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Cuatro claves sobre las elecciones francesas

17 Abr, 2017 - - @kanciller

Estamos a una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, una elección decisiva tanto para la UE como para la propia V República. Mucho ha llovido desde aquel 2012 en que la duda era si Hollande o Sarkozy iban a poder contrapesar a Ángela Merkel en el momento álgido de la crisis económica europea. Hoy estamos ante un cambio de paradigma en el que hay amplias opciones de tener a Republicanos (antigua UMP) y PS fuera de la primera vuelta, emulando a las elecciones presidenciales austriacas. Cuatro claves muy breves para no perderse en lo que nos queda de campaña.

1. Cuarteto de cuerda

Lo primero es que, como se puede ver más abajo, existe ahora mismo la mayoría de los sondeos señalan un empate técnico entre cuatro candidato en la primera vuelta.

Esto significa que ahora mismo cualquiera de los cuatro podría pasar a la siguiente ronda; todos ellos se encuentran dentro del margen de error de las encuestas. Es importante recordar esto porque luego se volverá a decir que los sondeos han sido imprecisos si sale cualquier resultado que no se ajusta a nuestros prejuicios – y es que aunque a veces se equivocan, otras tantas lo que hacemos es no leerlos correctamente. En el caso de las elecciones presidenciales francesas, las estimaciones históricamente no suelen fallar tanto. Sin embargo este 2017 dada la emergencia de nuevos candidatos, la volatilidad general, la posible baja participación y la imprecisión calibrando al Frente Nacional (véase 2002) es recomendable ser cauto.

Si se mira la tendencia general, los hitos más importantes son la emergencia de la candidatura de Emmanuel Macron, el desplome de François Fillon por el escándalo Penélope, el leve repunte de Benoit Hamon con su elección en primarias y la emergencia de última hora de Jean-Luc Melenchon  Incluso con su leve caída Marine Le Pen, candidata de la fuerza más votada en comicios regionales y europeos, es quien ha partido de la posición más sólida. Todos estos hitos son fácilmente identificables hasta la situación actual y ante la duda recordad; la información más interesante y precisa de una encuesta es la tendencia.

2. Caballos ganadores

En unas elecciones presidenciales, las cuales tienen un sistema electoral con un solo “gran premio”, es extremadamente importante la coordinación y el voto estratégico. La movilización del voto detrás de una u otra candidatura tiende a darse más en la segunda ronda que en la primera, pero hay buenas razones para pensar que será más complicado para el electorado que en elecciones pasadas.

Asumiendo que los votantes se siguieran preocupando exclusivamente del resultado de la elección (lo que siempre es mucho asumir), es de esperar que este 2017 sea más complicado porque la información sobre la viabilidad de cada candidato es menos clara, dificultando un voto estratégico “eficiente”. Ello, sin embargo, no significa que no se produzca cuando una de las alternativas es claramente un voto desperdiciado. Por ejemplo, es evidente que Jean-Luc Melenchon se está beneficiando de ser percibido como el punto focal de los votantes de izquierdas en detrimento del candidato del PS, que no ha dejado de desplomarse los últimos días.

Esto ya nos apunta que no todos los candidatos son igualmente vulnerables a la deserción estratégica. Mientras que el voto al FN es el más decidido (76%) el de Macron es el que menos (55%). Esto le da más números a la Le Pen a pasar pero hace a EM más vulnerable a sufrir una pinza entre Fillon y Melenchon. Al fin y al cabo, es la candidatura novedosa, lo que siempre hace más difícil consolidar apoyos y justifica el miedo de su equipo a que termine como François Bayrou, el centrista, atrapado en un 18%. Si algo ha espoleado a Macron en la fase inicial ha sido el venderse como para-rayos frente a Le Pen y eso puede hacerle perder momentum si otros candidatos le recortan distancias. Las encuestas son así de importantes marcando la viabilidad relativa de los candidatos.

