Hispania. & Política

La épica chapuza autonómica

28 Abr, 2011 - - @egocrata

Resulta que el sistema de financiación autonómica que iba a acabar con todas las batallas de financiación autonómica ha acabado durante unos pocos meses, y ya estamos otra vez a galletas. Con la mayoría de las comunidades con el agua al cuello tratando de cuadrar sus cuentas, el gobierno central está afrontando el tradicional coro de lloriqueos de consejeros autonómicos pidiendo más dinero.

No me voy a meter en cuestiones contables tratando de dirimir quién tiene razón. Primero, porque es bastante probable que el acuerdo sea lo suficiente chapucero / ambiguo / confuso (táchese lo que no proceda) como para que no haya forma humana de decidir nada de forma concluyente, y segundo porque la bolsa con el dinero la tiene el gobierno central, y se hará lo que ellos digan. Que es lo que Bruselas les deja, pero ese es otro tema distinto. Lo que si parece meridianamente claro a estas alturas es que el sistema no lo entiende ni Dios, y que las autonomías siguen sin querer (o poder) cuadrar sus cuentas pidiendo dinero a sus ciudadanos, en vez de ese malvado monstruo en Madriz.

Me repito más que el ajo, pero realmente hay sólo dos soluciones a este desaguisado. Por un lado podemos crear un sistema puramente federal, a la americana. En este caso, uno rellanaría dos impuestos sobre la renta (si, cada año rellenamos dos – y aparecen completamente separados en la nómina), tendría dos tramos de IVA completamente distintos, y así sucesivamente. Si una comunidad quiere cubrir  sus calles con marmol, puede hacerlo, siempre que pida a sus votantes pasar por caja.

Para evitar excesivas disparidades de servicios, el estado central paga los costes de un paquete básico de prestaciones, así como la mayoría de transferencias monetarias. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno federal cubre los costes del programa de seguro médico público para menores de 18 años para toda familia que esté por debajo del 200% del nivel de pobreza federal (unos $21.500 dólares al año para una familia de cuatro). Si un estado quiere cubrir a más gente (Connecticut, por ejemplo, cubre a familias entre 200 y 400% de pobreza con un plan parcialmente subvencionado), tiene que pasar por caja, con el gobierno central sólo pagando un porcentaje limitado de esos servicios adicionales. Algo parecido ocurre con Medicaid, con Washington pagando de un 90% a 100% de la factura, o los cupones de alimentos, donde los estados sólo pagan la mitad de los costes administrativos.

Es un sistema claro, bastante comprensible y que tiene como único inconveniente la puta manía del Congreso de aprobar de vez en cuando programas federales y «olvidarse» de incluir suficiente financiación. Aún así, es bastante sencillo para los estados saber qué pueden esperar del gobierno en transferencias, y qué coste van a tener que cargar (sin endeudarse – lo tienen prohibido) si quieren ampliar servicios. Por añadido, la redistribución ocurre de forma (relativamente) automática; los estados más pobres tendrán más gente en categorías de ingreso que caen bajo financiación federal, así que recibirán más dinero por capita. Además, los servicios por encima del mínimo acostumbran a estar cofinanciados, abriendo la oportunidad a los territorios más pobres a cubrir más gente sin tener que pasar por caja en exceso, si así lo desean.

No me preguntéis, por cierto, como funciona el gasto de infraestructuras. Primero, porque apenas hay (es deprimente lo mal conservadas que están en todas partes), y segundo porque este es un capítulo donde el gobierno federal no está haciendo su trabajo. En teoría el impuesto sobre gasolinas debería cubrir este gasto a nivel nacional; a la práctica, el Congreso no se ha atrevido a tocarlo desde hace décadas, y 18 céntimos el galón (sobre 4 céntimos por litro) es patéticamente insuficiente.

La otra opción para simplificar el sistema de financiación autonómica es también muy simple: concierto económico para todos. Aquí la autonomía recauda todo el dinero, y el estado pasa una factura por sus servicios, incluyendo la financiación de mínimos «federales» en todas las comunidades. Punto. Como el gobierno central sabe qué dinero tiene presupuestado y cuánto cuesta ofrecer mínimos, el sistema sería bastante transparente; cada año veríamos la factura por cápita en cada territorio sin demasiada complicación.

Lo que me parece meridianamente obvio es que el sistema actual es un galimatías incomprensible que hace cualquier debate racional algo imposible. No sabemos quién paga, no sabemos cuándo (¿cerrar cuentas del 2011 el 2013? ¿en serio?) y no sabemos realmente por qué. Las autonomías siempre tienen la tentación de ofrecer más de lo que pueden pagar y después echarle la culpa al gobierno central, y encima algunos lo hacen con réditos electorales. Cuando antes limpiemos este modelo y hagamos que cada uno pague lo suyo, mejor. Sería un primer paso excelente para empezar a clarificar un poco el marasmo de regulaciones cruzadas que es el sistema autonómico.


