Ciencia recreativa

La estupidez son los otros: de información y organizaciones

21 Dic, 2011 -

De todas las partes del pensamiento de inspiración marxista, la que personalmente salvaría con más entusiasmo y que creo que tiene más respaldo en las ciencias sociales modernas es lo que podemos llamar su «antropología»: como el modo de producción capitalista, basado en una división del trabajo cada vez más avanzada, envilece a los hombres y como esto ocurre, no a través de algún plan centralizado que los obligue a hacer cosas indeseables, sino de las grandes fuerzas motrices del sistema, es decir, de un conjunto amplio de acciones descentralizadas aparentemente inocuas.

Personalmente, creo que esto es algo que es especialmente palpable cuando uno ve una empresa por dentro. Cualquiera que haya trabajado en una empresa relativamente grande sabrá de lo que hablo: si uno se tomara al pie de la letra lo que se dice en su departamento, tendría la sensación de que toda la gente de los demás departamentos y en general la gente de fuera de la empresa son esencialmente unos inútiles, que la culpa cuando algo sale mal es de los de fuera. Naturalmente, esta creencia podría estar justificada, pero no puede estar justificada para todos los departamentos a la vez.

¿Por qué ocurren este tipo de dinámicas? Cualquier trabajo es básicamente un problema de agencia, es decir, dónde el resultado depende en parte del esfuerzo del agente (el trabajador) y en parte de variables aleatorias, pero el principal (el jefe) no puede observar el esfuerzo, sino solo el resultado del trabajo y otras variables.

Pensad en un empleado al que le ha salido algo mal y su jefe le pide explicaciones. El jefe no sabe realmente lo que ha pasado así que va a utilizar lo que sabe sobre el empleado y sus explicaciones para hacerse una idea. El empleado podría ser humilde o sincero y simplemente aceptar que es posible que haya sido culpa suya y no haya puesto la suficiente atención. Si lo pensáis, admitir que algo es culpa de uno es algo con un componente de subjetividad amplio porque implica determinar «cuanto esfuerzo era razonable hacer», así que una actitud prudente es admitir que «siempre podría haber hecho más». En cierto sentido, esto sería lo mejor: todo el mundo aceptaría que está en condiciones de hacer más y se esforzaría por mejorar.

No obstante, este tipo de comportamiento tiene problemas. En primer lugar, asumir sistemáticamente la culpa de algo es una conducta que produce un estigma: si uno ha admitido llevar la culpa en el pasado, es probable que en el futuro se la echen, la lleve o no. En segundo lugar, es una actitud vulnerable al oportunismo: si uno es propenso a admitir que la culpa es suya y no del compañero de trabajo, el compañero tenderá a descargar la culpa sobre uno. Finalmente, cualquier jefe quiere poder tener algo contra sus empleados porque es un elemento de poder que le da margen de maniobra en cualquier negociación (si le debes a tu jefe que no te haya echado a pesar de todas las trastadas que has hecho, entonces tendrá menos problemas para aleccionarte y serás menos propenso a exigir cosas), de modo que es probable que no quieras sistemáticamente asumir que llevas la culpa de algo.

En esta situación, hay una estrategia alternativa obvia: descargar las culpas sobre factores externos o sobre otras personas. Una posibilidad es sobre compañeros de trabajo de tu propio departamento. Sin embargo, esto no suele ser lo que elegimos. Esa es gente con la que te cruzas todos los días y hacia la que sientes cierto afecto, es gente a la que has humanizado y con la que, quieras o no, terminas simpatizando y aunque puedan no caerte bien, por pura cuestión de comodidad prefieres no llevarte mal con ellos. Además, a la mayoría de los jefes no les gusta ver que le pones la zancadilla a tu compañero así que revelarte como una persona trepa no es lo mejor en un trabajo. Finalmente, está el hecho obvio de que esa persona está ahí para defenderse. Por lo tanto, la estrategia a la que uno se ve impulsado es a echarle la culpa a gente de fuera. Es gente que no está ahí para defenderse, con la que se tiene poco contacto y que es menos humana de alguna forma. Y, sobre todo, hay un componente de incomprensión:
cuando uno conoce algo de cerca, tiende a hacerse más conservador sobre la posibilidad de hacerlo mejor porque es consciente de las dificultades a las que se enfrenta; en cambio, tiende a pensar que el trabajo que no conoce es más sencillo.

