión «concierto económico» da mucha urticaria. Seguimos siendo igual de caciques y centralistas que siempre, los españoles.

  2. surco dice:

    varias cosas. Me parece una buena entrada, pero creo que hay un par de párrafos que quiero aclarar. ( o si me equivoco, que me los aclares)

    En principio el gobierno central recauda una cantidad X que emplea para garantizar los «servicios mínimos»en todas las comunidades. Planteas tb que es ahí donde se centren los mecanismos de solidaridad, ya que estos servicios mínimos serán menos costosos en las regiones más desarrolladas ( por el hecho de estarlo), que en las menos desarrolladas ( que además, como indicas suelen ser las menos pobladas y las más dispersas. Por otro lado, a la hora de abordar inversiones conjuntas, tb se tiene en cuenta las rentas y por lo tanto la inversión necesaria por parte del Estado.

    Es el siguiente punto lo que no tengo claro, (aunque creo que planteas ambas posibilidades como válidas) Bien hacienda recauda el resto en nombre de la comunidad, bien cada comunidad lo hace en su propio nombre. En ambos casos dejando claro quien solicita el dinero, para que el ciudadano juzgue.

    Me parece un esquema interesante para plantearselo y pulirlo. Pero te planteo a su vez algunas pegas. Ojo, no quiero descalificarlo, solo debatirlo.

    a) Siguiendo este razonamiento, a la larga tendríamos diferentes presiones fiscales según las comunidades y puede que las empresas empezasen a deslocalizarse en función de eso. ( ya ha habido problemas con esas cosas).

    b) Los mecanismos de solidaridad me parecen un poco pobres, y a mi juicio, se debería buscar la fórmula para ahondar en ese tema; efectivamente intentando no caer en esos clientelismos con bala ajena que comentas.

    y c). La gestión política de los recursos es muy puñetera ( esto no es problema de centralismo o no, es igual de puñetera en ambos modelos y quizá con tu planteamiento los responsables fuesen algo más claros, aunque posiblemente habría manipulación política igualmente), si dejamos rienda suelta al endeudamiento de 17 reinos de Taifas vamos a tener un lío. Si a esto le sumamos los ayuntamientos, apaga y vámonos. De alguna manera hay que seguir marcando un límite a todo eso.

    Nota: Sea como fuere ( si te he entendido mal o si planteas ambas posibilidades) por favor, la que menos organismos duplique.

  3. Roger Senserrich dice:

    Muy buenos apuntes; el debate, de hecho, tendría que haber sido en este sentido. Contesto en detalle luego.

  4. Roger Senserrich dice:

    Ahora que tengo tiempo, contesto. Veamos.

    a. )
    No es algo inevitable, y de hecho, la literatura que conozco sobre el tema no parece dar a entender eso. Las empresas buscan buenos servicios y mano de obra cualificada ante todo. Aún así, incluso con eso sucediendo, si no se va la empresa a Soria se irá a Polonia o Taiwan.

    Y por descontado, la redistribución se hace del lado del gasto, no del lado ingresos.

    b.)
    Sí, la redistribución en el modelo de arriba es un poco pobre – pero recuerda que el estado central es el que decide qué es un servicio mínimo. Eso puede cubrir mucho terreno.

    Aparte de eso, el mecanismo de proyectos conjuntos debería crear redistribución; el estado pagaría parte de los proyectos en comunidades pobres. Lo que es necesario (¡imprescindible!) es que crear un nuevo programa tenga un coste político (¡pago yo!) aparte de un beneficio (¡más metro!).

    Aún así, recuerda que esto lo estoy escribiendo en un blog. Un plan real tiene que ser más detallado, creando normas clara de cuándo un gobierno regional puede pedir fondos al central y porcentajes, etcétera, etcétera. ¡No soy ministro!

    c.)
    Totalmente de acuerdo – es necesario tener normas claras sobre las consecuencias de endeudarse. Creo que todo el mundo debe poder hacerlo si lo considera necesario (pagar un línea de metro en 30 años tiene sentido, porque es útil ahora y de aquí 30 años), pero no tiene que ser una de esas cosas que puedes tirar de tarjeta y pedir un rescate si te vas a la bancarrota. Si un gobierno regional se pega el tortazo, el rescate tiene que ser especialmente humillante – control directo de la autonomía por el estado incluido.

    Es necesario tener normas muy claras.

  5. surco dice:

    «¡No soy ministro! » .

    oiga, ni lo va a ser ud nunca si sigue teniendo ideas propias. ( es una pena, pero en este país es lo que hay). De hecho se seguirá mareando la perdiz hasta que la situación se pudra del todo.

    En líneas generales creo que se pueden investigar varias propuestas con puntos fuertes y débiles – que como bien dices es un trabajo mucho más metódico que lo que se puede hacer en un blog si pretendes que te lean -, lo interesante es dar opciones al modelo actual; bien en la línea que apuntas o en otras.

    Creo que la clave de todo la pones en tu última línea. En esas normas claras a la hora de separar competencias y en ese rescate humillante. ( El que la hace la paga, y más en el terreno público.).

    Desde esa filosofía, se pueden abordar todo tipo de soluciones. Yo no tengo ningún problema en que se gobierne desde Madrid o desde un sitio mas cercano, lo que quiero es que se haga bien, con la máxima diligencia posible y de cara al ciudadano.

    En los puntos By C creo que solo tenemos discrepancias en los matices, pero la idea general es la misma. En el A, es cierto lo que comentas, pero tb lo es que hay deslocalizaciones «locales», concretamente en el PV las ha habido. Quizá ese terreno tb debería estar sujeto a esas normas generales.

    Insisto en que me parece una línea interesante, siempre que el resultado final sea el limite del gasto en estructura, haciéndolo más adecuado a la realidad del país y a una gestión moderna.

    Ahora quedaría por abordar la parte del debate político y eso también puede aportar propuestas sensatas en sentido contrario, me explico. Tb se puede gestionar desde un concepto más central. La cosa es ponerse de acuerdo entre los intereses de unos y otros a la hora de delimitar funciones y llegar a un acuerdo claro.

    Sea más centralizado o menos, estoy completamente de acuerdo en que la clave es la definición. Poquitas normas, pero claritas y estrictas; ahí soy como los yankees.

  6. […] públicas, regionales, centrales o privadas. Dejo una propuesta sobre financiación que se hace en este blog y que es tan válida y discutible como cualquier otra hecha desde otra óptica…..pero aún […]

  7. muy buen post. Enhorabuena.

  8. […] participar, pero su efecto real en el PIB será entre minúsculo e irrisorio (más allá de la financiación autonómica, de la que nadie habla). Sin embargo, temas urgentes como el mercado laboral son una especie de […]

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