Sin comentarios

  1. cives dice:

    En Francia no tienen desmadre presupuestario local. ^-^

  2. Pedro Herrero dice:

    Me dan ganas de cantar «Ya lo sabía». No es que yo sea muy listo, es que a un sistema disfuncional aumentarle los recursos disponibles no lo vuelve funcional. Creo que también lo sabía el que dijo que estábamos montando un sudoku autonómico .

    Y seguramente con diferentes conclusiones a las de Roger, pero con la misma intención de que el sistema de financiación autonómico deje de ser un puñetero quebradero de cabeza, lo primero que necesitaríamos sería establecer que cartera de servicios debe garantizar y coordinar el gobierno central y tal, (ejem, sanidad y educación) aunque luego la gestión sea descentralizada.

    En otro orden, por si no os lo digo lo suficiente, I love this web.

  3. Pedro Herrero dice:

    Por cierto, para la antología del humor quedan los bloqueos estatutarios de financiación vía ley orgánica.

  4. Hejo dice:

    Lo del concierto para todos, olvídate. Convertíría el país en federal y por ahí el nacionalismo español no pasa.

    Federalismo: lo intentó el Plan Ibarretxe, lo intentó el Estatuto de Cataluña y en el primer caso el congreso y en el segundo el Constitucional, se los han cargado. El primero a la totalidad, el segundo quitándole todo rasgo de bilateralidad.

    Lo que hay es una política de neocentralismo. Los reglamentos acaban siendo tan detallados que las autonomías acaban siendo simples administradoras. En España hay un olvido sistemático de que el federalismo también se mide por la capacidad legislativo de cada estado (esto tan claro en los USA de que unos estados tienen la pena de muerte y otros no; de que el impuesto de sociedades varía de un estado a otro… y no por ello se les rompe el país ! ).

    El argumento de no transferir para no aumentar el déficit, es una memez. Tengo unos ingresos y unos gastos. Repartidos entre diversas administraciones, todas las cuales forman parte del Estado. Si transfiero dinero de una a otra… pues me aumenta el déficit en una y me disminuye en la otra. Déficit total: el mismo.
    ¿Quieres reducir el déficit? Pues nada hijo, toca controlar los ingresos y gastos… de TODAS las administraciones. Para ello, la corresponsabilidad es muy útil. Pero claro, ésto nos llevaría a un modelo federal, que es precisamente lo que se intenta evitar. De ahí tanto galimatías, griterío y confusión.

    Estoy en espera de que publiquen de una vez las dichosas balanzas fiscales para saber un poco más de los últimos años. Teóricamente va a ser en otoño…

  5. Renaissance dice:

    Lo del concierto económico es imposible, no por el motivo que ha citado el comentarista anterior, sino porque lo que ocurriría que es que se discreparía del coste de esos servicios y, como el país vasco hasta hace pocos años, se negarían a pagar su cuota. Caput estado. Uno no se puede fiar, ya nos hemos fiado mucho y este ha sido el resultado. (Por cierto, a ver si tenemos huevos y eliminamos el concierto económico vasco y navarro, que la UE ya ha dictado que es ilegal)

    No es mentira lo que se argulle desde muchas autonomías. Algunas tienen demasiadas competencias y demasiada poca financiación, sólo hay que ver que, precisamente, las que mayor déficit tienen son catalunya , valencia y baleares. En su mayor parte por la sanidad.

    Esto es así porque el reparto actual no sólo pondera la población de cada comunidad, sino su extensión y su estructura poblacional. Las comunidades más grandes y con población envejecida ponderan más en el reparto porque se supone que tienen más necesidad de infraestructuras y gasto sanitario. Por el contrario, las más jóvenes y con más densidad de población salen penalizadas. El caso de estas tres comunidades citadas. El resultado ya lo vemos.

  6. […] galimatías de la financiación autonómica lo resolvería Roger Senserrich entre dos opciones: el modelo federal a la americana o el concierto económico para las 17 CCAA. Pero hay muchas más […]

  7. Pedro Herrero dice:

    «Lo que hay es una política de neocentralismo.»

    ¿Dónde?

    Hejo, llamar federalismo al «Plan para un estado libre asociado» de Ibarreche, o al federalismo asimetrico del Estatut es de cachondeo. Además es que no funciona. El federalismo asimetrico hace que los estados entren en «competencia» competencial. Y se produce el maravilloso efecto «nadie por debajo de la media». Y entonces acabamos con un Consejo General del Poder Judicial para Asturias o Cantabria porque Cataluña lo tiene. Ese es el mundo real.