Pero entonces se pone en marcha el mecanismo con varios efectos de feedback porque cuando todo el mundo le echa la culpa a la gente de fuera, todos tienen más incentivos a hacerlo. El problema desde mi punto de vista es que echarle la culpa a gente externa produce una «externalidad informacional», al afectar a la percepción que tienen los demás de la competencia de los otros departamentos. Esto se ve a dos niveles. Suponed que una persona no sabe con certeza si la culpa de que algo haya salido mal es suya o del departamento de informática. Para formar su creencia sobre lo querealmente pasó, usa, al menos en parte, la información que tiene sobre la competencia del departamento de informática. Si todo el mundo ha sugerido en el pasado que se equivocan constantemente, entonces es razonable pensar que será así: las creencias se han vuelto «autorreforzadas» las unas con las otras, aunque todas estén exageradas.  En un segundo nivel, que exista la creencia compartida de que el departamento de informática está
formado por un grupo de incompetentes es algo que hace cualquier excusa que los involucre a ellos más creíble ante los demás y ante el jefe en particular.

Finalmente, la gente no hace todo esto a sabiendas, sino que la disonancia cognitiva se asegura de que este tipo de distorsiones de la realidad sean inconscientes, así que cuando se percibe que algo es culpa de la incompetencia de otro departamento suele aparecer una especie de «solidaridad colectiva» y de «hacer piña». Esto no es más que un contrato de seguro implícito ante la posibilidad de que en el futuro le pueda pasar a uno.

Los feedbacks de los que hablo muestran un aspecto interesante: cómo el entorno corrompe a la gente para que se comporte de forma deshonesta o mezquina, independientemente de que esta sea buena o mala; se trata de una estructura de incentivos que castiga sistemáticamente la honestidad y la colaboración.


16 comentarios

  1. MuGaR dice:

    Ocurre que aquellos hombres cuyos incentivos más poderosos provienen de si mismos suelen ser calificados de locos, imbéciles o, en el menor de los casos, genios.

    Y habría que matizar entre el envilecimiento y la alienación… y ahora que lo pienso anunciar que vas a hablar de antropología marxista y terminar hablando del problema de agencia me parece fraudulento y como una especie de gancho tipo «el tomate».

    Y no te consueles: el entorno no corrompe a la gente: la gente es así, no se echa a perder porque nunca fue mejor.

  2. Raúl S. dice:

    «el entorno no corrompe a la gente: la gente es así, no se echa a perder porque nunca fue mejor.»

    Digamos que el entorno puede favorecer o dificultar que salgan unas cosas u otras que ya traes de casa.

  3. Carlos dice:

    Lo siento @MuGaR pero no estoy de acuerdo. Y el experimento de la cárcel de Stanford tampoco.

  4. Epicureo dice:

    Cives, me gustan mucho estos temas que estás eligiendo. ¡Los economistas necesitan desesperadamente un poco de sicología y sociología! Las matemáticas están muy bien, pero no lo son todos.

    MuGaR dice que «la gente es así». No es esa la cuestión. La gente puede ser egoísta o no serlo. Pero lo que importa no es tanto su naturaleza como su comportamiento.

    Cuando se diseña una sociedad, en la medida que puede ser diseñada, hay que contar con que algunas personas actúan egoístamente casi siempre, otras casi siempre cooperan o son generosas, y muchas pueden actuar de una manera u otra dependiendo de las circunstancias. Los incentivos cuentan, las leyes y costumbres también.