3. Presidente por la campana

Si la opción menos preferida de un votante es Marine Lepen, no todos los candidatos son igualmente competitivos en la segunda vuelta. Pese a que según los sondeos todos los candidatos tienen capacidad para derrotarla, estamos lejos de 2002, cuando incluso Jaques Chirac pudo sacarle más de 60 puntos a Le Pen padre. Ahora mismo el FN tiene muchos números de ser la fuerza más votada en la primera ronda. Ya es un partido normalizado.

A tenor de los sondeos, François Fillon es el candidato que tendría una victoria más justa frente a Le Pen – ante una más que previsible desmovilización de la izquierda. Por supuesto, no podemos descontar los efectos de la campaña ni tampoco posibles fallos de estimación electoral. Sin embargo, es más que posible que haya muchos incentivos para que el votante contrario al FN no mire al más viable en la segunda vuelta frente a Le Pen sino a quién pasa el primer corte. Y tiene cierto sentido.

En un contexto tan fragmentado, con candidatos tan parecidos en votos, unas pocas décimas pueden marcar la diferencia y lo que antes era una minoría puede pasar a ser una mayoría simple. Dado que todos los sondeos señalan que aquel candidato que pase a la segunda vuelta contra Marine Le Pen debería poder coordinar el voto anti-FN, el votante asume que quien vaya a la mayo tendrá muchos números de ser el nuevo presidente.

4. «La tercera vuelta»

Cuando se estableció la V República en Francia, un sistema semi-presidencial, se instauró de facto una diarquía. En un principio para el Presidente quedaba la “alta política”; Exteriores y tratos con potencias extranjeras, política de defensa y la representación del Estado. Por su parte, para el Primer Ministro quedaba la “baja política”, la de ensuciarse las manos con el gobierno diario del país. Con el paso del tiempo la diferencia entre estas dos “políticas” ha ido desdibujándose. Al fin y al cabo, los propios Presidentes se juegan repetir en el cargo con asuntos de gobierno ordinario.

Para saber cuánto poder tiene un presidente de la República es importante fijarse en si dispone de mayoría en la Asamblea Nacional. Cuando la hay, el poder recae en el Eliseo. Cuando no, la Asamblea puede nombrar un Primer Ministro de otro color político generan dinámicas de cohabitación, lo que pasó 3 veces en 13 legislaturas. En estas situaciones se produce una clara división de poderes entre ambas instituciones ejecutivas y el poder que de facto posee el Presidente en la política interior se desvanece. Justamente para evitar esta situación, en 2000 se votó la reforma de la presidencia francesa de los 7 a los 5 años de tal modo que se pueda evitar esta tendencia – al ajustar mejor los ciclos de popularidad y que las legislativas no fueran de castigo al presidente.

Ello hace que no debamos perder de vista las elecciones legislativas de junio en Francia, la “tercera vuelta”. Aún cercanas en el tiempo con las presidenciales y con previsible efecto arrastre, también existe un sistema de dos vueltas de distritos uninominales. Esto lleva a que el FN tenga hoy 2 de los 577 escaños. Incluso ganando la Presidencia está por ver cuánto podría crecer si los demás le cierran el paso en la segunda vuelta. Emmanuel Macron está formando su partido a todo correr con gente independiente y cercana al PS – y su capacidad de arrastre dependerá mucho de su victoria este domingo. Por lo tanto, no perdamos de vista que los candidatos outsider con opciones de ganar tienen menos partido y espolear su agenda interna no va a resultarles tan sencillo sin un buen resultado en junio – quién sabe si incluso teniendo que cohabitar.

En resumen

La situación ahora mismo está en Francia más que abierta y cualquier previsión es aventurada, así que nos espera un domingo de infarto en el recuento. Una situación de empate técnico a cuatro, con una coordinación electoral tan incierta y tanto incentivo al voto sincero en primera ronda hace que la campaña vaya a entrar ahora en una fase decisiva. Aunque hay que esperar a junio para saber el margen de poder del presidente, cara al exterior el destino de la UE entrará en una fase crítica entonces. La pregunta es si existe un plan de contingencia se ocurre lo peor. O más aún, si alguien está dispuesto a reflexionar sobre qué pasa para que en Francia una mayoría simple de electores opten por determinados partidos. Pero bueno, quizá esto último ya tenga difícil remedio


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