    La solución es federalismo, pero del que ya está inventado y funciona. Un Estado federal donde todas las comunidades autónomas tengan las mismas competencias y capacidad legislativa, con una financiación basada en la responsabilidad fiscal.

    http://www.votoutil.es/estado_federal.html

  8. Hejo dice:

    @Renaissance:
    Parto de la premisa de que el dinero es poder. Si todos los territorios tuvieran Concierto, el Gobierno Central tendría poco dinero, y en consecuencia poco poder.
    En la práctica, un estado organizado de esta forma lo veo difícil de gobernar. Y el riesgo de secesión de algunas de sus partes sería muy evidente. No estoy diciendo que esto fuera bueno o malo, sinó que para muchos es una idea inaceptable.

    @Pedro:
    Neocentralismo: el vodevil de la reducción del déficit de las autonomías. Por citar 1 ejemplo de plena actualidad.

    Simetría / asimetría… A ver, a nivel teórico ningúno de los 2 modelos es mejor que el otro. La cuestión está en cuál es el más adecuado para cada país. Sí indicar que los estados plurinacionales acostumbran a adoptar modelos asimétricos dados que éstos se adaptan mejor, respetan más, las necesidades y deseos de las minorías.

    Por cierto, España es asimétrica desde hace siglos: Navarra. Lo cuál no parece haber traído grandes males al país.

    Un tema de concepto. Un Estatuto puede establecer mayor o menor grado de competencias en tal o cual tema. Pero en sí, no es asimétrico, dado que la organización del Estado es competencia del Gobierno Central. Y éste puede «cepillar» un Estatut, o elevar el nivel del resto para eliminar las asimetría. O permitirla. Lo que juzgue más conveniente.

    No entiendo los comentarios de la «competencia competencial» y del «nadie por debajo de la media» (¿en capacidad legislativa, en financiación per cápita?).

  9. Pescador dice:

    Hejo, creo que estás mezclando conceptos, pero se hace dificil responderte por dispersión, más que nada.
    Navarra es asimetrica desde hace siglos, pero es que hace siglos «España» era una monarquia confederal y el Rey tenía que ir llorando por los reinos para conseguir financiación. Luego escogieron el bando del Borbón centralista y se quedaron aparte, con sus fueros y tal, pero con aduanas en el Ebro. Y luego sigue la historia, se quitan fronteras interiores, se recompensan lealtades y se permiten chuminadas como el Concierto, que acaba dgenerando – según tú- en el proyecto federalista de Ibarretxe y según otros en el establecimiento de facto de una confederación vasco-española en la que a «Madrizz» le toca el papel de proveedor de servicios y ojito con tocar algo que afecte a los vascos.
    Sinceramente, les ofrecia partir peras ya mismo.
    Maragall iba a lo mismo, para que vamos a andarnos con tonterias.La pasta, pero sin meter mucho miedo y el reconocimiento de «Madrizz» y «Catalonia» como realidades iguales.
    Pudiendo copiar formas y maneras de unas cuantas repúblicas federales que pululan por ahí – la RFA, sin ir más lejos- nos vamos a poner a reinventar la Confederación Hispanica, solo que ahora la ibamos a llamar Reyno Federal de los Asimetricos y Libremente Asociados.

  10. Pedro Herrero dice:

    Estoy sin tildes.

    «el vodevil de la reducción del déficit de las autonomías»

    No es un vodevil. La incapacidad para coordinar (imponer) desde el gobierno central los distintos techos de gasto y endeudamiento de nuestro estado es un problema. En el local, con los impagos a proveedores es grave, pero, por su gran volumen (sanidad y educación), ppalmente autonómico es un problema peligroso, reconocido internacionalmente, y que puede acabar con nuestro país intervenido y con nuestro estado del bienestar muy tocado.

    La «competencia» competencial y el «nadie por debajo de la media». Es una expresión palabro que me he inventado, pero simplificando, me refiero a que las comunidades con fuerzas políticas que tradicionalmente hacen reclamaciones competenciales políticas fijan para sus comunidades techos competenciales altos, que luego el resto de comunidades van alcanzando. Con lo cual, lo que antes era techo, acaba transformado en suelo, con una nueva espiral de reclamaciones competenciales: justicia, OCEX, recaudacion tributaria, etc. Mimetismo y «culo veo culo quiero» político. El mejor ejemplo es la Clausula Camps.

    Lo de «nadie por debajo de la media», viene de las reclamaciones salariales de los medicos, y fue una frase que se dijo cuando se negocio la ley de financiación autonómica. El gobierno, al aportar fondos, había conseguido no dejar a ninguna comunidad por debajo de la media (No hay que ser matemático para saber que es lo que pasa entonces con la media). Como se puede observar, el esfuerzo no sirvió para nada. Ahora se pide el cupo. Y si se consigue el cupo, mañana sera otra cosa. Es la legitima dinámica de negociación nacionalista.

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