    Marx afirmaba que el capitalismo envilece de muchas maneras, no sólo saboteando el espíritu de cooperación en las empresas. Esto último creo que es lo que maltraducen como «problema de agencia».

    En el capitalismo clásico, el obrero y el capitalista son personas distintas, y el problema surge de la imposibilidad de determinar objetivamente qué parte del producto neto pertenece al capitalista y qué parte pertenece a los obreros. Para Marx todo es de los obreros, para los economistas liberales todo es del capitalista y los obreros son un medio de producción más, pagadero a precio de mercado. En la práctica, en los países más desarrollados, tras décadas de legislación laboral y/o lucha sindical, se alcanzó una especie de acuerdo (más precario de lo que parecía) que en promedio daba 1/3 para el capitalista y 2/3 para los obreros. Sin embargo, en los países que están llegando a ser desarrollados la proporción es al revés, o peor, y sin visos de cambiar.

    Pero hay más. ¿Cómo se determinan los diferentes salarios y prebendas dentro de una empresa, un gobierno, una iglesia, una mafia? La división del trabajo entre departamentos, el trabajo cooperativo dentro de los mismos, la estructura jerárquica de la cadena de mando, hace imposible determinar cuánto produce realmente cada empleado (de hecho es una pregunta sin sentido, ya que ninguno produce nada por sí solo). De nuevo, se han alcanzado distintas soluciones como resultado de negociaciones, luchas, leyes y costumbres diversas.

    Estas soluciones no son nunca satisfactorias porque hay grandes asimetrías en las posiciones negociadoras. Obviamente los que están en la cima tienen mucho más poder que los que son el último mono. Por lo tanto la desproporción entre lo que reciben los mandamases y los obreros puede ser enorme (de hecho tiende a aumentar) y sin ninguna relación con el esfuerzo que realiza cada uno.

    Como resultado de ello, la situación es mucho peor que la que describe Cives. No es sólo que no haya solidaridad entre departamentos. La solidaridad dentro del departamento se evapora cada vez que hay en perspectiva un ascenso en la jerarquía. ¿Quién no ha conocido al clásico «trepa»? Y los que ascienden no suele ser por sus méritos sino por su capacidad manipuladora.

    Conseguir crear una cultura social que mitigue todo esto es complicado y caro, así que pocas veces existe. El resultado de ello es que el 75 % de la población activa odia los lunes y el resto está en paro y aprovechando al máximo el subsidio.

    Nota final: si algún economista me dice que algo de esto puede determinarse objetivamente por el «producto marginal» o algo así, le adelanto que mi respuesta será: BULLSHIT. Eso es ficción, no existe.

  5. Ender dice:

    Interesante tema el que tratas, Cives, que tiene que ver con mi propio trabajo.
    Te centras bastante en aspectos como la «defensa propia» o la «disonancia cognitiva» para explicar esos comportamientos, algo que siempre estará presente y contra lo que las organizaciones tienen elementos limitados para combatir… pero yo añadiría otro: la «dirección por objetivos», una herramienta poderosa que viene de finales de los 90 o primeros 2000 y que las empresas vienen utilizando para establecer objetivos a sus empleados y hacerlos cumplir. En la mayoría de empresas se despliegan por departamentos funcionales, pues es la manera más natural: un jefe con un grupo de personas que realizan una función similar. Pero esto puede conducir, si no se tiene cuidado, a que cada departamento pelee y consiga sus propios objetivos y sin embargo los objetivos del proceso global que afecta a varios departamentos relacionados no se cumpla. Son comportamientos perfectamente racionales y que provocan un mal resultado que va más allá de la mala fe entre departamentos: se debe al viejo principio, que la mayoría de
    empresas suelen pasar por alto, de que optimizar las partes individuales de un sistema puede no optimizar (y de hecho a menudo desoptimiza) el sistema en su conjunto.
    Por suerte, sobre este problema los «diseñadores de organizaciones» sí podemos actuar…

  6. Frost dice:

    Lo que Cives dice sobre las creencias «autorreforzadas» me recuerda una anécdota que me contó un amigo hace poco tiempo.

