Y la verdad, me he perdido el principio. Fuerza mayor, una visita a una amiga en el hospital. Ella está bien. Yo, ahora mismo, estoy con el DVR repasando lo que me he perdido en portátil, viendo a los comentaristas de CNN decir obviedades en la tele, y escribiendo esto que estáis leyendo.

Unos pocos comentarios rápidos. Primero, en contra de lo que todo el mundo esperaba, McCain no ha cambiado de táctica en absoluto. Cosa curiosa, porque no le funcionó en el primer debate; por lo que estoy viendo, no me parece que le haya funcionado demasiado en el segundo. Ha añadido algunas cosas nuevas, como explicar el plan de rescate financiero como si fuera algo nuevo que se le hubiera ocurrido estos días y explicar de mala manera su espantoso programa sanitario, pero poco más.

Segundo, el formato es atroz. El primer debate no es que fuera especialmente excitante, pero los candidatos hablaron y debatieron; este ha sido una especie de extraña entrevista en paralelo, con todos los implicados luchando contra una especie de camisa de fuerza. Los dos candidatos han presentado sus propuestas de sanidad, pero el formato apenas ha permitido compararlos, y el problema se ha repitido una y otra vez en un montón de preguntas. A todo esto, el tener los candidatos andando y respondiendo al público ha hecho a McCain parecer viejo, muy, muy viejo al lado de Obama. No le favorecía.

Tercero, los comentaristas de CNN están dándole la victoria a Obama antes de las encuestas. Sin demasiado entusiasmo, pero con cierta claridad. Las encuestas empiezan a llegar, y confirman esa impresión; 50 a 34 a CNN, 39 a 27 en CBS (ignorad el hecho que no son demasiado precisas); los comentaristas han pasado a decir que McCain ha estado francamente mal.

No sé si recordaréis los números del debate anterior; no fueron muy distintos. La reacción de los comentaristas fue, sin embargo, mucho más prudente; no dieron victorias cláramente a nadie al principio, y aceptaron a regañadientes los resultados. Con Palin y Biden, los resultados fueron parecidos, pero con los periodistas un poco más propensos a comentar que Palin era básicamente una amateur en el negocio. Hoy es la tercera ronda, y el debate ha sido bastante parecido; esta vez andan entre dar victoria clara al candidato demócrata y (los más atrevidos) escribir la esquela política de McCain.

La verdad: tienen cierta razón, aunque no tenga demasiado que ver con los debates o la campaña en general. Sencillamente, es un año en que todos los indicadores (paro, crecimiento, inflación, situación económica, popularidad del presidente) apuntan de forma no obvia, inevitable, hacia una victoria demócrata. En esencia, McCain tenía estas elecciones perdidas en enero de este año, desde el mismo momento en que ganó la nominación; una vez que los votantes empezaron a prestar atención a la campaña, vieron que Obama no era un loco peligroso y llegaron a la conclusión que el país iba de mal en peor, era casi inevitable ver las encuestas como están. Ezra Klein lo dice con cierta crueldad; hay años en que uno no puede ganar. Punto.

¿Podemos dar esto por cerrado? Sí y no. Quedan cuatro semanas y pueden pasar muchas cosas. Una crisis internacional. Una pifia absolutamente monumental de Obama. Bin Laden es capturado por McCain en un momento Rambo. Los aliens invaden la tierra. Siempre hay imprevistos, las campañas pueden cometer errores, y quizás McCain descubre la piedra filosofal en crítica política. Pero a falta de imprevistos graves o problemas horribles, Obama ganará estas elecciones con cuatro o cinco puntos de ventaja.

En cierto sentido, McCain puede repetir y decir sus propuestas (tenemos que bajar impuestos), agenda (tenemos que bajar impuestos) y políticas (tenemos que bajar impuestos) todo lo que quiera. Puede acusar Obama de hacer eso que los americanos en teoría detestan (subir impuestos, más gasto público) una y otra vez. Sencillamente, no le va a funcionar. Los americanos, a día de hoy, quieren pasar de página.


2 comentarios

  1. Ender dice:

    Supongo que ya habrás hablado de ello en algún otro momento, pero ¿has descartado esa idea tan repetida en España de que la américa profunda jamás permitirá que un negro llegue a la Casa Blanca?

  2. Y la respuesta es tipo Stalin: ¿La América profunda? ¿Cuántos votos electorales?

    Por supuesto que en lugares como Alabama o Dakota del Norte la raza puede contar, pero su peso demográfico es relativamente irrelevante, se dan por dadas a los republicanos y, de todas formas, la América profunda ya no es lo que era.

    Que en Louisiana (¡Louisiana!) se haya elegido a un gobernador de origen punjabí (eso sí, republicano) muestra que las cosas de color quizás ya no tenga tanta importancia.

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