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Por qué la enseñanza debería ser exigente y sugestiva

28 Mar, 2008 - - @kikollan

He pasado muchos años entre aulas y a partir de septiembre daré mis primeras clases en la universidad. Además he vivido rodeado de docentes toda la vida. Por eso supongo que es normal que a menudo haya reflexionado sobre enseñanza.

Pues bien, hace tiempo leí esta cita que expresa perfectamente lo que yo creo que debería ser la enseñanza en general, pero sobre todo la enseñanza de los más jóvenes:

«En los primeros años de la enseñanza secundaria se desarrolla el drama más complejo de todos, el de hacer creer a un niño que los sueños existen, que, después de todo, la trascendencia es posible.

Lo peor de nuestra enseñanza, de la falsa realidad que representa, un realismo brutal y falaz, es que trata de menguar los sueños del niño. En lugar de no hacer más de lo que un niño es capaz de comprender, es mejor tratar de ir siempre un poco más lejos, y que el niño extienda brazos y manos para tratar de alcanzar la pelota, aunque no llegue. Porque ése es el momento en que comenzará a sentirse satisfecho, lo que le permitirá decir: «Todavía no he entendido, pero llegaré a entender. Todavía no he pergeñado un sueño, pero soñaré. Todavía no he disfrutado de algo, pero lo haré». Con el rasante igualitario, mediante la falsa democracia de la mediocridad, matamos en los niños la posibilidad de sobrepasar sus limitaciones sociales, domésticas, personales, e incluso físicas» (G. Steiner y C. Ladjali, Elogio de la transmisión 2005).

¿Por qué no hacer soñar a los alumnos con que podrán afrontar retos mayores? ¿por qué no fomentar la ilusión de transcender, de abordar los temas importantes? ¿por una mera cuestión de probabilidad? Perseguir un sueño implica esforzarse en el camino hacia una meta (sea cual sea), algo incompatible con el «rasante igualitario» y la «falsa democracia de la mediocridad». Llegado el momento, el tiempo, con su «realismo brutal y falaz», acabará reduciendo los sueños de algunos —¿no nos ha pasado eso a todos?— pero en el camino muchos habrán sobrepasado sus «limitaciones sociales, domésticas, personales, e incluso físicas».

Yo creo en el éxito de asomar a los alumnos a un mundo más complejo, más sutil, clarosocuro, y sobretodo inacabado. Un mundo que será difícil de entender y que exigirá esfuerzo y trabajo a los alumnos, pero sobretodo, un mundo que será difícil de describir para el profesor. Y quizás ahí resida el problema.

Sin duda, todo esto es pensamiento utópico en estado puro. Pero ¿no son precisamente las utopías lo que deberíamos perseguir siempre?


9 comentarios

  1. Luisfer dice:

    Ojalá te tuviera como profesor, y no los inútiles que tengo por costumbre.

  2. Liz dice:

    En primer lugar, el rasante igualitario y la democracia de la mediocridad solo conlleva problemas para el mediocre, pues es éste quien después no puede enfrentarse a la vida profesional por carecer de las armas adecuadas y que se le presuponen.

    En nuestro sistema educativo no se prima adecuadamente al valioso en favor de la mayoría, si nos referimos al reparto de recursos (becas y demás), pero si existe una graduación (calificaciones) que marca la diferencia entre los más aptos y los menos y que marcan el acceso a formaciones de grado superior y becas.

    La educación en una sociedad moderna debe ser tan accesible como el carnet de conducir, el nivel debe ser adaptado a la mayoría (no me refiero aquí a la formación de grado superior, sino a la educación básica de un ciudadano), sin que el mejor vea obstaculizado su crecimiento formativo y sus oportunidades.

    Pero los sueños de los niños deben ser agitados por el profesorado y padres. Y es aquí donde yo creo que reside el problema verdaderamente, en que la profesión debe y tiene que ser puramente vocacional en el campo de la enseñanza especialmente. Algo que dista claramente de la realidad que he podido percibir.