    Una vez, estando en el colegio, lanzó una bola de papel al profesor, estando éste de espaldas. Cuando se volvió, echó la culpa a su compañero. El profesor le preguntó a este, y como no pudo dar una explicación coherente, lo echó de clase y mi amigo quedó libre de culpa. A partir de entonces, mi amigo echó la culpa de absolutamente cada una de sus desgracias a este compañero, provocando que se ganase el odio de todos los profesores y compañeros de clase. Con cada tropelía de mi amigo que recaía sobre su compañero, más se reforzaba la idea de que éste era un delincuente juvenil.

    A día de hoy, ambos son amigos (mi amigo siempre fue una fuente de consuelo para las «desgracias» de su compañero) y ambos han realizado los mismos estudios. No obstante, sólo uno de ellos los terminó. ¿Adivináis cual?

  7. Bartolo dice:

    Es interesante. ¿Conoces algún buen libro sobre el tema?

  8. Ozanúnest dice:

    Como ya han dicho, buen artículo, Cives.

    Frost Su anécdota me ha llamado mucho la atención. Muy especialmente, el hecho de que los dos sigan siendo amigos. ¿El compañero de su amigo tiene infinitas mejillas?

  9. Epicureo dice:

    Frost, está claro que su amigo es un psicópata. Conozco el tipo.

    La gente normal, cuando hace cabronadas, lo sabe y al menos siente un poco de vergüenza. Los psicópatas no, y no les cuesta manipular a la gente para que encima les caiga bien. La prueba es que usted sigue considerando amigo a ese individuo despreciable.

    Por fortuna para casi todos nosotros, y por mucho que la ética capitalista fomente la psicopatía, el 95 % de la gente tiene algún tipo de sentimiento moral, aunque sea rudimentario. Si no fuera así, y realmente la única limitación al egoísmo fuera la ley y el miedo al castigo, ni el liberalismo ni la democracia serían viables. El único sistema de gobierno posible sería el despotismo.

    Sean liberales de verdad y lean a Adam Smith, para más detalles.

  10. francisco dice:

    Epicuero

    Hace años que en Valencia funciona un experimento muy interesante que demuestra con los ejemplos de corrupción y política que la ética y la moral mayoritaria no existen.

    Muchas cosas sólo se frenan con ley y castigo. A veces ni con eso.

    ¿hay Godwin sobre Fabra y Camps?

    Sí no lo hay ponedle mi nombre…

  11. Frost dice:

    Ozanúnest, me temo que no conozco tan bien al compañero de mi amigo. Pero sin duda debe tener una paciencia infinita.

    Epicúreo, aunque mi juicio pueda ser subjetivo (lo es), ¿no es un poco precipitado juzgar a una persona por una mera anécdota? Creo que si ambos son amigos, es en parte por el sentimiento de culpa de haber achacado todas las travesuras de infancia y adolescencia y haber estado, que lo ha impulsado a apoyarle en muchas otras cosas en las que no ha sido culpa suya.

    No obstante, volviendo al nivel «macro» me parece interesante el planteamiento acerca de que la ética capitalista fomente la psicopatía. Quizá sería interesante comparar el porcentaje de casos diagnosticados de psicópatas en países capitalistas y comunistas.

    Lamentablemente, mucho me temo que el miedo al castigo sea algo que se esté desvaneciendo en muchos casos, como cita Francisco. Como jurista, no creo que la causa sea la dureza de las penas, si no más bien las facilidades extraprocesales para librarse de él.

