Xavier Sala i Martí participaba en una de esas ligeramente absurdas entrevistas digitales que muchos periódicos parecen ser tan aficionados a hacer (en serio, darle a uno de los mejores de economistas del mundo cuatro líneas para contestar preguntas complicadísimas es ridículo) ayer, y entre todas las explicaciones imposibles dejaba entrever algunas cuestiones complicadas.

Algunos nos pasamos la vida hablando de regulación. El sistema financiero estaba mal regulado, con leyes débiles y agencias de vigilancia incompetentes, enamoradas de sus clientes o básicamente autistas. Con mejor regulación todo eso no hubiera pasado, decimos. La desregulación que empezó en los años de Reagan y se aceleró en la era Clinton es la fuente de muchos de nuestros males.

Sala i Martí, sin embargo, no se acaba de creer esta explicación. Los políticos son lo que crean las leyes que regulan los mercados financieros; las agencias que vigilan a los banqueros y fondos de inversión estarán llenos de funcionarios y burócratas. Toda esta gente puede ser muy lista y muy motivada, pero no dejan de ser seres humanos; su capacidad de meter la pata es igual o mayor que la cualquier banquero. Los políticos pueden hacer leyes demasiado laxas o demasiado complicadas, pueden dejar lagunas fácilmente explotables, o pueden crear incentivos perversos que hagan que los inversores se pongan todos a hacer algo absurdo, como dar crédito fácil para construir viviendas. Por descontado, las agencias pueden acabar cometiendo esos mismos errores. Crear una regulación financiera compleja no es nada sencillo.

Los reguladores, sin embargo, no tienen por qué crear un sistema regulatorio demasiado complicado. De hecho, pueden hacer exáctamente lo contrario. En vez de hacer leyes detalladas y super técnicas cubriendo todo lo que pasa en los mercados, pueden crear regulaciones con la sutileza de un garrote de palo: prohibir todo lo que no entiendan, crear una serie de normas estrictas y automáticas que dejen poco lugar a dudas, y básicamente no dejar hacer absolutamente nada sin supervisión adulta. Una serie de leyes sencillas, nada complicadas y muy restrictivas, que hagan del sistema bancario una cosa mortalmente gris y aburrida – y probablemente no demasiado eficiente, en vista de las trabas.

¿Suena extraño? Algunos comentaristas (y no pocos historiadores) dicen que esta fue la aproximación de Roosevelt en los años treinta. Agencias simples, mecanismos automáticos y normas muy, muy básicas y fáciles de entender. Asegurar los depósitos (vía FDIC) para evitar pánicos bancarios. Evitar bancos irresponsables separando banca comercial y bancos de inversión. Simplificar el mercado hipotecario creando una agencia que compre deuda hipersegura (Fannie Mae).  Prohibir derivados exóticos. Todo limitando lo que los bancos pueden hacer a unas cuantas cosas fáciles de supervisar y mortalmente aburridas, poniendo límites incluso un poco absurdos a los riesgos que uno puede tomar con su dinero en los mercados financieros, y básicamente asegurando que nadie podrá hacer demasiado dinero en esto de las finanzas.

Sí, los mercados son menos eficientes. Sí, estamos limitando la sacrosanta libertad individual y el derecho del emprendedor visionario a hacerse millonario o arruinarse él solito. Sí, esto hará más difícil pedir un crédito o una hipoteca para algunos. ¿Y qué? Lo que distingue a los bancos y mercados financieros de otras empresas es que cuando un banco se estrella, lo hace explotando de forma incontrolada. En vista de su talento al volante, parece bastante claro que necesitan supervisión adulta.

No creo que la administración Obama vayan al extermo de la regulación cavernicola pura (aunque la idea de crear el tipo penal de «homicidio bancario» es divertida), pero parece que están planteándose hacer algo en este sentido. Igual que la Unión Europea, copiando en parte el sistema regulatorio español. Como siempre, todo está en los detalles, pero parece que la juerga de los últimos años se ha acabado.


4 comentarios

  1. RATKO dice:

    Respecto a la reforma del mercado laboral, adjunto este enlace a un artículo donde el profesor Manuel Toharia tras presentar un estudio sobre la contratación en España, insiste en la correlación entre despidos y modelo estructural de nuestra economía, relegando el coste del despido a un lugar poco relevante en la toma de decisisones, tanto en despidos como en contrataciones.
    http://www.tormo.com/tendencias/624/Mas_empleos_de_menos_duracion.htm

  2. Roger Senserrich dice:

    Seguimos en las mismas: por que toda la inversion va a esos sectores. El mercado laboral los hace rentables.

  3. […] no es esta ley, o no lo es en el sentido estricto, es una vuelta a las regulaciones automáticas / garrulas de antes de los ochenta. Es una buena reforma, pero no es una reforma que destruye el mundo de los […]

  4. […] canadienses son enormes (en comparación al país) y gloriosamente aburridos; un ejemplo de libro de garrulismo regulador funcionando […]

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