    En mi experiencia como alumno, que ha durado como todos bien sabes, ya demasiado tiempo, he encontrado pocos, quizás menos que dedos haya en mi mano, profesores capacez de comunicar y transmitir su pasión por su materia. El 98% del profesorado no disfruta con la docencia y no entiendo la autentica relación entre profesor (maestro) y alumno. Podían haber sido panaderos o artistas, que más da.

    Por el contrario, esos pocos profesores (maestros) que han quedado en mi recuerdo y que siempre han explicado y transmitido sus conocimientos y experiencias, mucho mas haya de los libros, son verdaderamente las personas capacez de hacer ver a ese niño lo maravilloso e increíble que puede ser un determinado campo del conocimiento, y que con el estimulo adecuado pueden influir y marcar a una persona durante toda vida.

    La mediocridad esta tan instalada en las sillas frente a la pizarra como en la opuesta a ella.

    Felicidades Kilo por tu blog, me encanta.

  3. Sergiolo dice:

    Estoy completamente de acuerdo con Liz en que gran parte de la culpa reside en el aparato docente. Simplemente un apunte para la reflexión: ¿Quién imparte clases en los primeros cursos escolares, quizá los más importantes de la vida? Si no me equivoco, son personas diplomadas en magisterio y, sin menospreciar a nadie y fijándome principalmente en la formación que proporcionan las universidades valencianas, suelen tener una formación «precaria». Por tanto, qué tipo de horizontes van a ser capaces de transmitir a un alumno.

  4. KikoLlan dice:

    Luisfer, ya veremos si mis primeros alumnos pueden decir lo mismo. En realidad, lo dudo, pero haré lo posible por ir mejorando 🙂

  5. KikoLlan dice:

    Liz, estoy de acuerdo en que la educación de los niños no debería exigir que los alumnos sean brillantes —como bien dices, todos los ciudadanos deben recibir esa educación—, pero si que debería exigirse esfuerzo. El esfuerzo es algo que esta en mano de todos y no discrimina a nadie.

    En cualquier caso, en el punto clave estamos todos de acuerdo: los alumnos deberían, y podrían, estar más motivados y el respeto al conocimiento y al profesor que lo atesora necesita ser potenciado.

    ¿Pero como conseguir eso? como vosotros, pienso que la formación de los profesores es importante, pero también el ambiente en el aula y la disposición de los alumnos. En la realidad de una escuela o instituto de hoy, difícilmente un profesor disfrutará con la docencia, por mucha vocación que tenga. Yo creo que, sobretodo, es en secundaria donde tienen que cambiar las cosas. Los alumnos tienen que ser algo parecido a adultos, adultos que habrían decidido estudiar… por alguna razón razonable 🙂

  6. Liz dice:

    Totalmente de acuerdo, pero me resulta confuso el poder pensar que un niño, hablando en términos generales, pueda decidir estudiar libremente cuando no se le presupone capacidad de decisión hasta los 18 años.

    Si que me parece que debemos volver en «cierta forma» a lo que hemos vivido parte de nosotros y más nuestros padres; Autoridad del profesor, mérito y esfuerzo por parte del alumno. Pero creo que debe eliminarse el rol actual del alumno como elemento pasivo en la docencia, mostrar mayor aplicación de lo aprendido, etc.

    Como es posible que alguien salga del instituto y siga diciendo; ¿pero para que me vale saber derivar en la vida?…Constante repetida hasta la saciedad por muchos y que demuestra que se ha explicado la herramienta pero no el fin de la misma, que es realmente lo importante. Saludos.

  7. alf dice:

    Cuando empece a leer este comentario me acorde de las primeros párrafos de «El gran gatsby» de Francis Scott Fitzeralt. Siempre que sientas deseos de criticar a alguien. Es probable que no todas las personas que conozcas sean interesantes, algunas mejor no recordarlas, ahora bien antes de descartar las (o calificarlas) dales alguna oportunidad, no todo el mundo es siempre brillante con C. I. de 140.

  8. […] la impresión de que, de nuevo, el problema de fondo esta en el sistema de educación universitario. El estudio memorístico […]

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