  12. Maese Alcofribas dice:

    Supongo que la psicopatía, clínicamente hablando, estará más genéticamente determinada que otros trastornos mentales y será menos sensible al entorno. Creo que el espectro depresión/ansiedad ha incrementado su prevalencia en los países desarrollados desde bastante antes de la crisis, con su mortalidad y costes laborales y sanitarios asociados. No sé cual es la situación en los subdesarrollados, o las comparaciones capitalismo-comunismo, o democracias-dictaduras. Hablamos de depresión/ansiedad clínicas, con prevalencia-año que estará sobre el 10%, pero a nivel subclínico estará más extendida, obviamente. He oído que el número de españoles entre 70-74 años que se suicida anualmente es bastante impresionante. El siglo XXI, desde un punto de vista médico, será un cóctel de depresión/ansiedad, cardiovasculares, diabetes y alguna más.

    No lo digo en plan “capitalismo malvado”, pero es razonable la hipótesis de que a mayor complejidad social, competitividad e individualismo, mayor incertidumbre, peligro para la autoestima y soledad subjetiva. Influirán mil factores más, alimentación, sedentarismo…

  13. Epicureo dice:

    @Frost, sí que me he precipitado. También hay que tener en cuenta que el sentido moral no siempre madura pronto. A lo mejor tu amigo de algún modo ha tratado de compensar.

    Sobre: «Quizá sería interesante comparar el porcentaje de casos diagnosticados de psicópatas en países capitalistas y comunistas.» No creo.

    Cuando digo que la ética capitalista fomenta la psicopatía no quiero decir que necesariamente aumente el número de casos. Si es un trastorno genético no lo hará. Pero lo que sí puede hacer es aumentar las posibilidades de que los psicópatas sean socialmente funcionales y exitososos: según los comentaristas de este artículo, son idóneos para dirigir empresas. Y esto podría llevar a que la proporción de casos diagnosticados sea muy pequeña.

  14. ¬a. dice:

