Informar que mi hermana, tras tenerme una hora y media esperando en el aeropuerto gracias a la suprema lentitud de la gente inmigración de este país, ya está en New Haven. Entre las desventuras compartidas ya, un viaje en taxi realmente terrorífico del JFK a Manhattan, con adelantamientos por el arcen, volantazos, bocinazos y circulación a alta velocidad por sitios angostos. Ugh.

Por cierto, Grand Central no tiene consignas, así que nos chafaron cualquier opción de hacer el guiri ayer. Ugh.


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