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Teoría del gobierno fatalista

7 Abr, 2009 - - @egocrata

Pensando sobre cambios de gobierno, crisis económica y el extraño estado de ataraxia / autismo vital de según qué líderes políticos al pasar reformas, me parece que vale la pena mirar el problema desde otro punto de vista: el fatalismo.

No sé si recordaréis algo que escribía no hace demasiado, hablando sobre como a veces los cambios políticos son inevitables. Nadie se paró a preguntar si Adolfo Suárez, Giscard D´Estaing, Carter o el bueno de James Callaghan tenían la culpa de la crisis económica de principios de los años ochenta el día de las elecciones; los votantes en España, Francia, Estados Unidos y Reino Unido los echaran a patadas, no importa qué estuvieran haciendo para superar la crisis. Podían estar haciendo lo correcto (Carter, escogiendo a Paul Volcker para la Reserva Federal o Callaghan pidiendo moderación salarial) o no (Suárez, saliendo por piernas): la culpa de la crisis era de quien mandaba, y listos.

Jose Luís Rodriguez Zapatero sabe varias cosas. Primero, la crisis no es culpa suya, al menos en lo básico. Segundo, podía haber pasado reformas impopulares (y que muchos no veían urgentes) y la recesión sería algo más suave, pero decidió no arriesgarse. Tercero, aún habiendo pasado las reformas en la primera legislatura, la crisis seguirá siendo horrible, de las peores jamas vistas; lo es en todas partes, no importa si el gobierno ha hecho los deberes o no. Cuarto, y lo más fustrante, haga lo que haga lo tiene básicamente perdido; aún haciendo reformas heróicas por el bien de la nación, los votantes casi con toda seguridad van a mandar a los socialistas a la oposición, si las cosas siguen igual de mal. Y quinto, aún haciendo todo bien, es probable que el mundo entero esté hecho una mierda de aquí tres años, así que tampoco es que su gran trabajo lo vea nadie: perderán igual casi seguro.

¿Suena fatalista? En cierto sentido, es una visión pesimista de las cosas, pero no un escenario poco realista. Barack Obama, probablemente el mejor político en activo ahí fuera, tiene que obrar un milagro tras otro en los próximos dos años (arreglar la sanidad, sistema financiero, la crisis energética -recordad, el petróleo sigue por encima de $50 en medio de una recesión horrorosa-, economía real y doce cosas más sin un sólo error) para que las cosa no se alargue demasiado. Todo tiene que encajar en todas partes. Las reformas en España, aún haciéndose bien, no se notarían hasta que la economía mundial no se recupere, así que el mérito lo verían pocos.

Los cambios que muchas veces vociferamos desde aquí (Citoyen más que yo, por cierto) son necesarios, pero te darán a medio plazo un 1 ó 2% (siendo alocádamente optimista) de crecimiento adicional, aparte de hacer el país más resistente a crisis. Allá por el 2012, esto puede ser la diferencia entre crecer un 0,5 o un 2%; significativo para los premiados, pero lo suficiente anémico como para que el PSOE pierda igual.

Si hagan lo que hagan lo tienen perdido, ¿para qué matarse? La tentación de cerrar filas, mantener el estado del bienestar funcionando en lo posible y evitar que el país se vaya a hacer gárgaras en un winter of discontent, mayo del 2010 o trauma generacional semejante puede parecerle al PSOE una buena idea. Está perdido, no hagamos el tonto y le demos al PP la Moncloa durante una década.

¿La verdad? bobadas. Primero, porque es un instinto de supervivencia cobarde, y segundo porque hace un daño al país tremendo. A Zapatero lo contratamos para gobernar, no para proteger al partido; más vale que haga su trabajo. Aparte de eso, esas reformas son necesarias para el bien de España a largo plazo; si Aznar no se hubiera dedicado a perder el tiempo en las Azores (Zapatero tiene la excusa que ganó de rebote, pero también se le aplica), otro gallo nos cantaría.

Y la verdad, si uno es de izquierdas, es mejor que las reformas las pase un gobierno socialista. Como decía Citoyen, uno puede arreglar los problemas del modelo actual de muchas maneras, y a buen seguro el PP no escogerá soluciones con toques redistributivos y énfasis en la igualdad de oportunidades. Ya que váis a estirar la pata, dejad un legado institucional sólido y brillante, aunque el gobierno caiga con estrépito. Rajoy no perderá el tiempo rehaciendo esas reformas impopulares; el tipo no es estúpido.

¿Qué pasa, ministros? ¿Acaso queréis vivir para siempre?


8 comentarios

  1. Demócrito dice:

    Quizá la diferencia en puntos porcentuales de crecimiento no hubiera sido tanta, es cierto. Podrían haber moderado la burbuja inmobiliaria con políticas valientes, eso sin duda, y eso algo se habría notado. Pero sobre todo podrían haber reformado el desastroso mercado laboral para que no fuera el desempleo lo que nos diferencia del resto de países sumidos en la crisis. No es de recibo que con un decrecimiento menor del PIB suframos aumentos del desempleo diez veces mayores que otros países de nuestro entorno. No digo que lo habrían podido solucionar, a ver cómo flexibilizas a trabajadores infracualificados de más de 55 años con 25 o 30 en la empresa, pero algo deberían haber hecho en vez de proclamar que estábamos en la Champions League de la economía mundial.