    pues yo desde hace algún tiempo, casi un año, me interesa eso de lo que habla «ender», de los diseños en las organizaciones. No he estudiado nada en lo referente a la organización de la empresa moderna, simplemente me leí un par de libros sobre la llamada Managerial Revolution, uno muy bueno de Chandler. Habla de la revolución gerencial de la segunda mitad del siglo XIX en EEUU que culminó con el fordismo. Hay otro libro muy bueno que es «El taller y el cronómetro», de B. Coriat. Desgraciadamente Benjamin se ha convertido en la actualidad en un economista burgués –un cualquiera, vamos- y ha perdido la fe en el proletariado intentando a día de hoy actualizar el enfoque institucionalista con no sé que otras corrientes, costes transaccionales y otros eufemismos de explotación. Traitor.
    Con todo, y pese a que mi formación es decimonónica, me siento perfectamente capaz de entrar a trapo en el tema sin ningún tipo de miramientos dado que todo eso de los objetivos es una radicalización de lo que comenzó con la revolución gerencial y me sorprende, ahora hablando ya del artículo de cives, que se solace en los beneficios que nos trae la impersonalidad de los mercados cuando se trata de ir a comprar fruta y personalice y subjetivice el enfoque a la hora de tratar los mercados laborales. Curioso e intrigante cambio de perspectiva…
    Pero volvamos a ello: –al siglo XIX- todas esas técnicas objetivizadoras que pasan por el sistema de comprobantes implantado por Carnegie, las técnicas de contabilidad, el control de los tiempos, la cadena de montaje… y tantos otros instrumentos de despersonalización del trabajo son los pilares del capitalismo moderno. Cuando algunas personas económicamente tartamudas escriben libros como el de Capello & Boltansky (libro del que no recuerdo el título y que ha sido alabado por Zizek, cosa que me duele en el alma) sobre la new age del capitalismo, con descentralización de la gerencia, fabricación fleixble, tercialización, y demás chorradas posmodernas…. digo, que cuando se escriben libros en ese plan, se pierde la perspectiva de lo que es el capitalismo. Que se den un paseíto por China. En mis tiempos de fácul (noventas gloriosos) se hablaba del proceso de tercialización, se hacía referencia a algunos economistas burgueses profetizaban una sustitución continua de capital por trabajo en plan:
    capitalismo liberador! mundo tercializado de goce y corrimientos continuos y demás chorradas. Recuerdo todavía la sonrisa gili del profe que lo explicaba.
    Nunca, jamás, amiguitos, no os olvideis, el capitalismo dejará de ser explotador. Porque siempre sale más a cuenta tener a alguien 16h apretando tornillos que 8h. Y la gente que sobra? pues a buscar en la basura, como en la India, o en EEUU.
    Y para dejaros con algo a lo que darle vueltas en la cabecita antes de ir a dormir recurro una vez más al contraste de figuras para que la nitidez sea mayor y el dolor de ojos intenso… Creo que la mejor forma de mostrar como en cuestiones de obediencia no todo son incentivos monetarios o diseños incentivadores, sí, en un impulso de generosidad y empatía impropio de mí… lo mejor, digo, es dejaros con un texto breve que he encontrado hoy mientras rebuscaba en Deleuze… donde esté una buena consigna, que se quite el resto. es del Mil Mesetas, página 88. Con él y con el champange os dejo hasta el año que viene. Hale.
    «Como ejemplo, aunque en otras condiciones, la formación de un tipo de enunciados específicamente leninistas en la Rusia soviética, a partir del texto de Lenin titulado «A propósito de las consignas» (1917). Ya era una transformación incorporal la que había extraído de las masas una clase proletaria en tanto que
    agenciamiento de enunciación, antes de que se dieran las condiciones de aparición de un proletariado como cuerpo. Genialidad de la I Internacional marxista, que «inventa» un nuevo tipo de clase: ¡proletarios de todos los países, unios! Pero, rompiendo con los social-demócratas, Lenin todavía inventa o decreta otra transformación incorporal, que extrae de la clase proletaria una vanguardia como agenciamiento de enunciación, y que va a atribuirse al «Partido», a un nuevo tipo de partido como cuerpo distinto, aun ariesgo de caer en un sistema de redundancia específicamente burocrático. ¿Apuesta leninista, golpe de audacia? Lenin declara que la consigna «Todo el poder a los soviets» sólo era válida entre el 27 de febrero y el 4 de juho, para el desarrollo pacífico de la Revolución, pero ya no vale para el estado de guerra, y el paso de una a otra implicaría precisamente esa transformación que no se contenta con ir de las masas a un proletariado director, sino que va del proletariado a una vanguardia dirigente».

    [NOTA FINAL] Llevo unos días haciendo rizoma… que es algo así como jugar con cintas de colores mientras haces un globo con chicle de fresa: una modernez que no me va… pero en ciertos círculos es más cool que hablar de marxismo barbudo, y uno tiene sus debilidades. Por eso Deleuze.

  15. Epicureo dice:

    Maese Alcofribas, cada sociedad tiene su propia enfermedad genético-ambiental.

    En el siglo XIX un porcentaje alto de mujeres de clase media-alta padecía histeria. Ahora ese trastorno parece no existir. Con la depresión ocurre lo contrario.

    El posible problema que tiene nuestra sociedad es que, mientras por un lado es cada vez más compleja, competitiva e individualista, para los niños y jóvenes es cada vez más complaciente y protectora. En tiempos de mis padres (años 30) cualquier niño de 8 años ya había visto morir a algún hermano (la mortalidad infantil era del 30 % en España), y la violencia y el hambre eran cosas cotidianas. Por supuesto ahora estamos mucho mejor que entonces en todos los aspectos, pero no somos perfectos.

  16. Maese Alcofribas dice:

    «El posible problema que tiene nuestra sociedad es que, mientras por un lado es cada vez más compleja, competitiva e individualista, para los niños y jóvenes es cada vez más complaciente y protectora»

    Cierto. No me había parado a pensar en ese contraste, es interesante

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