  2. Alatriste dice:

    Personalmente – y esto va por Demócrito también – no acabo de captar cómo se resuelve la contradicción entre un mercado laboral supuestamente ultrarígido y el rápido ajuste que estamos presenciando… y también sospecho que es debido al colapso de la construcción, un sector en el que el trabajo fijo e indefinido es raro. En otras palabras, que una liberalización no hubiera cambiado gran cosa en la rápida destrucción de empleo (rápida destrucción que por otra parte sospecho que ciertos teóricos, gobernando la derecha, hubieran presentado como una muestra de lo flexible y adaptable del sistema… un proceso de destrucción creativa y todas esas cosas).

    En cuanto a las reformas radicales, asumiendo que sean necesarias me temo que serían muy difíciles de aprobar: en el PP no parece que haya visión de estado para apoyarlas, en CiU y el PNV menos aún, y los aliados de izquierda del gobierno, BNG, IU, ERC… están en contra por razones de incompatibilidad ideológica. Las cosas tendrán que ponerse mucho peor de lo que están, pero que mucho peor, antes de que sea posible un especie de reedición de los Pactos de La Moncloa.

    Otro tema distinto es que me parece incorrecto pensar que ya se están dando por ganadas o perdidas las elecciones de 2012 cuando aún faltan tres años enteros para esa fecha. Eso es una barbaridad, deberíamos recordar cuanto cambian las cosas en un solo mes ultimamente, y no me refiero solo al aspecto económico sino al conjunto de los asuntos públicos.

  3. Carlos dice:

    Pero, Alatriste, en mi opinión no hay ningún problema en la destrucción de empleo en la construcción, inmobiliarias y demás sectores de la burbuja. Por supuesto que es un auténtico trauma para todos los trabajadores, pero es que tenía que pasar.

    Cuando un mercado laboral se muestra flexible es cuando permite a todos esos trabajadores reincorporarse en otros sectores más productivos.

    Pero la destrucción de empleo iba a venir de una forma u otra, un sector sobredimensionado no puede sostenerse indefinidamente.

    Sobre lo de la oposición, dudo mucho que Rajoy y compañía puedan hacer algo. Si de verdad ZP les está teniendo miedo, me parece que exagera. El PP era un cadaver hasta hace dos días, ¿desde cuando los muertos resucitan tan fácil?

  4. d dice:

    Pues ya está hecha la crisis… Y digo yo, ¿no les hubiera venido mejor esperarse a después de las europeas? Porque a este ritmo y con estos cambios tan raros, las pierden igual y luego se quedan sin cartas que jugar.

  5. Demócrito dice:

    Alatriste, el problema de nuestro mercado de trabajo es que es dual, en lo que respecta a los costes de despido, y muy rígido en lo concerniente a condiciones laborales. Dual en tanto que existe un porcentaje de trabajadores sobreprotegidos, que además muchas veces son poco productivos, y otro porcentaje donde el despido es prácticamente libre y que es la que acaba pagando el pato. Con el agravante de que suelen ser jóvenes, mejor preparados y más productivos. Es decir,que muchas veces las empresas tienen que despedir a personal más eficiente con tal de no sufrir elevados costos en el despido, lo que las deja peor preparadas para la recuperación.

    En cuanto a las condiciones laborales, en nuestro país son muy rígidas y además ferozmente defendidas (para los que conservan el trabajo, y he ahí la cuestión) por los sindicatos. Se crea un «efecto ciudadela» donde los que están dentro tienen buenas condiciones y estabilidad, y los que están fuera pasan frío. Pongo un ejemplo ilustrativo: Japón sufrió unos años 90 muy jodidos, con estancamiento casi sistemático que en España habría supuesto un feroz incremento del paro. En Japón no fue así porque sindicatos y empresas llegaron a acuerdos en los que la plantilla aceptaba congelar, o incluso reducir, sus sueldos a cambio de no afrontar despidos. Algo parecido han hecho en la SEAT: congelación salarial para uno, ya veremos si para dos años. La verdad, no veo a los sindicatos españoles abogando por algo así de forma generalizada, no sé si la legislación permitiría tal flexibilidad, y tampoco tengo grandes esperanzas en la capacidad de nuestros empresarios para buscar soluciones alternativas a la patada y se
    acabó.

  6. […] soliviantados ante la renovación del gobierno. El cabreo no viene, sin embargo, de la aparente pasividad del gobierno ante la crisis o de la preocupante falta de cualificación de algunos para ejercer sus […]

  7. surco dice:

    Completamente de acuerdo.

    Muy buena la exposición.

  8. […] soliviantados ante la renovación del gobierno. El cabreo no viene, sin embargo, de la aparente pasividad del gobierno ante la crisis o de la preocupante falta de cualificación de algunos para ejercer sus […]

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